EL USO DE GASES NOCIVOS COMO ARMA BELICA POR LOS INDIOS TAINOS Y CARIBES DE LAS ANTILLAS

Los cronistas coetános de la conquista espaňola en las Antillas Mayoresr al describir las armas ofensivas usadas рог los indios tainos, pusieron toda su atención en las más évidentes, como lo eran las macanas de maděra, los агсоа y fléchas, los propulsores de dardos, las lanzas de maděra y las hachas de pie- dra. Unicamente Pedro Mártir de Angleria *, quien aunque nunca visito America, en la corte de los Reyes Católicos tenía a mano a los conquistadores y exploradores que regresaban del Nuevo Mundo, asi como a los informes y noticias provenientes de las tierras descubiertas, menciona el uso de un arma ofensiva no seňalada рог los demás cronistas, los gases nocivos usados por los indios tainos de La Espaňola. Al describir los árboles de La Espaňola, el cronista nos dice :

« ... otros dos hay cuya maděra y hojas, qusmándolos, matan con sólo el humo ; eí uno si, encendiendo un poco la leňa, se lleva рог la habitación ; el otro envenena si se aspira por las narices el sahumerico de la hoja » 2.

El uso de esta maděra para producir gases mortíferos es reportado por Pedro Mártir cuando nos dice :

« Habiendo intentado los isleňos quitarse de encima el yugo de tanta servidumbre,. y no habiendo cesado de procurarlo en guerra abierta o con acechanzas, se habló que quisieron matar con esa maděra a los principales, fumigándolos cuando durmieran de noche ; pero extraňando los cristianos la novedad de encontrarse con esa maděra, los obligaron a los desdichados a confesar la trampa, y los autores del intento lo paga- ron » 3.

Más tarde, el propio Pedro Mártir, vuelve a recordar el incidente del intento de rebelión de los indios, haciendo uso de gases que esta vez él dice son produ- cidos por hierbas :

« ... También hay una hierba cuyo sahumerio mata, como dijimos del árbol. Algunos- se concertaron para matar a los nuestros ; y no atreviéndose a realizarlo violentamente al descubierto, determinaron colocar dentro de cierta casa muchos manojos de aquella hierba, para después prenderle fuego a la casa, a fin de que, cuando los nuestros acu-