Qué es el muermo equino y cómo tratarlo

Cuidados del caballo

También conocida con el nombre de “Adenitis”, el Muermo es una enfermedad sumamente contagiosa que afecta principalmente a los caballos más jóvenes.
Sus signos suelen mostrarse de manera violenta y rápida, por lo que conviene estar muy al tanto para procurar paliar sus consecuencias lo antes posible, evitando que implique negativas consecuencias y, lo que es igual de importante, que se contagien más animales.
En esta época, con el cambio de estación, deberemos estar especialmente alerta.El muermo es una enfermedad aguada y febril, causada por la bacteria “streptococcus equi”.
Quizás lo más importante que conviene tener en cuenta es que se trata de una dolencia muy contagiosa, un contagio que se produce a través del goteo nasal, los estornudos, la tos… Se contagiarán los animales que se encuentren cerca del enfermo, y conviene saber que es una dolencia transmisible al hombre.
Ataca principalmente a los animales más jóvenes, sobre todo si sufre alguna merma en su alimentación o sus hábitos de higiene no son los correctos.

Causas

Como suele suceder con cualquier enfermedad de tipo infeccioso, la causa principal de su aparición es una incorrecta higiene del animal o del establo en el que se encuentre habitualmente: habitáculos sucios o mal ventilados, camas que no se renuevan, concentración excesiva de caballos en poco espacio…
También debe ser vigilada la alimentación, para que contenga todos los nutrientes que el caballo necesita, puesto que de otra forma estará más débil y por tanto será un blanco fácil para cualquier virus.
En los lugares donde se afinan gran cantidad de ejemplares, deberá vigilarse el contacto entre animal y animal, sobre todo durante la bebida común.

Síntomas

Ni que decir tiene que cuanto antes reconozcamos la enfermedad y la afrontemos, más posibilidades tendrá el animal de curarse sin que quede ninguna secuela.
Conviene saber que el curso de la infección puede durar en estado latente durante meses o años.
Vigile a su caballo y consulte al veterinario siempre que aprecie la aparición de cualquiera de los siguientes síntomas:

  • Goteo nasal. Es el síntoma más característico; los ollares descargan un moco blanquecino que puede tornarse amarillento (de hecho el muermo también recibe el nombre coloquial de “moquillo”). Además este moco suele desprender un mal olor muy característico.
  • Pérdida del apetito: es sin duda uno de los signos más claros; el animal rehúsa constantemente la comida (aunque le ofrezca su plato favorito).
  • Imposibilidad de beber: provocada por la faringitis, dolencia que siempre acompaña al muermo.
  • Posición forzada de la cabeza: provocada también por la faringitis, que obliga al animal a mantener la cabeza permanentemente estirada hacia delante.
  • Fiebre, que irá en aumento sucesivamente, pudiendo llegar a los 40-41 ºC.
  • El caballo se mostrará en general totalmente apático, sin ganas de hacer nada (“hecho un muermo”).
  • Inflamación de las vías respiratorias.
  • Inflamación con sucesiva supuración de los ganglios linfáticos, lo cual apreciaremos inicialmente por un aumento considerable de su tamaño. Debemos saber que esto es algo sumamente doloroso. La inflamación puede llegar hasta tal punto que los ganglios estallen, es decir, se abren y dejan salir un pus amarillento y denso. A pesar de lo alarmante que pueda parecer, lo cierto es que es en ese momento cuando comienza la curación.
  • Tos catarral y persistente.

En caso de que tenga duda, puede solicitar al veterinario la realización de un test de maleína o fijación de complemento, el cual determinará si el animal sufre o no Muermo, sin que produzca ningún tipo de efecto secundario.

