PRINCIPIO

v. Creación, Fundación
Gen 1:1 en el p creó Dios los cielos y la tierra
Job 8:7 tu p haya sido pequeño, tu postrer estado
Pro 8:23 eternamente tuve el principado, desde el p
Hab 1:12 ¿no eres tú desde el p, oh Jehová, Dios
Mat 19:8 os permitió repudiar .. al p no fue así
Mat 24:8; Mar 13:8 todo esto será p de dolores
Mar 1:1 p del evangelio de Jesucristo, Hijo de
Joh 1:1 en el p era el Verbo, y el Verbo era con
Joh 15:27 porque habéis estado conmigo desde el p
Col 1:18 él que es el p, el primogénito de entre
Heb 7:3 que ni tienen p de días, ni fin de vida, sino
Rev 1:8; 21:6


El término hebreo re†™shit alude al inicio, al comienzo de una serie de eventos (†œEn el p. creó Dios los cielos y la tierra† [Gen 1:1]; †œY fue el comienzo de su reino Babel† [Gen 10:10]). Es la misma palabra que se utiliza para señalar a las primicias, o primeros frutos (†œComo ofrenda de primicias las ofreceréis a Jehovᆝ [Lev 2:12]). A veces tiene también el sentido de †œlo mejor† (†œEscoge lo mejor de la tierra para sí­† (Deu 33:21). Otro uso del AT es para indicar una condición necesaria para que otra suceda. Así­, †œel p. de la sabidurí­a es el temor de Jehovᆝ (Sal 111:10; Pro 1:7).

En el NT, la palabra arquë tiene mayormente una connotación relacionada con el tiempo, con los comienzos de algo. Aludiendo a la creación, Juan escribió: †œEn el p. era el Verbo† (Jua 1:1). Aludiendo al problema del †¢divorcio, el Señor Jesús dijo que †œal p. no fue así­† (Mat 19:8), pues †œal p. de la creación, varón y hembra los hizo Dios† (Mar 10:6). †¢Principados y potestades.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, DOCT

ver, TIEMPO

vet, (heb. “rê’shîth”; gr. “archê”). El significado propio de este término es con referencia al tiempo. Así­, se usa: (a) para indicar un punto de comienzo en el pasado en que se inaugura un evento concreto, como la inauguración del año litúrgico judí­o (Ex. 12:2), el comienzo del cristianismo (Jn. 15:27; 16:4; 1 Jn. 1:1; 3:11; 2 Jn. 5, 6), etc. (b) En Gn. 1:1 la referencia es a un principio absoluto de la creación, lo mismo que en Jn. 1:1. Así­, aunque “principio” no puede ser separado de su relación con el tiempo, se afirma que cuando el tiempo empezó el Verbo ya existí­a con Dios y era Dios, siendo por lo tanto eterno. (c) En un sentido moral se usa para denotar un fundamento o fuente (Pr. 1:7), el preeminente en dignidad (Col. 1:18); el Autor o agente activo (Ap. 3:14). Un ejemplo extrabí­blico del uso del término “archê”, “principio”, no en relación temporal sino como causa u origen, es el que da Josefo en Contra Apión (2:23), donde afirma que Dios es el principio de todas las cosas. (Véase TIEMPO.)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

I. Concepto
P., (en griego árjé) significa literalmente comienzo, origen, y designa en sentido generalí­simo aquello de que procede algo bajo cualquier aspecto. Así­, respecto de la existencia real, el p. es la causa de algo que acontece o ha acontecido, pero también aquel centro de un ser a partir del cual éste vive y actúa (p. de vida). Desí­gnanse igualmente con el término p. los elementos de que se compone un todo, así­ como los constitutivos ontológicos de lo concreto (-> realidad). La filosofí­a escolástica distingue además el p. de la causa, en cuanto en aquél, a diferencia de la relación entre causa y causado, p. y principiatum no han de ser necesariamente distintos; el p., por tanto, puede ser fundamento de sí­ mismo (así­ se explica que, a diferencia de la filosofí­a moderna que habla de Dios como causa sui, la escolástica lo llame principium sui).

En el orden lógico, p. es la proposición primera y fundamental de donde se sacan ulteriores deducciones; en diversas ciencias el p. es llamado “axioma”. Igualmente se llaman principios – además del primer p. o los primeros p – los enunciados directivos, es decir, las “reglas” de la deducción a partir de los axiomas.

Esta significación nos lleva al tercer campo de aplicación de concepto de p., el ético-normativo, en que p. designa la norma o regla (el “imperativo” general, la “máxima”) del querer y obrar (-> ética). Aquellos p. que en su orden no pueden a su vez reducirse a otros, se llaman primeros principios.

II. Historia
Como investigación de las árjaí­ entiende Aristóteles la filosofí­a de sus antecesores, y así­ él sistematiza la tradición según las cuatro causas de todo ente: substancia (forma, -> esencia), -> materia (sujeto), de dónde (causa del movimiento, única que se llama causa en el vocabulario actual) y por qué (el bien, el fin, la meta; Met A 3; Phys ir 3 y 7). Aristóteles es también el primero que sistematiza los p. del conocimiento lógico, pues la búsqueda de los p. reales en el terreno de la discusión conduce desde la cosa misma a la problemática del -> conocimiento. Sin embargo, esta problemática no alcanza aún aquí­ toda su verdadera agudeza crí­tica. Las leyes del ser y del pensar quedan expresadas en el p. de contradicción y en el del tercero excluido; y con la misma inmediatez se establece como p. material decisivo el conocimiento de la esencia (de la definición): en el tí­ éstin se fundan los silogismos (Met. Z 9, 1034a 32). Y del mismo modo que a la definición se añaden como nuevos p. materiales el postulado y la hipótesis, así­ sucede también en las cuestiones éticas: El bien es aquella equilibrada conducta que el hombre prudente encuentra buena (et. a Nic. ir, 6, 1107a 1).

