Liberarnos del dogma y de las restricciones para ser libre y fluir

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El dogma es inculcar ritos, creencias, que rigidizan al Ser Humano. Les saca de su naturaleza humana, sin que éste pueda hacer uso de la intuición, el amor y aquello que brota del corazón. El dogma es una manifestación mental, una creencia impuesta, que nada tiene que ver con el amor y el fluir. Obstruye el proceso de vivir y manipula la manifestación del alma. Encorseta la vida y todos sus elementos de manifestación de amor, comprensión y solidaridad. No contempla las distintas manifestaciones del ser, sino que implica asumir preceptos, prácticas y conceptos impuestos como válidos. No estimulan la creatividad y la creación de cada ser humano desde su propio simbolismo y manifestación.

Cada grupo o ser humano puede requerir cosas distintas, encontrar sus propios símbolos, que son una manifestación de sus anhelos profundos, de su profunda conexión y/o amor. Cuando ritualizamos, ha de estar conectado con un significado que va más allá del objeto. Éste representa el símbolo conectado a nuestro corazón. El dogma encorseta, porque no permite el cuestionamiento, y se presenta como verdades absolutas. Nada es absoluto, sólo lo que viene de la creación. Lo humano es una minúscula parte que contiene el todo, pero no todo humano puede lograr dicha conexión. Si así fuese, estaría libre de dogmas y condicionamientos, que restringen el ser, la libertad y el amor. Todo lo que se crea desde las ideas fijas y sin posibilidad de movimiento o cambio. Va en contra de la vida.

Hay verdades absolutas, pero no todo lo que se presenta como absoluto es verdad. Los humanos necesitan seguridad y se refugian en preceptos y mandatos que no siempre sirven para su desarrollo y evolución. El problema es el no cuestionamiento a dichos preceptos. El creador nos dio una mente para la reflexión y un corazón para reconocer la verdad dentro de nosotros. Sin dicha resonancia interior, podemos confundirnos por falsos maestros, dejar de lado nuestra responsabilidad de evolucionar y escoger aquello que nos sienta bien. El amor sólo necesita ser entregado o recibido. NO requiere protocolos ni enigmas. Sólo la disposición de estar abiertos a su entrega. Ello es una actitud y un estado del ser.  No requiere ideas, creencias ni preceptos. No te encadena, sino que te libera, no se piensa, sino que se siente. Es algo vivo, en movimiento, expande y enciende la llama de compartir y sentirse parte del todo.

Cuando uno es parte del todo, su relación con el cosmos, la vida y los otros es muy estrecha. Uno respeta todo lo que se mueve, no juzga, vive, observa, y sólo cuenta el instante presente. Todo lo que no nos lleva a este punto, es vivir sin vivir, es descolocarse, descentrarse y olvidarse de que el alma se manifiesta cuando le damos espacio para existir dentro de nosotros, en el profundo movimiento de estar en cada instante, aceptando la vida sin poner condiciones o restricciones. Éstas son puestas humanamente por nuestros miedos, traumas, falsas creencias o construcciones mentales. A veces, en algunas épocas, ha sido la mejor manera de manipular e imponer a las masas lo que se pretendía conseguir, que éstas no se saliesen de las normas y criterios dictados por unos pocos, sin consenso y sin tener en cuenta el bien común. Hoy la sociedad, y la evolución del alma, ha de seguir la línea de la libertad al otro para vivir desde su corazón, su interior, teniendo su propia experiencia, sin que medie ni la exigencia ni la manipulación de falsas creencias, ni las imposiciones de unos pocos.

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El planeta necesita más que nunca un avance. Solidaridad, comprensión, expansión y la búsqueda del bien común… libera porque deja de crearse la competencia y la separación, que nos aleja del Ser, y el construir un mundo donde el uno está en el todo y el todo en el uno. En la consciencia colectiva se necesita una vibración holística, una comprensión colectiva de que la unión eleva la consciencia y ayuda a que las personas salgan del miedo, de la comparación y del dolor que se ha creado.

El culto a la mente y a la razón, ya no son de esta era. Sí lo es la elevación colectiva de las almas, la transmutación del dolor, la disolución del karma, la apertura del corazón y la entrega de los dones para el bien colectivo. Si te desconectas de tu dolor, das lo mejor de ti y ello eleva y ayuda a otros. Los dogmas son viejos esquemas pasados. Funcionamiento de otras épocas, que nos han atrapado en el dolor y la desesperación, y que ha sido usado para algunos pocos para oprimir, humillar y matar a los semejantes, que son una parte de ti.  Ha sido un objeto y un arma de justificación para agredir. Alejarse del dogma es crecer, ser adulto, salir del miedo y del niño herido. Desde ahí, crearemos una sociedad mejor dónde tu bien también sea el de los demás, y todos quepamos.

Que desaparezcan las fronteras de la posesión, de enriquecerse, y creer que la religión es lo que dijo o no dijo un profeta. Un profeta no es más que una representación o un símbolo que tiene que resonar en tu corazón, la sede de tu alma y no con la mente, el odio, la injusticia y la justificación masiva para matar o agredir. ¿Qué Dios podría destruir algo que él mismo crea con Amor? Sólo el humano es capaz de confundir su creencia con lo verdadero y, con esto, usar la violencia. Ello encadena a toda la Humanidad. Se necesita una fuerza que contrarreste el mal creado y el abuso creado. Por ello, la masa crítica puede cambiar la evolución. No aceptar religiones que desunan o situaciones que justifiquen el crimen o el dolor. Hermanos, el amor no agrede, sino que libera. Lo que no libera o amplia nuestra visión, no es algo sano que nos hace evolucionar.

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Las cadenas nos las ponemos nosotros

Si no aprendemos a sentir, escuchar y cambiar todo aquello que nos encadena, y no nos permite vivir desde el Ser. Hagamos una llamada a la sensibilidad, el sentimiento, el Amor y la solidaridad, para traer justicia, visión y amor a todo lo que colectivamente hemos construido, y es parte de nuestra responsabilidad participar en disolverlo.

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