SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.42 número1-2PresentaciónDocumento de la Comisión Teológica Internacional sobre la redención: Presentación con algunos comentarios índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Teología y vida

versión impresa ISSN 0049-3449versión On-line ISSN 0717-6295

Teol. vida v.42 n.1-2 Santiago  2001

http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492001000100002 

Pbro. Andrés Arteaga M.
Profesor de la Facultad de Teología
Pontificia Universidad Católica de Chile

"Creación y Salvación"
La creación como fundamento de la salvación cristiana.
La salvación como plenificación de la creación de Dios

Abrir este Seminario interno de profesores tiene una ventaja y una desventaja. La ventaja es proponer desde el comienzo algunas perspectivas de reflexión, a la luz del misterio de la creación, con respecto al tema de la salvación cristiana y sus mediaciones. Me interesa que esta dimensión pueda estar permanentemente en el tapete de nuestras reflexiones de estos encuentros. La desventaja consiste en que una presentación sistemática se debería realizar más bien al final del Seminario, después de escuchar, dialogar e integrar otras perspectivas: bíblicas, patrísticas, históricas y teológicas del tema. Espero que eso lo pueda hacer el profesor Carlos Casale en su ponencia final. En todo caso, esto le da un carácter provisorio a estas reflexiones, que pretenden ahondar inicialmente sobre un supuesto teológico-fundamental del tema de este Seminario: el carácter de las relaciones entre creación y salvación. Una vez planteada la pregunta por el lugar de la creación en el misterio cristiano en la teología actual (§1), se muestra en cuatro ejemplos considerados significativos, la complejidad de las relaciones entre creación y salvación: en el origen de la doctrina de la creación en el Antiguo Testamento, en la evolución de la teología paulina, en una particular reflexión teológica de Karl Rahner, y en el pronunciamiento conciliar del Vaticano II (§2). Finalmente, pretendo hacer algunas observaciones conclusivas a la luz de lo presentado, intentando iluminar desde el misterio de la creación el tema del Seminario: la salvación y sus mediaciones (§3).

Como un presupuesto fundamental es preciso señalar desde el comienzo que el misterio cristiano es uno solo: Dios, que se nos ha autocomunicado definitivamente en Jesucristo para nuestra salvación. Misterio que en su formulación puede ser articulado en diversas dimensiones o aspectos. Por lo tanto cuando hablamos de creación y de salvación estamos hablando de dimensiones de un misterio. Por otra parte, la pregunta por el inicio siempre surge ante la crisis y las interrogantes del presente (1). No es extraño que ante un hito significativo de la historia humana como el que vivimos, surja la pregunta por la salvación y también se recurra a la pregunta por el origen. Intentaremos aclarar las relaciones entre la salvación y la creación, cómo surgen en este umbral de una nueva etapa de la historia humana, sin olvidar que el tema a dilucidar, en definitiva, es el de la salvación cristiana y sus mediaciones.

§1 LUGAR DE LA CREACION EN EL MISTERIO CRISTIANO, HOY

En el siglo que recién acaba, el tema de la creación ha pasado de estar prácticamente marginado de la reflexión teológica, a ser considerado como fundamento de la historia de la salvación y parte esencialmente integrada al misterio cristiano (2). Se ha pasado de una formulación tradicional sobre la base de la metafísica escolástica a una formulación de cara a los desafíos planteados por la racionalidad moderna, entre los que se cuenta la autonomía de la ciencia y del hombre mismo (3). Tal vez uno de los aspectos que más ha influido en la necesaria reformulación de la verdad de la creación, ha sido el paso de una imagen estática a una dinámica del mundo (4). No es el caso volver a repasar ese itinerario que ya ha sido suficientemente recordado por la reciente teología de la creación. Se ha pasado del "eclipse" a la "reactivación", en palabras de Ruiz de la Peña (5). Esta nueva situación, por lo tanto, exige un tratamiento "positivamente teológico" del tema de la creación, como lo recuerda Juan Noemi (6). Una de las señales de esta nueva situación es la consolidación del tratado específico de Teología de la Creación y la proliferación de manuales acerca del tema. Otra señal más de esta superación de la secundariedad temática de la creación en teología, es la apertura de este Seminario con esta ponencia, con tal que no se considere a la creación un presupuesto filosófico o pre-teológico del tema de la salvación.

Esta convicción no ha sido totalmente asegurada en el pensamiento contemporáneo. Al separarse la teología de la filosofía y de la ciencia en el origen de la edad moderna, el mundo creado pasó a ser un dominio exclusivo de las ciencias y Dios objeto propio y excluyente de la teología (7). Ya lo afirmaba hace algún tiempo en otro estudio, que en el progreso de la teología de la creación, "el itinerario de este último siglo, parte desde manuales tradicionales (marcados por la ausencia de una verdadera teología de la creación y la hipoteca filosófica sobre el pensar teológico) (8), pasando por los primeros síntomas de malestar (9), hasta llegar a la formulación de los gérmenes de renovación... No podemos negar que la renovación ha salido de su proceso inicial. Actualmente se aprecian diversas líneas de investigación en lo que se ha llamado la reactivación de la teología de la creación. Por un lado hay una revisión de todos los aspectos de la historia del dogma, entre los que se pueden contar varios manuales. Algunos de los estudios comprueban los fundamentos bíblicos generales o realizan estudios específicos de materias particulares en el ámbito de las Sagradas Escrituras. Otras investigaciones abordan las grandes líneas o momentos del desarrollo histórico, o bien la elaboración de algunos autores específicos. Se advierte, por otra parte, un avance en el diálogo de la teología de la creación con las ciencias y con las corrientes filosóficas modernas. Está, además, el terreno de la reflexión sobre la ecología (en sus diversos aspectos técnicos, ético-morales y la búsqueda de una espiritualidad ecológica) que ha crecido vertiginosamente en los últimos años. También hay ensayos con una perspectiva que podemos llamar propiamente teológica, entre los que podemos destacar los balances y los intentos de consideraciones globales. La abundancia de este último tipo de trabajos nos evidencia que el proceso de reactivación está aún abierto. Las perspectivas de renovación son tanto de teología católica y de teología protestante, y no se quedan atrás los estudios de la ortodoxia. Es un tema que interesa a todas las confesiones cristianas. En estos estudios de carácter más teológico, los temas en alza son los que analizan la relación entre los misterios de la creación y la Trinidad, las relaciones entre la creación y la salvación (10), y las relaciones entre creación y escatología" (11).