Tratamiento

Antes de nada conviene decir que para esta enfermedad existe una vacuna, si bien sólo puede ser suministrada a animales de cierta edad (habitualmente a los 4 años), de ahí que sean los potros quienes habitualmente sufran sus consecuencias.
Por otro lado, los caballos mayores de 6 ó 7 años están inmunizados de manera totalmente natural.
El tratamiento más eficaz para el Muermo es sin duda la administración de antibióticos (estreptomicina y penicilina) y sulfamidas. También en algunos casos se aplicarán pomadas emolientes en los propios abscesos.
Dosis y duración del tratamiento deben ser estipuladas en cada caso por el veterinario tras el análisis del animal, pero suelen ser bastante “generosas” en cuanto a la cantidad, la cual se suministrará nunca menos de 6 días seguidos.
Es muy importante que la ingesta de antibióticos sea muy vigilada por el veterinario, puesto que una administración prolongada de estos medicamentos puede producir un desequilibrio en la flora intestinal del animal, provocando diarreas y problemas intestinales mucho más graves que puedan terminar incluso derivando en la muerte del animal.
Es por eso muy importante que el cuidador vigile los excrementos del caballo que está tomando antibióticos, de tal manera que si aprecia cualquier reblandecimiento deberá considerarse la anulación del tratamiento.
Además debemos ser conscientes de que una administración abusiva de antibióticos sólo servirá para que el organismo del individuo genere cepas bacterianas resistentes que serán cada vez más difíciles de combatir, requiriendo cada vez medicinas más fuertes.
Por otro lado, la incisión del absceso puede ser muy útil en aquellos casos en los que el caballo tiene mucha dificultad para comer y beber (para evitar problemas de desnutrición o deshidratación). Ni que decir tiene que lo dejaremos en manos del veterinario.
Además de la medicación será preciso realizar una correcta limpieza de los ganglios que supuran. Se les puede irrigar de manera diaria con productos desinfectantes derivados del yodo.
Por otro lado, vigilaremos la alimentación facilitada al animal, que deberá contener abundantes líquidos y ser muy nutritiva.
Debido a su carácter altamente contagioso otra de las medidas más importantes a tomar es la de aislar a los animales enfermos, con el fin de intentar evitar que la enfermedad se propague más de lo necesario.

Complicaciones

Si el Muermo no se coge a tiempo o no se establece el tratamiento adecuado, puede tener serias complicaciones.
La Anasarca es la más habitual. Se trata de una pulmonía profunda de origen bacteriano de gran gravedad, que puede producir un edema generalizado del tejido subcutáneo, que se manifiesta cubriendo todo el cuerpo de pústulas y bultos. Algunas formas de esta dolencia pueden llegar a inflar la cabeza del caballo de manera considerable (es lo que se conoce vulgarmente con el nombre de “cabeza de hipopótamo”).
Si no se pusiera solución, pueden llegar a afectarse las bolsas guturales de detrás del cuello y transformarse en una infección crónica, muchas veces incurable.

Consejos

Para ayudar a prevenir y curar este tipo de infección, tenga en cuenta los siguientes consejos:

  • Establezca siempre una cuarentena con un caballo recién llegado al establo. Antes de ponerlo con todos los demás, para evitar posibles problemas, conviene dejarlo durante 2 ó 3 semanas sólo, tiempo que utilizaremos para desparasitarlo y comprobar su estado general.
  • Nunca suspenda por su cuenta un tratamiento con antibióticos. Resulta muy común que el cuidador decida suspender el tratamiento cuando aprecia mejora en la salud del animal. Este es un grave error, puesto que las bacterias que hayan resistido tendrán tiempo para mutar y crear resistencias, complicando después enormemente la curación.
  • Durante el tratamiento, procure que el veterinario haga constantes y completas visitas al animal para comprobar su estado.
  • Si es necesario inyectar la medicación, ponga especial cuidado en no pinchar ningún vaso sanguíneo, puesto que podríamos producir un choque anafiláctico en el animal, provocando su muerte.
    Sabremos que hemos pinchado un vaso sanguíneo si al pinchar y aspirar, el líquido que entre en la jeringuilla se tiñe de color rosado. Si esto sucede, no inyectaremos, sacaremos la aguja y volveremos a probar en otro lugar.

 

Etiqueta: Salud hípica
Publicado en: Hípica, Cuidados del caballo

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