GEDEON

Jdg 6:11-8:35.
Heb 11:32 contando de G, de Barac, de Sansón


Gedeón (heb. Gidôn, “leñador [talador]”, “picapedrero” o “guerrero”; gr. Gedeon). Juez y libertador de los hebreos, hijo de Joás de la familia de Abiezer, que viví­a en Ofra, Manasés occidental (Jdg 6:11). Durante un perí­odo de opresión madianita, mientras estaba trillando trigo en un lagar en Ofra para esconder su cosecha de los madianitas, Gedeón fue llamado por el ángel del Señor para librar a Israel. Respondió con un sacrificio, y la noche siguiente derribó el altar local de Baal y construyó uno dedicado a Yahweh (Jdg 6:12-27). Los furiosos habitantes del lugar protestaron violentamente y exigieron la muerte de Gedeón, pero su padre lo defendió insistiendo en que Baal se deberí­a poder defender solo. Este incidente le valió a Gedeón el nombre de Jerobaal* (vs 28-32); pero más tarde, cuando el nombre de “Baal” era mal mirado, fue cambiado por Jerubeset (heb. Yerubesheth) en el texto hebreo (la LXX mantiene “Jerobaal”; 2Sa 11:21). Después de haber recibido su nombramiento divino, Gedeón convocó a los hombres de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí­ para realizar un ataque contra los madianitas (Jdg 6:33-35). Luego, atemorizado, pidió una confirmación de su llamado divino, lo que le fue concedida (vs 36-40). Para que el pueblo pudiera reconocer que la victoria no serí­a el resultado de la capacidad o fortaleza humana, Dios indicó que las fuerzas de lucha fueran reducidas, con el resultado de que todos menos 300 fueron eliminados. Con los 300 hombres haciendo sonar sus trompetas, gritando y quebrando las vasijas dentro de las cuales habí­an ocultado unas antorchas, Gedeón atacó de noche. Tomados por sorpresa, los madianitas se llenaron de pánico, cada soldado peleó contra su compañero y el ejército huyó. Los efraimitas, instruidos por Gedeón para que cortaran las rutas de escape en el Jordán, apresaron a 2 de los prí­ncipes de Madián y enviaron sus cabezas a Gedeón. Gedeón siguió la persecución al otro lado del Jordán, y capturó y mató a otros 2 prí­ncipes madianitas 484 (7:1-8: 21). Esta notable victoria más tarde se llegó a conocer como el “dí­a de Madián” (Is . 9:4; cf 10:26; Psa 83:9). Gedeón rehusó la oferta del pueblo de hacerlo rey, reconociendo que Dios era su único rey (Jdg 8:22, 23). Sin embargo, actuó en forma necia al hacer un efod con las joyas traí­das por Israel y exhibiéndolo en su pueblo natal de Ofra. Este efod llegó a ser un objeto de adoración y un medio de caer en la idolatrí­a (vs 24-27). Tuvo un gran harén y parece que se entregó a la buena vida. Después de juzgar a Israel durante 40 años, murió a edad avanzada y fue sepultado en Ofra (vs 28, 32). Luego de la muerte de Gedeón, Abimelec, su hijo con una concubina, asesinó a todos los demás hijos de Gedeón menos uno y se hizo rey (vs 30, 31; 9:1-6).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

(heb., Gidh†™on, leñador o talador). Hijo de Joás, abiezerita (Jdg 6:11) que vivió en Ofra, no lejos del monte Gerizim. El registro de Gedeón se encuentra en Jdg 6:1—Jdg 9:6. Un fuego sobrenatural que consumió el sacrificio de Gedeón (Jdg 6:17-23) testificó del hecho de que el mensajero que llamó a Gedeón a liderar a Israel era de Dios.

Gedeón respondió al llamado y, con varios amigos, derribó el altar de Baal y cortó la arboleda sagrada que lo rodeaba. Erigió en su lugar un altar nuevo, llamándolo Jehovah-salom, †œEl Señor es Paz† (Jdg 6:24). Los seguidores de Baal quisieron matarlo pero su padre intervino. En lugar de la muerte, le dieron un nuevo nombre, Jerobaal, o †œcontienda Baal contra él† (Jdg 6:28-32). Gedeón entonces hizo un llamado a las tribus vecinas para luchar en contra de los madianitas. Habiendo reunido una hueste formidable, buscó confirmación de su tarea y así­ realizó la famosa prueba del vellón (Jdg 6:36-40; compararJdg 7:9-14). Para evitar la jactancia humana, Dios redujo la fuerza de Gedeón de 32.000 hombres a 300 (Jdg 7:1-8).