En cuanto a la reflexión sobre creación y salvación, ella está siempre debajo de toda especulación teológica, pero no necesariamente se explicita. Es necesario encontrar una adecuada formulación en momentos de cambios de paradigmas o progresos de las formulaciones. El redescubrimento de la antropología ha exigido una renovación de la teología, la que pasa por el recurso al misterio de la creación. Karl Rahner, al sacar las consecuencias de una teología "orientada trascendentalmente", afirmaba que la cristología es reproducción superadora y radical de la antropología. Es decir, la antropología es cristología deficiente, y la cristología, origen y término de la antropología. "Partiendo de ahí, es evidente que una protología total solo es posible escatológicamente, es decir, desde Cristo. Entre protología y escatología existe una correlación intrínseca en cuanto que el comienzo es comienzo abierto hacia su término y solo en el término llega a sí mismo" (12). No podemos separar la creación del misterio cristiano, hay una inextirpable relación con el hombre, con Cristo, con el destino definitivo. Pero estas relaciones son necesarias de analizar con algún detalle con algunos ejemplos.

§2 LAS COMPLEJAS RELACIONES ENTRE LA CREACION Y LA SALVACION

a) Antiguo Testamento, creación y alianza:

Aquí tenemos una larga polémica, que surge del lugar central que tiene la relación creación-alianza en la Sagrada Escritura, como lo recuerda E. Schillebeeckx: "En el plano exegético y teológico es una cuestión muy debatida y complicada a menudo por prejuicios confesionales" (13). Me parece que el problema no está en descubrir si primero es la alianza o la creación, sino en afirmar la compleja relación que tienen, desde el comienzo. Y se trata de un momento importante en la historia de la elaboración teológica, pues se pregunta aquí por el origen en la revelación de Dios de las nociones de creación y salvación.

El hombre antiguo vive en un mundo donde es un dato evidente de su cosmovisión que Dios ha creado el mundo, que el mundo tiene su partida en Dios. Por lo tanto, para explicar el mundo el hombre bíblico no tiene la alternativa creación o salvación, "la creación no forma parte del credo de Israel, porque la conciencia de la creación es un elemento esencial de la imagen del hombre antiguo y primitivo, y también que el israelita, tenía del mundo... La creación no se deriva, sin embargo, de la historia de la salvación, sino que Israel, coloca la historia de la salvación -en consonancia con su propia fe- sobre el trasfondo de la experiencia común a los hombres de aquella época, según el cual somos criaturas de Dios en el mundo y vivimos en un mundo que es de Dios. Esta evidente fe en la creación adquiere un cariz nuevo gracias al yahvismo y a la experiencia salvífica de Israel, pero conserva siempre su carácter de independencia" (14). Se habla de una ‘relativa autonomía’ o ‘relativa independencia’ entre creación y salvación.

L.F. Ladaria sintetiza los polos de la permanente polémica entre exégetas y teólogos frente a la cuestión: "En los últimos años se han dibujado con bastante claridad dos posturas en relación con este problema; una, que ha sido algún tiempo casi general, considera la creación como presupuesto de la alianza, de modo que se habría llegado a la primera noción sacando todas las consecuencias necesarias para entender la segunda: la alianza (lo primero que se descubre y que se vive) lleva consigo que se piense en un Dios omnipotente que todo lo ha creado para poder elegir al pueblo. Otra corriente cree que la fe en la creación tiene una entidad propia y no es una deducción a partir de la noción de la alianza; se trataría de un contenido de fe, si no central, por lo menos no derivado de otros en el Antiguo Testamento" (15). "Tal vez lo más correcto es contemplar los dos momentos de creación y salvación no como subordinados el uno al otro, sino como dos manifestaciones distintas y a la vez relacionadas de la acción de Dios y de sus beneficios a los hombres. Y estos dos momentos pueden yuxtaponerse sin que haya entre ellos solución de continuidad... La acción de Dios omnipotente es el común denominador que abarca ambos acontecimientos; en uno y otro se hace Dios presente... Es mejor afirmar simplemente que la creación y la salvación son dos momentos o aspectos distintos, aunque relacionados del obrar divino... Creación y alianza son por tanto dos nociones relacionadas aunque distintas, con las que se expresa el conjunto de la acción de Dios" (16).

Esto que sucedió en el origen, sucede también a cada uno que se acerca a pensar las manifestaciones de Dios. Descubre esos momentos distintos y relacionados que expresan conjuntamente el obrar de Dios. En la liturgia de Israel y en la liturgia cristiana ha prevalecido la idea de alianza sobre la de creación, pues se celebra centralmente la Pascua y tímidamente o en el trasfondo, la creación (17). Solamente después del exilio se hace explícita la fe implícita de Israel, se pasa del Dios de la historia al Dios de la naturaleza. Creo que esta secundariedad en expresar y pensar la creación persiste de alguna manera hasta hoy y que no hace suficiente justicia a la complejidad de esta relación entre creación y alianza (18). Son realidades que se iluminan mutuamente una a la otra. Y puede sucedernos que la creación sea una verdad que esté a la base de nuestros hábitos mentales. No reflexionamos suficientemente en ella, aunque sea la primera de las afirmaciones del símbolo, y no ejercitamos los principios del "nexo de los misterios" y la "jerarquía de las verdades".

b) Cristo Creador, los aportes de la teología paulina:

Una de las formulaciones más elaboradas y fascinantes de la verdad de la creación y su relación con la salvación es la de la teología paulina. "No es extraño, pues, que en su pensamiento sobre la creación encontremos de nuevo elementos centrales de la revelación veterotestamentaria que le proporcionan el punto de partida para el desarrollo ulterior de la doctrina en la línea cristológica" (19). Para el corpus paulino el acto creador es la presencia continua y operativa de la salvación (20). Pablo habla al comienzo de la salvación escatológica operada por Cristo resucitado. La resurrección de Cristo es el gran acto de salvación operada en Cristo. Esta primera fase del desarrollo histórico del pensamiento paulino se encuentra en las cartas a los Tesalonicenses y en el capítulo 15 de la carta a los Corintios, es parte del kerygma primitivo y se le puede llamar una "cristología escatológica", pues la salvación de Cristo se pone sobre todo en el futuro. Una segunda fase pone atención al presente de la salvación, un presente relacionado con el futuro, es decir, la salvación total ya ha comenzado. El hecho mismo de la muerte y resurrección de Cristo ha introducido en el mundo un principio de vida, ya se puede pregustar la salvación. Jesús es el mediador de la salvación no solo futura sino también actual. Esta segunda fase que se puede llamar "cristología soteriológica" se encuentra en Gálatas, Romanos, y las cartas a los Corintios. La tercera fase, más desarrollada del corpus paulino, aparece en las cartas a Filipenses, Colosenses y Efesios. De las cosas últimas (escatología) se pasa a la consideración de las cosas primeras (protología) como una consecuencia lógica de la profundización en el misterio de Cristo. Si Cristo resucitado es la totalidad de la salvación, ella no solo debe ser activa en el futuro o en el presente, sino también en el pasado (21). Esta tercera fase puede llamarse "cristología protológica" y es la más profunda, que permite una síntesis dinámica entre el pasado, el presente y el futuro, es una cristología sintética e integral. Los textos más significativos de esta fase son 1 Cor 8, 6; Col 1, 15-20; Fil 2, 5-11.

