Este tiempo de confinamiento puede haber afectado a la vida de las personas de diferente manera, incluida su sexualidad. El estrés y la angustia derivados de la situación también se refleja en este aspecto de nuestra vida que tanto puede influir en el estado de ánimo y en las relaciones de pareja. Desde casos de impotencia y eyaculación precoz en el caso de los hombres hasta disfunciones femeninas que pueden provocar que el acto sexual sea incluso doloroso.

Buena parte de esta aceptación de los problemas tiene que ver en parte con que el sexo que nos vende la publicidad a veces tiene poco que ver con la realidad, básicamente porque se reduce casi exclusivamente a la genitalidad. Y lo cierto es que el estado emocional de las personas, el hecho de estar sufriendo una etapa de mayor ansiedad o angustia por ejemplo, tienen un papel fundamental.

Pareja cama

La sexualidad está tan íntimamente unida a la persona, que a veces por cuenta propia es prácticamente imposible poner remedio a un problema que afecta a la pareja y que puede implicar a otros ámbitos de la relación conyugal. Y aunque se ha avanzado mucho en este sentido, son todavía bastantes las parejas que lo siguen manteniendo casi en secreto, cuando lo cierto es que los sexólogos son profesionales que pueden ayudar a las parejas a conocerse mejor, a mejorar sus relaciones sexuales y a su capacidad de disfrutar de ellas.

Dos de los tipos de terapias más frecuentes son, por un lado, las destinadas a tratar un problema sexual concreto y que se refieren a un conjunto determinado de técnicas y ejercicios que modifican la conducta para afrontar problemas que tienen que ver con la respuesta sexual del hombre o la mujer. Otras, van más allá y abordan los temas de pareja desde el punto de vista de la convivencia y la falta de comunicación.

En buena parte de los pacientes, es necesario combinar ambos tipos, porque separar la relación sexual de otros ámbitos es en la mayor parte de los casos tratar el problema desde una perspectiva incompleta, puesto que las disfunciones sexuales pueden derivarse en ocasiones de dificultades de la pareja que nada tienen que ver con el sexo.

Se aconseja acudir un sexólogo cuando se ha producido una dificultad a la hora de disfrutar plenamente del sexo con otra persona. Puede ser algún tipo de disfunción en el deseo, la excitación, el orgasmo o la satisfacción sexual. Otros motivos son el dolor durante la relación sexual, los déficits en información, actitudes negativas, creencias irracionales sexuales o trastornos psicológicos, psiquiátricos u orgánicos que deriven en una disfunción sexual.

El primer paso es buscar una persona que ofrezca confianza, pues el profesional puede tener un planteamiento distinto de la sexualidad con respecto a la pareja y la terapia en este caso podría resultar contraproducente. En ocasiones, los propios médicos de cabecera pueden resultar de ayuda a la hora de encontrar un especialista aunque, para ser sinceros, aún existe un desconocimiento amplio entre los sanitarios que dificulta poder derivar adecuadamente a sus pacientes.

Pareja desnuda

También es importante que los dos miembros de la pareja estén de acuerdo en ir y tengan intención de implicarse en la terapia, puesto que se necesita la colaboración de ambos para que resulte satisfactoria. Normalmente, al principio, se suele determinar el problema y se elige el modelo de tratamiento que sea eficaz y que permita modificar las conductas que les están perjudicando. La duración no se puede establecer a priori, por lo que no hay que agobiarse por avanzar despacio, sino poner el foco en ir superando los problemas. 

Cuando finalice la terapia, no se deben obviar todas las pautas aprendidas durante la misma, porque la fidelidad a estas es un elemento imprescindible para que las disfunciones no vuelvan a aparecer con el tiempo.