ACCIÓN MECÁNICA EN LA DIGESTIÓN DE LOS RUMIANTES

Como mencionamos anteriormente, en esta fase se incluye el conjunto de procesos por los que pasa un alimento desde que es ingerido por la boca hasta que es eliminado por las heces.

Los rumiantes realizan la prensión del alimento con ayuda de los incisivos inferiores, el rodete incisivo del maxilar superior (que sustituye a los incisivos superiores), la lengua y los labios.

Luego se realiza una primera masticación, muy ligera, que contribuye junto a la insalivación a formar un bolo alimenticio que se pueda digerir. La cantidad de saliva producida es muy elevada, sobre todo si el alimento es muy seco. Así, las vacas adultas pueden llegar a producir más de 100 litros de saliva al día.

 

En la primera deglución, el bolo alimenticio es impulsado hasta el primer compartimento gástrico: el rumen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el conjunto formado por el rumen y el retículo se dan unas contracciones que parten del retículo y se extienden entre ambos compartimentos. Debido a estas contracciones los alimentos más recientemente ingeridos se mezclan con el resto del contenido del rumen-retículo, pudiendo circular libremente entre ambos compartimentos.

El rumen y el retículo están comunicados, por eso el bolo alimenticio se mueven entre ambos compartimentos.

 

Después aparece el fenómeno característico de los rumiantes: la rumia.

 

La rumia consiste en una regurgitación del bolo alimenticio desde el retículo a la boca, donde vuelven a masticar lentamente la hierba ingerida anteriormente, para lo que se sirven de las grandes muelas, hasta que está perfectamente triturada. Este proceso lo realizan cuando están en reposo. La producción de saliva sigue siendo continua durante la rumia. El nuevo bolo alimenticio pasa otra vez al rumen, desde donde es impulsado hacia el retículo, que constituye el depósito en el que se acumulan los alimentos una vez que están suficientemente fermentados. En el retículo se producen contracciones que conducen el material hacia el omaso. Luego, el orificio que los comunica se cierra.

 

La función del omaso no está perfectamente definida, aunque se sabe que consta de un conjunto de láminas entre las que circula el bolo alimenticio, con el fin de separar parte del material sólido y de absorber algunos ácidos grasos volátiles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luego el bolo pasa al abomaso, donde se realiza un proceso químico y, posteriormente la ingesta pasa, a través del píloro, al duodeno y seguidamente al intestino. Por último, las heces son trasportadas al recto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el recto ocurre una dilatación que produce movimientos musculares voluntarios. Estos abren los esfínteres que comunican el recto con el ano y se expulsan las heces.