Tal vez el aporte más interesante de estos textos de la teología paulina es el de introducirnos a la relación creación-salvación a partir del misterio de Cristo, que es la clave teológica fundamental. Es de notar que la acción de Cristo se asocia más bien a la salvación que a la creación, pero ya en esta primitiva reflexión paulina se ha descubierto lo que significa el misterio de la encarnación: Dios que se hace carne y se introduce en la historia y en el tiempo humano. Si bien la formulación de la reflexión sobre la creación se explicita en un estadio tardío, eso no significa que el Nuevo Testamento no considere la creación y la salvación como componentes de un único plan en Cristo. La creación aparece como fundamento de la salvación, la salvación como plenificación de la creación (cf. Rom 8, 19-22). "La fe en la creación es optimista, porque en su lógica se incluye la esperanza de la consumación. Mientras en otras cosmovisiones la cuestión del origen se refiere exclusivamente al pasado, la idea bíblica de creación se refiere tanto al pasado (todo fue hecho por Cristo) como al presente (todo subsiste en Cristo) y, sobre todo, al futuro (todo será para Cristo). A la luz del acontecimiento-Cristo, la protología deviene escatología en germen" (22). Hay buenos estudios de estos textos, pero queda mucho aún por sacar de ellos en el futuro. La resurrección de Jesús desvela la verdad definitiva de la creación, "el kerigma de la resurrección de Jesús se articula explícitamente como evangelio de la creación" (23).

c) Unas reflexiones sistemáticas de Karl Rahner para iluminar lo pastoral:

Una notable reflexión especulativa moderna acerca del tema la encontramos en un intento de Karl Rahner por fundamentar el trabajo de los fieles cristianos laicos en el mundo (24). Al intentar explicar el apostolado laical, que consiste en desplegar las energías de la redención en el mundo, en la realidad de la creación, se plantea "el problema de la relación exacta entre la Redención y el mundo, la gracia y la naturaleza, las cosas del cielo y las de la tierra, y preguntarse acerca del sentido exacto de la afirmación según la cual la redención en acto consiste en la curación, la santificación y la transfiguración del mundo, pero también de la afirmación opuesta, según la cual hay una diferencia radical entre la gracia de Dios y la naturaleza del mundo creado" (25). Este intento de aclaración especulativo, de esta "perspectiva teológica fundamental", le permite iluminar criterios para sacar una serie de consecuencias concretas para la acción pastoral: las relaciones entre la vida religiosa y la vida en el mundo, la Iglesia y la vida cristiana, etc. Así, la cuestión fundamental se plantea en los siguientes términos, según el teólogo teutón: "¿Cómo concebir correctamente la unidad entre Redención y Creación? Señalaremos en qué sentido se puede y se debe hablar de verdadera unidad entre estas dos magnitudes, aunque ni que decir tiene, no son idénticas" (26). Después de complejas aclaraciones terminológicas de no poca importancia, que pueden ser fuente de varios malos entendidos, Rahner intenta formular con exactitud el carácter de esta unidad entre la obra de la Creación y de la Redención, unidad real que en su seno contiene elementos verdaderamente distintos. Para ello se detiene en unas consideraciones ontológicas sobre la unidad plural: "Existe la unidad hecha de partes cuantitativas; existe la unidad del hombre, cuerpo y alma; existe la unidad del espíritu y sus potencias múltiples. Son tres casos muy diferentes y que verifican de muy distinta manera, de forma analógica, el misterio ontológico de la unidad plural" (27).

Aplicado al tema que nos preocupa, esto significa que "el conjunto de la Creación (la humanidad y su historia, el mundo material y el mundo espiritual) ha sido indudablemente concebido por Dios desde el origen como una unidad tal que la significación de cada cosa se inscribe en la del todo, y recíprocamente" (28). Hay una sola creación, todas las cosas creadas se relacionan entre sí. "En este mundo único y marcado por una reciprocidad de relaciones, hay un orden, una escala objetiva de valores ontológicos" (29). La obra de Dios está orientada hacia lo más elevado que hay en la Creación, de tal manera que "la obra creadora de Dios encierra algo más que la constitución de una realidad sacada de la nada, infinitamente diferente de Dios e infinitamente distinta de él. Por un milagro del Amor divino, ocurre algo que sobrepasa a todo el orden natural: Dios se comunica a su Creación de tal suerte, que al salir personalmente de sí mismo, asume una realidad creada y la hace suya" (30). La encarnación es el acto supremo de la creación divina, todo en el mundo existe para eso, el mundo de la creación está "bañado por la gracia". El Dios de la Creación es el Dios de la Redención, "Dios no ha creado dos realidades que en cierto modo habrían de ser posteriormente armonizadas juntas... La unidad precede, pues, a la distinción, y esta debe ser respetada en razón de la unidad. En resumen, si quisiéramos formular la relación entre el orden natural y el sobrenatural, podríamos decir tanto: ‘El mundo de la Redención está incluido en el de la Creación’ como ‘El mundo de la Creación está incluido en el mundo de la Redención’" (31).

Si a este análisis estático se le aplica la categoría de la historia, se desprende que la unidad real "es una unidad a realizar, y su cumplimiento le es confiado al hombre como un deber que le incumbe" (32). Así, el cristiano no puede ni divinizar el mundo, pues es criatura de Dios, ni puede renunciar al mundo, porque es criatura de Dios. "A esta actitud, término medio entre la del utopismo y la del desesperado, no puede dársele una justificación apodíctica y apremiante. Es el más humilde de todos los milagros de la gracia divina ... Pues vivir en el mundo sin sucumbir a la desesperación, cuando se rechaza el paliativo de un optimismo fundado en el mundo mismo, es ya un triunfo de la gracia de Dios... Esta es la piedra de toque en que conoceremos la verdad de nuestro cristianismo" (33).