El ataque nocturno de Gedeón con 3 grupos de 100 cada uno sorprendió a los madianitas dormidos, que se mataron entre ellos en su retirada (Jdg 7:15-22). El territorio fue liberado hasta el Jordán (Jdg 7:22-23; Jdg 8:1-21). Cuando el pueblo quiso nombrarlo rey, Gedeón se negó. Sirvió 40 años como juez (Jdg 8:28) y tuvo 71 hijos (Jdg 8:30). Uno, Abimelec, por una concubina de Siquem (Jdg 8:31), destruyó a 69 de ellos; Jotán se escapó escondiéndose (Jdg 9:1-6).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(derribador, devastador).

Juez de Israel, campesino, llamado por Dios: (Jue.6 a 8). Con 300 gentes de campo venció 135.000 soldados madianitas, porque el Espí­ritu de Dios estaba con Gedeón: (6:34, 7:6,22, 8:10).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Aunque no se acompaña su historia con la tradicional frase: †œJuzgó a Israel…†, G. es reconocido como uno de los jueces. Salvó a Israel de la opresión de los madianitas. éstos, junto con los †œamalecitas y los hijos del oriente†, invadí­an la tierra, se llevaban las cosechas y dejaban destrucción detrás de sí­. El ángel de Jehová visitó a G., cuando †œestaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas†. Al animarle el ángel a liberar a su pueblo, G., dudando, preguntó: †œ¿Con qué?…†. Pero ofreció una comida al ángel, que le dijo que la pusiera sobre una roca e hizo descender fuego del cielo que la consumió. Luego desapareció. G. entendió que habí­a estado tratando con Dios, y tuvo miedo. Pero el Señor le consoló. Allí­ construyó G. un altar que llamó †œJehová-salom†. Luego, siguiendo instrucciones divinas, destruyó el altar de †¢Baal que tení­a su padre, así­ como †œla imagen de Asera que estaba junto a él†. Cuando los habitantes del lugar quisieron matarle por esto, el padre de G. dijo que si Baal era un dios debí­a contender †œpor sí­ mismo con el que derribó su altar†. Por esto se llamó a G. †œJerobaal†, que significa: †œContienda Baal contra él†.

Los madianitas atacaron de nuevo, cruzando el Jordán y acampando en el valle de †¢Jezreel. †œEl Espí­ritu de Jehová vino sobre G.†, que convocó a las tribus de Aser, Zabulón y Neftalí­ para ir a la batalla. Pero como todaví­a dudaba, pidió a Dios una señal que confirmara que le iba a dar la victoria. Puso un vellón de lana en la era, pidiendo que amaneciera lleno de rocí­o mientras que la era quedara seca. Luego solicitó que el vellón amaneciera seco mientras que la era apareciera totalmente mojada. En ambas ocasiones Dios le complació (Jue 6:1-40).
el Señor le dijo que el pueblo que habí­a venido a la pelea era mucho y que no querí­a que luego de la victoria ellos pensaran que la habí­an logrado por sus fuerzas. Que, por lo tanto, devolviera a sus hogares a todos los que tuvieran temor. Hchho el pregón, †œse devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil†. Entonces el Señor ordenó a G. que llevara a sus hombres a beber agua y se fijara cómo lo hací­a cada uno de ellos. Trescientos bebieron †œllevando el agua con la mano a su boca†. Dios decidió que con ellos liberarí­a a los israelitas, por lo cual el resto fue despachado.
su gracia, el Señor dio otra señal a G., enviándolo cerca del campamento enemigo, donde oirí­a algo que le confirmarí­a su fe. En efecto, G. escuchó a dos madianitas conversando. Uno de ellos contaba un sueño y su compañero lo interpretó como un anuncio de que la victoria iba a ser de G. Ante esto, G. dio a sus hombres †œtrompetas en sus manos, y cántaros vací­os con teas ardiendo dentro de los cántaros†. Dividió su tropa en tres escuadrones y a una señal suya quebraron los cántaros, tocaron las trompetas y clamaron: †œPor la espada de Jehová y de G.†. Se formó una gran confusión en el campamento de los enemigos, que salieron huyendo. Dos prí­ncipes madianitas, †¢Oreb y †¢Zeeb, fueron muertos.

