Sentido de las proporciones y técnicas de uso corriente

"En relación con la pediatría, la multiplicidad de subespecialidades no siempre es benéfica".

W. Ladd.

"Los anglosajones la llaman cirugía pediátrica, la escuela francesa cirugía infantil y nosotros la nombramos pediatría quirúrgica".

A. Straffon

Es indudable que el crecimiento y el desarrollo imprimen un singular sello a las características pediátricas y son recio puntal de diferenciación con la medicina que se aplica al adulto. El conocimiento de ciertas particularidades en lo somático y en lo fisiológico son de suma importancia para la valoración de un caso, puesto que las etapas comprendidas desde el nacimiento hasta la adolescencia son variables, por lo que corresponde al cirujano y al internista pediatra adentrarse en los problemas congénitos que ocurren alrededor del nacimiento y realizar una buena evaluación pediátrica.

Quien inicia sus pasos en la pediatría no tiene el sentido de la proporción, que sólo la experiencia le brindará a medida que observe y palpe órganos.

En las figuras se esquematizan distintos órganos, con objeto de que el lector compare el tamaño de ellos en relación con el que presentan los órganos del adulto.










Continúa vigente el calificativo que en determinadas circunstancias se aplica a ciertos hallazgos, como el de hipoplasia e hipotrofia, o simplemente el de pequeño, mediano, grande y gigante para destacar más a lo que se consideró como importante para un informe y que frecuentemente resulta equívoco por el desconocimiento de la disposición o correspondencia debida de las partes (órganos) con el todo (organismo). Por ejemplo, una madre informa que su hijo de dos meses de edad tiene una bolita como un limón (5 x 5 cm) en la ingle derecha. Si el niño pesa 5 kg y mide 57 cm y por una proporción aritmética gruesa transportamos las dimensiones de dicha bolita a un adulto de 65 kg y 1.70 m, encontraríamos que éste último ostentaría una hernia inguinal del tamaño de un melón (15 x 15 cm) si el cálculo se hubiese hecho sólo por la talla, pues si partiéramos del peso las dimensiones se acrecentarían enormemente; una hernia de tal tamaño para un adulto es una hernia bastante grande, como lo es también para ese niño.

En el caso de los tumores de cuello, como el higroma, que en algunos recién nacidos llega a tener dimensiones de 10 x 10 x 10 cm o más, y que, por la misma proporción aritmética sería de 30 x 30 x 30 en un adulto (con base sólo en la talla), la evaluación quirúrgica considerará, entre otras cosas, el gran tamaño de dicha tumoración. Lo mismo sucede con los meningoencefaloceles (cráneo bífido), las neoplasias intrabdominales y las hernias diafragmáticas, que bastaría con que se presentaran en un adulto para considerarlas como muy grandes o gigantes. El sentido de la proporción se va desarrollando a medida que inconcientemente se compara la anatomía del niño con la del adulto y al observar constantemente la anatomía comparativa de los órganos normales y anormales del niño. Cuando se está frente a un caso de síndrome ictérico en el que se ha discurrido la laparotomía exploratoria para revisar las vías biliares, es muy importante conocer si se está frente a una vesícula normal, grande (hidrocolecisto) o atrésica, o bien, si se trata de conductos biliares insuficientemente llenos, atrésicos o distendidos.

En algunos problemas intestinales es imprescindible saber identificar si se trata de hipogenesia segmentaria, atresia o falta de insuflación (microcolon), o si el calibre del colon es el normal para la edad. Asimismo, el acostumbrarse a reconocer los órganos en cierto sitio ayudará a comprobar su posición anómala y los defectos que de ella derivan para su buena corrección, como acontece en algunos grados del páncreas anular y de malrotaciones intestinales, en donde no se tiene la seguridad de estar frente a un enfermo de malrotación intestinal, variedad ciego no descendido, como colaboradora de una obstrucción duodenal, o bien, frente a un ciego parcial y temporalmente mal fijado, en el que hay que practicar la operación de Ladd, con su consiguiente y amplio despulimiento peritoneal.

Si el cirujano de adultos trabaja sobre órganos conformados más o menos estabilizados en su tamaño y en su forma, el cirujano de niños labora sobre órganos en desarrollo y, por tanto, cambiantes en su morfología y caracteres a distintas edades, lo que le harán evaluar macroscópicamente lo normal o anormal de su situación. Hay ciertos órganos de los pacientes pediátricos que no funcionan sino hasta cierta edad, como acontece con los genitales, por lo que la evaluación pediátrica deberá no sólo tomar en cuenta el tamaño sino la función venidera. El cirujano pediatra interviene en el presente pero con el pensamiento en el futuro del niño.

Los trabajos de Gesel, Coppoleta y Wolbach con su aporte a las dimensiones de los principales órganos del niño, junto con la disposición y la forma de ellos obtenida en el niño vivo, han contribuido a obtener una armonía en el concepto de normalidad o anormalidad, que es de gran utilidad para el pediatra.

Si con base en el cuadro se analiza comparativamente el peso de los órganos y la longitud de algunos de ellos en las diferentes edades del niño con las consideradas como promedio en los adultos, hallaremos variaciones, desde 3 hasta 15 gramos, muy significativas, que se reflejan forzosamente en el tamaño del material quirúrgico por utilizar y en la longitud y el tipo de incisión por realizar.

Peso y longitud promedio de algunos órganos en diferentes edades.

Órganos

Nacimiento

12 meses

5 años

10 años

Adulto

Peso (en g)

         

Corazón

17

44

85

116

250 a 300

Pulmón derecho

21

64

107

177

375 a 550

Pulmón izquierdo

18

57

104

166

325 a 450

Bazo

8

26

47

85

125 a 175

Hígado

78

288

596

852

1 500 a 1 700

Riñón derecho

13

36

65

92

140 a 160

Riñón izquierdo

14

35

64

95

140 a 160

Cerebro

355

925

1 237

1 290

1 250 a 1 400

Ovarios

0.3 a 0.8

1

-

-

7.5

Testículos

2

     

17 a 27

Timo

10 a 14

20

-

-

19 a 23

Útero

2

     

27

Páncreas

3.5

9.5

-

-

90 a 110

Glándulas suprarrenales

6 a 8

-

-

-

12 a 14

Esófago

8 a 10

-

-

-

25 a 30

Longitud (en cm)

         

Intestino delgado

300 a 350

450 a 500

-

-

650 a 750

Intestino grueso

65 a 70

75 a 90

-

-

150

Tráquea

4

4.5

-

-

10 a 15

Uréteres

7

-

-

-

25 a 30

Vagina

3

-

-

5 a 7

(pared anterior)




Punción venosa y flebotomía

Está indicada para la extracción de sangre con fines diagnósticos, para la introducción de líquidos (sueros, albúmina, plasma, sangre y soluciones especiales para uso intravenoso) y para la inyección de medicamentos, principalmente en los estados de urgencia transoperatoria.. Para la punción se eligen de preferencia las venas más periféricas y distales de las extremidades, con el fin de dejar otras posibilidades de canalización en los momentos quirúrgicos, sobre todo en los enfermos crónicos: en la cara dorsal de las manos se dispone de las venas colaterales dorsales digitales, del arco venoso dorsal y de la dorsal del pulgar (tributaria de la cefálica); en los tobillos se cuenta con las premaleolares interna y externa con las colaterales del arco dorsal de pie. Si se falla la toma venosa en estas regiones, se usarán las venas afluentes de la cefálica de la basílica del brazo y las tributarias de la vena safena, en la pierna, o en última instancia la vena más visible de las extremídades. A diferencia de otros autores, pocas veces utilizamos las venas de la cabeza trisbutarias de la vena temporal superficial occipital o frontal, ya que durante el acto quirúrgico las fleboclisis en ese sitio dificultan sobremanera las maniobras anestésicas y de reanimación urgente. Asimismo, la infiltración de la solución produce escaras del cuero cabelludo difíciles de manejar, lo que no sucede al utilizar las venas periféricas







Punción de la vena yugular











Punción de las venas yugulares: a) yugular externa; b) yugular interna.

Punción de la vena yugular

Si es necesario tomar muestras para el laboratorio de análisis clínico, la punción de la vena yugular externa o de la interna, además de brindar una buena recolección, tiene la ventaja de no lesionar venas que serán de especial ayuda en los niños que se someterán a intervención quirúrgica. Para ello el niño se envuelve, se coloca en decúbito dorsal sobre la mesa de exploración y su cabeza se mantiene fuera de uno de sus bordes de rotación, en aproximadamente 45 a 60 grados e hiperextensión.