Como se puede apreciar a primera vista, nos es fácil seguir el hilo de la argumentación. Y se demuestra que una adecuada formulación de la relación entre creación y salvación pasa también por una fundamentación ontológica. Es necesario hacer múltiples distinciones, para respetar el carácter único de esta unidad real y plural. Y la aclaración del carácter de la relación entre la creación y redención tiene una notable potencialidad para fundamentar consecuencias prácticas para la vida cristiana y eclesial.

d) El horizonte histórico salvífico de la creación en el Concilio Vaticano II:

Aquí aprovecho los resultados de una investigación anterior (34). El Concilio Vaticano II habla de la creación, para expresar la creación divina, pero también la obra creativa del hombre, es decir, la colaboración que el hombre presta a la realización y perfeccionamiento del plan de salvación, iniciado ya en la creación. Allí hay una nueva perspectiva en el tratamiento del tema, dinámica y teológica, insertada en el contexto del proyecto unitario de Dios. Como los temas de la asamblea conciliar son muy concretos y específicos en sus diversos documentos, la oportunidad de hablar de la creación es cuando se necesita realizar una fundamentación teológica. Esta se hace, sobre todo, al hablar de la naturaleza y misión de la Iglesia, de la persona y del trabajo humano (en particular de los laicos), de la relación del hombre con los bienes creados o, directamente, de la consistencia última de las cosas.

Se pueden encontrar, entre los textos, reflexiones sobre la condición creatural de la persona humana, del mismo Creador y sobre la ubicación de la creación en el plan de Dios, especialmente de su relación con la realización de la salvación que se ha dado en Jesucristo. Todo esto es de primera importancia, aunque no sea lo más explícitamente destacado, pues el tema de la creación no es directamente abordado en sí mismo en la asamblea conciliar. Parece, al menos desde un análisis terminológico, que la reflexión o fundamentación teológica se ha quedado a medio camino, o que es una tarea pendiente (35). Siempre en los textos, el tema de la creación es un tema concernido por otros. De allí resulta esa dimensión antropológica del pronunciamiento del Concilio, que se preocupa especialmente por iluminar el trabajo y la vida humana en el contexto amplio del plan de Dios y del misterio de la creación como trasfondo.

Evidentemente, el tema necesita una mayor clarificación teológica, y por sí mismo, no solo de paso. La relación, creación y salvación aparece como importante en esta fundamentación, pero insuficientemente abordada (36). El Concilio aborda la creación desde otros temas y no por sí misma; ahora bien, su perspectiva fundamental es soteriológica (37).

El aporte del Concilio se caracteriza en que el concepto de creación se esclarece, en efecto, a la luz del pecado que afecta a la condición creatural, la salvación que la recrea, y la consumación del designio salvífico que la lleva a su plenitud; en definitiva a la luz del proyecto total de Dios sobre el mundo y la historia. Es de suma importancia, en este punto, el establecer el aporte a la comprensión del concepto de revelación que ha entregado el Concilio (38). Ella nos permite apreciar lo que el Concilio comprende por plan de Dios (39). El plan de Dios no es algo que se distinga radicalmente de su propia revelación, las palabras del texto son significativas, junto a esta autorevelación divina, se ubica la manifestación de su voluntad misteriosa: que todos puedan llegar, por Cristo y el Espíritu, a la participación de la naturaleza divina, a la comunión personal con Dios. Es a la luz de esta intimidad, que es expresada como amistad y compañía, que debe mirarse el proyecto divino.

Para la argumentación conciliar su presupuesto fundamental es la unidad del proyecto de salvación que tiene etapas y dimensiones, pero hay una coherencia entre ellas, claramente destacada (40). Este proyecto divino, que siempre tiene un sentido global, y que está orientado a la salvación, encuentra su plenitud en Jesucristo (41). Un esquema de este plan o economía (42)  puede ser el siguiente: a) la creación, fundación y conservación del mundo por el amor de Dios, por el misterio de la elección y convocación; b) la esclavitud, herida, caída del mundo por el pecado, servidumbre de la corrupción; c) la redención, salvación, regeneración, liberación, elevación, transformación por la obra del Hijo; d) la consumación, santificación, renovación de toda criatura, glorificación, perfeccionamiento.

Es el mismo Dios el Creador, Redentor y Santificador (43). Este proyecto divino se orienta a la filiación (44), ya que el hombre está llamado a ser hijo de Dios. Ya desde antiguo, la revelación bíblica destacaba la relación entre creación y salvación. Las etapas están bien descritas en el texto de Gaudium et Spes 2:

"Tiene, pues, ante sus ojos el mundo de los hombres, es decir, toda la familia humana con la universalidad de las realidades entre las que esta vive; el mundo, teatro de la historia del género humano, marcado por su destreza, sus derrotas y sus victorias; el mundo que los fieles cristianos creen creado y conservado por el amor del Creador, colocado ciertamente bajo la esclavitud del pecado, pero liberado por Cristo crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno, para que se transforme, según el designio de Dios, y llegue a su consumación" (45). 

Son etapas inseparables de un proyecto unitario y complejo, el mundo es formado, deformado por el pecado, reformado y transformado por la acción de Dios. Pero es importante también destacar que la obra creadora tiene consistencia. Es la primera consideración que se impone y que resguarda la unidad de este proyecto de salvación. En efecto, el orden de la salvación no suprime el orden de la creación, que ha sido querido por Dios y por él está sólidamente fundado. La discontinuidad en este proyecto de salvación estará puesta por el pecado y no por la debilidad del orden mismo de la creación. Por una parte la criatura tiene un valor, una autonomía y una ordenación propia; por otra, esa autonomía exige una dependencia (46). En efecto, a pesar de reconocer que las cosas creadas dependen de Dios y que el hombre no puede utilizarlas sin referencia al Creador, pues todas las criaturas están ordenadas a la alabanza divina; sin embargo, el orden divino no suprime la justa autonomía de la creación (47).

Las afirmaciones conciliares son claras. La autonomía no se suprime con la dependencia, sino que se recupera y se robustece. Esto tiene una gran importancia para la unidad del proyecto salvífico, para su continuidad. Allí está también el fundamento del optimismo cristiano. Dios Creador es Padre, Dios y el mundo establecen una relación familiar (48).

Otro aspecto importante es que la creación está afectada por el pecado y por lo tanto está necesitada de salvación. Es una fórmula muy utilizada en los textos hablar del Creador y Redentor (Salvador), de la creación y de la redención (49). Por otra parte, se utilizan diversidad de términos como elevación, cumplimiento, perfección y perfeccionamiento que se relacionan con el concepto de salvación. La salvación tiene una tensión hacia el futuro, una dimensión escatológica. Está en el designio del Creador que todas las cosas estén destinadas a la salvación del hombre y a la edificación del cuerpo de Cristo (50). Este es el centro del proyecto de Dios. La ordenación divina no suprime la justa autonomía de lo creado, más bien la restituye y se consolida en su propia dignidad. En efecto, es a la luz de la salvación que se comprende el misterio del pecado y de la creación.

