HISTORIA Y EVOLUCIÓN

DEL CARTUCHO
 

MacLantarón

 

Se denomina cartucho a la carga de pólvora y municiones, o de pólvora sola, correspondiente a cada tiro de un arma de fuego, envuelta en papel o lienzo o encerrada en un tubo metálico, que puede contener solamente la pólvora, o ésta junto con el proyectil, o finalmente, ambos elementos y además el cebo.

 

 

 

 

ANTECEDENTES HISTORICOS

CARTUCHOS DE PAPEL

Existen fundados motivos para creer que el cartucho apareció por primera vez en España, donde lo empleo la artillería en al segunda mitad del siglo XVI, dándole el nombre de "cachucho", probablemente a causa de llamarse así cada uno de los huecos que en la aljaba servían para contener las flechas; ya Bernardino de Mendoza nos dice: “Los artilleros, hacen cachuchos ó sacos para cargar más fácilmente y apresurar las rociadas...” (Teoría y practica de la guerra, Amberes, 1595).
Esta innovación pronto pasaría a las armas ligeras, siendo, al parecer, las tropas de infantería suecas del rey Gustavo Adolfo las que hacia 1630 introducen el cartucho de papel para cargar sus fusiles.
Este cartucho solo contenía la pólvora, lo que obligaba al tirador a realizar la carga en varios tiempos (introducir el cartucho de pólvora, el proyectil, cebar la cazoleta,...) y, por lo tanto, la capacidad de abrir fuego resultaba sumamente lenta. Había que introducir modificaciones en el cartucho que facilitaran mas la carga del arma, y en principio la cuestión fue solucionada con envolver el proyectil juntamente con la carga de pólvora. Pero esto no aceleró mucho la cuestión, dado que a causa del rayado del anima del cañón había que forzar la bala esférica con la baqueta, teniendo en ocasiones que llegar a golpearla con mazo, función que reducía mucho la velocidad de fuego. Esto se solucionó en parte con la aportación de un francés, el capitán Claudio Minie, quien diseñó una bala cilindrico ojival con base hueca donde se introducía una pieza tronco cónica de madera que al ser empujada por la fuerza de los gases, que produce la combustión de la pólvora, se introducía en la base hueca de la bala haciéndola aumentar de calibre y ajustar al ánima para tomar perfectamente las estrías. Posteriormente los ingleses perfeccionan la bala Minie logrando suprimir la necesidad de la cuña tronco cónica de madera.
El empleo de esta bala facilitó la carga y posibilitó una cadencia de tiro de dos o tres disparos por minuto, pero no era suficiente, había que seguir cebando la llave. El cartucho tenia que seguir evolucionando hasta que se le añadiera el pistón o cebo para tener los tres componentes que permitieran realizar la carga de una sola vez.
En 1799, Edward C. Howard, dio el primer paso al descubrir las pólvoras fulminantes, que podían hacer explosión o prenderse al ser golpeadas. Innovación a la que no se la encontró aplicación hasta que en 1807, el sacerdote escocés Alexander Forsyth inventa la llave de percusión donde utiliza la propiedad de las pólvoras fulminantes de inflamarse al choque. Posteriormente cuando se ve que la idea funciona, una serie de armeros comienzan a perfeccionar la idea hasta que armero ingles Egess, inventa el pistón.
Solo faltaba ya que alguien encontrara la manera de unir el pistón al cartucho, y diseñara un sistema de retrocarga que evite el tener que cargar el arma por la boca de fuego. Y como las cosas complicadas siempre hay alguien que las hace fáciles, en 1836 gracias a Juan Nicolás DREYSE, ven la luz dos grandes inventos que revolucionaran el sistema de carga en las armas de fuego: el fusil de aguja y el cartucho combustible.

Cartucho Dreyse
Cartucho Dreyse

El cartucho combustible diseñado por Dreyse, esencialmente consiste en una envoltura de papel que contiene ya los tres elementos básicos: pólvora, bala y cebo fulminante. Pero con un orden de colocación muy peculiar. El fulminante va situado delante de la carga de pólvora, en el fondo de un taco de madera, sobre el que se asienta una bala de plomo de forma ovoidea; de manera que al disparar la aguja debe atravesar todo el espacio ocupado por la pólvora para incidir en el pistón.
Exceptuando Prusia la mayoría de las naciones consideraron el fusil de aguja y el cartucho Dreyse, un verdadero disparate, pero la realidad se impondría, y nunca mejor dicho, “por las armas”.

