Durante el embarazo, es común que la temperatura corporal de la mujer aumente ligeramente debido a cambios hormonales y metabólicos, situándose generalmente entre 0,3 y 0,4 grados más. Este hecho, conocido como febrícula, no suele ser motivo de preocupación a menos que la temperatura alcance los 38 grados o aumente aún más, lo cual podría indicar fiebre y requerir atención médica. Las infecciones virales y bacterianas son causas frecuentes de fiebre en el embarazo, y aunque la mayoría son inofensivas, condiciones como la listeriosis o la corioamnionitis, la infección de la placenta, pueden tener graves consecuencias para el feto. La fiebre alta, especialmente en el primer trimestre, puede aumentar el riesgo de malformaciones congénitas y aborto espontáneo. Para tratar la fiebre, se recomienda el uso seguro de paracetamol bajo supervisión médica, evitando otros antitérmicos.
Pero, ¿cuál es la temperatura normal del cuerpo y cuándo se considera fiebre? Pues bien, aunque el aumento de la temperatura corporal es muy frecuente en las embarazadas, lo normal es que la embarazada tenga febrícula, es decir, una temperatura inferior a los 38 grados. Una temperatura que podría estar un poco por encima de ese nivel en función de cuál sea la temperatura normal (la temperatura basal) de la mujer sin estar embarazada (que suele oscilar entre los 36,6 y los 37 grados, según datos de la Biblioteca Nacional de Medicina).
Entendiendo la fiebre en el embarazo: ¿cuándo es motivo de preocupación?
Normalmente, el cuerpo humano tiende a autorregularse para controlar la temperatura. Con los cambios hormonales, es normal que la temperatura cambie. Aunque, primero hay que comprender cómo funciona la temperatura corporal en el cuerpo de una mujer embarazada.
Aumento normal de la temperatura corporal

El aumento de la temperatura corporal en las mujeres embarazadas es un fenómeno común y, en la mayoría de los casos, no representa un problema. Este incremento, que suele ser de 0,3 a 0,4 grados, es una respuesta natural del organismo a los cambios hormonales y metabólicos que se producen durante la gestación. La temperatura basal de una mujer embarazada puede variar, pero generalmente se mantiene por debajo de los 38 grados, lo que se conoce como febrícula.
Es importante destacar que cada mujer tiene una temperatura corporal basal diferente. En algunas, esta puede ser más alta de lo habitual, lo que podría llevar a confusión sobre si realmente se trata de fiebre. Por ello, es esencial conocer cuál es la temperatura normal de cada mujer antes del embarazo para poder determinar si hay un aumento significativo.
A pesar de que un ligero aumento de temperatura es normal, es crucial estar atenta a cualquier cambio que supere los límites considerados normales. Si la temperatura alcanza o supera los 38 grados, es recomendable consultar a un médico para descartar cualquier problema subyacente.
Febrícula y fiebre: diferencias clave
La febrícula se define como una elevación leve de la temperatura corporal, que se sitúa entre los 37 y los 38 grados. En el contexto del embarazo, esta condición es bastante común y suele ser inofensiva. La febrícula puede ser por una variedad de factores, incluyendo cambios hormonales, y generalmente no requiere tratamiento médico a menos que se acompañe de otros síntomas preocupantes.
Por otro lado, la fiebre durante el embarazo, que se define como una temperatura superior a los 38 grados, puede ser un indicador de infecciones o condiciones más serias. La fiebre es una respuesta del cuerpo a infecciones virales o bacterianas, como la faringitis, otitis o gastroenteritis, y aunque estas no suelen afectar el desarrollo del embarazo, es importante estar alerta.
Es fundamental diferenciar entre febrícula y fiebre, ya que esta última puede requerir intervención médica, especialmente si persiste o no tiene una causa aparente. En caso de fiebre, es esencial buscar atención médica para determinar su origen y recibir el tratamiento adecuado.
Posibles causas de fiebre durante el embarazo
Si aparece la fiebre de forma continuada y se transforma en un impedimento para estar sana y tranquila, debemos estudiar y encontrar las posibles causas que hay de tener fiebre en los nueve meses de gestación.
Infecciones virales y bacterianas comunes

Durante el embarazo, el sistema inmunológico de la mujer puede estar más comprometido, lo que la hace más susceptible a infecciones virales y bacterianas. Estas infecciones son una de las causas más comunes de fiebre en el embarazo. Enfermedades como la gripe, resfriados, faringitis, otitis y gastroenteritis son frecuentes y pueden manifestarse con fiebre.
Las infecciones virales son autolimitadas y pueden tratarse con antitérmicos como el paracetamol, que es seguro durante el embarazo. Sin embargo, es crucial que cualquier medicamento sea prescrito por un médico. En el caso de infecciones bacterianas, puede ser necesario el uso de antibióticos, que deben ser administrados bajo estricta supervisión médica para asegurar que no afecten al feto.
Es importante que las embarazadas estén concienciadas de los síntomas asociados a estas infecciones, como dolor de garganta, congestión nasal, tos o malestar general, y busquen atención médica si la fiebre persiste o empeora.
Condiciones específicas relacionadas con fiebre
Además de las infecciones comunes, existen condiciones específicas que pueden causar fiebre durante el embarazo. Una de ellas es la listeriosis, una infección bacteriana grave que se transmite a través de alimentos contaminados. Esta enfermedad puede tener consecuencias severas para el feto, incluyendo el riesgo de aborto espontáneo o complicaciones en el parto.
Otra condición a tener en cuenta es la corioamnionitis, una infección de la placenta o las membranas que rodean al feto. Esta infección puede ser especialmente peligrosa ya que puede desencadenar un parto prematuro o afectar la salud del bebé. Los síntomas incluyen fiebre alta, dolor abdominal y contracciones uterinas.
Las embarazadas también deben prestar atención a cualquier síntoma inusual, como flujo vaginal anormal, que podría indicar una infección subyacente. La detección temprana y el tratamiento adecuado son esenciales para evitar complicaciones.
Riesgos asociados a la fiebre en el embarazo
Además de las enfermedades bacterianas y virales y las condiciones específicas que afectan a la fiebre, hay otros factores de riesgo que pueden poner en la cuerda floja la salud del bebé.
Impacto de la fiebre alta en el feto