Finalmente, la creación es conducida a la consumación (51). Es en el asunto de la escatología donde se integran las cuestiones de la nueva creación, la gloria y el fin de la creación (52). El discurso escatológico del Vaticano II es sin duda uno de sus grandes aportes, que debe ser aún investigado en toda su riqueza. Nos recuerda que el fin de la creación, cuando Cristo sea todo en todos (1 Cor 15, 28), es la gloria de Dios y nuestra propia felicidad (53). Además, la preocupación del hombre por este destino definitivo no aminora las preocupaciones temporales de los cristianos (54). Podemos decir que la salvación, núcleo del designio de Dios, está llamada a la consumación definitiva. El trabajo del hombre, especialmente de los laicos, está orientado a la consumación de la obra de la creación, desplegando sus potencialidades, llevándola a su destino mediante la obra redentora de Cristo, que la ha liberado de la corrupción.

Estos cuatro ejemplos, del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, de la teología y del magisterio de la Iglesia contemporánea, nos muestran que la cuestión de las relaciones entre creación y salvación no es simple sino compleja. Y la última reflexión del Vaticano II apunta a que esta debe ser una reflexión integradora y unitaria del plan de Dios.

§3. LAS MEDIACIONES DE LA SALVACION A LA LUZ DEL MISTERIO DE LA CREACION, OBSERVACIONES CONCLUSIVAS

La pregunta por la salvación surge hoy como en todos los períodos de la historia, pero con un marcado acento antropológico y pastoral (55). Así como la salvación es una totalidad en aspectos (56), la salvación es un aspecto de la totalidad del plan divino. Nos interesa hoy también saber sobre el actuar de Dios y cómo afecta lo humano. Para una reflexión soteriológica necesitamos una reflexión protológica, pues soteriología y protología están mutuamente implicadas, como fundamento y plenificación. Así lo hemos mostrado en los ejemplos de arriba. Esa compleja relación no se puede simplificar, hay una relativa autonomía e independencia entre ambas realidades. Mejor aún, conforman una unidad plural, unidad que precede a la distinción y que está haciéndose en la historia. La teología de la creación y sus avances contemporáneos nos permite ampliar nuestra mirada sobre la salvación en el contexto unitario del plan de Dios que se realiza en la historia.

Allí surgen luces sobre el tema de la mediación (o las mediaciones) de la salvación -el tema de nuestro Seminario-, que tiene su clave de comprensión en el misterio de Cristo, el Unico Mediador. La salvación cristiana se desvela a la luz del plan unitario de Dios, y desde la óptica de la creación, como una salvación de Dios, pero también como una salvación de la persona humana en el mundo y en la historia. También aparece como una salvación del pecado que ha deformado la obra de la creación y con la esperanza de una transformación definitiva. De allí se desprenden algunas de las características de la salvación cristiana que son inextirpables: mundanidad, historicidad y humanidad de la salvación. Aquí puede encontrarse una pista para el estudio teológico y la comprensión de las mediaciones de la salvación que se requiere dilucidar. Por la creación, el proyecto salvador de Dios pasa por lo material; es en el tiempo y con el tiempo; se dirige a todos los hombres y a todo lo humano, pues es la persona humana a quien Dios ha querido tener como interlocutor. En todo caso, encontramos siempre y definitivamente la salvación de Dios, en Cristo, en su muerte en cruz, en lo concreto de su cuerpo, en su sangre. Es toda de Dios, pero toda mediada (57).

RESUMEN

El artículo intenta profundizar, de manera inicial, en el carácter de las relaciones entre la creación y la salvación. Una vez planteada la pregunta por el lugar de la creación en el misterio cristiano, en el contexto de la teología actual, se muestra en algunos ejemplos la complejidad de la relación entre creación y salvación. Se analiza el origen de la doctrina de la creación en el Antiguo Testamento, su evolución en la teología paulina, su perspectiva en algunos escritos de Rahner, y finalmente, en los textos del Concilio Vaticano II. Termina proponiendo algunas observaciones conclusivas acerca de la luz que trae el misterio de la creación sobre las mediaciones de la salvación. La salvación es un "aspecto de la totalidad" del plan divino. Soteriología y protología se implican mutuamente. De tal manera que la salvación desde la óptica de la creación, es "de Dios", pero también "de la persona humana en el mundo y en la historia". "Mundanidad", "historicidad" y "humanidad" de la salvación son características inextirpables y coordenadas fundamentales para cualquier reflexión teológica acerca de las mediaciones de la salvación. La salvación cristiana es toda de Dios y a la vez toda mediada.

ABSTRACT

The article attempts to look in depth, the character of the relations between creation and salvation. It first poses the question of the role of creation on salvation, in the context of the current theology, and then shows some examples of the complexity of the relation between creation and salvation. It analyses the origin of the doctrine of creation in the Old Testament, its evolution in Paul’s doctrine, its perspective in some of Ranner’s works, and finally, in the Vatican Council II texts. It finishes offering some conclusive observation on the light that the mystery of creation brings over the mediations of salvation. Salvation is "an aspect of the fullness" of the divine plan. Soteriology and protology imply each other. So, salvation from the creation standpoint is "God’s", but also "from the human person in the world and history". The "worldliness", "historicity", and "humanity" of salvation are unremovable characteristics and fundamental co-ordinates for any theological reflection about the mediations of salvation. Christian salvation is all God’s and mediated as well.

_______________

(1) "La domanda sull’ inizio nasce dalla crisis del presente: è l’incompiutezza del mondo e della vita, lo scarto fra l’esperienza e l’attesa, che suscita l’interrogativo sull’ origine di tutto ciò che esiste" (Bruno FORTE, Teologia della Storia. Saggio sulla rivelazione, l’ inizio e il compimento, Edizioni Paoline, Cinisello Balsamo, 1991, 197).

(2) Para una visión general, cf. A. ARTEAGA, "Creatio ex Amore". Hacia una consideración teológica del misterio de la creación en el Concilio Vaticano II, en Anales de la Facultad de Teología 46 (1995), especialmente 25-38. Un análisis de la bibliografía más reciente (no exhaustiva) de los últimos 40 años y sus tendencias en 34-38. También cf. los artículos de Juan NOEMI, Mysterium Creationis. Sobre la posibilidad de una aproximación a la realidad en cuanto creación de Dios, en Teología y Vida, 40 (1999), 372-399, que corresponde a una ponencia en Brasil; y también Dios Padre Creador, en Anales de Teología (Universidad Católica de la Santísima Concepción) 1 (1999), 133-144.

(3) Cf. una buena exposición de la evolución del tratado en L. SCHEFFCYK, Creación y Providencia, BAC, Madrid 1974.

(4) Una muestra de ello se puede apreciar en el libro de Alexandre KOYRE, Del mundo cerrado al universo infinito, Siglo Veintiuno, Ciudad de México 19886.

(5) J.L. RUIZ de la PEÑA, Teología de la Creación, Sal Terrae, Santander, 11-13.

