INCIENSO

v. Perfume
Exo 30:9 no ofreceréis sobre él i extraño .. ofrenda
Exo 30:34 toma especias aromáticas .. e i puro
Lev 2:1 la cual echará aceite, y pondrá sobre ella i
Lev 24:7 pondrás también sobre cada hilera i puro
2Ch 26:18 no te corresponde a ti el quemar i
Psa 141:2 suba mi oración delante de ti como el i
Son 3:6 sube .. sahumada de mirra y de i y de
Son 4:6 me iré al monte de .. y al collado del i
Isa 1:13 el i me es abominación; luna nueva y día
Isa 60:6 de Sabá; traerán oro e i, y publicarán
Jer 6:20 ¿para qué a mí este i de Sabá, y la buena
Mal 1:11 en todo lugar se ofrece a mi nombre i
Luk 1:9 le tocó en suerte ofrecer el i, entrando
Rev 5:8 copas de oro llenas de i, que son las
Rev 8:3 se le dio .. i para añadirlo a las oraciones
Rev 18:13 canela, especias .. i, mirra, olíbano


El término es la traducción de dos palabras heb. que al principio tení­an significado distinto, aunque más tarde la segunda palabra prácticamente llegó a tener el mismo significado que la primera: levonah, fragancia o incienso y qetorah, incienso. El incienso era una sustancia aromática compuesta de gomas y especias para ser quemadas, especialmente en la adoración religiosa.

Estaba compuesto de acuerdo a una receta precisa de estacte, uña aromática, gálbano e incienso puro; igual peso de cada cosa, y es-taba sazonado con sal (Exo 30:34-35). No debí­a usarse para cosas comunes (Exo 30:34-38; Lev 10:1-7). El incienso que no estaba propiamente compuesto era rechazado como incienso extraño (Exo 30:9).

El altar del incienso estaba recubierto con oro puro y estaba colocado en el lugar santo. Originalmente el sumo sacerdote quemaba incienso cada mañana cuando encendí­a las lámparas (Exo 30:1-9). En el dí­a de la Expiación llevaba el incienso atrás del velo y lo quemaba en un incensario en el lugar santí­simo (Lev 16:12-13). Los de Coré fueron muertos como castigo, supuestamente, por atribuirse el derecho de quemar el incienso (Números 16).

Los hijos de Aarón murieron por ofrecerlo inapropiadamente (Leví­tico 10; comparar 16:13). En el tiempo de Cristo, el incienso era ofrecido por sacerdotes regulares, de entre los cuales uno era escogido por suerte cada mañana y cada tarde (Luk 1:9).

El ofrecer incienso era una práctica muy común en las ceremonias religiosas de casi todas las naciones antiguas (egipcios, babilonios, asirios, fenicios, etc.), y se usó ampliamente en los rituales de Israel.

El incienso era simbólico de las oraciones que elevaba el sumo sacerdote que oficiaba (Psa 141:2; Rev 8:3-5).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Sustancia aromática, costosa, que se obtení­a de árboles.

– Se quemaba dí­a y noche en el tabernáculo y el templo, Exo 30:7-8, Luc 1:9-11.

– Es sí­mbolo de la oración: Sal 141:2 Rev 5:8, Rev 8:3-4, Mat 2:11.

– Dios rechazaba el incienso si el corazón no era recto delante de E1, Isa 1:13-17, Isa 66:2-3, Jer 6:19-20.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Existen varios tipos de árboles en ífrica y Arabia de cuya corteza se extrae una resina o lí­quido gomoso que al ser quemado expele un aroma muy apreciado para fines domésticos y rituales. El que más se menciona en la Biblia tiene el nombre cientí­fico de Boswellia carteri. Serví­a de base al compuesto, llamado por eso genéricamente †œi.†, que se quemaba en el altar de oro, o altar del i., en el tabernáculo (Exo 25:6; Exo 30:27, Exo 30:34-37; Exo 37:29; Num 7:14), el cual no podí­a ser usado para fines privados sino sólo rituales (Exo 30:37-38), que eran competencia exclusiva del sumo sacerdote (Exo 30:7-8).