En el caso de la yugular externa, el llanto que ocasiona esta posición hará posible la visualización de la vena ingurgitada y por tanto la introducción de la aguja en la dirección apropiada. Cuando se trate de punzar la vena yugular interna, el índice de la mano izquierda se apoyará en el hueco supraesternal y la aguja se introducirá atrás y debajo del borde posterior del músculo esternocleidomastoideo, aproximadamente en la unión del tercio medio con el inferior, y se dirigirá hacia la yema del dedo índice apoyada en el hueco supraesternal; siempre se deberá succionar hasta obtener la muestra deseada. Aunque el procedimiento en manos hábiles no tiene complicaciones, puede temerse un hematoma disecante por punción de los vasos circunvecinos; asimismo puede ocurrir lesión de tráquea, de pleura o de nervio vago, por lo que no se aconseja realizar esta técnica en enfermos de vías respiratorias.





Punción de la vena femoral

La punción de la vena femoral, usada con cierta frecuencia en recién nacidos y en lactantes en quienes otras venas superficiales son inaccesibles, es también un procedimiento satisfactorio de recolección sanguínea. Es conveniente recordar que en el tercio superior deI triángulo de Scarpa (ligamentos inguinales, sartorio y aductor mayor) la vena discurre por la parte posterior de la arteria y se exterioriza en el tercio inferior de ésta. El niño se deberá colocar en decúbito dorsal y se le mantendrá con los miembros en semiflexión y abducción forzada. Esta maniobra la realizará el ayudante, quien se situará por detrás de la cabeza del paciente.

El procedimiento consiste en desinfectar adecuadamente la piel y palpar con el índice izquierdo la pulsación de la arteria por debajo del pliegue inguinal. La aguja se debe dirigir con una inclinación no mayor de 450 respecto de la piel y alinear sobre la proyección de la vena; a medida que se introduce se aspira periódicamente hasta obtener la sangre deseada. Hay otra variante que consiste en introducir la aguja en forma perpendicular al eje del vaso; aquí se utilizan las mismas referencias anatómicas y palpatorias de la técnica anterior

Las posibles complicáciones de este procedimiento son osteomielitis del fémur, celulitis subcutánea, absceso de la articulación coxofemoral, hematoma, arteriospasmo reflejo y perforación peritoneal.







Punción de la vena femoral

La punción de la vena femoral, usada con cierta frecuencia en recién nacidos y en lactantes en quienes otras venas superficiales son inaccesibles, es también un procedimiento satisfactorio de recolección sanguínea. Es conveniente recordar que en el tercio superior del triángulo de Scarpa (ligamentos inguinales, sartorio y aductor mayor) la vena discurre por la parte posterior de la arteria y se exterioriza en el tercio inferior de ésta. El niño se deberá colocar en decúbito dorsal y se le mantendrá con los miembros en semiflexión y abducción forzada. Esta maniobra la realizará el ayudante, quien se situará por detrás de la cabeza del paciente.

El procedimiento consiste en desinfectar adecuadamente la piel y palpar con el índice izquierdo la pulsación de la arteria por debajo del pliegue inguinal. La aguja se debe dirigir con una inclinación no mayor de 45° respecto de la piel y alinear sobre la proyección de la vena; a medida que se introduce se aspira periódicamente hasta obtener la sangre deseada. Hay otra variante que consiste en introducir la aguja en forma perpendicular al eje del vaso; aquí se utilizan las mismas referencias anatómicas y palpatorias de la técnica anterior.

Las posibles complicaciones de este procedimiento son osteomielitis del fémur, celulitis subcutánea, absceso de la articulación coxofemoral, hematoma, arteriospasmo reflejo y perforación peritoneal.





Punción de la vena safena

Para este fin se palpa el maleolo interno y el borde del tendón tibial anterior, en donde se siente que la vena discurre entre ambos; se practica una incisión en puente de 1 cm y se retira la grasa subcutánea; se descubre, libera y aísla el vaso y se pasa con dos hilos de seda delgada o dexón; posteriormente se introduce el catéter de polietileno de calibre adecuado, al que se le ha biselado un extremo, se liga el vaso por detrás y encima del catéter con los hilos de seda, se cierra la herida con uno o dos puntos, se fija el catéter a la piel, sobre un apósito de gasa hendida, y se mantiene el pie en posición sobre un soporte y tela adhesiva. El catéter se retirará en tres o seis días, o antes si hay reacción flebítica o linfangítica, para aplicarse en otro sitio si aún es necesario conservar la permeabilidad vascular.

Para cateterizar la vena safena en ciertos casos de urgencia, para alguna variante de exanguinotransfusión o para medir la presión venosa, se abordará la parte alta del triángulo de Scarpa, marcando con azul de metileno una línea que pase de la espina iliaca anterosuperior al centro del pubis y otra línea que cruce a la mitad de la anterior, a manera de cruz. Aproximadamente 2 cm abajo del pliegue inguinocrural, en el triángulo inferior, se hace una incisión paralela a dicho pliegue para atravesar el tejido celular subcutáneo, y en la fascia femoral se localizará el vaso; se procede entonces a aislarlo, suspenderlo con hilos de seda, abrirlo e introducir el catéter escasos centímetros (2 a 6) si se trata de un lactante.

La velocidad de introducción de líquidos en la venoclisis dependerá del motivo, de la clase de líquido o de la urgencia; la introducción podrá ser lenta (goteo) o rápida (a presión); para la primera se estima de 20 a 30 gotas por minuto y, para la segunda, no pasar de 40 ml/kg en unos cuantos minutos (hemorragia aguda).

Entre las complicaciones la flebitis es la más frecuente, además de la salida accidental del catéter, la obstrucción del mismo, la cateterización o la lesión de un vaso arterial (el cual debe repararse inmediata mente con seda o ethiflex calibre (6 ceros), la lesión de elementos nerviosos y la tromboembolia pulmonar.

Es un procedimiento que en pediatría se utiliza ampliamente; por tanto, los cirujanos y médicos pediatras deben estar familiarizados con el mismo, pues el desconocimiento de la técnica no está exento de riesgos y complicaciones, sobre todo cuando se aplica en niños.

Los casos en que la flebotomía está indicada son:

  • En el paso de líquidos con cristaloides y coloides, así como de sangre en niños criticamente enfermos o con trauma grave.

  • En la alimentación parenteral.

  • En el registro de la presión venosa central.

  • En el paso de medicamentos durante tiempo prolongado.

  • En la obtención frecuente de muestras sanguíneas para determinación de laboratorio y gasometrías.

La vena deberá seleccionarse de acuerdo con la edad, como sigue:

a) Prematuros, de término y lactantes menores:

  • Yugular externa.

  • Yugular interna.

  • Venas basílica o cefálica.

b) Lactantes mayores, preescolares y escolares:

  • Venas basílica o cefálica.

  • Yugular externa.

  • Yugular interna.

Para realizar una venodisección correcta en el niño se debe contar con el equipo siguiente: cuatro pinzas de mosco curvas, dos pinzas de mosco rectas, una pinza de Adsom con dientes, una pinza de Adsom sin dientes, dos separadores de Semb-MuIIer, un porta gujas pediátrico, una tijera de iris recta, un mango de bisturí número 3 con hojas números 11 y 15, dos jeringas de 5 ml y agujas calibre.s 21 y 22, catéteres de silástic de varios calibres del 18 al 23 y xilocaína simple al 1%. El ejecutor vestirá bata, gorro, protector y guantes esterilizados.

La técnica consiste en lo siguiente:

1. Después de seleccionar el sitio para la venodisección y colocar convenientemente al niño, se practica un lavado de la región con isodine, se infiltra xilocaína con aguja número 25 y se practica una incisión transversa no mayor de 1 o 2 cm mediante hoja de bisturí número 15.

2. Disecar el tejido celular mediante una pinza de Healstead o de mosquito curva en dirección de .la vena; si es necesario se utilizan los separadores.

3. Una vez identificada y aislada la vena, ésta se sujeta con dos riendas de seda calibre 3 o 4 ceros. Para comprobar si efectivamente se trata de una vena, se puede palpar y observar si pulsa o no; asimismo, se verifica la dirección del llenado, que debe ser de arriba hacia abajo en el caso de las venas del cuello y vineversa en las del brazo; en caso de duda se puede puncionar con una aguja del número 25.

4. Para la introducción del catéter, se recomienda practicar el corte de la vena sobre su cara superior en forma perpendicular a la misma, mediante una hoja de bisturí número 11. Esto tiene dos ventajas: primera, conserva íntegra la pared posterior, sobre la cual se puede apoyar la punta del catéter y facilitar su introducción; segunda, al quedar una pequeña ceja se puede tomar con la pinza de Adsom sin dientes para ampliar la luz del orificio, sobre todo en las venas de calibre pequeño.