(6) Juan NOEMI, Mysterium Creationis. Sobre la posibilidad de una aproximación a la realidad en cuanto creación de Dios, en Teología y Vida, 40 (1999), 376; 395.

(7) Fides et Ratio, 46, recuerda que "no es exagerado afirmar que buena parte del pensamiento filosófico moderno se ha desarrollado alejándose progresivamente de la Revelación cristiana, hasta llegar a contraposiciones explícitas. En el siglo pasado, este movimiento alcanzó su culmen... En el ámbito de la investigación científica se ha ido imponiendo una mentalidad positivista que no solo se ha alejado de cualquier referencia a la visión cristiana del mundo, sino que, y principalmente, ha olvidado toda relación con la visión metafísica y moral".

(8) Cf. M. FLICK, La struttura del Trattato ‘De Deo Creante et Elevante’, Gregorianum 36 (1955), 284-290. También como ejemplo más concreto de esta situación, cf. E. ESCUDERO, Adnotationes in Tractatum De Deo Creante, Apuntes de clase mecanografiados de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, sin fecha; C. BOYER, Tractatus De Deo Creante et Elevante, Apud Aedes Universitatis Gregorianae, Roma 1954. Esta tendencia tiene aún sus defensores en la actualidad, cf. J. IBÁÑEZ y F. MENDOZA, Dios Creador y Enaltecedor, Palabra, Madrid 1988. La postura se comprende al analizar los planteamientos de F. RODRÍGUEZ en su tesis doctoral El tratado teológico de la creación. Desarrollo histórico y situación actual, Universidad de Navarra, Pamplona 1988 (sin publicar aún).

(9) Ya se aprecian estos síntomas de inquietud y de renovación en las lecciones de K. RAHNER en 1953, los intentos de una formulación nueva con el esquema de las tesis clásicas. Sus reflexiones están bien expresadas en los artículos Anthropologie (Theologische) del LThK, Herder, Freiburg 1957, vol. 1, 618-627, especialmente 622ss. Posteriores son los artículos: Protologie (LThK, vol. 8, 835-837) y Schöpfungslehre in der katholischen Theologie (LThK, vol. 9, 470-474). Allí mismo, el artículo de J. RATZINGER, Schöpfung (LThK, vol. 9, 460-466). También se puede ver el artículo de K. RAHNER, Reflexiones teológicas sobre la antropología y protología, MySal, vol. 2, 341-353.

(10) Aquí hay que incluir los que optan por integrar la creación en la antropología teológica, uniendo la creación, el pecado original y la teología de la gracia. Además, cf. A. GESCHE, Un secret de salut caché dans le cosmos?, en Création et Salut, A. GESCHE, J. DEMAERT, P. GIBERT, et al., Facultés Universitaires Sain-Louis, Bruxelles 1988; G. SIEGWALT, Le salut de la création tout entière, Etudes Théologiques et Religieuses 68 (1993), 227-239.

(11) A. ARTEAGA, "Creatio ex Amore". Hacia una consideración teológica del misterio de la creación en el Concilio Vaticano II, en Anales de la Facultad de Teología 46(1995), 34-38, sin muchas de las pesadas notas bibliográficas.

(12) K. RAHNER, Reflexiones fundamentales sobre antropología y protología en el marco de la teología, MySal, Vol. 2, 350s.

(13) Cristo y los Cristianos. Gracia y Liberación. Cristiandad, Madrid 1982, 502. Se hace una buena reflexión panorámica en el capítulo Creación y gracia en la Biblia, 502-517. También se puede ver con provecho la síntesis de L.F. LADARIA, Antropología Teológica, Publicaciones de la Pontificia Universidad de Comillas - Pontificia Universidad Gregoriana, Madrid-Roma 1987, en el capítulo El lugar teológico de la fe en la creación, específicamente el apartado Creación y salvación en sus implicaciones mutuas. El Antiguo Testamento, 9-16.

(14) E. SCHILLEBEECKX, Cristo y los Cristianos. Gracia y Liberación, 507ss. El autor destaca también que si bien en Israel hay un credo fundamental "no existe una única concepción veterotestamentaria de la creación y alianza" (ibídem, 510).

(15) Antropología Teológica, 9s. "¿Qué decir de esta alternativa? En primer lugar hay que reconocer que la primera de la opiniones presentada resulta a primera vista más sugestiva para el teólogo que, después del Vaticano II, se ha acostumbrado a contemplar toda la realidad desde una perspectiva unitaria que tiene en Cristo su centro. Poder anticipar en cierto modo al Antiguo Testamento esta visión es ciertamente tentador. Pero los argumentos aducidos por los partidarios de la segunda opinión, sobre todo por lo que se refiere a la antigüedad de los materiales de Gen 1-3 y a la relación que estos tienen con las culturas circundantes obliga a tomar en consideración también esta segunda posibilidad; ciertamente parece una salida fácil y no muy convincente reconocer la antigüedad de la fe en la creación y no atribuir relevancia teológica a tal creencia. La idea de la creación, con toda probabilidad, no se ha deducido de la idea de alianza. No sería por lo tanto una noción derivada. Pero ello no quiere decir que ambas nociones no se hayan relacionado y que, en concreto, la fe en la predilección de Dios manifestada en la alianza no haya estado presente en la configuración de las narraciones que ahora poseemos" (ibídem, 14s).

(16) Ibídem, 15.

(17) En los leccionarios litúrgicos se advierten solamente indicados los relatos de creación en la vigilia pascual y en las misas de matrimonio.

(18) Concuerdo, sin embargo, con J. NOEMI, cuando afirma que "No parece ocioso insistir en que la fe en Dios-Creador se articula y consolida como una afirmación de fe en un Dios unívocamente bueno que salva a su pueblo. Aunque en esto se haya insistido, es preciso todavía recalcarlo, pues espontáneamente persistimos en considerar al ser creador de Dios como una consecuencia lógica y neutra que deriva de la divinidad. En la Biblia, sin embargo, Yavé no es Creador por ser divino, sino porque se muestra como un Dios bondadoso que salva a su pueblo" (El mundo, creación y promesa de Dios, San Pablo, Santiago 1996, 34s.). Tampoco se entiende la salvación en la historia sin el concepto de creación.

(19) J. L. RUIZ de la PEÑA, Teología de la Creación, Sal Terrae, Santander 1986, 67.

(20) Sigo aquí las reflexiones de M. DELMIRANI, Cristo Creatore. Aspetti fondamentali di Teologia biblica sulla Creazione. Schemi di Lezioni. Editrice Pontificia Università Gregoriana, Roma 1986, 66-95. Interesante también el reciente estudio de T. OTERO LAZARO, Mediación creadora y mediación salvadora de Cristo en la carta a los Colosenses, Burguense 40 (1999), 401, 421.