Ese humo perfumado que se eleva al cielo es tomado como sí­mbolo de la oración. †œSuba mi oración delante de ti como el i.† (Sal 141:2). †œLas oraciones de los santos† aparecen en forma de i. en copas de oro (Apo 5:8). La idea la encontramos como algo común en los antiguos pueblos del Oriente Medio, que quemaban i. a sus dioses. Israel tuvo muchos problemas por esa práctica idolátrica (1Re 11:8; 2Re 12:3; 2Re 18:4; 2Cr 28:25; Isa 65:3; Jer 11:12). †¢Lugares altos.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, LEYE FLOR ARBO

vet, Resina perfumada de un árbol (Eclo. 50:8; Cnt. 3:6), de color blanco, como lo indica su nombre heb., “l’bonah”. El incienso entraba en la composición del aceite santo, con el que los sacerdotes eran consagrados (Ex. 30:34); se incluí­a en el aceite venido sobre la ofrenda de flor de harina (Lv. 2:1, 2, 15, 16), era finalmente quemado con fuego (Lv. 6:15). No se añadí­a incienso en el sacrificio de la expiación (Lv. 5:11), ni a la ofrenda por los celos (Nm. 5:15). Se vertí­a incienso puro sobre los doce panes de la proposición (Lv. 24:7; cp. 1 Cr. 9:29; Neh. 13:5). Los dromedarios de Madián, de Efa y de Sabá lo traí­an de Arabia (Is. 60:6; Jer. 6:20). Es posible que el collado del incienso (Cnt. 4:6) fuera un lugar retirado de los jardines reales en medio de árboles de incienso (Ec. 2:5; Ant. 8:6, 6; 9:1-2). El incienso de la antigüedad, el olí­bano del comercio europeo, proviene de la “Boswelia Floribunda”, de la familia de las buseráceas, que crece en la India, o bien de otras especies originarias de la India, de la costa de Somalia y del sur de Arabia. El incienso es una goma resinosa que se presenta en forma de “lágrimas” de 2 cm., que se secan, y difunden un olor balsámico al ser quemadas. El incienso de calidad inferior es rojizo, y se recoge en primavera; la calidad superior es blanca, recogiéndose más tarde.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Resina aromática para ser quemada (incensus, quemado) extraí­da de algunos arbustos, como las diversas especies de boselia, que se cultiva mucho en el Norte de Africa, Arabia y la India. En los tiempos antiguos se usaba para contrarrestar el olor de las ví­ctimas quemadas en los sacrificios de los templos, entre otros en el de Jerusalén.

