domingo 12 de mayo de 2024 - Edición Nº3704

Política | 10 mar 2014

Opinión

Materias primas vs. manufacturas

En plan didáctico, el autor explica la importancia de una economía industrializada, exportadora de valor agregado. Argentina y la necesidad imperiosa de abandonar su modelo dependiente.


Por Héctor Luis Pomini (*)
Especial para ANDigital

Se conoce como materia prima a los productos que se extraen de la naturaleza y que se transforman para elaborar bienes de consumo. Si las primeras han sido tratadas por la mano del hombre, pero no constituyen un bien de consumo, se las denominan productos semielaborados o en proceso.

Las materias primas son de origen animal (pieles, lana, cuero, lácteos, carnes y derivados),  vegetal (granos, fibras, maderas, hortalizas, tubérculos, frutas), mineral (minerales de metales en general –hierro, aluminio, etc) y de origen fósil como el gas natural, petróleo, carbón de piedra. También denominados productos primarios todos.

Dijimos que para que un producto se transforme en un bien de consumo, debe procesarse, lo que le agrega valor. Tenemos entonces un producto de valor agregado.

Desde el punto de vista contable podemos decir –sin complicar más el tema-, es el importe entre la diferencia de las ventas y el de las compras. Y según sea el grado de tecnología aplicado a la producción, podemos decir que un producto tiene un bajo o alto valor agregado.

Nuestro país es un gran exportador de productos primarios. Lo cual lo ubica en el rol de una economía dependiente. Pero dependiente ¿de qué? En el caso de los productos de origen animal y vegetal, las variables son:

---) 1ro: Que nos quieran comprar según valor en el mercado internacional y según necesidad (el precio lo ponen los compradores).

---) 2do: Climáticas, que implica la existencia de lluvias adecuadas, escasez por las sequías y el exceso por inundaciones.

---) 3ro: Biológicas, que implican plagas para vegetales y animales, que incluyen parásitos, insectos, hongos, etc.

---) 4to: Presencia de vacunas, antibióticos en los productos de origen animal, como también de agroquímicos.
Todo eso puede bajar el valor del producto o directamente la anulación de compra. Como se ve, los riesgos existen y son concretos,  éstos constituyen serias amenazas para el productor rural.

En cuanto a los de origen mineral -que incluyen los de origen fósil-, es a todas luces más convenientes vender productos manufacturados de alto valor agregado: el producto terminado, cumpliendo con las normas de calidad, cantidad y precio. Es mejor vender derivados del petróleo (combustibles, lubricantes, plásticos) que crudo; aceros que mineral de hierro, etc. De esta manera los ingresos por ventas son sensiblemente mayores, y no están sujetos a los riesgos descriptos más arriba, teniendo además la ventaja de poder ser cambiados por alimentos u otros productos primarios.

Nuestra industria ha tenido una historia deleznable. Ésta creció sólo en momentos de crisis internacional (1870; 1890; 1ra Guerra Mundial; 2da Guerra Mundial y cuando hubo regímenes de protección  y/o reemplazo de importaciones. Toda vez que ha ocurrido esto, la industria local y los gobiernos que la impulsaron, sufrieron el acoso por parte de sectores de la producción de primarios (agroganaderos), importadores y exportadores, bancos que se corresponden con intereses radicados en el exterior y locales (léase el Puerto de Buenos Aires). Ello, a lo largo de 200 años trajo como consecuencia que el país no se haya desarrollado en el interior, que no tengamos industrias grandes y que estemos todos amontonados alrededor de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hoy como en el pasado reciente y remoto, la actitud de esos intereses fue la misma.

Ahora que tenemos una potencial reducción de cosechas por escasas lluvias ¿conviene o no industrializar el país? La respuesta es , es necesario sino imperioso si queremos independizarnos de verdad.

¿Usted que piensa vecino?

(*) Médico - DNI 6.188.210

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