5. Antes de introducir el catéter se debe medir la distancia a la que se va a introducir, especialmente si se trata de la instalación de un catéter para medir la presión venosa central. El catéter se debe extraer por contraapertura; la vena se debe ligar a sus porciones proximal y distal con las riendas de seda previamente colocadas. La piel se sutura con dermalón 4 ceros. El catéter debe fijarse adecuadamente con microporo y tela adhesiva.

6. En cada caso particular y como recurso extremo, podrá recurrirse a la flebotomía.

Intubación endotraqueal

Es un procedimiento que deberían dominar no sólo el anestesiólogo v el cirujano sino también el pediatra, pues su aplicación favorece el pronóstico y la sobrevivencia; se utiliza frecuentemente para evitar la asfixia en los problemas agudos laríngeos, pues brinda una vía aérea libre temporal para aspirar secreciones o para ayudar en la respiración artificial por la ventilación controlable.

De las diferentes maneras de intubar se cuenta con dos para los fines prácticos: a) la intubación oral o nasal táctil, y b) la intubación visual, oral o nasal, aunque en los grandes centros hospitalarios se recurra casi siempre a la segunda, por contar con laringoscopios y sondas adecuadas. Para realizar la intubación nasooral táctil, se envuelve al niño y se mantiene con la cabeza en hiperextensión; una vez que la sonda se ha apoyado en la retrofaringe, el índice y el cordial de la mano izquierda se pasan a través de la boca hasta palpar la epiglotis y la sonda se guía entre su surco hasta la abertura glótica, donde se introduce y valora. Cuando se dispone de un laringoscopio basta con elegir el de tamaño adecuado, colocar en la posición adecuada al niño, introducir una sonda (Rüsch, Porte) por la narina o la boca a través de la glotis y proceder a la aspiración por medio de una sonda de Nelaton o de plástico roma y de inmedia to a la respiración artificial boca-sonda o con el aparato de oxigenación.

Mientras no se instalen medidas específicas o no exista mejoría del cuadro respiratorio no se realizará la extubación; cuando ésta se efectúe se hará siempre acompañada de aspiración. Al utilizarse el procedimiento en casos de extrema gravedad, por sí solo puede ser causante de lesiones bucales, laríngeas o bronquiales que ameriten cuidados especiales como ambiente húmedo y oxigenación.







Intubación nasogástrica

En contadas ocasiones la sonda se introduce por la boca. Dicha intubación es útil para alimentar, proporcionar electrólitos, hacer lavado gástrico en ciertos tiempos operatorios, realizar estudios de rayos X, evitar intoxicaciones y obtener materiales auxiliares para el diagnóstico. Las sondas y el calibre variarán según el objetivo; así, hay sondas de plástico para alimentación, sondas de descompresión gastrointestinal (Levin, Wangensteen, Miller-Abbott, Cantor y Devine), sondas para cohibir hemorragias para várices esofágicas (Sengstaken Blakemore), etcétera. Las sondas de Nélaton son muy útiles (números 8, 10, 12, 14 y 16) para múltiples objetivos pediátricos. La que menos se utiliza es la de cápsula de Ross-Moore para biopsia de especímenes de mucosa gastrointestinal.

El niño siempre estará envuelto y sujeto de sus cuatro miembros; según el caso, podrá intubarse en posición semisentado o en decúbito dorsal en su lecho; en la primera posición, el ayudante mantendrá en hiperextensión la cabeza del pequeño, apoyará una mano sobre la frente de éste y mantendrá tensa la cabeza mientras, con la otra mano, abrazará el cuerpo del niño. En la segunda posición, el ayudante sostendrá la cabeza del paciente poniendo una mano entre la nuca y la espalda. La longitud de la sonda que se introduzca variará con la talla del niño, pero hay una regla práctica que consiste en medir la distancia entre las narinas y el vértice del apéndice xifoides y agregar 4 o 6 cm, que se marcarán sobre dicha sonda. No siempre será necesario hacer tragar al niño algunos sorbos de agua cuando la sonda haya alcanzado la retrofaringe, y sí, en cambio, habrá que cerciorarse de que no haya incomodidad respiratoria o asfixia que obligue a retirar la sonda; en caso de ser asi, se deberá intentar la maniobra nuevamente.

Una vez que la sonda haya cumplido con su objetivo se deberá retirar de modo paulatino y suave manteniendo la aspiración, ocluyendo su extremo. Si el niño es mayorcito habrá que mantenerlo con la boca abierta durante la inspiración y se evitará que las pequeñas porciones materiales escurran por las vías respiratorias. En cirugía, las sondas tienen que permanecer fijas con tela adhesiva durante días o semanas, lo que ocasiona muchas veces lesiones trombóticas o escaras que hacen necesario el cambio de nueva sonda para la narina opuesta; asimismo, la punta de una sonda puede producir ulceraciones o perforaciones en el estómago o en el intestino cuando se deja permanentemente inmóvil, por lo cual es conveniente efectuar una movilización-rotación periódica de la misma. Las complicaciones pueden ser epistaxis, otitis media, estomatitis y obstrucción del conducto de Stenon, entre otras.

La intubación nasogástrica que se utiliza más comúnmente en cirugía es con fines descompresivos. La sonda puede estar introducida y permanecer abierta mientras se aspira periódicamente a través de ella con una jeringa, o puede conectarse a un dispositivo de Wangensteen (o similares) o a un aparato de regulación mecánica y automática. Por desgracia, en ocasiones hay tantos niños que necesitan succión que es necesario utilizar el recurso clásico del sifón para algunos de ellos; en estos casos se prefiere:

  • Sonda de Nélaton o Levín.

  • Tres frascos de cristal graduados con tapón de goma rígido, dos de ellos con doble perforación.

  • Tubos gruesos de hule.

  • Un tubo en "Y" de cristal y cinco tubos de cristal grueso, dos de los cuales deberán ser largos.

La sonda nasogastrointestinal se conecta con el tubo en "Y" de cristal, una de cuyas ramas se obstruirá y servirá para inyectar o aspirar sin necesidad de desconectar. Esta sonda se conectaba al frasco vacio por intermedio de un tubo de cristal; de este frasco parte otro tubo de cristal que se conecta a otro frasco con agua por encima de ella, mientras que por el otro orificio del tapón entra el tubo largo de cristal dentro del agua y hasta 2 o 4 cm arriba de su fondo; su otro extremo se conecta al tercer frasco, que contiene una tercera parte menos de agua que el anterior y cuyo tubo largo de cristal permanece por debajo de su superficie.

Los dos primeros frascos de cristal permanecen elevados sobre una mesita (más o menos 75 cm) y el tercer frasco permanece a un lado, en el suelo







Intubación nasogástrica. Ante la carencia del Wangsteen, de la bomba Gomco o similares, la succión gástrica contínua puede ser suplida por el sifón.

  • Sondas de Nélaton o Levin.
  • Tres frascos de cristal graduados con tapón de goma rígida, dos de ellos con doble perforación.
  • Tubos gruesos de hule.
  • Un tubo en "Y" de cristal y cinco tubos de cristal gruesos, dos de los cuales deberán ser largos.

La sonda nasogastrointestinal se conecta con el tubo en "Y" de cristal, una de cuyas ramas se obstruirá y servirá para inyectar o aspirar sin necesidad de desconectar. Esta sonda se conecta al frasco vacío por intermedio de un tubo de cristal; de este frasco parte otro tubo de cristal que se conecta a otro frasco con agua por encima de ella, mientras que por el otro orificio del tapón entra el tubo largo de cristal dentro del agua y hasta 2 o 4 cm arriba de su fondo; su otro extremo se conecta al tercer frasco, que contiene una tercera parte menos de agua que el anterior y cuyo tubo largo de cristal permanece por debajo de su superficie.

Los dos primeros frascos de cristal permanecen elevados sobre una mesita (más o menos 75 cm) y el tercer frasco permanece a un lado, en el suelo.


Alimentación elemental

Se recomienda que la alimentación elemental (vivonex) se administre a goteo continuo distribuido en 24 h para evitar diarrea hiperosmolar; asimismo, se prefiere el vivonex sin sabor por su menor osmolaridad. En caso de que la dieta elemental se administre por vía oral deberán utilizarse aquéllas con sabor a fresa, vainilla o chocolate, por su mayor aceptabilidad.