Tal vez desde su uso en los cultos paganos romanos se extendió entre los primeros cristianos, sobre todo en las iglesias de Oriente más influenciadas por los usos sociales de la región. Con incienso se aromatizaba el ambiente de la asamblea reunida y como signo de respeto y veneración se incensaba el altar, que desde tiempos inmemoriales se consideró como el sí­mbolo de la presencia de Cristo en medio de los suyos.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Sustancia resinosa, proveniente de Sabá (1 Re 10, 2. 10; 2 Crón 9, 19; Is 60, 6; Jer 6, 20), extraí­do de un arbusto blanco que no existí­a en Palestina. Los magos se lo ofrecieron al Niño Jesús (Mt 2, 11). Se empleaba como mezcla en los perfumes y en los aromas; y en el templo al ofrecer el sacrificio (Lev 2, 1. 15; 24, 7; Lc 1, 9-11; Act 9, 4; Ap 18, 13).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Compuesto de resinas aromáticas y bálsamos que arden lentamente esparciendo un aroma fragante. Las palabras hebreas qetó·reth y qetoh·ráh se derivan de la raí­z qa·tár, que significa †œhacer humo de sacrificio†. El sustantivo correspondiente en las Escrituras Griegas Cristianas es thy·mí­Â·a·ma.
El incienso sagrado prescrito para usarse en el tabernáculo del desierto se componí­a de materiales costosos contribuidos por la congregación. (Ex 25:1, 2, 6; 35:4, 5, 8, 27-29.) Cuando Jehová le dio a Moisés la fórmula divina para esta mezcla de cuatro componentes, le dijo: †œTómate perfumes: gotas de estacte y uña olorosa y gálbano perfumado y olí­bano puro. Debe haber la misma porción de cada uno. Y tienes que hacer de ello un incienso, una mezcla de especias, obra de ungüentario, sazonado con sal, puro, cosa santa. Y tienes que machacar parte de él hasta convertirlo en polvo fino y tienes que poner parte de él delante del Testimonio en la tienda de reunión, donde me presentaré a ti. Debe serles santí­simo†. Luego, para grabar en ellos la exclusividad y santidad del incienso, Jehová añadió: †œCualquiera que haga uno semejante a él para disfrutar de su olor tiene que ser cortado de su pueblo†. (Ex 30:34-38; 37:29.)
En una época posterior, los judí­os rabí­nicos añadieron otros ingredientes al incienso del templo. Josefo registra que este incienso se componí­a de trece perfumes o especias aromáticas. (La Guerra de los Judí­os, libro V, cap. V, sec. 5.) Según Maimónides, algunos de esos ingredientes adicionales eran: el ámbar, la casia, la canela, la mirra, el azafrán y el nardo.
En el extremo occidental del compartimiento Santo del tabernáculo, al lado de la cortina que lo separaba del Santí­simo, estaba situado el †œaltar del incienso†. (Ex 30:1; 37:25; 40:5, 26, 27.) También habí­a un altar de incienso similar en el templo de Salomón. (1Cr 28:18; 2Cr 2:4.) Sobre esos altares se quemaba el incienso sagrado todas las mañanas y todas las tardes. (Ex 30:7, 8; 2Cr 13:11.) Una vez al año, en el Dí­a de Expiación, se llevaban brasas del altar en un incensario o braserillo, junto con dos puñados de incienso, dentro del Santí­simo, donde se hací­a humear el incienso delante del propiciatorio del arca del testimonio. (Le 16:12, 13.)
El sumo sacerdote Aarón fue el primero en ofrecer el incienso sobre el altar. (Ex 30:7.) Sin embargo, su hijo Eleazar recibió la superintendencia del incienso y otros utensilios del tabernáculo. (Nú 4:16.) Parece que el quemar el incienso no estaba restringido al sumo sacerdote, excepto en el Dí­a de Expiación, pues se dice que el sacerdote Zacarí­as (padre de Juan el Bautista) estaba efectuando este servicio. (Lu 1:8-11.) Poco después de empezar el servicio del tabernáculo, Jehová dio muerte a Nadab y Abihú —hijos de Aarón— por tratar de ofrecer incienso con †œfuego ilegí­timo†. (Le 10:1, 2; compárese con Ex 30:9; véase ABIHÚ.) Posteriormente, Coré y 250 hombres —todos levitas, pero no de la lí­nea sacerdotal— se rebelaron contra el sacerdocio aarónico. A modo de prueba, Moisés les dio instrucciones de que tomasen braserillos y quemasen incienso a la entrada del tabernáculo, de manera que Jehová pudiese indicar si los aceptaba como sus sacerdotes. El grupo pereció durante el acto, mientras tení­an en sus manos los braserillos. (Nú 16:6, 7, 16-18, 35-40.) De la misma manera, el rey Uzí­as fue herido con lepra cuando tuvo la osadí­a de quemar incienso en el templo. (2Cr 26:16-21.)
Con el transcurso del tiempo, la nación de Israel se hizo tan negligente en la adoración prescrita por Jehová que cerraron el templo y quemaron incienso en otros altares. (2Cr 29:7; 30:14.) Aún peor, quemaron incienso a otros dioses, delante de los cuales se prostituyeron, y profanaron de otras maneras el incienso santo, todo lo cual era detestable a los ojos de Jehová. (Eze 8:10, 11; 16:17, 18; 23:36, 41; Isa 1:13.)

Significado. Puesto que el pacto de la Ley era una sombra de cosas mejores por venir (Heb 10:1), parece que la acción de quemar incienso prescrita en ese pacto representó las oraciones gratas a Dios que le ofrecen sus siervos fieles. El salmista dijo: †œQue mi oración esté preparada como incienso delante de ti [Jehová]†. (Sl 141:2.) Asimismo, el libro de Revelación, de un notable contenido simbólico, habla de los que estaban alrededor del trono celestial de Dios con †œtazones de oro que estaban llenos de incienso, y el incienso significa las oraciones de los santos†. En el mismo libro también se registra: †œSe le dio [a un ángel] una gran cantidad de incienso para que lo ofreciera con las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono†. (Rev 5:8; 8:3, 4.) En varios aspectos, el quemar incienso fue un sí­mbolo apropiado de las oraciones de los santos †˜ofrecidas†™ (Heb 5:7) noche y dí­a (1Te 3:10), y que satisfacen a Jehová. (Pr 15:8.)
El incienso, por supuesto, no podí­a hacer que las oraciones de los adoradores falsos fuesen aceptables a Dios. (Pr 28:9; Mr 12:40.) Por otra parte, las oraciones de un justo son eficaces. (Snt 5:16.) Por consiguiente, cuando se declaró una plaga procedente de Dios, Aarón rápidamente †œpuso el incienso y empezó a hacer expiación por el pueblo†. (Nú 16:46-48.)

