SAL

Gen 19:26 la mujer de Lot .. volvió estatua de s
Lev 2:13 con s .. en toda ofrenda .. ofrecerás s
Num 18:19 pacto de s perpetuo es delante de
Jdg 9:45 y asoló la ciudad, y la sembró de s
2Ki 2:21 saliendo él a los .. echó dentro la s
Job 6:6 ¿se comerá lo desabrido sin s? ¿Habrá
Mat 5:13 sois la s de la tierra; pero si la s se
Mar 9:49 todo sacrificio será salado con s
Mar 9:9:50 tened s en vosotros mismos; y tened
Luk 14:34 buena es la s; mas si la s se hiciere
Col 4:6 sea vuestra palabra .. sazonada con s


Sal (heb. melaj; gr. hálas, háls). Cloruro de sodio, o cualquiera de las diversas combinaciones quí­micas concomitantes (como ser, cloruro de magnesio, cloruro de calcio, etc.). La sal común (cloruro de sodio) se encuentra en el agua de mar o en los yacimientos subterráneos o superficiales, y se usa para conservar diversas sustancias y para dar sabor. En la antigüedad, cuando la refrigeración y muchos otros métodos modernos que se usan ahora para conservar alimentos no se conocí­an, la sal era de muchí­simo más valor que en la actualidad, y su estima aumentaba por sazonar los sacrificios (Lev 2:13; Eze 43:24); también se refregaba con sal a los recién nacidos, por la creencia de que de ese modo la piel quedaba más seca, firme y limpia (Eze 16:4). Palestina dispone de una gran fuente natural de esa sustancia en el Mar Muerto; pero sus playas y sus colinas adyacentes están cubiertas de sal de mala calidad. Ella le dio su nombre al mar en el cual desemboca el Jordán (Gen 14:3; Jos 3:16; etc.), y al valle de la Sal, posiblemente ubicado en la extremidad meridional del Mar Muerto o Mar Salado (2Sa 8:13), como también a la Ciudad de la Sal (Jos 15:62). A veces se cubrí­a de sal las tierras capturadas como señal de maldición (Jdg 9:45). Pero cuando se la usa en los lugares correctos y en las cantidades adecuadas, esta sustancia es de gran valor. Por causa de su obra y su influencia, Cristo comparó a sus discí­pulos con la sal (Mat 5:13; cf Mar 9:50; Le. 14:34). Los que no alcanzaban las normas del evangelio eran como la que habí­a perdido su sabor (Mat 5:13; Le. 14:34, 35). Véase Sal, Mina de.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

nombre de una sustancia mineral y geográfico. 1. Sustancia dura, seca, soluble y de gusto acre, empleada como condimento, el mismo cloruro de sodio. La fuente más importante se s. en los tiempos bí­blicos estaba en el mar Muerto, llamado también mar de la S. Tení­a diferentes usos, para dar sabor a los alimentos, Jb 6, 6; se les daba a los animales con el forraje, Is 30, 24; entraba en la composición del incienso sagrado, Ex 30, 35; Ez 43, 24; se usaba en las comidas de amistad o alianza, de ahí­ la expresión común †œalianza de s.†, para indicar un pacto irrompible, Nm 18, 19; 1 Cro 13, 5; por lo que no podí­a faltar en los sacrificios, oblaciones y ofrendas a Yahvéh, como sí­mbolo de la Alianza, Lv 2, 13. Se le atribuí­an poderes purificadores, Ez 16, 4.

Los terrenos salinos son estériles y son sí­mbolo de la desolación y de la ira de Yahvéh, Dt 29, 22; Jr 17, 6; So 2, 9. Cuando una ciudad era arrasada en la guerra, se sembraba sal en ella, como sí­mbolo de que serí­a estéril, como hizo el rey Abimélek con Migdal Siquem, Jc 9, 45. La mujer de Lot, cuando la destrucción de Sodoma y Gomorra, desobedeció la orden de Yahvéh, miró hacia atrás y quedó convertida en estatua de s., Gn 19, 26.

Jesús dice a sus discí­pulos †œVosotros sois la sal de la tierra†, Mt 5, 13; y los previene porque la s. se puede volver insí­pida y entonces ya no servirá para nada, Mc 9, 50; Lc 14, 34-35. Pablo aconseja que la predicación debe ser amena, †œsazonada con s.†, Col 4, 6. 2. Ciudad de S., situada en la rivera del mar Muerto, cerca de Engadí­, que correspondió a Judá, Jos 15, 62. 3. Valle de la S., prolongación meridional del mar Muerto, Arabá, donde David venció a los edomitas, 2 S 8, 13; 1 Cro 18, 12; Sal 60 (59), 1 . Amasí­as, rey de Judá, también derrotó aquí­ a los edomitas, 1 R 14, 7; 2 Cro 25, 11. Salá, en la genealogí­a de Jesús, dos personajes de los ancestros de Jesús: hijo de Naassón y padre de Booz, Lc 3, 32; hijo de Cainán y padre de Heber, Lc 3, 35.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver MINERALES

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Empleada en los sacrificios y para ratificar pactos: (Lev 2:13, Num.18.

19, Mar 9:49).

– Los cristianos son la “sal de la tierra”, Mat 5:13, Luc 14:34 : (Col 4:6).

– Mujer de Lot, Gen 19:26.

– Ciudad de la sal, Jos 15:62.

– Valle de la sal, 2Sa 8:13.

– Mar de la sal, Num 27:1-11, 36, De.3.

17, Jos 3:16, Jos 12:3, Jos 15:2.

– Se usa en el rito del Bautismo para recordar al bautizado que, como cristiano, es “sal de la tierra”.

(Mar 9:49).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

El condimento más conocido y necesario para la alimentación humana era abundante en Israel, especialmente en la zona del mar Muerto. La primera mención que se hace de la s. es la estatua de la mujer de Lot (Gen 19:26). Todos los sacrificios que se ofrecí­an a Dios tení­an que ser sazonados con s. (Lev 2:13), lo cual se contrapone a la prohibición de ofrecer cosa con levadura o miel (Lev 2:11). La idea era rechazar todo lo que produjera fermentación y decadencia, e incluir lo que ayudara a la preservación. Por eso, cuando se dice †œpacto de sal†, la referencia es a un pacto duradero (Num 18:19; 2Cr 13:5). La expresión †œnos mantienen del palacio†, que se usa en Esd 4:14, en el original lo que dice es †œcomemos de la s. del palacio†, con lo cual se apunta a una relación de lealtad y fidelidad hacia el rey.

Se reconocí­a el poder purificador de la s., como lo demuestra el hecho de que Eliseo echó s. en unas aguas que no se podí­an beber (2Re 2:19-21). Los recién nacidos eran bañados con s. (Eze 16:4). Pero el exceso de s. en los suelos causaba infertilidad en éstos (Deu 29:23), por eso a veces los vencedores de un pueblo sembraban de s. los terrenos de los vencidos (Jue 9:45).
Señor Jesús dijo que los cristianos son †œla s. de la tierra† (Mat 5:13) y los exhorta a tener s. en ellos mismos, porque †œsi la s. se hace insí­pida† no puede ejercer su influencia para evitar la corrupción (Mar 9:50).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, ALIM TIPO

ver, PACTO

vet, En las costas del mar Muerto se conseguí­a una sal de una calidad mediocre, después de la evaporación del agua salada. También se conseguí­a sal de la que se adherí­a a los acantilados. Los moradores de Canaán y de las regiones circundantes se serví­an de la sal para sazonar sus alimentos y para conservarlos (Jb. 6:6; Eclo. 39:26). La Ley ordenaba poner sal en todas las ofrendas (Lv. 2:13; Ez. 43:24; Ant. 3:9, 1). Las tierras impregnadas de sal quedan estériles (Jb. 39:9). Las ciudades condenadas a la total destrucción eran sembradas con sal. Abimelec devastó Siquem y la cubrió de sal (Jue. 9:45). Durante el cataclismo que destruyó las ciudades de la llanura del Arabá, la mujer de Lot se demoró en la región maldita y fue transformada en una columna de sal (Gn. 19:26; Ant. 1:11, 4). La impura sal de Siria, expuesta a la lluvia, al sol, o depositada en casas húmedas, perdí­a su sabor. No valiendo para nada, era tirada (cfr. Mt. 5:13; Lc. 14:35). La sal, que da sabor agradable a los alimentos, es el sí­mbolo de los hijos de Dios, cuya vida y testimonio deben ser llenos de sabor y atractivo. Todas las ofrendas de Leví­tico, imágenes de la ofrenda de Cristo, debí­an ser presentadas con sal, que era señal del pacto con Dios (Lv. 2:13; cfr. Ez. 43:24). El perfume sagrado que era quemado sobre el altar de oro debí­a ser salado (Ex. 30:35). El Señor Jesús dijo a los creyentes que ellos, a su vez, eran la sal de la tierra (Mt. 5:13); deben tener sal en sí­ mismos (Mr. 9:51); su palabra debe estar siempre sazonada con sal (Col. 4:6). En efecto, no hay nada más llano, insí­pido, incluso mortí­fero, que los cristianos sin influencia, las vidas sin relieve, las palabras vací­as de sentido: son cosas totalmente inútiles. Se han hecho otras aplicaciones a este sí­mbolo: así­ como la sal detiene la corrupción, los creyentes son un freno a la corrupción del mundo; si la sal provoca la sed, los cristianos auténticos deberí­an provocar sed de Dios en los que tienen a su alrededor.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Sí­mbolo de la incorruptibilidad de los alimentos y de las cosas, ya desde los tiempos antiguos. El hecho de que fuera necesaria para el organismo, no sólo para salar los alimentos, sino para conservar la salud de los hombres y de los animales, la hizo sí­mbolo de vida desde la antigüedad. En el Nuevo Testamento se la cita 17 veces, siempre como emblema de vida y de incorruptibilidad: “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mt. 5.13). “Buena es la sal; pero, si se hace insí­pida, ¿con qué se la salará?” (Mc. 9.49), “Que vuestra conversación sea amena como la sal” (Col 4.6).

En la liturgia bautismal se la emplea como signo de vida y de incorrupción.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Compuesto cristalino de cloruro sódico (NaCl) de color blanco, conocido como sal común. En la tierra hay vastos depósitos subterráneos de sal de roca, algunos de los cuales tienen varios centenares de metros de grosor. Los océanos del mundo contienen aproximadamente un 3,5% de sales, la mayor parte de cloruro sódico. Aunque esto pueda parecer muy poco, téngase en cuenta que 1 Km.3 de agua de mar contiene unas 27.000.000 Tm. de sal. El mar Muerto (mar Salado) de Palestina tiene una concentración de sal aproximadamente nueve veces mayor. (Gé 14:3.) Los israelitas podí­an conseguir sal con facilidad, pues la evaporación de las aguas del mar Muerto proveí­a un suministro abundante, aunque era de poca calidad. También habí­a colinas que proporcionaban sal cerca del extremo meridional del mar Muerto, no lejos de donde la esposa de Lot se convirtió en una columna de sal. (Gé 19:26; Sof 2:9.) Puede que en el N. de Palestina la sal se consiguiera, al menos en parte, de los fenicios, quienes se cree que la obtení­an de la evaporación de las aguas del Mediterráneo.
Sin embargo, a pesar de estos suministros prácticamente inagotables, el hombre no siempre ha podido disponer de ella con facilidad. Se han peleado guerras y han estallado revoluciones por su causa. En la antigua China, la sal era el producto más valioso después del oro. Se ha vendido a esposas e hijos como esclavos solo para conseguir sal común. Los soldados de César recibí­an dinero para comprar sal, llamado salarium, de donde procede la palabra †œsalario†. (Compárese con Esd 4:14.)
La Biblia habla de la sal como algo esencial en la dieta del hombre y como un condimento para los alimentos. (Job 6:6.) Bajo la ley mosaica, todo lo que se ofrecí­a a Jehová sobre el altar tení­a que salarse, no para mejorar el sabor, sino seguramente porque la sal representaba que la ofrenda estaba libre de corrupción o deterioro. (Le 2:11, 13; Eze 43:24.) En los patios del templo debieron almacenarse grandes cantidades de sal para ese propósito. Esdras se preocupó de que hubiese a mano suficiente cantidad de sal para los sacrificios. (Esd 6:9; 7:21, 22.) Se dice que Antí­oco III (c. 198 a. E.C.) dio 375 medimnos (unos 20.000 l.) de sal para el servicio del templo.
A la sal se le atribuyen ciertos valores curativos, medicinales y antisépticos. A veces se frotaba a los bebés con sal al nacer. (Eze 16:4.) En cantidades limitadas es beneficiosa, tanto para ciertos terrenos ácidos como cuando se mezcla con estiércol, pero si se permite que se acumule en el terreno, mata la vegetación y la tierra se vuelve yerma e infructí­fera, como sucedió con el valle del Eufrates, que en su dí­a fue fértil. Cuando se condenaba a una ciudad a destrucción total, a veces se sembraba deliberadamente de sal, una acción que expresaba el deseo de que el lugar quedase yermo y estéril para siempre. (Dt 29:22, 23; Jue 9:45; Job 39:5, 6; Jer 17:6.)

Uso figurado. En la Biblia se habla a menudo de la sal en sentido figurado. Jesús dijo a sus discí­pulos: †œUstedes son la sal de la tierra†, es decir, una influencia conservadora en otros que evita la putrefacción espiritual y el deterioro moral. Las buenas nuevas que llevaban conservarí­an la vida. Sin embargo, siguió diciéndoles: †œPero si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la huellen†. (Mt 5:13; Mr 9:50; Lu 14:34, 35.) Un comentarista bí­blico dijo sobre Mateo 5:13: †œLa sal que se usa en este paí­s [Estados Unidos] es un compuesto quí­mico —muriato de sosa—, y si perdiese la salinidad, o perdiese su sabor, no quedarí­a nada. Es parte de la mismí­sima naturaleza de la sustancia. Sin embargo, la sal que se utilizaba en los paí­ses orientales era impura, estaba mezclada con sustancias vegetales y terrosas; de modo que podí­a perder toda su salinidad, y aún quedar una cantidad considerable de materia terrosa. Según se dice, dichos residuos no serví­an más que para colocarlos en los senderos, o paseos, como nosotros usamos la grava. Esa clase de sal todaví­a es común en aquella zona. Se halla en vetas o capas de la tierra, y cuando queda expuesta al sol y a la lluvia, pierde por completo su salinidad†. (Barnes†™ Notes on the New Testament, 1974.)
Debido a que la sal evitaba el deterioro, llegó a ser un sí­mbolo de estabilidad y permanencia. Cuando se hací­an pactos, los pactantes solí­an comer juntos —incluso comí­an sal juntos—, lo que denotaba lealtad y fidelidad perpetuas al pacto celebrado. Por lo tanto, se entendí­a que un †œpacto de sal† habí­a que cumplirlo sin falta. (Nú 18:19.) De modo que la declaración del rey Abí­as de Judá en cuanto a que Jehová habí­a hecho †œun pacto de sal† con David y sus hijos significaba que el pacto celebrado con la lí­nea de David para el reino permanecerí­a para siempre. Jesucristo, el †œhijo de David† y la †œraí­z de David†, ha llegado a ser el Rey del Reino, y seguirá administrando los asuntos de ese Reino para siempre. (2Cr 13:4, 5; Sl 18:50; Mt 1:1; Rev 5:5; Isa 9:6, 7.)
Jesucristo dijo: †œPues todos tienen que ser salados con fuego†. El contexto indica que Jesús se refirió a que todos los que se abandonan a una vida de pecado o que hacen tropezar a otros serán salados con el fuego del Gehena. (Mr 9:42-49.)
A continuación, Jesucristo utilizó el mismo término para expresar una idea diferente: †œTengan sal en ustedes, y mantengan paz entre unos y otros†. (Mr 9:50.) El apóstol Pablo lo utilizó de manera similar cuando dijo: †œQue su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno†. (Col 4:6.) Nuestra habla y conducta siempre deberí­an ser de buen gusto, consideradas y saludables, y además deberí­an contribuir a conservar la vida de otras personas.