Los concentrados de dietas químicamente definidas han demostrado ser útiles para el manejo nutricional de niños prematuros y lactantes con anomalias congénitas gastrointestinales que requieren resección masiva del intestino delgado, o que padecen insuficiencia pancreática exógena, enfermedades inflamatorias del intestino, sepsis, fístulas enterales, alergias alimentarias, quemaduras y otras.

Las dietas elementales se caracterizan por su rápida absorción, fácil digestión, administración sencilla y variabilidad en su osmolaridad; se compone de aminoácidos, azúcares simples, electrólitos, vitaminas y minerales. En fin, ofrecen una dieta nula en residuos, sin grasas y permiten su administración durante largo tiempo sin complicaciones graves. La preparación a dilución normal es de 80 g (un sobre) en 300 ml de agua bidestilada, lo que proporciona 1 kcal/ml. Es necesario complementar la alimentación con vitaminas (principalmente K, pues carece de ella), hierro, plasma o sangre. Al iniciar este tipo de alimentación se sugiere utilizar concentraciones menores que la normal (sin sabor, 500 mOsm/L; con sabor, mayores de 1000 mOsm/L). Así se comienza con una dilución 1/4 a 1/2 y, según la tolerancia, se aumenta o disminuye; se administra preferentemente por gastroclisis a goteo continuo. La vigilancia del peso, el hematócrito, los electrólitos y las glucosurias así como el control estricto de líquidos son necesarios para detectar complicaciones. La diarrea se corrige con la disminución de la osmolaridad de la solución y en dos o tres días se podrá intentar de nuevo la administración de concentraciones mayores.

Nutrición parenteral total

La introducción de nutrición parental total en los últimos años ha colaborado para mejorar el pronóstico de los niños con graves anormalidades del tracto gastrointestinal, porque impide su funcionamiento durante periodos prolongados. Para la nutrición parenteral total en lactantes y niños se dispone de dos vías de acceso: la central y la periférica.

Alimentación central

Debido a las características hipertónicas de los líquidos usados para este tipo de alimentacion, es necesario colocar catéteres de silastic en la vena cava superior a través de alguna de las yugulares, externa o interna; En niños mayores puede introducirse a través de una vena del pliegue del brazo. Esta forma de administrarse evita la inflamación y la trombosis venosa periférica, que se observan con frecuencia al emplear soluciones hipertónicas.

La técnica consiste en:

  1. Lavar con agua y jabón durante varios minutos y aplicar merthiolate o isodine en el cuello, desde la región retroauricular hasta la temporal.
  2. Cubrir con campos estériles.
  3. Efectuar incisión, previa instalación de anestesia local (xilocaína), a 1 cm por abajo y atrás del ángulo del maxilar inferior o en donde se visualice la vena yugular externa.
  4. Disecar con instrumental romo (pinza de mosco) por delante del músculo esternocleidomastoideo hasta visualizar la yugular externa o el tronco tirolingofacial.
  5. Seccionar la vena como se describe en flebotomía e introducir el catéter en la vena para venodisección.
  6. Llevar la punta del catéter hasta el tercio inferior de la vena cava superior (antes de la entrada a la aurícula derecha; este tiempo quirúrgico se verifica con la toma de una radiografía).

  7. Sacar el catéter por contrabertura en la región temporal del mismo lado, usando como guía una aguja de biopsia renal desechable o un estilete metálico.
  8. Cerrar la herida después de corroborar la hamostasia y aplicar ungüento con isodine o gasa seca.
  9. Sujetar los apósitos con microporo y enviar al paciente a la sección de alimentación parenteral.

Después del procedimiento:

  1. Mantener un flujo continuo a través del catéter.
  2. Instalar desde el principio de la administración de soluciones un filtro (Millipore con poro de 0.22 U), que debe estar cubierto con gasas estériles (portafiltro).
  3. Cambiar el filtro cada tercer día; siempre se deberá manipular con guantes.
  4. Fijar el portafiltro al cráneo (próximo a la contraabertura) con microporo.
  5. Curar la herida del cuello y del cráneo diariamente y retirar los puntos al quinto día.
  6. Evitar la administración de medicamentos a través del catéter central.
  7. Evitar destapar un catéter e impulsar soluciones por él. Debe aspirarse siempre tratando de extraer el coágulo, de no ser posible, es preferible retirar el catéter.
  8. Revisar diariamente la entrada del catéter; si hay secreción purulenta en algunas de las heridas retirarlo de inmediato y tomar cultivo de todo el sistema, principalmente de la punta del catéter.
  9. Vigilar que no pase el plasma ni la sangre a través del catéter.
  10. No reintroducir por la misma vía un catéter que se ha salido.
  11. Evitar que el paciente toque el catéter y, si es necesario, poner un brazalete o sujetarlo. En caso de salida accidental de un catéter dar aviso inmediato al médico responsable.

La nutrición parenteral puede producir dos tipos de complicaciones:

  • Las debidas a la presencia del catéter permanente.

  • Las ocasionadas por la solución infundida (complicaciones metabólicas).

Entre las complicaciones por catéter se incluyen: trombosis (incluida la de la vena cava superior), pérdida de ubicación, perforación e infección. Aunque todas son controlables, ha sido difícil evitarlas por completo. La más frecuente de ellas es la infección, para la que se han publicado tasas de presentación del 40%. Algunas de las complicaciones metabólicas se debe a la limitada capacidad del paciente para metabolizar los distintos componentes de los nutrimentos que se le administran.

La solución de aminoácidos utilizables en la síntesis proteínica contiene 8.5 g de equivalente proteínico por cada 10 ml (Freamine al 8.5%). Un frasco de 500 ml contiene 6.25 g de nitrógeno, que suministra de 125 a 150 kcal/g de nitrógeno. El aporte calórico estará dado por la adición de dextrosa al 50% en cantidades necesarias para obtener un balance nitrogenado positivo.

En niños, un método práctico consiste en administrar de 15 a 25 ml/kg/día más glucosa al 50% (para llenar las necesidades calóricas), sodio y potasio, según los requerimientos del paciente

Requerimientos nutritivos del lactante

Constituyente

Cantidad por litro

Freamine

39 g

Glucosa al 50%

200 g

Sodio

15 meq

Potasio

16 meq

Calcio

27 mg

Fósforo

19 mg

Magnesio

7.6 mg

Acido fólico

0.5 mg

Infusión multivitamínica

5 ml

Vitamina K

1 mg

Vitamina B 12

6 µg

Es necesario administrar plasma a razón de 20 ml/kg para brindar oligoelementos y en caso necesario, hacer transfusión de sangre, preferiblemente fresca. Las necesidades de líquidos y electrólitos para obtener un balance ligeramente positivo se llenarán mediante la administración adicional, de preferencia en el mismo líquido, de infusión estándar, para lo que será necesario indicar control estricto de líquidos, peso diario, glucocetonurias cada seis a ocho horas y diuresis cuantificada cada ocho horas.

Para el manejo de este tipo de alimentación es necesario ejercer vigilancia sistemática de las cifras sanguíneas de electrólitos, fórmula roja (FR), glucosa, urea, osmolaridad sérica, calcio, fósforo, magnesio, proteínas totales, transaminasas y fosfatasa alcalina al principio cada semana y, posteriormente, cada dos semanas. Según criterio, se puede solicitar determinaciones de cobre, cinc, hierro, amoniaco, osmolaridad y pH. La determinación seriada de glucosa y cetona en la orina será esencial durante todo el tiempo que dure la alimentación parenteral.

La presencia de glucosuria indicará la sobrecarga osmótica, que producirá diuresis osmótica con deshidratación hipertónica, la cual se corregirá conforme el paciente desarrolle tolerancia; sin embargo, en casos graves deberá disminuirse la concentración de glucosa de la infusión y dar liquidos suplementarios (glucosa al 5%); no es necesario administrar insulina si el paciente no es diabético.

Si hay complicaciones en este tipo de alimentación, como infecciones, diuresis osmótica, desequilibrios metabólicos, desajustes mecánicos, problemas trombóticos, deficiencias en ácidos grasos esenciales, hiperamonemia y acidosis, se aplicarán otras técnicas para la administración de hiperalimentación en estados catabólicos, sin temibles secuelas como la septicemia y la trombosis de la vena cava superior por la presencia del catéter central.

Alimentación periférica

La alimentación intravenosa por vía periférica consiste en administrar grasas e hidrolizados de proteínas por una vena periférica como fuente de calorías y nitrógeno su administración es posible por las venas distales, pues se trata de sustancias prácticamente isosmóticas que no tienen complicaciones de trombosis y septicemia.