G. envió un mensaje a la tribu de Efraí­n para que tomaran los vados del Jordán, a fin de cortar la retirada de los amalecitas. Los efraimitas protestaron por no haber sido llamados a la guerra, pero G. los convenció de que la acción de ellos podí­a ser también muy importante. Los de †¢Sucot y †¢Peniel se negaron a dar comida a los que perseguí­an a los madianitas. Pero cuando G. regresó victorioso, castigó duramente a los de estas ciudades. †¢Zeba y †¢Zalmuna, reyes de los madianitas, cayeron prisioneros y confesaron haber matado a unos hermanos de Gedeón, por lo cual fueron ejecutados.
victoria sobre los madianitas serí­a recordada como un evento muy especial en la historia de Israel (Sal 83:11; Isa 9:4; Isa 10:26). Los israelitas quisieron hacer rey a G., pero éste se negó, diciendo: †œJehová señoreará sobre vosotros†. Aparecí­a así­ por primera vez el deseo del pueblo de abandonar su organización tribal y de fundar una dinastí­a. G. pidió que le dieran buena parte del botí­n, incluyendo oro, joyas y vestidos de púrpura con los cuales hizo un †¢efod que luego †œfue tropezadero a G. y a su casa†. El largo relato de los hechos de G. indica la importancia que se le atribuyó a su papel en el perí­odo entre la entrada a la tierra de Canaán y la implantación de la monarquí­a. G. tuvo setenta hijos y murió †œen Ofra de los abiezeritas† (Jue 8:1-32).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG JUEZ HOMB HOAT

vet, = “cortante”. Hijo de Joás, de la familia de Abiezer, de la tribu de Manasés; viví­a en Ofra (Jue. 6:11). Mientras sacudí­a el trigo en el lagar, en Ofra, para sustraerlo a los bandidos madianitas, el ángel de Jehová lo llamó para que librara a su pueblo (Jue. 6:12-24). Gedeón ofreció inmediatamente un sacrificio (cp. Ex. 20:24). Aquella misma noche derribó el altar de Baal, que pertenecí­a a su padre, y erigió un altar a Jehová (Jue. 6:25-27). Los habitantes de la ciudad exigieron la muerte de Gedeón, pero su padre argumentó que Baal mismo debí­a defender su causa, si era dios. Gedeón recibió el nombre de Jerobaal: “Que Baal contienda”. Gedeón convocó a los hombres de Manasés, de Aser, de Zabulón y de Neftalí­ (Jue. 6:35). Dudó sin embargo acerca de responder al llamamiento, hasta que quedó confirmado por el doble milagro del vellón de lana (Jue. 6:36-40). Redujo el número de su tropa de 32.000 hombres a 300, a fin de que la gloria de la victoria no fuera atribuida al hombre, sino a Dios. Atacó después el campamento de los madianitas, que estaba en el valle de Jezreel (Jue. 6:33), cerca del collado de More (Jue. 7:1). En su desbandada, los madianitas huyeron en dirección al Jordán y hacia su paí­s (cerca del golfo de íkaba) (Jue. 7:24-8:3). Gedeón y sus hombres persiguieron a los madianitas hasta los confines del desierto; tomaron prisioneros a los dos reyes de Madián, y después Gedeón les dio muerte (Jue. 8:4-21). Los israelitas quisieron ofrecer la corona a Gedeón, que la rechazó, reafirmando el principio teocrático: Jehová era el rey de Israel (Jue. 8:22). Entonces, Gedeón se hizo un efod con los pendientes de oro de los madianitas. Lo puso en Ofra, en el lugar que Jehová se le habí­a aparecido y donde le habí­a ordenado erigir un altar a Jehová para ofrecerle un holocausto (Jue. 6:12, 26). Es evidente que los grandes privilegios dados a Gedeón le indujeron a pensar que le estaba abierto el camino al sacerdocio, teniendo como el sumo sacerdote el derecho a consultar a Dios por el pueblo mediante el efod. Esta falta de prudencia tuvo funestas consecuencias: el efod vino a ser un lazo para él mismo, para su familia, y para todo Israel (Jue. 8:24-27; cp. Lv. 20:6). Gedeón tuvo numerosas esposas y 70 hijos, incluyendo el nefasto Abimelec. Gedeón murió a una edad avanzada (Jue. 8:29, 32; He. 11:32).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[012]

Significa “el valiente” en hebreo. Se llamaba Yerubaal (Baal lucha) según explica (Juec. 6.25-32). Fue personaje de la tribu de Manasés, cuyo relato se narra en el libro de los Jueces (7.1 y 8.29-35). Elegido por signos y pruebas pro él pedida a Yaweh, reunión un ejército y, mediante hábil estratagema, salvó al pueblo de la opresión de los madianitas.El pueblo no fue justo con su descendencia y también recibió por ello el castigo merecido