Los cristianos no quemaron incienso. En algunas religiones de la cristiandad, así­ como en los templos budistas, aún se quema incienso en la actualidad, pero las Escrituras no ofrecen base alguna que justifique la pervivencia de esa práctica entre los verdaderos cristianos. No hay indicios de que hubiese incensarios en las iglesias durante los primeros cuatro siglos de nuestra era, y no se tienen pruebas manifiestas del uso de incienso en los servicios religiosos hasta la época de Gregorio Magno (postrimerí­as del siglo VI). Es evidente que este hecho se debió a que, con la llegada de Cristo y el fin del pacto de la Ley y sus normas, clavadas en sentido figurado al madero de tormento (Col 2:14), se deja de quemar incienso como parte de la adoración a Dios, particularmente, después de la desaparición del templo y del sacerdocio aarónico. No se dio autorización a la congregación cristiana para usar incienso, y los primeros cristianos, al igual que los judí­os, nunca ofrecieron incienso con fines religiosos.
Los primeros cristianos también se negaron a quemar incienso en honor del emperador, aun a riesgo de perder la vida. Daniel P. Mannix dijo en su obra Those About to Die (1958, pág. 137): †œMuy pocos cristianos se retractaron, aunque se solí­a tener en la arena del estadio un altar con una llama encendida para facilitarles la ofrenda. Todo lo que el prisionero tení­a que hacer era arrojar una pizca de incienso en él y se le daba un Certificado de Sacrificio, con lo que quedaba en libertad. Además, se le explicaba bien que no se trataba de un acto de culto al emperador, sino un reconocimiento de su naturaleza divina como cabeza del Estado romano. Aun así­, casi ningún cristiano se valió de este medio para escapar del martirio†.
Tertuliano (siglos II y III E.C.) dijo que los cristianos ni siquiera intervení­an en el comercio de incienso. (Sobre la idolatrí­a, cap. XI.) No obstante, este no es el caso de los mercaderes de incienso mencionados en Revelación, que negocian con Babilonia la Grande. (Rev 18:11, 13.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

A. NOMBRE thumiama (qumivama, 2368) (de thuo, ofrecer en sacrificio) denota un combustible aromático, incienso (Luk 1:10, 11); en plural (Rev 5:8 y 18.13; 8.3,4, significando incienso aquí­). En relación con el tabernáculo, el incienso tení­a que ser preparado con una mezcla de estacte, uña aromática, gálbano aromático, e incienso puro, en partes iguales. Se prohibí­a la imitación para usos particulares (Exo 30:34-38). Cf. thumiaterion, incensario (Heb 9:4) y libanos, olí­bano (Rev 18:13); véase .¶ B. Verbo thumiao (qumiavw, 2370), quemar incienso (véase A). Se halla en Luk 1:9:¶ Véase también OFRECER.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Incienso expresa el hebreo lәḇônāh, una resina de un arbusto de ocho pies de alto del género Boswellia que crece en el sur de Arabia y en la Península de los Somalís. De la misma área viene la mirra, una resina aromática que se saca del árbol Balsamodendron Mirra.

El incienso se añadía a la ofrenda de harina y a los panes de la proposición (Lv. 2:2–16; 24:7), pero no a la ofrenda por el pecado o la ofrenda por los celos (Lv. 5:11; Nm. 5:15). Éste fue también uno de los preciosos regalos que fueron ofrecidos a nuestro Salvador.

El incienso (qәṭōreṯ) que se quemaba en el altar del incienso (Ex. 30:7; 1 S. 2:28) contenía especias. Las especias de Arabia fueron importantes en la antigüedad. El incienso usado en el templo era una mezcla especial para usos sagrados (Ex. 30:37). Su humo simbolizaba la oración que ascendía (Ap. 8:3) y protegía el arca de la mirada de los hombres (Lv. 16:13). No se usaba en el aceite para unciones (Ex. 30:23–25).

BIBLIOGRAFÍA

Gus W. Van Beek, «Frankincense and Myrrh in Ancient South Arabia», Journal of the American Oriental Society, 78; 141–52.

