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Columnistas  |  22 diciembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Carlos Eduardo Urrea A.

LA GENERACIÓN DE CRISTAL

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Carlos Eduardo Urrea A.

Por Carlos Eduardo Urrea Arbeláez

Hace algunos días hablando con mi mamá me contaba sobre el respeto y la autoridad que infundían los mayores cuando ella era una niña, según ella bastaba una mirada de mi abuelo o una sola palabra de la abuela para que ella y sus hermanos supieran qué tenían que hacer al instante, contrario sensu a lo que ocurre hoy en día, que hay casi que rogarle a los muchachos para que arreglen su propio cuarto o incluso para que se cepillen los dientes.

Y es que a las actuales generaciones no se les puede hablar ni siquiera en un tono más alto de lo normal porque inmediatamente se sienten agredidos y por ello han recibido el nombre de la generación de cristal.

El término fue utilizado por primera vez por la filósofa española Monserrat Nebrera, para referirse a los hijos de la generación X que actualmente están alcanzando la mayoría de edad en nuestro país y que reciben este apelativo por la fragilidad de su temperamento, pues fácilmente quedan rotos cuando algo no sale como ellos quieren y todo ello porque nosotros los padres de la generación X nos metimos la idea a la cabeza de que ser buenos padres era darle a estos mocosos lo que no habíamos tenido nosotros por la carencia de nuestros padres...Y que error tan grande cometimos, pues criamos unos seres que no soportan el fracaso y a los que ha hay que darle una medalla por el solo hecho de participar así lleguen de últimos, porque si no romperíamos sus sentimientos.

Pero no todo es malo en esta “frágil juventud”, pues son bastante hábiles en el manejo de la tecnología y los gadges, también son creativos y originales, sin embargo, no reconocen la autoridad e incluso todo les resulta fugaz o efímero como en las redes sociales.

La autoridad familiar y la institucional les genera rechazo y frustración, no les gustan las ordenes y esto lo digo con conocimiento de causa, pues me ha tocado lidiar con estos muchachos no solo como estudiantes, sino como colaboradores y en verdad que cualquier llamado de atención que se les hacía por su comportamiento los afectaba y casi que les salía uno a deber a ellos, particularmente recuerdo uno que llegó no enguayabado, sino borracho a trabajar y cuando se tomó la decisión de terminar su contrato laboral increpó a la persona a cargo, con Código Laboral en mano alegando que eso no era justa causa de terminación del contrato, por lo cual inmerecidamente y para quitarnos esa molestia hubo que indemnizarlo, mejor dicho salió premiado por llegar borracho a trabajar y lo mejor de todo fue que sus padres fueron a abogar por él para que no perdiera el empleo y al no lograr su cometido quedaron molestos conmigo.

Las principales características de esta generación son las siguientes: nacidos en una era tecnológica que avanza a pasos agigantados, para ellos todo es efímero, son demasiado "frágiles" porque hay una autoridad devaluada de sus progenitores y a las vez los sobreprotegen, les falta empatía y tienen poco interés por la "lectura" y la cultura; sin embargo, prevalecen sus habilidades audiovisuales pues mantienen "pegados" a su celular a su ordenador o tablet, tienen baja autoestima y confían muy poco en sus habilidades reales, por ello necesitan reconocimiento constante y tienen poca tolerancia a la crítica, al rechazo y la frustración y por ello requieren de los aplausos virtuales y de los "likes" para sentirse bien con sigo mismos.

Sin embargo, hay que hacer un acto de contrición y reconocer que la culpa de la fragilidad de estos jóvenes no es de ellos mismos, sino de nosotros que los criamos así, incapaces de ser resilientes y de no poder soportar la frustración y todo empezó cuando dejamos de ser padres para convertirnos en amigos de nuestros hijos e incluso es muy común que los padres para congraciarnos con los hijos les demos un celular, una tablet o cualquier otro artefacto tecnológico y como estos muchachos no son tontos, saben que si hacen algo que cause el enfado de sus padres pueden obtener estos artefactos pues se hacen regañar y con esto crean un sentimiento de culpa en sus padres que termina por convertirse en un premio para ellos.

Otro tema que preocupa es el desempeño escolar, pues ahora los muchachos pasan los años por el solo hecho de estar matriculados y no faltan los padres que van a hacer reclamos a los maestros por el deficiente desempeño escolar y la mediocridad de sus hijos.

Mi posición personal es que hace falta un poco de autoridad y que el hecho de apretarle los tornillos a nuestros hijos no los va a hacer personas frustradas y en cambio puede hacerlos mejores seres en un mundo lleno de incertidumbre y en el cual se le rinde pleitesía a la mediocridad de las "nuevas profesiones" como los mal llamados influencers.

Bono: Me pregunto ¿cómo sería esta pandemia si no existieran los científicos, los médicos y en general el personal asistencial y estuviéramos en manos de influencers, youtubers, instagramers y coachs?

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