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(Je 6-8). Uno de los jueces* de Israel, signo de la intervención de Dios en los orí­genes y surgimiento del pueblo. El Angel de Yahvé se le aparece, llamándole ¡valiente, guerrero poderoso! (gibbor hejayil); cf. Je 6,12, invitándole a liberar a su pueblo de la mano de los madianitas. Pero la victoria no es el resultado de su acción guerrera, sino signo y consecuencia de la protección de Dios que va guiando su camino, infundiendo su terror y confusión en el campamento enemigo. Gedeón aparece así­ como un instrumento en manos de la acción liberadora de Dios. Por eso, en el momento en que Abimélec, su hijo, decide convertirse en rey por obra de sus propios deseos y estrategias, cae en manos de la complejidad de la misma historia humana, terminando por morir a manos de una mujer (Je 9).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(Derribador; Cortador).
Uno de los jueces sobresalientes de Israel. Fue hijo de Joás, de la familia de Abí­-ézer, perteneciente a la tribu de Manasés. Gedeón residí­a en Ofrá, ciudad que debió estar al O. del Jordán. La división tribal a la que pertenecí­a era la más insignificante de Manasés y él era †œel más chico de la casa de [su] padre†. (Jue 6:11, 15.)
Gedeón vivió en un tiempo muy turbulento de la historia de Israel. Los israelitas no disfrutaban del fruto de su trabajo debido a su infidelidad a Jehová. Por varios años las naciones paganas vecinas, especialmente los madianitas, habí­an invadido Israel en el tiempo de la cosecha con hordas †œtan [numerosas] como las langostas†. La mano de Madián sobre ellos les oprimió de tal modo durante siete años, que los israelitas se hicieron silos subterráneos con el fin de esconder de la vista de los invasores sus provisiones de alimento. (Jue 6:1-6.)

Llamado a ser libertador. Para evitar que los madianitas descubriesen el grano, Gedeón trillaba en un lagar, no al aire libre, cuando se le apareció un ángel, que le dijo: †œJehová está contigo, oh valiente y poderoso†. Esto movió a Gedeón a preguntar cómo podí­a ser esto verdad, en vista de la opresión madianita sobre la nación. Cuando se le dijo que él serí­a quien librarí­a a Israel, Gedeón habló modestamente de su propia insignificancia. Pero se le aseguró que Jehová estarí­a con él. Por lo tanto, Gedeón pidió una señal a fin de saber que el mensajero era en realidad el ángel de Jehová. Agasajó al ángel con carne, tortas no fermentadas y caldo; luego, siguiendo las indicaciones que este le dio, puso la carne y las tortas sobre una gran roca y vertió el caldo sobre ambas cosas. A continuación, el ángel tocó la carne y las tortas no fermentadas con la punta de un bastón y empezó a ascender fuego de la roca, que consumió la ofrenda, después de lo cual el ángel desapareció de la vista de Gedeón. (Jue 6:11-22.)
Aquella misma noche Jehová puso a prueba a Gedeón al mandarle que derruyera el altar al dios Baal que era de su padre y que hiciese lo propio con el poste sagrado que estaba a su lado; después tení­a que erigirle un altar y ofrecer sobre él un toro joven de siete años que pertenecí­a a su padre (al parecer, un toro que habí­a sido consagrado a Baal), usando como leña la madera del poste sagrado. Con la debida cautela, Gedeón lo hizo durante la noche con la ayuda de diez siervos. Cuando los hombres de la ciudad se levantaron por la mañana, vieron lo que habí­a sucedido y supieron que Gedeón era el responsable, pidieron su muerte. Joás no quiso entregarles a su hijo, y les replicó que deberí­a ser Baal quien se defendiera a sí­ mismo. No obstante, Joás llamó a su hijo en aquel dí­a Jerubaal (que significa †œHaga Baal Defensa Legal [Contienda]†), y dijo: †œQue Baal haga defensa legal a favor de sí­ mismo, porque alguien ha demolido su altar†. (Jue 6:25-32.)