  1. Laird Harris

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (313). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Rasgo característico del ritual del AT, el incienso era una ofrenda costosa y, esencialmente, signo de reconocimiento de la deidad (cf. Mal. 1.11). Este término tiene una doble aplicación: se refiere tanto a la sustancia que se quema como al aroma que produce. Dos palabras heb. se trad. así: (1) leḇônâ, ‘incienso’; y (2) qeṭōreṯ, el “humo dulce” (“incienso” °vrv2) de Is. 1.13. Entre los israelitas sólo los sacerdotes estaban autorizados a ofrecer incienso. Cuando el Señor dio a Moisés instrucciones para Aarón, incluyó estrictas reglas relativas al uso del incienso en el lugar santo (Lv. 16.12s). También se emplea el incienso en la Escritura como símbolo de oración (p. ej. Sal. 141.2; Ap. 8.3s, gr. thymiama).

Gálbano (heb. ḥelbe; etimología incierta). Especia de olor fuerte (Ex. 30.34), usualmente considerada como la goma de una planta umbilífera, la Ferula galbaniflua, originaria de Persia.

Incienso (heb. lebônâ). Esta sustancia consiste en la exudación resinosa de ciertos árboles Boswellia, cuyas principales especies son la B frereana, la B. carteri y la B. papyrifera en el NE de África, la B. sacra en Dhofar, S de Arabia, y la B. serrata en el NO de la India, donde crecen en las montañas semidesérticas. Proporcionaron buena parte de la riqueza amasada por los mercaderes que seguían las antiguas rutas de especias desde el S de Arabia a Gaza y Damasco (Is. 60.6).

Esta resina aromática amarilloblancuzca se obtenía por medio de incisiones en la corteza. Aunque de gusto acre, el incienso es extremadamente oloroso. Era uno de los ingredientes del aceite sagrado para el ungimiento (Ex. 30.34), y también se quemaba con otras sustancias durante la ofrenda vegetal (Lv. 6.15, °vm). Se colocaba incienso en forma purificada sobre el pan de la proposición en el tabernáculo (Lv. 24.7). Grato a los sentidos (Cnt. 3.6; 4.6, 14), también era símbolo de fervor religioso (cf. Mal. 1.11). El incienso presentado a Cristo por los magos de oriente (Mt. 2.11) se ha interpretado como símbolo de su oficio sacerdotal.

Véase F. N. Hepper, “Arabian and African Frankincense”, JEA 55, 1969, pp. 66–72.

Los otros componentes del incienso sagrado eran el estacte y la uña aromática (* Hierbas y especias).

Véase tamb. * Sacrificio y ofrenda (AT) IV. a. Cosméticos y perfumería, V. b. (que incluye bibliografía).

F.N.H.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Turiferario. Fotografía de Ghevond Vardapet

Naturaleza

(Latín, thus, griego, thumiama). Sustancia aromática que se obtiene de ciertos árboles resinosos y empleado principalmente con fines de culto religioso. La palabra también se utiliza para señalar el humo o perfume que surge cuando se quema el incienso.

En tiempos antiguos el incienso se extraía de dos árboles, es decir, el Boswellia sacra de Arabia Felix, y el Boswellia papyrifera de la India, ambos pertenecientes a la familia de los terebintos. Se le menciona en Núm. 7,14; Deut. 33,10, etc. Se extraía de la corteza igual que se obtiene la goma al presente. Con el propósito de aumentar la fragancia y producir un humo más denso, se le añadían varios elementos extraños (cf. Josefo, “Bell. Jud.”, V, 5). Estos ingredientes generalmente eran cuatro, pero algunas veces tantos como trece, y la tarea de mezclarlos en la debida proporción era asignada bajo las ordenanzas de la Ley antigua a ciertas familias. (Cant. 3,6).

Uso

El uso del incienso era muy común. Era utilizado con propósitos profanos como un antídoto contra el cansancio producido por el calor excesivo, tal como se utilizan los perfumes hoy día. Los escritores clásicos mencionan su introducción al culto pagano. (cf. Ovidio, “Metamorph.”, VI, 14, Virgilio, “Eneida”, I, 146). Herodoto atestigua de su uso entre los asirios y babilonios, mientras que en las tabletas monumentales egipcias se representa a los reyes balanceando incensarios. Entró extensamente al ritual judío, en el cual se utilizaba especialmente en relación con las ofrendas eucarísticas de aceite, frutas y vino o los sacrificios incruentos ((Lev. 6,15). Por mandato de Dios, Moisés construyó un altar del incienso (cf. Éx. 30), sobre el cual se quemaban las especies y gomas más dulces, y la función de la renovación diaria se le encomendó a una rama especial de la tribu levítica (1 Crón. 9,29).