(21) "Il passato, in realtà, è l’aspetto prevalente di questa terza fase. Il Passato però non viene concepito como a se stante, ma in continuità col presente e proiettato verso il futuro. In questa maniera risulta più chiaro che Cristo ha un primato assoluto nella creazione e nella redenzione" (ibídem, 68).

(22) J. L. RUIZ de la PEÑA, Teología de la Creación, 85.

(23) J. NOEMI, El mundo, creación y promesa de Dios, 73. " El que el Resucitador sea el mismo Creador establece un nexo dinámico entre ambas intervenciones divinas. La resurrección es la verdad de la creación como la promesa definitiva y decisiva de Dios sobre lo creado" (ibídem, 73s).

(24) Es una conferencia en una sesión diocesana dedicada al apostolado de los seglares que aparece traducida al castellano titulada La redención en el corazón del mundo, en el primer volumen de Misión y Gracia. El siglo XX, ¿siglo de gracia? (Dinor, Burgos 1966, 87-131). Ya el título expresa "que entre la Creación y la redención hay una relación de inclusión y no de simple yuxtaposición". Así, la tesis fundamental la enuncia de la manera que sigue: "La gracia divina, fruto de la Redención, penetra en el mundo de la Creación para sanarlo y santificarlo; incorpora al mundo considerado en su naturaleza (pero sin abolir esta) al Misterio de Cristo, y este proceso de asunción del mundo a la vida de Dios por obra de la gracia es sin duda efecto de la voluntad divina, pero también ha de ser tomado en consideración por la actividad humana y por lo que llamamos acción apostólica seglar" (ibídem, 88). Reconozco que el tema está abordado, desde diferentes ópticas, en otros escritos de Rahner de mayor importancia, y en sus obras más sistemáticas, pero me he limitado a analizar solamente este porque necesita realizar una fundamentación teológica en el preciso tema que nos ocupa para iluminar diversos problemas pastorales.

(25) Ibídem, 87s.

(26) Esto lo plantea especialmente en el apartado que lleva por título De la unidad real entre la redención y la creación, en las páginas 89-117. Allí "se trata de saber si hay unidad –y de qué índole es– entre estas dos magnitudes" (ibídem, 89).

(27) Ibídem, 96. El autor se limita a considerar "la unidad plural en la que una cosa, para poder ser ella misma, se forja una realidad distinta de sí misma para que le sirva de condicionamiento, la coloca ante ella, y sin menoscabo para su originalidad, compone con ella una verdadera unidad" (ibídem).

(28) Ibídem, 98.

(29) Ibídem, 99. "Por una parte, esta Creación marcada con el sello de la unidad ha sido querida por Dios en su conjunto... Pero, por otra parte, ya que el todo ha sido querido según determinado orden, se puede determinar el lugar que cada cosa con arreglo al punto de vista de su valor ontológico, de su dignidad y de su significación, invocando el principio de que lo inferior es para lo superior y que, por consiguiente, en la Creación todo lo que existe está ordenado a algo aún mayor" (ibídem).

(30) Ibídem, 100.

(31) Ibídem, 105.

(32) Ibídem, 106. "El teólogo dirá que esta unidad que ha de realizarse a través de la Historia, que es una unidad ya adquirida desde el punto de vista escatológico, aún siendo objeto de realización humana; por esto está incompleta, siempre amenazada y todavía envuelta en sombras" (ibídem). El mundo de la Creación y de la Redención forman una unidad por la voluntad fontal de Dios, pero han de buscarse para realizar esa unidad, que está permanentemente amenazada, es un deber que se realiza, también, por la acción humana (animada por Dios) en el mundo y sobre el mundo, como lo expresa el autor del artículo (cf. ibídem, 110-115).

(33) Ibídem, 117.

(34) A. ARTEAGA, "Creatio ex Amore". Hacia una consideración teológica del misterio de la creación en el Concilio Vaticano II, en Anales de la Facultad de Teología 46 (1995), 51-66 y 93-102. Sigo ese texto con algunas pequeñas modificaciones.

(35) Cf. el análisis terminológico en ibídem, 51-65.

(36) Cf. ibídem, 65-66.

(37) "Las otras dimensiones son la antropológica y la trinitaria. La antropológica es el punto de partida del discurso del Concilio sobre la creación. El hombre es iluminado por el misterio de Cristo que se realiza en la historia. La trinitaria es un horizonte muy remoto, tal vez demasiado lejano, tiene el mérito de destacar el carácter personal del Creador. No es un principio el que crea, sino tiene un rostro concreto. Sin embargo, las funciones concretas de las personas divinas en la obra de la creación no están delineadas con detalle, solamente son evocadas. En este sentido se puede hablar de un cierto "extrinsecismo trinitario". En efecto, el papel del Hijo en la creación no está aún suficientemente destacado. Menos expresamente se menciona la obra del Espíritu en la creación. Las dimensiones soteriológica y trinitaria, especialmente, reclaman un mayor desarrollo como consecuencia de la vuelta del Concilio a las fuentes de la revelación. Y también de las aportaciones provenientes de la renovación bíblica, de la centralidad de Cristo en la revelación, de su carácter histórico, de su preocupación antropológica, de la renovación eclesiológica y la revalorización de lo escatológico. El programa de UR 11 para la inteligencia de la fe ha quedado como tarea pendiente en lo que respecta a la teología de la creación; comprender la interconexión de la verdad de la creación con el resto de los misterios y con el fundamento de la fe" (ibídem, 102).

(38) "Esta constitución dogmática propone como primer documento del Magisterio, la ‘auténtica doctrina de la Revelación’. Supera así, en un estilo ‘reflexivo’ y ‘confesante’ a la vez, los modelos ‘epifánicos’ y ‘dictados’ del concepto Revelación hacia uno más bien ‘comunicativo’ y ‘participativo’. De esta manera Dei Verbum presenta un vuelco decisivo para la comprensión de la Revelación" (A. MEIS, El concepto de Revelación en la constitución dogmática ‘Dei Verbum’, en Teología y Vida 31 (1990), 5). El artículo contiene diversas indicaciones bibliográficas.

(39) El núcleo está sin lugar en su definición de revelación: "Placuit Deo in sua bonitate et sapientia seipsum revelare et notum facere sacramentum voluntatis suae (cf. Eph 1,19), quo homines per Christum, Verbum carnem factum, in Spiritu Sancto accesum habent ad Patrem et divinae naturae consortes efficiuntur (cf. Eph 2,18; 2 Pet 1,4). Hac itaque revelatione Deus invisibilis (cf. Col 1,15; 1 Tim 1,17) ex abundantia caritatis suae hominis tamquam amicos alloquitur (cf. Ex 33,11; Io 15,14-15) et cum eis conversatur (cf. Bar 3, 38), ut eos ad societatem secum invitet in eamque suscipiat" (DV 2).