Victoria sobre Madián. Después de este incidente, cuando los madianitas invadieron de nuevo Israel junto con los amalequitas y los orientales, y acamparon en la llanura baja de Jezreel, el espí­ritu de Jehová envolvió a Gedeón, de modo que convocó a los abí­-ezritas a la batalla y envió mensajeros a Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí­ para instarlos a que se unieran a él. Con el fin de asegurarse de que Jehová estaba con él, pidió que en señal de su apoyo hubiese rocí­o sobre un vellón de lana que dejarí­a tendido en la era durante la noche, pero que la tierra en torno al vellón estuviese seca. Cuando Jehová realizó este milagro, Gedeón expuso con gran cautela su deseo de que le confirmase su apoyo con una señal más: el mismo milagro, pero invertido. (Jue 6:33-40.)
Treinta y dos mil hombres respondieron a la convocatoria de Gedeón. Acamparon junto al pozo de Harod, al S. del campamento madianita emplazado en la colina de Moré, en la llanura baja. Las fuerzas madianitas, unos 135.000 hombres, superaban en una proporción de cuatro a uno a los 32.000 hombres de Gedeón. (Jue 8:10.) De todas formas, Jehová le comunicó a Gedeón que tení­a demasiados hombres, es decir, que para entregar a Madián en su mano, la diferencia numérica tendrí­a que ser mayor, a fin de que nunca creyesen que habí­an alcanzado la salvación gracias a su propio arrojo. De modo que Gedeón, atendiendo a las instrucciones divinas, pidió que todo el que temiese y temblase se apartara. Veintidós mil se apartaron, pero aún quedaban muchos. Luego Jehová le indicó a Gedeón que llevase a los 10.000 hombres restantes donde habí­a agua para someterlos a prueba. Trescientos hombres lamieron el agua que cogieron en el hueco de la mano, mientras que los demás se arrodillaron en la orilla a beber, de modo que se les descartó. Los que bebieron lamiendo de su mano demostraron por su modo de beber que estaban atentos, preocupados por la lucha que se avecinaba en favor de la adoración verdadera y en apoyo del nombre de Jehová. Jehová prometió que salvarí­a a Israel con este exiguo contingente, 300 hombres. (Jue 7:1-7.)
Gedeón y su servidor, Purá, bajaron a explorar el campamento enemigo al anochecer. Allí­ Gedeón oyó a un hombre contarle a su compañero un sueño que habí­a tenido. La interpretación del sueño que hizo este último era que el campamento de Madián serí­a entregado en manos de Gedeón. Fortalecido por lo que oyó, Gedeón regresó al campamento de Israel, organizó a los 300 hombres en tres partidas para que pudiesen acercarse al campamento de Madián por tres flancos y dio a cada uno un cuerno y un jarrón con una antorcha en su interior. (Jue 7:9-16.)
Justo cuando acababan de apostar centinelas para la vigilia intermedia de la noche, llegó Gedeón con sus 100 hombres a los lí­mites del campamento madianita. Luego, en atención a las instrucciones que Gedeón les habí­a dado, los hombres hicieron exactamente lo que él hizo. El espeso silencio de la noche quedó súbitamente desgarrado cuando los 300 cuernos sonaron al uní­sono y se escuchó el estruendo de 300 jarrones de agua rotos a un mismo tiempo. El ruido debió ser ensordecedor al sumársele el estridor de 300 gritos de guerra en el mismo instante en que el cielo se iluminaba con el resplandor de 300 antorchas. La confusión hizo presa del campamento enemigo, que empezó a gritar asustado y a huir, †œy Jehová procedió a poner la espada de cada uno contra el otro en todo el campamento; y el campamento siguió huyendo hasta Bet-sitá, adelante a Zererá, hasta las afueras de Abel-meholá, junto a Tabat†. (Jue 7:17-22.)
Entretanto, se convocó a los hombres de Neftalí­, Aser y Manasés para perseguir a Madián. Además, se enviaron mensajeros a Efraí­n para que interceptara la huida de los madianitas. Los efraimitas respondieron tomando la zona de las aguas hasta Bet-bará y las riberas del Jordán. También capturaron y ejecutaron a Oreb y Zeeb, dos de los prí­ncipes de Madián. Sin embargo, cuando los efraimitas se encontraron con Gedeón, †˜trataron vehementemente de armar riña†™ con él, porque no les habí­a mandado llamar antes del inicio de la contienda. La modestia de Gedeón al señalarles que el que hubieran capturado a Oreb y Zeeb era una hazaña superior a la suya, calmó los ánimos y evitó el enfrentamiento. (Jue 7:23–8:3.)
Aunque Gedeón y sus 300 hombres estaban cansados, cruzaron el Jordán y prosiguieron la persecución, con la intención de dar alcance a los reyes de Madián, Zébah y Zalmuná, y a las fuerzas que los acompañaban. En el camino, pidió ví­veres a los prí­ncipes de Sucot para dar de comer a sus hombres, pero le negaron la ayuda, diciendo: †œ¿Están ya en tu mano las palmas de las manos de Zébah y de Zalmuná para que se tenga que dar pan a tu ejército?†. Tampoco le ayudaron en Penuel. (Jue 8:4-9.)
Por fin llegaron a Qarqor, donde se hallaba el mermado ejército madianita, del que solo quedaban unos 15.000 hombres, y atacaron el campamento por sorpresa, pero Zébah y Zalmuná huyeron. Gedeón fue inmediatamente tras ellos y logró capturarlos, lo que †œpuso tembloroso a todo el campamento†. (Jue 8:10-12.)
A su regreso, Gedeón capturó a un joven de Sucot, del que obtuvo los nombres de los prí­ncipes y los ancianos de la ciudad. En cumplimiento de lo que habí­a prometido hacer cuando le denegaron la ayuda, tomó espinos y abrojos e hizo pasar por una dura experiencia a los ancianos de Sucot. Asimismo demolió la torre de Penuel y dio muerte a los hombres de la ciudad, como habí­a prometido cuando rehusaron ayudarle. (Jue 8:13-17.)
Finalizada esta acción, Gedeón le dijo a su hijo primogénito, Jéter, que ejecutara a Zébah y Zalmuná, pues ellos habí­an matado a sus propios hermanos, los hijos de su madre. Dada su juventud, Jéter tuvo miedo, pero como los dos reyes desafiaron a Gedeón a hacerlo él mismo, Gedeón los ejecutó. (Jue 8:18-21.)