Detalle del "Fusil de aguja"
Detalle del "Fusil de aguja"

El 3 de julio de 1866, en la batalla de Sadowa, los prusianos, mandados por Guillermo I, y los austríacos, a las órdenes de Bernedek, se enfrentaron durante ocho horas. La superioridad del armamento prusiano (el fusil de aguja) fue la causa de las cuantiosas pérdidas experimentadas por los austríacos (60.000 hombres). Esta batalla, y las escaramuzas que la precedieron, pusieron de manifiesto de una manera ejemplar las ventajas que tenían el fusil y la munición desarrollada por Dreyse sobre todos los demás que estaban en uso en el resto de las naciones europeas.

A pesar de la incredulidad de algunos militares que propugnaron la idea de que al combatiente no se le podía dar tanta facilidad de abrir fuego, pues se derrocharía la munición en los primeros momentos del enfrentamiento, la realidad les demostró su necedad. Una nueva era se abría para las armas de fuego y la avancarga tenían sus días contados.
Sin demora, todas las naciones de Europa, comenzaron a cambiar el sistema de carga de sus armas aceptando las ideas postuladas por Dreyse. Se inicia una corriente de progreso para mejorar el sistema, y en esta ocasión será Francia la que coge el relevo.

Cartucho Chassepot dibujo esquemático
Cartucho Chassepot dibujo esquemático

Con la intención de disminuir la longitud de la aguja, pronto se variaría la colocación del pistón; aparece el cartucho Chassepot que lleva la cápsula iniciadora en el centro de un disco de cartón, que constituye el culote del cartucho; la envoltura es de papel parafinado recubierto con muselina de seda.
En este cartucho ya podemos ver una gran semejanza con los actuales, claro está, a excepción de la vaina.
Los cartuchos de papel tenían sus inconvenientes. La falta de resistencia y no resguardar de la humedad a la pólvora que contenían; además de la acumulación de sarro que producen en la recámara, reduciendo el tamaño de la misma e impidiendo introducir un nuevo cartucho sin antes limpiarla, eran los nuevos problemas a solucionar.

   Corte esquemático cartucho Lefaucheux
Corte esquemático cartucho Lefaucheux

En 1836 Casimiro Lefaucheux, basándose en estudios del maestro armero Pauli, idea un nuevo cartucho que solucionará en gran parte los inconvenientes anteriores. Entra en escena el “cartucho de aguja”(“A broche”), con un diseño diametralmente opuesto a los anteriores y técnicamente muy avanzado para su época. Estaba formado por un vaina de cartón reforzada con un culote metálico, donde se sitúaba una aguja percutora exterior que incidía en un pistón situado en el interior del cartucho. La vaina de cartón dilataba en el momento del disparo, ajustándose a las paredes de la recámara e impidiendo el escape de los gases por la misma en el momento del disparo. Dado que la combustión se producía en el interior del cartucho, no se formaba sarro en la recámara, evitando tener que limpiarla a menudo.

Cartuchos lefaucheaux
Cartuchos lefaucheaux

Parecía estar todo resuelto, pero en la práctica no fue así. Este sistema de espiga no dio buenos resultados debido a que el cartucho tenía un gran inconveniente en el peligro que supone la posibilidad de una ignición accidental al golpearse la aguja. En 1846, con la finalidad de evitar la humedad, se modifica el cartucho reformando la vaina que pasa a ser enteramente metálica.
Militarmente no tuvo mucho éxito, y aunque subsistió en armas de caza pronto sería sustituido por un nuevo tipo de cartuchos.

 

EL CARTUCHO MODERNO

Cartucho flobert y un 9mm.Pb
Cartucho flobert y un 9mm.Pb

Con objeto de utilizar en carabinas y pistolas de tiro de salón, Flobert desarrolla en 1845,un nuevo cartucho de vaina totalmente metálica (cobre) y escasa potencia. Como este cartucho no contiene carga de pólvora, siendo el fulminante el único elemento que interviene como iniciador y carga de proyección, podemos decir, que lo que hizo Flobert fue darle nueva forma a una cápsula fulminante, aumentándola de tamaño, alargándola y encajándole una pequeña bala esférica de 6 mm en la boca del cartucho.
Lo más importante de este cartucho radica en el sistema anular de percusión que serviría de base a los modernos cartucho de percusión anular.
El nuevo sistema consiste en un pliegue hueco, situado en la periferia del culote de la vaina, que además de hacer las veces de tope del cartucho con la recamara, sirve para alojar la sustancia fulminante. El impacto del percutor del arma sobre este pliegue provoca la ignición del cartucho.
Este cartucho seria perfeccionado hacia 1857 por Horace Smith y Daniel Wesson. Estos dos armeros de Springfield (EE.UU) lanzan al mercado su revólver modelo nº 1 el “Frist Issue Revólver”, recalibrado para un nuevo cartucho, el . 22 Short (22 Corto).

