Consultas  Médicas

Queilofagia en lenguaje médico

Succión labial

JOSÉ A. DE LA OSA

Es un hecho conocido que la queilofagia o succión de los labios —como ocurre cuando asumimos en la niñez la costumbre de chuparnos el dedo o sencillamente el tete— se convierte con el devenir en un hábito bucal deformante, lo que debe alertar a la familia para, sin pérdida de tiempo, establecer medidas oportunas de prevención o tratamiento.

Foto: ARNALDO SANTOSDoctora Celis M. Fernández Torres.

La doctora Celis María Fernández Torres, especialista de segundo grado y jefa del Grupo Nacional de Ortodoncia del Ministerio de Salud Pública, subraya que la queilofagia es el hábito nocivo de morderse los labios y los carrillos, y refiere un estudio realizado en Ciudad de La Habana, el cual demostró que un 12% de escolares de primaria, en el área de salud de la Clínica de H y 21, presentaban esa mala práctica.

¿Existiría un rango de edades en que ello se convierta en perjudicial para la boca y sus estructuras?

Es dañino a cualquier edad por las lesiones que puede producir en la mucosa de los carrillos y en los labios, pero es particularmente deformante en las edades de crecimiento y desarrollo por originar anomalías en dientes y mandíbula.

Precisemos: cualquier persona podría morderse, de tiempo en tiempo, algunos de los labios. ¿En qué momento devendría práctica nociva?

Cuando su repetición se convierte en acto inconsciente y repetitivo.

¿Es un hábito que surge de forma espontánea, o se adquiere por imitación u otra causa?

Puede aparecer de forma espontánea o por imitación, como cualquier otro hábito, pero en ocasiones se manifiesta por una anomalía maxilomandibular ya existente. En estos casos es indispensable la corrección ortodóncica para su eliminación.

¿Factores relacionados con el orden afectivo o emocional del niño o la niña se relacionan con este trastorno?

Sí. Te diría que desempeñan un papel muy importante, y pueden desencadenar hábitos en general.

De acuerdo con su experiencia, ¿se establece alguna "predilección" por la succión de alguno de los dos labios?

Por el labio inferior.

¿Podría enumerar qué consecuencias acarrearía la persistencia de este mal hábito?

Además de las lesiones en mucosas y labios, produce anomalías a nivel dental y alveolar (hueso que rodea al diente), y, asimismo, podría afectar el desarrollo óseo.

¿En qué momento y a qué profesional de la salud consultar?

Cada paciente es único e irrepetible y su propia historia, por tanto, lo hace especial. Debe consultarse en primer lugar al estomatólogo general, y cuando existan anomalías o lesiones, establecer las interconsultas necesarias con el ortodoncista, el sicólogo y otros profesionales de la salud.

¿Hay experiencias con algún tratamiento casero que pueda dar buenos resultados en la cesación de la succión labial? O profesional...

En ocasiones ha sido tratada con sustancias amargas, aunque te diría que no es lo correcto, y, profesionalmente, con aparatos removibles de ortodoncia, funcionales, "pantallas bucales", que si bien son importantes no debe desconocerse la causa que desencadene este hábito. Esa es la razón por la cual muchos de estos tratamientos fracasan.

¿Podría hablarse de prevención?

Sí. Mediante la educación contribuir a la información sobre estos temas y poder eliminar la carga negativa que ejerce un medio ambiente familiar desinformado.

¿Quisiera precisar algún detalle que valore como esencial?

Los hábitos orales deben analizarse desde antes de nacer el niño, por lo que resulta fundamental suministrarle a la futura mamá los conocimientos necesarios. A los múltiples beneficios que para la salud de la niña y el niño comporta la lactancia materna, hay que añadir que, durante la amamantación, el bebé no solo succiona como comúnmente se cree, sino que "ordeña" en el sentido más literal, con movimientos de la mandíbula de avance y retroceso, y este ejercicio continuo prepara sus músculos masticatorios y todo su sistema, que va adquiriendo el tono y desarrollo requeridos para cuando aparezcan los primeros dientes. El niño que se amamanta utiliza por lo menos 60 veces más energía que aquel que toma del biberón y, por otra parte, posibilita que las estructuras óseas, musculares y articulares crezcan con armonía. Es por ello que la alimentación con biberón es considerada un factor principal de riesgo en el desarrollo de hábitos perniciosos.