La escolástica funda los p. del ser, del conocimiento y del bien en Dios como principio absoluto y único de toda la realidad, cuyos órdenes diversos se presentan como distintos grados y modos de participación en el ser subsistente. De este modo, no sólo se completa la doctrina antigua, sino que se le da sobre todo mayor unidad. Así­ la escolástica desarrolla por vez primera junto a 1as categorí­as una doctrina expresa de los -> trascendentales, y finalmente se prosigue sobre todo en la teologí­a trinitaria y en la cristologí­a. Cuando esta concepción del mundo pierde su evidencia aproblemática que le da su garantí­a, el pensamiento busca (manteniendo de momento una moral provisoria por lo que atañe a los p. como normas del bien) un nuevo fundamento en que asentarse, y lo halla en el ego cogito de la conciencia, aunque inicialmente ésta se experimente todaví­a como fundada a la postre en Dios (-> cartesianismo).

Kant realiza expresamente el giro en virtud del cual los objetos de nuestro conocimiento tienen a éste como p. por el que se rigen, pasando por las categorí­as hasta el p. de la apercepción trascendental, que, por su parte, como subjetividad absoluta, permanece inaprensible, y sólo muestra su unidad unificante en las ideas alma, mundo, Dios como principios regulativos (-> kantismo).

La sima abierta por Kant entre p. formal (apercepción, imperativo categórico) y p. material (intuición, cosa en sí­) tratan de zanjarla los sistemas idealistas declarando la conciencia misma, p. material de conocimiento y realidad (-> conciencia; -> idealismo). De todos modos, no hay que identificar aquí­ “conciencia” siempre con subjetividad, sino que en la filosofí­a trascendental es entendida como “ser consciente”, es decir, precisamente como p. de la objetividad-subjetividad. Esta idea es recogida (a pesar de todas las diferencias en el estilo del pensar) por el nuevo planteamiento ontológico de la fenomenologí­a, que ve el origen fundamentante en la intencionalidad de la conciencia, y esto quiere decir con otra aplicación, en la apertura del ser (die veritas transzendentalis como primer p.: HEIDEGGER, Ser y tiempo, S 7).

Con el “final de la metafí­sica” aparecen sobre todo dos formas de la idea de p.: de una parte, la funcionalización y formalización de los p., no sólo en las ciencias naturales y la -> técnica, sino, sobre todo, en la “filosofí­a analí­tica” (teorí­a de la ciencia y logí­stica); y, de modo análogo, la formalización de la moralidad en el -> positivismo y en la -> ética de situación. De otra parte, un concepto de p. llenado con una dimensión interpersonal histórica, concepto que parece enlazarse con los comienzos presocráticos, pero que vierte en el plano ontológico lo que allí­ se formuló aún como preontológico: Una filosofí­a y (partiendo de la experiencia judí­a y cristiana) teologí­a del comienzo y de la consumación, donde, como protologí­a y escatologí­a, los p. aparecen como origen, fundamento y abismo, de tal forma que no sólo se hace patente su irreductibilidad (cosa que desde el principio constituye su esencia), sino que se evita también la apariencia (cosa que sin duda no sucedió siempre) de poder hacer disponible, por lo menos por penetración a posteriori, el fundamento como razón que debe darse (ratio reddenda [Leibniz]; -> racionalismo). De este modo, los p. del ser, del pensamiento y del obrar (normas) no se desvirtúan ni niegan, relativándolos, sino que se experimentan como “principio”, de forma que se hacen aprehensibles no en una “arqueologí­a” puramente objetiva, sino solamente como enviados, como constantemente “advenientes”; es decir, que a la postre no son aprehensibles, sino que aprehenden ellos mismos en un llamamiento, cuya sistematización y teorí­a (necesarias) son siempre ya reflexión de la esencial respuesta a él (-> principio y fin).

III. Los primeros principios en particular
Sobre los p. reales, cf. -> ser, -> esencia, -> substancia, -> dualismo, -> hilemorfismo, -> cuerpo; sobre los p. formales: -> identidad, -> espí­ritu, -> conocimiento, -> lógica, -> causalidad; sobre los p. normativos: -> ética, -> moralidad, lo -> santo, -> valores (filosofí­a de los).

BIBLIOGRAFíA: L. Fuetscher, Die ersten Seins-und Denkprinzipien (1 1930); K. Sternberg, Das Problem des Ursprungs in der Philosophie des Altertums (Br 1835); C. Hink, Zur Grundlegung der Metaphysik (F 1957); M. Heidegger, Ser, verdad y fundamento (M Avila Caracas 1969); H. Rombach, Substanz-System-Struktur, 2 vols. (Fr – Mn 1965-66); R. Lauth, Begriff, Begründung und Rechtfertigung der Philosophie (Mn 1967); M. Heidegger, ¿Qué es eso de filosofí­a? (Sur B Aires).

Jörg Splett

K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972

Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica

A. NOMBRE arque (ajrchv, 746), significa principio. La raí­z arqu– indicaba primariamente aquello que era de valor. De ahí­ que el verbo arco significara “ser primero”, y que arcon denotara un prí­ncipe o gobernante. Así­ también surgió la idea de un principio, el origen, la causa activa, sea que se trate de una persona o cosa (p.ej., Col 1:18). En Heb 2:3 la frase “habiendo sido anunciada primeramente” es, lit., “habiendo recibido un principio de ser hablada”. En 2Th 2:13 “Dios os haya escogido desde el principio”, hay una lectura alternativa bien apoyada: “os haya escogido como primicias”; esto es, aparquen, en lugar de apFuente: Diccionario Vine Nuevo testamento