Corte esquemático de .22 Long Rifle
Corte esquemático de .22 Long Rifle

Considerado como el primer cartucho moderno, el .22 Corto, fue desarrollado a partir del cartucho Flobert. Básicamente lo que hicieron los avezados armeros, fue añadir al cartucho una pequeña carga de pólvora negra, que le proporcionó más potencia, y cambiar la forma del proyectil, dándole forma ojival.
La bala seguía siendo de plomo y del mismo diámetro que la vaina, sujetándose a ésta mediante un pequeño pliegue embutido en la base del proyectil y dejando al aire la mayor parte de la misma y su revestimiento lubricante (bala de talón o lubricada exteriormente).
El éxito rápido y sin precedentes tanto del arma como de este pequeño cartucho, hizo que se diseñaran cartuchos de fuego anular más potentes y de mayor calibre. Llegando a fabricarse calibres como el .44 Henry, o el que sería uno de los cartuchos de ignición anular más eficaces y potentes durante la Guerra de Secesión de los EE.UU., el 56 – 56 Spencer.
Daba la impresión de sería el sistema definitivo; pero, al ir aumentando la potencia de los cartuchos y comenzar a utilizar las pólvoras sin humo (más potentes), aparece un gran defecto en el sistema de ignición. El problema radica en la necesidad de que el grosor del latón que forma el pliegue del culote del cartucho tiene que ser muy fino para permitir que la mezcla detonante pueda ser sensible al impacto del percutor lo que hace que la resistencia del cartucho sea muy limitada, y consecuentemente no pueda admitir mucha carga de pólvora, restando potencia al cartucho. A la postre, ante la imposibilidad de solucionar el defecto, haría que en este tipo de cartucho solo subsistieran los pequeños calibres (.22 Sort ; .22 Long ; .22 Long Rifle; 22 “Wilcat” Long Rifle; 22 Winchester Magnum; 5mm Remington Magnum).
Intentando solucionar el problema de los cartuchos anulares, en los Estados Unidos, el coronel Berdan, diseña un nuevo cartucho donde el fulminante está situado dentro de una cápsula de percusión que se aloja en un orificio practicado en el centro de la base del culote de la vaina, motivo por el que, para distinguirlos de los de percusión anular, serán denominados de percusión central. Este cartucho se fabrica mediante embutición, y tanto las paredes como el culote de la vaina pueden tener un mayor grosor que permite soportar mayores presiones que darán mayor inercia a la bala, aunque esta sea más pesada y de mayor calibre.

Por esta misma época, en Inglaterra, Edward Boxer patenta un cartucho de percusión central cuyo procedimiento de construcción es más sencillo y económico. La novedad consiste en fabricar la vaina mediante una fina lámina de latón, que se enrolla alrededor de un molde metálico. El cilindro a sí obtenido, se ajustaba posteriormente a un culote metálico que contenía la cápsula detonadora. No hay duda que resultaba más fácil y más barato la construcción de la vaina pero, no prosperaría la idea, dado que la lámina de latón enrollado tendía a separarse de la base (culote) producendo gran numero de interrupciones en el arma. Por si esto fuera poco, las vainas fabricadas mediante este sistema, no se prestan a ser recargadas y poder utilizarlas varias veces.
Este tipo de cartuchos Boxer sólo fueron empleados en Inglaterra, principalmente en fusiles (Snider y Martini-Henry), pero también hay que mencionar su utilización en algún arma corta como los revólveres Webley calibre .442 (fabricados en 1868 para la Real Policía Irlandesa).

 

Dejaremos pasar un poco de tiempo y algunas experiencias fallidas o desechadas, para situarnos en el año 1873. En el Arsenal de Frankford, Filadelfia (EE.UU), con la intención de desarrollar un nuevo cartucho, se procede a experimentar con una serie de cartuchos de los diferentes sistemas utilizados por aquellos días. Básicamente, de esa experiencia, saldría lo que sería el tipo de cartucho que hoy conocemos, y cuyo concepto básico ha variado muy poco.