Se hace el efod. Llenos de agradecimiento, los israelitas le pidieron a Gedeón que hiciese de su familia una dinastí­a gobernante. Sin embargo, él comprendí­a que Jehová era el legí­timo Rey de Israel y por lo tanto no estuvo de acuerdo con su petición. A continuación les solicitó que contribuyesen las joyas de oro que habí­an adquirido como despojos de guerra; tan solo las narigueras ascendí­an a 1.700 siclos de oro (unos 218.365 dólares [E.U.A.]). Luego hizo un efod de los despojos contribuidos, exhibiéndolo en Ofrá. Pero todo Israel empezó a tener †˜ayuntamiento inmoral†™ con el efod, e incluso llegó a ser un lazo para Gedeón y su casa. Así­, aunque su acción sin duda tuvo un motivo apropiado, el efod apartó la atención del verdadero santuario designado por Jehová: el tabernáculo. La acción de Gedeón produjo un resultado contrario al que se habí­a propuesto. (Jue 8:22-27; véase EFOD I.)

Muere como testigo aprobado. La liberación que Jehová efectuó por medio de Gedeón fue tan completa, que durante los cuarenta años que estuvo juzgando no se produjeron más disturbios. Gedeón llegó a tener muchas esposas, que le dieron setenta hijos. Después de morir Gedeón en buena vejez, Israel de nuevo cayó ví­ctima de la adoración a Baal. Además, Abimélec, el hijo de Gedeón y de su concubina, una mujer de Siquem, mató a los setenta hijos de Gedeón. Solo escapó con vida Jotán, el hijo menor. (Jue 8:28–9:5; véanse ABIMELEC núm. 4; OFRí núm. 3.)
La fe de Gedeón al enfrentarse a fuerzas muy superiores a las suyas le confirió el derecho de ser incluido en la †œtan grande nube de testigos†. (Heb 11:32; 12:1.) De igual manera, su modestia fue ejemplar, y a esta cualidad aunó la cautela. Al parecer, esta última fue bienintencionada y no debe interpretarse como falta de fe, pues no se le censuró ni una sola vez por ser cauteloso. Además, como se indica en el Salmo 83, la derrota de Madián en los dí­as de Gedeón da un cuadro profético de la venidera destrucción de todos los opositores de Jehová, lo que resultará en la vindicación completa de su santo nombre. (Compárese con Isa 9:4; 10:26.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

(giḏe˓ôn), ‘picapedrero, golpeador’), el juez que libró a Israel de los madianitas, pueblo beduino que dominaba la zona central de Palestina en esa época (Jue. 6.1–8.35). Era hijo de Joás, del clan de Abiezer, de la tribu de Manasés. También se lo conocía como Jerobaal. Algunos eruditos afirman que es una historia compuesta, y que consta de por lo menos dos relatos diferentes (véanse los comentarios).

Gedeón fue llamado a liberar a su pueblo cuando estaba trillando trigo secretamente para evitar estragos por parte de los madianitas. A ello siguió un acto de desafío en el que destruyó el altar de Baal y la imagen de Asera de su padre; el ingenio de Joás lo salvó de las consecuencias de este acto. El gesto de desafío parece significar una protesta contra la asimilación del culto de Yahvéh con el de Baal. Este acto está asociado con el nombre Jerobaal (yerubba˓al) que se dio a Gedeón, y que ha sido intepretado como “Baal se esfuerza”, “Baal funda”, o “quiera Baal dar aumento”. Algunos superen que este puede haber sido el nombre original de Gedeón, lo que reflejaría el sincretismo prevaleciente, pero que recibió nueva significación por este acto iconoclástico (cf. L Kittel, Great Men and Movements in Israel, 1929, pp. 65; F. F. Bruce, °NCBR, ad loc.. En 2 S. 11.21 aparece como Jerubeset (yerubbešeṯ; °vrv2 mg), Ed. Caribe; “Jeroboset” en °vp mg), donde se remplaza el aborrecido nombre Baal por la palabra “vergüenza”.

La derrota de los madianitas está gráficamente descripta en Jue. 7, cuando de acuerdo con lo dispuesto por Dios, Gedeón redujo su ejército de 32.000 a 300, y obtuvo tranquilidad personal durante un reconocimiento secreto en el que oyó a un guerrero madianita contar su sueño de derrota. Llevó a cabo un súbito ataque nocturno que desmoralizó al enemigo, lo cual condujo a una total derrota. Jue. 8 registra el final de la victoria, con la muerte de Zeba y Zalmuna, a pesar de la hostilidad de las ciudades de Sucot y Peniel, a las que Gedeón castigó.

Después de la liberación se le pidió a Gedeón que estableciera una monarquía hereditaria, pero se rehusó. Aceptó, sin embargo, los zarcillos de oro tomados como botín en la batalla, con los cuales fabricó un “efod” (probablemente una imagen de Yahvéh), que colocó en su propia ciudad, y que más adelante se convirtió en motivo de apostasía.

La derrota de Madián fue decisiva, e Israel tuvo paz por el resto de la vida de Gedeón. La última visión que se nos ofrece de Gedeón es la de un anciano que disfruta de paz, con muchas mujeres e hijos, entre ellos el notorio Abimelec (Jue. 9).

He. 11.32 coloca a Gedeón entre los héroes de la fe. Confió en Dios y no en un ejército numeroso, obteniendo así la victoria con un puñado de hombres, lo que claramente demuestra que fue una victoria lograda totalmente por Dios. Al parecer “el día de Madián” se convirtió en dicho proverbial que simbolizaba el auxilio divino sin mediación del hombre (Is. 9.4). Gedeón aparece como un hombre humilde, y su rechazo del ofrecimiento del trono real muestra que el gobierno ideal de Israel era la teocracia (Jue. 8.23).

Bibliografía. J. A. G. Larraya, “Gedeón”, °EBDM, t(t). III, cols. 733–739; R. de Vaux, Historia antigua de Israel, 1975, t(t). II, pp. 312–318; J. Bright, Historia de Israel, 1966, pp.175–181.

Comentarios de G. F. Moore (ICC), 1895, G. A. Cooke (CBSC), 1918, C. F. Burney, 1930, H. W. Hertzberg (Das Alte Testament Deutsch), 1953. Fleming James, Personalities of the Old Testament, 1947.

J.G.G.N.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Gideón o Gedeón (hebreo “cantero” “picapedrero”), también llamado Yerubbaal (Jc. 6,32; 7,1; etc.), y Yerubbeset (2 Sam. 11,21, en el texto hebreo).

Gedeón fue uno de los Grandes Jueces de Israel. Pertenecía a la tribu de Manasés, y a la familia de Abiezer (Jc. 6,34). El padre de Gedeón se llamaba Joás y vivía en Ofrá (Jc. 6,11).

El siguiente es en substancia el relato de la magistratura de Gedeón según es narrada en los capítulos 6 a 8 de Jueces: Israel había abandonado el culto a Yahveh y por siete años habían sido sumamente humillados por las incursiones de los madianitas y otras tribus orientales. Al fin, se volvieron a Dios quien les envió un libertador en la persona de Gedeón. En una primera teofanía, concedida a él de día mientras éste majaba trigo, Gedeón recibió la difícil misión de liberar a su pueblo; después de lo cual le erigió un altar al Señor (Jc. 6,24). En una segunda teofanía, a la noche siguiente, se le ordenó que destruyera el cipo-altar de Baal y que erigiera uno a Yahveh. Él realizó esto con el resultado de que la gente clamó por su muerte para vengar el insulto a sus falsos dioses. Sin embargo, Joás salvó la vida de su hijo con el ingenioso sarcasmo, que le aseguró a Gedeón el nombre de Yerubbaal: “Si Baal es dios, que pleitee con él, ya que le destruyó su altar” (6,25-32).