(40) Cf. AA 16; AG 7; GS 2; LG 2 y NA 1. Debe recordarse la formulada ‘ley de la economía cristiana’, en GS 41. La creación tiene un lugar asegurado, permanente en la historia de la salvación.

(41) Cf. J.L. RUIZ de la PEÑA, en su libro, El don de Dios. Antropología teológica especial, Sal Terrae, Santander 1991. Refiriéndose más específicamente al hombre, afirma que el designio de Dios sobre él, de ser ‘imagen’ suya, es un designio dinámico, procesual, histórico. Habla del hombre como imagen formada (doctrina de la creación), imagen deformada (doctrina del pecado), imagen reformada (doctrina de la justificación y de la gracia), imagen consumada (escatología), cf. ibídem, 19.

(42) El Concilio habla también de ordenación (cf. LG 36, 31), propósito o designio (cf. AG 7,41; GS 37,19); voluntad (cf. GS 36,10).

 (43) "Toda actividad divina interna se dice de cada una de las Personas. Cuando se dice que Dios ama, se dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu aman. Toda actividad ad extra es común a las Tres Personas, en sentido de que las tres crean como un solo principio de acción, en una acción única y común; aunque con cierto orden por sus orígenes. Las personas divinas son también mejor conocidas por las apropiaciones, es decir, ‘por la asignación de un atributo esencial a una Persona, como si fuera propio de ella’. Los atributos esenciales son comunes a las Tres Personas, pero se puede asignar uno de ellos a una Persona, por una cierta afinidad entre el atributo y la persona" (M. ARIAS, El Dios de nuestra fe, Celam, Bogotá 1991, 378).

(44) Cf. la nota a pie de página número 19 en AG 7. La recapitulación, volver a poner en todas las cosas, la cabeza que es Cristo, según los aportes de san Ireneo, Hipólito, Orígenes, san Agustín y san Cirilo Alejandrino.

(45) "Mundum igitur hominum prae oculis habet seu universam familiam humanam cum universitate rerum inter quas vivit; mundum, theatrum historiae generis humani, eiusque industria, cladibus ac victoriis signatum; mundum, quem christifideles credunt ex amore Creatoris conditum et conservatum, sub peccati quidem servitute positum, sed a Christo crucifixo et resurgente, fracta potestate Maligni, liberatum, ut secundum propositum Dei transformetur et ad consumationem perveniat.".

(46) Cf. GS 36,34.36.37; 41,41; LG 36, 21; 48, 36.

(47) Aparece como texto clave GS 36.

(48) "Solo un Dios Padre omnipotente puede ser a la vez creador y salvador... La conservación es el acto perenne por el que Dios mantiene en sus manos a los seres que llamó a la vida" (J.L. RUIZ de la PEÑA, Teología de la Creación, Sal Terrae, Santander 1986, 125ss.). De tal manera, la conservación debe entenderse bajo la categoría bíblica de fidelidad, que no es solamente una conservación estática, sino que lleva a la plenitud lo que se ha iniciado. La obra de Dios es un proceso que no ha terminado, se puede hablar de una "creación continua". Así, el mundo no se sostiene a sí mismo, hay evidencia de que no puede fundarse a sí mismo, es un universo agrietado, convulso, excéntrico y desfondado y necesita de Dios.

(49) Cf. AA 16; 22; AG 22; GS 41; 50 y LG 31.

(50) Cf. CD 12.

(51) Cf. T. ZOLEZZI, Esperanza Cristiana y Transformación del Mundo en GS, tesis de licencia presentada en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago 1988. El autor destaca la enseñanza escatológica del Vaticano II (ibídem, 173-195), una dimensión teológica fundamental y decisivamente presente en la enseñanza conciliar, un constitutivo esencial de la vocación y misión que traspasa el ser y el actuar cristiano eclesial. Encuentra una síntesis en LG 48. Entre las notas de la escatología del Vaticano II, menciona sus categorías antropológicas, su dinámica de continuidad y discontinuidad en tensión y su carácter comunitario. También se pueden consultar: J. NOEMI, El desafío del Concilio Vaticano II, en ¿Es la esperanza cristiana liberadora?, Paulinas, Santiago 1990, 125-140, y A. Dos Santos, Esperança Cristá e Futuro do Homem. Doutrina Escatológica do Concilio Vaticano II, tesis doctoral presentada en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma 1978.

(52) Muy útiles las reflexiones de J.L. RUIZ de la PEÑA, La Otra Dimensión. Escatología Cristiana, Sal Terrae, Santander 19863, 219-221. Allí un buen comentario a GS 39 dedicado a la nueva creación.

(53) Cf. AG 2; GS 18 y LG 36.

(54) Cf. GS 21.

(55) La pregunta por la salvación es un "mar de preguntas", como lo indica M. ARIAS, Aspectos y visión de una teología de la salvación, en Teología y Vida 34 (1993), 91-102. Esas preguntas múltiples y complejas, demuestran que la expresión teórica de lo que es la salvación no es fácil.

(56) M. ARIAS estima que ante los cambios de paradigmas en la actualidad hay algunos aspectos fundamentales que deben guardarse para una presentación correcta de una soteriología católica. Aspectos que no siempre se han recordado con equilibrio en la historia. Ellos son, según su opinión: la iniciativa divina, la entrega del Hijo, el intercambio o comunión, la liberación, la divinización, el amor y la libertad, y finalmente la participación del hombre (cf. ibídem, 94-97). Sobre este último aspecto afirma: "La explicación cristiana de la salvación requiere pensar seriamente en la participación del hombre en ella. No hay salvación donde no se da aceptación voluntaria, libre y amorosa de ella... La salvación es personal y comunitaria... La libre participación del hombre en su salvación tiene, además, una dimensión intensiva: solo si la salvación se realiza entre los hombres, solo si la suerte de Cristo, su pasión y abandono, pero también su glorificación, se actualizan en el aquí y ahora existe salvación" (ibídem, 97).

(57) La integración de la teología de la creación en la reflexión sobre la salvación y sus mediaciones puede exorcizar el peligro del dualismo y del docetismo soteriológico. Los grandes errores soteriológicos o el oscurecimiento soteriológico no han sido infrecuentes en la historia de la teología como en la actualidad (cf. ibídem, 87s –que sigue a las reflexiones de H.U. VON BALTHASAR en la Teodramatik–). Tal vez estos criterios de mundanidad, historicidad y humanidad de la salvación habría que añadir a los de M. ARIAS (cf. ibídem, 100-102), y tal vez, porque estamos todavía en ‘época de transisión’, habría que buscar, pensar y agregar otros muchos más para apuntar a una ‘composición total’ del misterio de la salvación, abierta siempre a la complementación.

 

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons