La nada

agujero negro1La nada nunca es meramente nada:
o se trata de algo que era y ya no es, o de la posibilidad de que algo llegue a ser. La nada siempre se encuentra en los límites(1) del ser.

El trabajo del artista se mueve en los límites del ser, al borde de la nada. Al borde del “ya no” o al borde del ”aún no”. Esto sucede a cualquier ser humano. Pero el artista hace de ello su tarea. No creo que el artista “libere” la nada, sino más bien que la despeja, la descubre (o mejor, “des-encubre”) convirtiéndola –literalmente- en terreno de juego, en espacio de libertad.

José Luis Merino: Hablan los artistas. Elkar 2013 (Extracto de la entrevista a María Bilbao)

La nada anterior o posterior al ser, se dicen igual en español.  No es que el español sea una lengua «primitiva», donde los opuestos aún no se hayan separado en términos distintos. Pero los franceses van más lejos en desmenuzar conceptos. Dicen le rien para la nada que aún no es, y le néhant para el resultado de la aniquilación. «Le rien est à l’origine, mais non le néant, qui n’en est qu’une des formes, et la plus mortifère…»  (Jean Paul Galibert)

Semejante a la relación entre los conceptos del ser y la nada es la que existe entre los conceptos de la materia y el vacío. Así como la nada se encuentra en los límites del ser, el vacío se encuentra en los límites y en los intersticios de la materia(2).

Acerca de la vinculación entre el ser y la nada, Hegel(3) escribió en el primer capítulo de su Lógica, que primero tenemos el ser, que es como tener nada, porque el ser sin ninguna determinación es lo mismo que nada. Así que en segundo lugar, tenemos la nada, porque también la negación del ser es la nada. En tercer lugar, la negación de la nada, no es de nuevo el ser, sino el devenir. En un simple párrafo, Hegel convierte el ‘ser‘ de Parménides en el ‘devenir‘ de Heráclito.

Para Jorge Oteiza, toda práctica artística nace de una nada que es nada, para llegar a una Nada que es Todo. En una primera fase aumenta la expresividad, la cantidad de materia; y ahí, el papel del espectador es puramente receptivo. En una segunda fase, lo importante es el apagamiento de la expresión, la desocupación de la materia y el papel predominante del espacio, al que corresponde un espectador activado por el vacío de la escultura.

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(1) Ver Los límites.
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(2) Ver La materia y el vacío.
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(3) Sobre la relación dialéctica entre el ser y la nada, ver La tríada hegeliana.

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