Así comisionado divinamente, Gedeón naturalmente tomo el liderato contra Madián, Amalec y otras tribus orientales que habían cruzado el Jordán, y acampaban en el valle de Jezrael. Reconfortado por la famosa señal del vellón (6,36-40), y acompañado por guerreros de Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí, ocupó su posición no lejos del enemigo. Pero la intervención de Dios era para mostrar que fue Su Poder que liberó a Israel, y por tal razón redujo el ejército de Gedeón de 32,000 a 300 hombres (7,1-8). Según una directriz divina, el caudillo divino hizo una visita de espionaje nocturno al campamento enemigo y oyó sobre un sueño que lo impulsó a actuar de inmediato, ciertamente en victoria (7,9-15). Le proveyó a sus hombres antorchas dentro de cuernos y cántaros, los cuales, siguiendo su ejemplo, rompieron y gritaban: “Espada por Yahveh y Gedeón”. Presas del pánico por el repentino ataque, los enemigos de Israel volvieron la espada cada uno contra el otro, y emprendieron la huída hacia los vados del Jordán (7,16-23). Pero, convocados por Gedeón, los efrainitas atajaron a los madianitas en los vados y capturaron y mataron a sus dos príncipes, Oreb y Zeeb, cuya cabeza enviaron al líder hebreo, reprochándole el no haberlos llamado antes para venir en su ayuda. Gedeón los apaciguó con un proverbio oriental, y persiguió al enemigo más allá del río Jordán (7,24; 7,3).

Al pasar por Succot y Penuel, éstos se negaron a proveerle provisiones para sus desfallecidos soldados, y Gedeón los amenazó a ambos con tomar venganza a su regreso (8,4-9). Al fin tomó y derrotó a los enemigos de Israel, capturó a sus reyes, Zéjab y Salmunná, regresó triunfante; de regreso castigó a los hombres de Succot y Penuel, y finalmente mató a Zéjab y Salmunná (8,10-21). Agradecidos por esta gloriosa liberación, los paisanos de Gedeón le ofrecieron la dignidad de la monarquía hereditaria, la cual rechazó con estas nobles palabras: “No seré yo el que reine sobre vosotros ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey” (8,22-23). Sin embargo, les pidió a sus soldados y obtuvo los anillos de oro y otros ornamentos que le habían quitado al enemigo; y con todo ello hizo lo que parece que pronto se convirtió en objeto de culto idolátrico en Israel.

La judicatura pacífica de Gedeón duró cuarenta años. Tuvo setenta hijos, “murió en una dichosa vejez y fue enterrado en la tumba de su padre en Ofrá” (8,24-32). En Is. 10,26 y en el Salmo 83(82),12, se hace referencia a su victoria, donde se menciona claramente a los cuatro reyes de Jueces 7 y 8, un hecho que muestra que, en la fecha que se compuso este salmo, las proezas de Gedeón eran comúnmente conocidas en su forma presente.

Los variados rasgos literarios exhibidos por el texto de Jueces, 7 a 8, han sido minuciosamente examinados y variamente apreciados por eruditos recientes. Varios comentadores consideran que estos rasgos—por ejemplo, los dos nombres, Gedeón y Yerubbaal; las dos teofanías que afectan la vocación de Gedeón; la aparentemente doble narrativa de la persecución de Gedeón a sus desbandados enemigos, etc.—prueban concluyentemente el origen compuesto del registro sagrado de la magistratura de Gedeón. Otros, por el contrario, tratan de reconciliar todos los rasgos del texto con la unidad literaria de Jueces 6 a 8. Sea como fuere, una cosa es perfectamente segura, a saber, que cualesquiera hayan sido los documentos que fueron utilizados para trazar la narrativa de las hazañas de Gedeón, todos concuerdan substancialmente en su descripción de las palabras y proezas de este Gran Juez de Israel.

Bibliografía: Comentarios católicos sobre el libro de Jueces por CLAIR (París, 1880); VON HUMMELAUER (París, 1888); LAGRANGE (París, 1903); No-Católicos por MOORE (New York, 1895); BUDDE (Friburgo im Breisgau, 1897); NOWACK (Göttingen, 1900).

Fuente: Gigot, Francis. “Gideon.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909.
http://www.newadvent.org/cathen/06402c.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina

Fuente: Enciclopedia Católica