La técnica de administración es sencilla al dar en forma separada las grasas (intralipid) y los aminoácidos. La glucosa, los electrólitos y las vitaminas se colocan en otros frascos con forma de "Y" que se conectan cerca de la vena. No hay necesidad de colocar filtros miliporo, pero se debe tener el mismo cuidado aséptico durante su elaboración. Los requerimientos nutritivos por via intravenosa en un lactante se indican en el cuadro

Contenido de electrólitos y vitaminas por litro

Constituyente

Cantidad por litro

Sodio

43.0 meq

Potasio

46.0 meq

Calcio

10.5 mg

Magnesio

6.0 mg

Cloruros

67.0 meq

Fosfato

29.0 meq

Multivitaminas

1.7 ml

Ácido fólico

1.5 mg

Vitamina K hidrosoluble

1.0 mg

Vitamina B2

10 µg

Para determinar el protocolo en lactantes se usarán dos frascos del siguiente modo:

  • Intralipid al 10% (40 ml: 44 kcal).

  • Frasco número 1: Amigen al 5% en solución glucosada,al 5% (80 ml).
  • Frasco número 2: solución glucosa al 10% (30 ml; 3 kcal/día).

Para realizar el protocolo para niños mayores se utilizan tres frascos:

  • Frasco número 1: Intralipid al 10% (30 ml/kg/día; 33 kcal).

  • Frasco número 2: Amigen al 5% (40 ml/kg/día; 16 kcal).

  • Frasco número 3: solución glucosa al 10% (30 ml/kg/día; 12 kcal).

Lo anterior da un volumen total de 100 ml, que brindan 61 calorías/kg/día.

El número de kilocalorías podrá aumentarse mediante la infusión de mayor cantidad de grasas (hasta 5 g/kg), de solución glucosada al 10% o de ambas. Según el caso, también pueden ser necesarios: control de los valores séricos de fórmula roja, electrólitos, pruebas funcionales hepáticas (PFH), plasma, albúmina, sangre y hierro parenteral.

Alimentación periférica sin grasas

Este tipo de alimentación es de desarrollo reciente y consiste en administrar una solución de Amigen al 10%, diluida con glucosa para formar un hidrolizado proteínico al 2%, en una solución glucosada al 12%. La solución final brinda 0.56 kcal/ml. Los electrólitos se añaden en cantidades requeridas en la misma infusión de aminoácidos. La fórmula es como se indica.

Requerimientos para la alimentación periférica sin grasas

Sustancia

Contidad/kg/dia

Agua

200 a 250 ml

Proteínas

4 a 5 mg

Glucosa

24 a 30 mg

Kilocalorías

112 a 140 kcal

Heparina

100 UI

Potasio

2 a 3 meq

Sodio

2 a 4 meq

Cloruro

2 a 4 meq

Magnesio

0.6 meq

Fosfato

3.5 meq

Se agrega heparina para reducir las posibilidades de flebitis. Los ácidos grasos esenciales se proporcionan mediante la aplicación de aceites de girasol en la piel de tórax, todos los días.

Como en los otros tipos de alimentación, la administración de otros elementos complementarios es necesaria al igual que la vigilancia metabólica antes señalada.

Exsanguinotransfusión

Esta técnica se realiza sistemáticamente en todos los recién nacidos que presentan enfermedad hemolítica por incompatibilidad Rh o a otros aglutinógenos, cuando la prueba de Coombs es positiva y cuando las cifras de bilirrubina indirecta (hemólisis) son de más de 19 mg/100 ml de sangre. El procedimiento inicial a través de la fontanela y de la vena sefena se ha relegado para dejar paso al que se realiza por intermedio de la vena y la arteria umbilicales; es un procedimiento que se debe realizar en sala de operaciones o en un cuarto especial para el caso.

Previa asepsia de la región, el cordón umbilical se corta por debajo de su ligadura o su pinza (se debe tener cuidado de dejar cuando menos 2 cm remanentes); se identifica el vaso de mayor calibre (vena), que se sitúa en la periferia del cordón; se retiran los pequeños coágulos existentes y se introduce un catéter heparinizado. A veces será necesario abrir el estoma del vaso con dos pinzas de mosquito situadas a las 12 y a las 6 para poder introducir el catéter unos 3 o 5 cm y observar fluir la sangre: igual maniobra se realizará con la arteria. Por el catéter en la arteria se introducirá la sangre de 10 en 10 ml, mientras que por el catéter de la vena se extraerá en esa misma cantidad la sangre hasta completar 150 a 200 ml de sangre por kilogramo de peso. Estas maniobras se podrán repetir a intervalos de acuerdo con la evolución del caso en particular. Se utilizan dos frascos: uno elevado para cuantificar el goteo que penetra, y otro de piso para recolectar la sangre que sale, vigilándose siempre el equilibrio cuantitativo de ambos frascos.

No siempre es posible efectuar esta técnica, por lo que puede ser necesario recurrir al método de Sánchez para cateterizar la vena umbilical, que consiste en practicar una incisión semilunar supraumbilical y realizar liberación del cordón, incisión de la gelatina de Wharton, localización de la vena (más grisácea) y cateterización







Exsanguinotransfusión mediante dos frascos. Improvisación.

Técnica de exsanguinotransfusión: 1) frasco de sangre por transfundir; 2) vigilancia médica estrecha; 3) lámpara de calentamiento: 4) catéter arteria umbilical; 5) solución de heparina; 6) solución de gluconato de calcio; 7) catéter vena umbilical; 8) oxígeno, y 9) frasco de sangre recolectada


La transfusión debe realizarse en una sala de operaciones o en un cuarto exprofeso (aséptico) y consiste en:

  1. sedar al niño, en caso necesario.

  2. inmovilizar de todos sus miembros al niño mediante un vendaje de contención, que podrá retirarse después de la canalización si se cree conveniente.

  3. introducir una sonda vesical; el paciente estará en decúbito dorsal.

  4. asear y desinfectar la región; aplicar un botón anestésico en hemiabdomen inferior (fosas iliacas e hipogastrio).

  5. Introducir un catéter de plástico (5 a 15 cm, con base en la talla del pequeño) a través del trocar en la cavidad abdominal; cuando no se disponga de un trocar se podrá hacer una incisión de 0.5 cm e introducir una pinza fina y roma.

  6. Perforar el peritoneo parietal e introducir el catéter entre las dos ramas abiertas de la pinza para después poner uno o dos puntos de seda sobre los planos superficiales.

  7. Conectar el catéter que va hacia el frasco (o frascos) con la solución dializante comercial (que no contiene potasio) por introducir, maniobra que se hace posible al elevar el frasco. El descenso del frasco ocasionará un "sifonaje" que dará lugar a la salida del líquido de la cavidad abdominal.

Punción pleural y paracentesis torácica

La paracentesis del tórax es un método utilizado con fines diagnósticos y terapéuticos en los casos de colecciones líquidas o gaseosas dentro de las pleuras. Es un procedimiento de uso corriente en los grandes servicios hospitalarios, que lejos de abandonarse continúa con utilidad vigente y frecuentemente salvadora.

La toracocentesis se puede efectuar al introducir simplemente una aguja, o una sonda en la cavidad pleural. Para esto último, un ayudante deberá sujetar de brazos y piernas al niño y lo mantendrá sentado, lo cual se logra al colocarse enfrente de él y abrazarlo. Con la radiografía en el negatoscopio como referencia, el procedimiento se inicia con la asepsia de la región, enseguida se infiltra hidrocloruro de procaína al 1% en los planos superficiales y en el músculo intercostal correspondiente, a la altura de la marca pintada de antemano sobre la pared torácica del pequeño, correspondiente a la porción más declive del seno costodiafragmático sobre la línea axilar posterior (sexto o séptimo espacios intercostales); con el bisturí se hace un pequeño corte de 0.5 cm de los planos superficiales y se introduce oblicuamente una pinza tipo Helstead o Crile a través de los músculos intercostales, inmediatamente por encima del borde superior de la costilla, cuyas ramas permanecen abiertas mientras se inserta una sonda de Nélaton de calibre proporcionado (nueva) a la que previamente se le haya hecho uno o dos orificios más en su extremo. En otras condiciones, la toracocentesis se practica por medio de un trocar cuya alma se retira para dejar paso a la sonda.

El primer material extraído se deposita en tubos de ensaye que posteriormente se enviarán al laboratorio y se continúa la extracción del resto del material; el extremo distal de la sonda se sujeta con pinzas y se fija con hilos de seda suturados a tegumentos, luego se coloca un apósito de gasa perforada completamente cubierta por tela adhesiva. El vendaje se evitará para permitir los movimientos de amplexación del tórax, tan necesarios para el completo drenaje. La toracocentesis podrá realizarse en otro sitio cuando la clínica y la radiología manifiesten áreas de enquistamiento e, incluso, en el empiema; a veces se acostumbra realizar doble drenaje, uno sobre la línea axilar anterior y otro sobre la línea axilar posterior. En este caso, ambas sondas se conectan por intermedio de un tubo de cristal en Y, que a su vez y por intermedio de un tubo de caucho grueso drenará al frasco del piso que contiene agua y cuyo tubo de cristal estará por debajo de su nivel (sello de agua).

En ocasiones, el empiema es antiguo y contiene material purulento demasiado espeso o la extracción inicial no resulta satisfactoria, por lo que se recurre al "sifonaje" de succión mediante el dispositivo descrito en intubación nasogástrica, o bien se recurre con periodicidad a la aspiración por el aparato de succión. El niño permanecerá en posición de Fowler, con la antibioticoterapia adecuada, ejercitando su respiración mediante el llanto o inflando globos en una atmósfera húmeda y oxígenada y comprobándose la permeabilidad.




Paracentesis torácica y sello de agua.

La paracentesis del tórax es un método utilizado con fines diagnósticos y terapéuticos en los casos de colecciones líquidas o gaseosas dentro de las pleuras. Es un procedimiento de uso corriente en los grandes servicios hospitalarios, que lejos de abandonarse continúa con utilidad vigente y frecuentemente salvadora.

La toracocentesis se puede efectuar al introducir simplemente una aguja, o una sonda en la cavidad pleural. Para esto último, un ayudante deberá sujetar de brazos y piernas al niño y lo mantendrá sentado, lo cual se logra al colocarse enfrente de él y abrazarlo. Con la radiografía en el negatoscopio como referencia el procedimiento se inicia con la asepsia de la región, enseguida se infiltra hidrocloruro de procaína al 1% en los planos superficiales y en el músculo intercostal correspondiente, a la altura de la marca pintada de antemano sobre la pared torácica del pequeño, correspondiente a la porción más declive del seno costodiafragmático sobre la línea axilar posterior (sexto o séptimo espacios intercostales); con el bisturí se hace un pequeño corte de 0.5 cm de los planos superficiales y se introduce oblicuamente una pinza tipo Helstead o Crile a través de los músculos intercostales, inmediatamente por encima del borde superior de la costilla, cuyas ramas permanecen abiertas mientras se inserta una sonda de Nelaton de calibre proporcionado (nueva) a la que previamente se le haya hecho uno o dos orificios más en su extremo. En otras condiciones, la toracocentesis se practica por medio de un trocar cuya alma se retira para dejar paso a la sonda.


Masaje cardíaco

Esta técnica de resucitación se emplea con sus variantes de masaje cardiaco externo (extratorácico) o interno (intratorácico) con o sin desfibrilación externa o interna. Si el masaje cardiaco se instituye precozmente (antes de los cuatro minutos) el porcentaje de descerebración decrece y mejora la supervivencia, de ahí que sea muy importante que el médico, el anestesiólogo o el cirujano establezcan su diagnóstico oportunamente. Los datos clínicos fáciles de obtener son: ausencia de pulso y latidos cardiacos, apnea y midriasis, cuya iniciación se registrará con un reloj. No se deberá hacer intento o alguno para comprobar por otros medios diagnósticos (electrocardiogramas, tensión arterial o electroencefalograma) que pudieran retardar las maniobras cardiorrespiratorias; en realidad, la respiración artificial y el masaje deberán instituirse simultáneamente. El niño permanecerá en decúbito dorsal con la cabeza en hiperextensión, las secreciones existentes se extraerán con la gasa o el aspirador y se aplicará respiración por la técnica de boca a boca, boca a nariz, la combinación de ambas o por la de boca a cánula faringea, según sean las circunstancias en que acontezca el paro, pero en última instancia y en el mejor de los casos, se recurrirá a la intubación endotraqueal y a la oxigenación lo más pronto posible.

Masaje cardíaco externo

Este masaje es fácil de efectuar en el niño pequeño en vista de sus caracteristicas anatómicas, pues el corazón situado entre la columna vertebral y el esternón es fácil de comprimir para impeler sangre hacia las grandes arterias. En recién nacidos y lactantes menores se podrá intentar la compresión digital del esternón a un ritmo entre 60 y 80 compresiones por minuto. En el lactante mayor se colocarán ambos pulgares juntos sobre el esternón y los dedos restantes circundarán al tórax y sus extremos se apoyarán en la columna vertebral para ejercer compresión anteroposterior; dicha maniobra se podrá efectuar si el explorador se sitúa por arriba o por abajo de la cabeza del niño.

En los escolares, cuyas articulaciones condrocostales son más firmes, el masaje se efectuará apoyando el talón de la mano derecha sobre el esternón, más o menos a la altura de la proyección del área cardiaca. A esta maniobra se le podrá agregar la presión de la otra mano si el niño fuera mayor. Siempre se deberá cuidar que el ritmo del masaje sea el adecuado para la edad del paciente.

Si en más o menos dos minutos después de instalado el paro no se reconoce mejoría, se procederá a la inyección intracardíaca de epinefrina al 1:10 000, mediante la introducción de una aguja de dimensiones acordes con la edad del pequeño en el cuarto o el quinto espacios intercostales izquierdos, un poco afuera de la línea paraesternal. La administración intravenosa de bicarbonato de sodio a razón de 2 meq/kg de peso contribuirá a disminuir la acidosis resultante de la anoxia tisular. En los medios hospitalarios, y sobre todo en la sala de operaciones o en la de recuperación, es factible efectuar un registro electrocardiográfico; si hay asistolia la inyección de cloruro de calcio al 10% (endovenosa o intracardiaca) a razón de 2 a 4 ml/10 minutos es lo indicado; si existe fibrilación ventricular será necesario aplicar corriente directa mediante un desfibrilador en choque de 200 a 400 w/s apoyando los electrodos sobre el hueco supraesternal, o a la altura del apéndice xifoides sobre la línea medio clavicular izquierda; los choques eléctricos se podrán repetir, si es necesario, de dos a cuatro veces con intervalos de dos segundos.

Las complicaciones principales de este tipo de masaje son: fractura de costillas, embolia secundaria de la médula ósea, fractura del esternón, hemotórax, laceración hepática y hemopericardio.

Masaje cardíaco interno

Este tipo de masaje continúa siendo útil en todos los casos de cirugia torácica en que se hace presente el paro; incluye toracotomía con pericardiectomía; se aplica cuando las medidas anteriores no han dado resultado.

Este masaje se realizará con los dedos por detrás de la víscera, que será propulsada contra el esternón, o con toda la mano de acuerdo con la edad del niño, sin olvidar las medidas respiratorias, la epinefrina, el calcio, el bicarbonato de sodio y, en caso necesario, el desfibrilador.

Las complicaciones que se han citado respecto del masaje cardiaco interno son ruptura del corazón, laceración y hemorragias intramiocárdicas, que hay que considerar conjuntamente con las propias de las secualas de todo paro cardiorrespiratorio. El niño que logre salir satisfactoriamente de este problema se deberá someter a hipotermia por medios físicos. Este procedimiento ha resultado muy útil para evitar o disminuir el daño cerebral; tal vez también sea necesario recurrir a fármacos vasopresores o inotrópicos, a la restricción del aporte de líquidos y, en ocasiones, a la traqueostomía.







Diálisis artificial

Este es un método muy difundido que se emplea para la corrección de los cuadros de insuficiencia renal aguda, síndrome que se caracteriza por anuria u oliguria muy acentuada, uremia, hipertensión arterial y edema; por lo general se utiliza en anurias de más de 48 horas en que el manejo conservador ha fracasado. La cirugía, los estados de choque en sus tres variedades, las quemaduras extensas, los desequilibrios hidroelectrolíticos severos, las transfusiones de sangre incompatible, las intoxicaciones por sustancias nefrotóxicas, los trastornos anafilácticos y las infecciones severas (septicemias) pueden producir dicha insuficiencia; es decir, su etiología puede ser intrarrenal, posrenal o mixta. Todo caso con desequilibrio hidroelectrolítico necesitará cuando menos los siguientes exámenes: volumen de CO2, pH, Na, K, Cl, urea, biometría hemática y examen general de orina. La reducción del CO2, la disminución del pH sérico, los cambios en los electrólitos y la elevación de urea sanguínea serán fuertes indicadores en los niños anúricos de que se está ante un caso de insuficiencia renal aguda.

Se medirá y pesará al niño, se instalará una venoclisis inicial con solución glucosada al 10% y se suprimirá la vía oral; se podrá inyectar o no manitol al 10% (2.5 ml/kg); la inyección será directamente en la vena y, en ocasiones, se observará la diuresis que, de estar presente en el caso de un lactante, será aproximadamente de 12 ml/h. Si no hay orina en vejiga, ni micción, se procederá a realizar la diálisis. La hemodiálisis (rinón artificial) es un procedimiento muy especializado que se puede realizar en muy pocos centros y cuyos resultados son difíciles de evaluar, aunque en algunos casos manifiesta su superioridad sobre otros métodos; en cambio, la diálisis peritoneal, con la gran superficie de excreción que tienen las membranas peritoneointestinales, su fácil técnica y el escaso personal que se necesita, continúa siendo múy útil en los servicios hospitalarios. La técnica debe realizarse en una sala de operaciones o en un cuarto exprofeso (aséptico) y consiste en:

  1. Sedar al niño, en caso necesario.
  2. Inmovilizar de todos sus miembros al niño mediante un vendaje de contención, que podrá retirarse después de la canalización si se cree conveniente.
  3. Introducir una sonda vesical; el paciente estará en decúbito dorsal.

  4. Asear y desinfectar la región; aplicar un botón anestésico en hemiabdomen inferior (fosas iliacas e hipogastrio).
  5. Introducir un catéter de plástico (5 a 15 cm, con base en la talla del pequeño) a través del trocar en la cavidad abdominal; cuando no se disponga de un trocar se podrá hacer una incisión de 0.5 cm e introducir una pinza fina y roma.

  6. Perforar el peritoneo parietal e introducir el catéter entre las dos ramas abiertas de la pinza para después poner uno o dos puntos de seda sobre los planos superficiales.
  7. Conectar el catéter que va hacia el frasco (o frascos) con la solución dializante comercial (que no contiene potasio) por introducir, maniobra que se hace posible al elevar el frasco. El descenso del frasco ocasionará un "sifonaje" que dará logar a la salida del liquido de la cavidad abdominal.

El cambio de los líquidos de los frascos y la frecuencia de la irrigación dependerán del internista (nefrólogo); sin embargo, es conveniente conocer que un recién nacido puede tolerar hasta 250 ml y un escolar hasta un litro, que el líquido puede permanecer una o dos horas dentro de la cavidad y que el procedimiento puede continuar hasta que los electrólitos del suero y la urea se modifiquen satisfactoriamente (hasta más de 36 horas). La vigilancia estricta de los signos vitales, las anotaciones en hojas especiales y la aplicación de antibióticos en dosis adecuadas (tetraciclina, cloranfenicol, polimixina) en el líquido de irrigación, harán posible prevenir una sobrehidratación y una peritonitis así como descartar una perforación intestinal.







Medición de la presión venosa central

Tanto la vena yugular externa como la interna se utilizan para el registro, pero en ocasiones se recurre a venas un poco más periféricas e incluso a la safena. El procedimiento se aplica en los estados de choque hipovolémico y, en general, en todos los casos que cursan con pérdida considerable de líquidos o que van asociados a infecciones graves. sobre todo de tipo peritonítico.

El estado de choque manifiesta complejas alteraciones fisiológicas y bioquímicas celulares y se caracteriza por colapso, hipotensión, taquicardia, palidez tegumentaria, hipotermia e hiperhidrosis como un síndrome suscitado por traumatismo (hipovolémico), falla miocardia (cardiógeno) o bacterias (endotóxico); con frecuencia se combinan el primer factor y el último.

Una vez cateterizadas las venas cercanas a la aurícula derecha (cava superior o inferior), por los procedimientos ya expuestos, se conecta dicho catéter al dispositivo de la venoclisis que contiene los liquidos útiles al paciente. El enchufe se podrá desconectar y el catéter se podrá conectar a un tubo de vidrio (como el de los esfigmomanómetros de mercurio) por intermedio de un tubito de hule que contenga una columna de agua, para poder observar en un papel o una regla graduada, fija a un lado, el ascenso o el descenso de dicha columna. El tubo de vidrio y la marca cero de la regla se colocarán a la altura en la que esté la aurícula derecha del niño (entre las lineas auxiliares). Cuando las mediciones ameriten ser más repetidas, bastará conectar con una aguja el tubo de hule de la venoclisis al manómetro de agua para obtener las lecturas, previa oclusión temporal, que se harán cuando la columna de líquidos se estabilice.

Las cifras de lectura inferiores a 6 cm indican un volumen circulante insuficiente, que habrá que roemplazar con rapidez para evitar el agravamiento del estado de choque y que estará condicionado a las lecturas posteriores. Cuando después de una observación de horas o de días las cifras tiendan a acercarse a 10 cm, las condiciones generales mejoren y el cuadro etiológico esté dominado, el carácter se podrá retirar. Es conveniente recordar que en la insuficiencia cardiaca se obtienen cifras elevadas (más de 18) y que esta técnica está sujeta a errores (calibre inadecuado de los catéteres, deficiente introducción y sistemas valvulares venosos que fragmentan la columna de presión).







Biopsias

Biopsia hepática

El estudio histopatológico del hígado se requiere en ciertas circunstancias, como esplenomegalias, síndromes ictéricos crónicos, padecimientos metabólicos (tumorales e infecciosos), síndromes de hipertensión portal, cirrosis y una gran variedad de trastornos.

Existen dos variedades fundamentales: la biopsia percutánea (subcostal e intercostal) y la biopsia por laparotomía. En cirugía, el drenaje de una cavidad séptica en hígado constituye por sí misma una variante aparte (absceso hepático amibiano y contaminado) por su función también terapéutica.

Biopsia por punción. La biopsia por punción o percutánea no es del agrado de todos los histopatólogos por la serie de factores patógenos que contribuyen a su inespecificidad. Se realiza con agujas para biopsia tipos Silverman, Roth-Turkel y Menghini, cuya diferencia fundamental estriba en el dispositivo de recolección de muestras y en el tiempo de duración de la maniobra intrahepática. Ultimamente ha habido cierta inclinación por el uso de la aguja de Menghini; sus resultados satisfactorios los han informado diferentes autores.

La técnica esencialmente consiste en:

  1. Sedar al paciente media hora antes del procedimiento.

  2. Envolver de sus miembros al niño y colocarlo en decúbito supino.

  3. Desinfectar la región toracoabdominal derecha y el abdomen y aplicar un botón de anestesia en dos o tres sitios distintos del área de proyección hepática (hidrocloruro de procaína al 1%).

  4. Si el hígado es grande, la punción será subcostal, y si es tan pequeño que no permita palpar su borde, la punción podrá ser intercostal. Esta última vía ha sido necesaria en contadas ocasiones y está sujeta a complicaciones, pues tiene que ejecutarse sobre la línea medioaxilar derecha a la altura del noveno o décimo interespacio (lesión pleuropulmonar potencialmente infectada).
  5. El sitio de la punción subcostal dependerá de lo grande de la víscera, pero es común que se realice en dos o más sitios y en distintas direcciones a fin de obtener una buena muestra. En pacientes de edad escolar, la aguja se introduce entre 3 y 5 cm; se debe dirigir hacia el centro geométrico de la víscera.

Biopsia por laparotomía.

La biopsia hepática por laparotomía resulta inuocua y muy útil para el anatomopatólogo, contribuye a la toma de biopsia de otros órganos (bazo) y a un informe fidedigno de hallazgos en los grandes servicios de pediatría; resulta ser eficaz con su variante de biopsia transoperatoria cuando en el acto quirúrgico se impone la necesidad de evaluar el estado histológico del hígado (atresia de vías biliares).

a) Se realizará una incisión transrectal alta derecha menor de 5 cm. El ayudante fijará el hígado y procederá a transfijar la víscera con dos o tres puntadas de seda gruesa que abarque la longitud de la incisión cuneiforme a base externa por ejecutar, misma que se hará nitidamente con el bisturí.

b) Anudar los hilos de seda previamente colocados hasta afrontar los bordes de la herida hepática mediante gel foam u oxycel, con una tensión suave y progresiva.

c) Realizar otras biopsias, si estuviesen indicadas, y revisar lo más posible los órganos intrabdominales, tiempo que se aprovechará para revisar el sangrado hepático.