No es fácil precisar cuándo exactamente se introdujo el incienso en los servicios religiosos de la Iglesia. No existe evidencia de su uso durante los primeros cuatro siglos. Sin embargo, su uso común en el Templo y las referencias a él en el Nuevo Testamento (Lc. 1,10; Apoc. 8,3-5) sugerirían una temprana familiaridad con él en el culto cristiano. La primera referencia auténtica de su uso en el servicio de la Iglesia se encuentra en Seudo-Dionisio (“De Hier. Ecc.”, III, 2). Las liturgias de Santiago y Marcos —que en su forma actual no son anteriores al siglo V— se refieren a su uso en los Sagrados Misterios (cf. Brightman, “Liturgias Orientales”). Un ordo romano del siglo VII menciona que el incienso era utilizado en la procesión del obispo al altar y el Viernes Santo. cf. “Ordo Romanus VIII de San Amando; para el Ordo en Einsiedeln MS., cf. Duchesne, “Christian Worship”, 481).

La peregrina Eteria lo vio empleado en la vigilia de los Oficios del domingo en Jerusalén (cf. Peregrinatio, II). Casi todas las liturgias orientales dan testimonio de su uso en la celebración de la Misa, especialmente en el ofertorio (cf. Goar, “Euchologium Grecorum”, 73; Renaudot, “Coll. liturgiarum orient.”, I, 200). En la Iglesia Romana la incensación en el Evangelio de la Misa aparece muy temprano —en el ofertorio en el siglo XI, y en el introito en el siglo XII, en el Benedictus y en el Magníficat de las horas canónicas alrededor del siglo XIII, y en relación con la elevación y la bendición del Santísimo Sacramento, alrededor del siglo XIV. El “Ordo Romano VI” describe la incensación del celebrante, y en la época de Durando (Rat. Off. Div) se incensaba a los clérigos ayudantes. En la actual disciplina de la Iglesia Occidental se utiliza el incienso en las Misas solemnes, bendiciones solemnes, funciones y procesiones, oficios corales y en las absoluciones para los difuntos. En estas ocasiones se inciensa a las personas, lugares y cosas tales como las reliquias de Cristo y de los santos, el crucifijo, el altar, libro de los Evangelios, los féretros, los restos, la sepultura, etc. Cuando se usa el incienso, generalmente es quemado. Sin embargo, existen dos casos donde no se consume: (1) los granos colocados en el cirio pascual y (2) los granos colocados en el sepulcro de los altares consagrados. Durante la Misa, el incienso generalmente se bendice antes de ser utilizado.

Simbolismo y Manera de Incensar

El Incienso, con su dulce aroma de perfume y el humo que asciende es típico de las buenas oraciones cristianas, las cuales, avivadas en el corazón por el fuego del amor de Dios y exhalando el olor de Cristo, eleva una ofrenda agradable a sus ojos (cf Amalario “De eccles. officiis” en P.L., CV). Incensar es el acto de impartir el olor del incienso. Se toma el incensario con la mano derecha a la altura del pecho, agarrado por una cadena cerca de la cubierta; la mano izquierda, que sostiene la parte superior de la cadena, se coloca en el pecho. Entonces se eleva el incensario hasta llegar a la altura de los ojos, y se le da un movimiento hacia afuera y ligeramente ascendente hacia el objeto a ser incensado, y de inmediato se lleva al punto de partida. Esto constituye una sola oscilación. Para una doble oscilación, se debe repetir el movimiento hacia afuera, haciendo más pronunciado el segundo movimiento que el primero. La dignidad de la persona o cosa determinará si la oscilación es sencilla o doble, y también si se oscilará una o más veces. La naveta es el recipiente que contiene el incienso para su uso inmediato, y se le llama así debido a su forma. Generalmente lo lleva un turiferario en la mano desocupada.

Fuente: Morrisroe, Patrick. “Incense.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 26 Jan. 2012
http://www.newadvent.org/cathen/07716a.htm

Traducido por Ana Laura Cox. lhm.

Enlaces relacionados

  • Fotografías del rito oriental, de Ghevond Vardapet [1]
  • Afecto oriental del Papa Francisco [2]
  • Afecto oriental de los Papas [3]
  • Vocabulario litúrgico bizantino
  • Rito de Constantinopla
  • Menaion
  • Rito bizantino: Ektenía antes del Padre Nuestro
  • Resurrección de Jesucristo
  • Agatángelo
  • San Gregorio el Iluminador

Fuente: Enciclopedia Católica