La fiebre alta durante el embarazo, especialmente si se presenta en el primer trimestre, puede tener un impacto significativo en el desarrollo del feto. Temperaturas superiores a 39,5 grados pueden aumentar el riesgo de malformaciones congénitas, como defectos del tubo neural, problemas cardiacos y alteraciones gastrointestinales.
El aumento de la temperatura corporal puede afectar el proceso de organogénesis, que es crucial durante las primeras semanas de gestación. Por esta razón, es fundamental controlar la fiebre y buscar atención médica inmediata si la temperatura aumenta y persiste. Además, la fiebre alta puede causar deshidratación, lo que también puede tener consecuencias negativas para el feto. Mantener una adecuada hidratación y controlar la temperatura corporal son medidas esenciales para proteger al bebé en desarrollo.
Fiebre persistente y riesgo de aborto espontáneo
La fiebre persistente durante el embarazo es una señal de alarma que no debe ignorarse. Si la fiebre dura más de 24 horas o no responde al tratamiento, puede aumentar el riesgo de aborto espontáneo, especialmente en las primeras etapas del embarazo.
El riesgo de aborto espontáneo se incrementa debido a la posible presencia de infecciones graves que pueden comprometer la salud del feto. Además, la fiebre prolongada puede indicar complicaciones como la corioamnionitis o la listeriosis, que requieren intervención médica inmediata.
Es crucial que las mujeres embarazadas monitoreen su temperatura y busquen atención médica si experimentan fiebre persistente. El diagnóstico y tratamiento oportuno pueden marcar la diferencia en la salud del embarazo y del bebé.
Tratamiento de la fiebre durante el embarazo
Existen diversas formas de frenar la fiebre y los posibles complicaciones que deriven esta afección que afecta tanto al embrión o el feto, como a la madre y gestante.
Uso seguro de la fiebre durante el embarazo

El paracetamol es el antitérmico de elección para tratar la fiebre durante el embarazo, debido a su perfil de seguridad. Se recomienda una dosis de un gramo cada ocho horas, siempre bajo la supervisión de un médico. Este medicamento ayuda a reducir la fiebre y aliviar el malestar general sin afectar al feto.
Es fundamental no exceder la dosis máxima diaria de paracetamol, que es de 4 gramos, para evitar efectos adversos. Aunque es un medicamento seguro, el uso excesivo puede causar daño hepático, por lo que es importante seguir las indicaciones médicas.
Las embarazadas deben evitar el uso de otros antitérmicos o antiinflamatorios no esteroides, como el ácido acetilsalicílico, a menos que los prescriba un médico, ya que pueden tener efectos adversos en el embarazo.
Importancia de la consulta médica para tratamiento antibiótico
Cuando la fiebre aparece por una infección bacteriana, puede ser necesario el uso de antibióticos. Sin embargo, no todos los antibióticos son seguros durante el embarazo, por lo que es crucial que sean prescritos por un médico especializado. La consulta médica es esencial para determinar el tipo de infección y el tratamiento más adecuado. El médico evaluará los riesgos y beneficios de los antibióticos y elegirá aquellos que sean seguros para el feto.
Además, es importante completar el ciclo completo de antibióticos para asegurar la eliminación de la infección. Las embarazadas deben ser proactivas en la búsqueda de atención médica ante cualquier fiebre persistente o síntomas inusuales, para recibir el tratamiento adecuado y proteger su salud y la del bebé.
Prevención y cuidados adicionales
En muchas ocasiones, la fiebre aparece porque hay factores exteriores que afectan a las mujeres. Debes tener en cuenta cuál es el origen de la fiebre durante el embarazo, ya que al estar más sensibles, pueden ser efectos adversos al sistema inmunitario.
Evitar exposición prolongada al sol

Durante el embarazo, es fundamental tomar precauciones para evitar la exposición prolongada al sol, ya que el calor excesivo puede elevar la temperatura corporal y provocar fiebre. Las embarazadas deben protegerse adecuadamente con ropa ligera, sombreros y protector solar, y buscar sombra siempre que sea posible.
La insolación y las quemaduras solares no solo pueden causar fiebre, sino también deshidratación, lo que puede tener consecuencias negativas para el embarazo. Mantenerse hidratada y evitar actividades al aire libre durante las horas de mayor calor son medidas sencillas pero efectivas para prevenir el sobrecalentamiento. Además, es importante estar atenta a los síntomas de insolación, como mareos, náuseas y debilidad, y buscar atención médica si se presentan.
Importancia de la detección temprana y consulta médica
La detección temprana de la fiebre y la consulta médica oportuna son esenciales para evitar complicaciones durante el embarazo. Las embarazadas deben monitorear su temperatura regularmente y estar atentas a cualquier síntoma inusual que pueda indicar una infección subyacente.
Ante la mínima duda o presencia de fiebre persistente, es crucial buscar atención médica para recibir un diagnóstico y tratamiento adecuados. La intervención temprana puede prevenir complicaciones graves y asegurar un embarazo saludable. La comunicación constante con el equipo médico y el seguimiento de sus indicaciones son claves para manejar la fiebre durante el embarazo y proteger la salud de la madre y el bebé.