Biopsia pulmonar

Éste es un recurso altamente selectivo, destinado a obtener información cuando se han realizado todos los demás procedimientos y el diagnóstico no se ha podido establecer. La utilidad de este procedimiento es valiosa pero muy restringida; se puede realizar en pacientes con padecimientos crónicos en los cuales es muy conveniente determinar el organismo productor de una infección, para conocer su sensibilidad antibiótica; asimismo, se puede practicar para aclarar diagnósticos oscuros, como el que representan las neumopatías intersticiales difusas (síndrome de Hamman-Rich), la hemosiderosis pulmonar idiopática, la proteinosis alveolar pulmonar y la microlitiasis alveolar pulmonar idiopática

La punción pulmonar para aspirar secreciones y tejidos no ha tenido, en la experiencia del autor de la presente obra la utilidad que algunos le conceden en los estudios del adulto; es por ello que se recomienda practicar la biopsia pulmonar a través de una toracotomía y siempre bajo anestesia general con intubación laríngea. La elección del sitio pulmonar para efectuar la biopsia dependerá del lugar que manifieste mayor fenomenología o, en su caso, se tomará del lóbulo de la língula o de la porción basal más extrema del pulmón. Este procedimiento se realiza de la manera siguiente:

a) Colocar al niño en decúbito dorsal y practicar una incisión menor de 5 cm a la altura del séptimo espacio intercos tal, en la región comprendida entre las líneas axilar anterior y mamaria.

b) Abrir supracostalmente la cavidad torácica y separar los brazos del retractor costal para registrar los caracteres del pulmón, del cual se tomará su porción más extrema mediante dos pinzas de Babcock separadas entre sí unos cuantos centímetros

c) Colocar entre estas pinzas dos pinzas rectas, cuyas puntas converjan y delimiten entre sí una porción triangular de tejido pulmonar, que de inmediato se procederá a resecar.

d) Colocar puntos separados: de seda envaselinada sobre las pinza s rectas, a escasos milímetros del parénquima pulmonar.

e) Retirar las pinzas y anudar los extremos con seda o dexón.

f) Afrontar entre sí los bordes cóncavos resultantes con otra nueva hilera de puntos separados de seda. De la porción triangular de tejido pulmonar extirpado se separarán porciones para el estudio histopatológico y bacteriológico.

g) Insuflar a mayor presión el pulmón para observar posibles escapes de aire, retirar los separadores costales y cerrar por planos la cavidad torácica sin dejar vías de drenaje.







Biopsia de ganglios

Este estudio generalmente se requiere para determinar la etiología, la evolución y el pronóstico de ciertos padecimientos como neoplasias, reticuloendoteliosis, anemias, leucemias e infecciones. Los sitios que más se emplean son la región cervical y la inguinal; en ocasiones, la toma ganglionar se hará en los sitios de mayor exuberancia clínica. Es un procedimiento quirúrgico, más aún si constituye un primer paso para extirpaciones radicales (biopsia transquirúrgica).

Las incisiones serán adecuadas en longitud, nítidas y se efectuarán en las porciones menos vascularizadas; asimismo, serán oblicuas, tanto en la región cervical como en la inguinal (líneas normales de la piel). Se evitará el traumatismo innecesario y el pinzamiento directo mediante la tracción del tejido pericapsular; se ligará el pedículo y se cerrará por planos.

Biopsia de piel y músculo

Se recomienda en casos de trastornos congénitos del metabolismo; enfermedades del colágeno y reticuloerdoteliosis. Se eligirá la reglón apilosa y menos visible (cara interna de brazos y de muslos). Para realizar este procedimiento se sujeta al niño, previamente sedado, se cubre la región con antiséptico y se aplica un botón de anestesia que abarque 2 cm, aproximadamente; después, con la pinza se levanta una porción de piel para cortar un gajo con la tijera, y si también es de músculo será suficiente repetir la maniobra en este plano y aplicar uno o dos puntos de catgut crómico calibre 00; la piel se cierra subcutiularmente.

Biopsia renal

La biopsia percutánea de riñón ha abierto un nuevo campo a la investigación del trastorno renal, y con la ayuda de la microscopia electrónica se han encontrado signos anatómicos antes no descritos; informa un cuadro más dinámico de la patogénesis, aclara la relación de la lesión estructural con la fisiología y la respuesta terapéutica, sobre todo cuando se realiza en serie, en el mismo paciente y en diversas entidades nosológicas que aquejan al niño, entre las que destacan las glomerolonefritis y el síndrome nefrótico.

La técnica potencialmente podría relacionarse con el uso de las agujas de Menghini y Roth-Turkel en enfermos elegidos; sin embargo, la aguja de Silverman ha sido la de uso frecuente.

La sedación se podrá inducir acorde con la edad, la excitación y la aprensión, con fármacos rectales; algunas veces, será necesario anestesiar por medio de barbitúricos intravenosos y complementar con anestésico local, evitando la inhibición de los movimientos respiratorios. Las imágenes radiológicas se estudian en el negatoscopio y se elige la radiografía que mejor delimite las sombras renales en espiración.

La técnica consiste en:

  1. Envolver los miembros superiores del niño y colocárselos en cruz sobre su pecho, sentado en la orilla de la mesa y abrazado cariñosamente por el ayudante, que se situará enfrente.
  2. Exponer la región dorsolumbar, desinfectarla y palpar las vértebras lumbares y el ángulo de las últimas costillas, así como el borde externo de los múculos de la canaladura dorsolumbar.

  3. Transportar las referencias radiológicas a las anatómicas para situar el área de proyección renal, las cuales serán referidas por colorante sobre la piel.
  4. Introducir una aguja hipodérmica larga de bisel corto o de raquianestesia, dirigiéndola hacia el centro del parénquima renal, a la altura de la segunda vértebra lumbar y rasando el borde de los músculos de la canaladura hasta el sitio en donde se trasmitan a la aguja los movimientos respiratorios.
  5. Marcar la longitud con una tira de tela adhesiva y extraer la aguja hipodérmica para colocar a la misma distancia la aguja de Silverman, retirando el obturador e iniciando con la jeringa una succión suave.

  6. Retirar el desector junto con el trocar con un movimiento firme, El material así obtenido se envía de inmediato a estudio histopatológico.

Este fragmento no siempre es fiel representante de la lesión renal. Las complicaciones más comunes parecen ser hematuria y oliguria transitorias.

Biopsia rectal

La dificultad para establecer un diagnóstico acertado en la enfermedad de Hirschsprung, sobre todo en el recién nacido y en el lactante menor, ha hecho necesario el análisis mediante biopsia del recto para estudiar la probable presencia de los plexos de Meissner y Auerbach y conducir hacia una terapéutica adecuada. Un dia previo a la toma, deberán practicársele al paciente dos o tres enemas evacuantes con glicerina o agua jabonosa. La biopsia rectal se realiza bajo anestesia general, en decúbito lateral derecho, con piernas flexionadas y desinfección de las regiones endorrectal y perineal con isodine o merthiolate. Se introduce una compresa con isodine lo más alto posible para evitar la presencia de excremento y se colocan dos valvas o separadores maleables a las 12 y a las 6 h. La mucosa rectal se exterioriza parcialmente por tracción-presión sobre una compresa y se aplican dos puntos de tracción en la pared lateral del recto para ayudar al descenso. A 3 cm hacia arriba del reborde mucocutáneo se inicia hacia arriba una incisión de aproximadamente 2 cm; luego se despega la pared mucosa y se descubren las fibras musculares (circulares y longitudinales) procurando no afectar el esfínter anal interno; se extirpa un fragmento no menor de 1 cm y se cierran los planos interiores con seda y los mucosos con catgut crómico. La muestra se envía de inmediato a estudio histopatológico para su pronta preparación y estudio meticuloso de sus diversas porciones.

Biopsia del testículo

Ésta se realiza cuando se sospecha disgenesia testicular, infecciones crónicas (tuberculosis), en el posoperatorio tardio de las orquidopexias, cuando hay sospecha de infertilidad gonadal, para algunas investigaciones endocrinológicas y como tiempo inicial (biopsia transquirúrgica) en la extirpación de algunas neoplasias. Este tipo de biopsia se realiza en sala de operaciones bajo anestesia general o local, según la edad del paciente y el motivo de la biopsia; se rasura la región si el paciente fuera un púber; se practica la antisepsia y se realiza una incisión de 2 a 3 cm (piel muy elástica), transversal y a la altura de la parte media de la bolsa escrotal (o bolsas), que incluye piel, dartos, muscular y fibrosa, para dejar descubierto el testículo. Este es propulsado parcialmente al exterior entre el índice y el cordial de la mano que lo mantiene fijo; con bisturí de hoja recta se traza un fragmento cuneiforme no menor de 4 mm de base, y con la ayuda de tijeras curvas y finas se secciona de sus porciones profundas. Se colocan dos o tres puntos de catgut atraumático a partir de la albugínea para cerrar la herida y el procedimiento se completa con sutura de la celulomuscular con catgut crómico y de la piel y el dartos con el mismo material quirúrgico. Es suficiente con aplicar una capa de coloidón sobre la herida.