Bala Hunt
Bala Hunt

No quisiera finalizar este recorrido en el tiempo sin citar algunas experiencias muy singulares.
La primera de ellas fue la bala Hunt. Patentada en 1848, consistía en un proyectil hueco repleto de pólvora, y cerrado en su parte posterior con un disco de cartón dotado de un pequeño orificio para permitir la ignición de la carga.
Estaba diseñada para utilizar en armas de avancarga, y de hecho fue utilizada en el “Salvaje Oeste”, por mas de uno, para cargar su arma
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Pistola Smith & Wesson Lever y bala Volcanic
Pistola Smith & Wesson Lever y bala Volcanic

Posteriormente y con el objeto de mejorar dos inventos del armero Walter Hunt, nace la Volcanic Repeating Arms Company, sociedad fundada en 1855 por Horace Smith y Daniel B.Wesson; por un lado perfeccionaron la bala de Hunt dando origen a la bala Volcanic y por otro reformaron el mecanismo de acción de palanca del original Volition Repeating Rifle (fusil de repetición a voluntad) de 1848 diseñado por Hunt, patentando una versión optimizada del mecanismo y fabricando inicialmente la pistola Smith & Wesson Lever, nombre que posteriormente pasaría a ser Volcanic Pistol.

Este sistema no tuvo mucha aceptación y fue desechado, pero en 1965, en los EE.UU, la firma californiana MBA Associates, presenta su pistola Mark I, arma que utiliza un nueva munición basada en la bala Volcanic, la Gyrojet.

Otra experiencia dotada también de un sistema muy peculiar de ignición, fueron los cartuchos de percusión central interior. Estos sirvieron de transición entre los anulares y los centrales exteriores. A simple vista, por fuera, son idénticos a los de percusión anular, y para poder diferenciarlos tendremos que fijarnos en las estampaciones o marcas de fábrica que llevan en la base del culote; como norma general, la mayoría de las veces, los de fuego anular llevan la estampación en el centro, mientras que los de percusión central interior la llevan en la periferia.
Sin embargo, interiormente el sistema esta compuesto de un pistón fijado a la base interior del culote, mediante un alambre que encaja en el pliegue donde, en los cartuchos anulares, va la substancia fulminante.

Pistola Dardick y cartucho “Trounds”
Pistola Dardick y cartucho “Trounds”

Otra rareza es el cartucho “Trounds”. Diseñado en 1958 por David Dardick, se decía que estaba desarrollado para ser utilizado en armas factibles de ser empleadas en el interior de aviones.

Esta pistola tenía características similares a un revólver de doble acción pero con una capacidad considerablemente mayor, pero el diseño incluyó algunas excentricidades que no fueron bien recibidas, la principal es el cartucho de la Dardick.

La vaina triangular de este cartucho, primeramente se fabricó en aluminio, pero posteriormente paso a ser realizada en Fortiflex (plástico polietileno).

Dardick fabricó varias pistolas en torno al cartucho "Trounds" (Series 1100, 1500 y 2000) que, además de estar disponibles en tres calibres: .38 Dardick, .30 Dardick y .22 Dardick, estas armas se diseñaron con cañones intercambiables y un conversor a carabina.

La intención era comercializar la Dardick a la Policía, que, de aquella, aún estaba armada con revólveres del calibre .38.

Como broche final, nos resta mencionar el cartucho combustible desarrollado en 1983, por la H&K para el fusil “G-11”.
Lo más destacable de ésta munición de reducidas dimensiones (34 mm de longitud), es la ausencia de vaina y su forma rectangular. Todos los componentes del cartucho, a excepción del proyectil, son combustibles, no dejando residuos en el arma. La bala ojival de forma puntiaguda y calibre 4,7 mm, conserva su velocidad a larga distancias, ofreciendo una penetración en profundidad a distancias superiores a los 600 m.

 ¿QUÉ NOS DEPARARA EL FUTURO?

Actualmente parece ser que en los centros de Investigación y Desarrollo, los diseñadores e ingenieros, aprovechando los últimos progresos tecnológicos, experimentan con los cartuchos ya existentes con el fin de mejorar sus prestaciones, logrando proyectiles que cedan más energía en el momento del impacto o que tengan mayor penetración; que las pólvoras ardan sin dejar residuos corrosivos garantizando al mismo tiempo velocidades y energías máximas, minimizando el fogonazo y la sensación de retroceso. En definitiva, lograr cartuchos más potentes, fiables y precisos, es la premisa a seguir.

 


 

Publicado en Escaño Policial (nº42 Septiembre 2001)
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