Fuente: Diccionario de la Biblia

El simbolismo bíblico utiliza la sal en cuatro formas. (1) «sazonado con sal» (Col. 4:6; cf. Job 6:6) describe la conversación sabia, graciosa pero no insípida. (2) Pureza de holocaustos, como el agua de Jericó (2 R. 2:20–22), se asocia con la sal (Ez. 43:24). (3) Los salares de Sodoma (¿al sur del Mar «Salado»? Ez. 47:11; 2 R. 14:7) simbolizan desolación perpetua (Sof. 2:9). De esta forma, la esposa de Lot se volvió sal (Gn. 19:26), y las ciudades destruidas eran rociadas de sal (Jue. 9:45). La conversación pecaminosa, al igual que el agua salada, no puede coexistir con el bien (Stg. 3:12), aunque Ezequiel predice un endulzamiento escatológico del Mar Muerto (47:8–9). (4) Comer la sal de un hombre (Esd. 4:14) «preserva» su amistad. Por esto la sal en las ofrendas de alimentos significaba el pacto redentivo de Dios en sal y para siempre (Lv. 2:13; Nm. 18:19). Por el fuego del infierno los perdidos son «salados» («preservados») en un castigo sin fin (Mr. 9:49), mientras que los salvos, al ser así amonestados, «tienen sal (una autodisciplina pacificadora) en sí mismos», que los preserva del infierno (v. 50, ExpGT; cf. Is. 33:14–15) lo que los hace «la sal de la tierra» para la salvación de otros (Mt. 5:13).

BIBLIOGRAFÍA

  1. Penrose Harland, BA 5, 2; MSt.
  2. Barton Payne

ExpGT The Expositors Greek Testament

BA Biblical Archaeologist

MSt McClintock and Strong, Cyclopaedia of Biblical, Theological and Ecclesiastical Literature

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (552). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Mientras los fenicios obtenían sal del Mediterráneo evaporándola en recipientes especiales, los hebreos contaban con una limitada fuente de producción a orillas del mar Muerto (Sof. 2.9) y en el monte de la Sal (Yébel Usdum), elevación de 4.000 hectáreas en el ángulo SO del mar Muerto. Tradicionalmente se relaciona esta zona con la suerte que le cupo a la esposa de Lot (Gn. 19.26).

Esta sal era de la variedad rocosa o fósil y, a causa de las impurezas y modificaciones químicas que se producían, la capa exterior generalmente carecía de sabor. La referencia en Mt. 5.13 es a esta última, buena parte de la cual se descartaba por inútil. Se agregaba sal como preservativo y para sazonar los alimentos (Mt. 5.13; Mr. 9.50; Col. 4.6). Los pueblos orientales a menudo la empleaban para ratificar las negociaciones, de modo que la sal se convirtió en símbolo de fidelidad y constancia. En las ofrendas levíticas de cereales (Lv. 2.13) se utilizaba sal como preservativo para tipificar la naturaleza eterna del “pacto de sal” que existía entre Dios e Israel (Nm. 18.19; 2 Cr. 13.5).

La sal en la vegetación esterilizaba la tierra (Dt. 29.23). Es por eso que la expresión “sequedades en el desierto” (Jer. 17.6) era sinónimo de tierra salina y estéril (Job 39.6). Abimelec siguió una antigua costumbre al sembrar sal sobre las ruinas de Siquem (Jue. 9.45) como símbolo de perpetua desolación. Eliseo utilizó sal para endulzar las aguas salobres del manantial de Jericó (2 R. 2.19–22). Generalmente se frotaba a los recién nacidos con sal antes de envolverlos con fajas (Ez. 16.4). Bajo Antíoco Epífanes, Siria impuso un impuesto a la sal, que se pagaba a Roma.

Bibliografía. C. Gancho, “Sal”, °EBDM, t(t). VI, cols. 354–355; J. Barton Payne, “Sal”, °DT, 1985, pp. 477.

E. P. Deatrick y F. C. Fensham, BA 25, 1962, pp. 41–49; N. Hillyer, NIDNTT 3, pp. 443–449.

R.K.H.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

La sal, usada siempre para sazonar las comidas y para preservar cosas de la corrupción, tuvo desde los tiempos más remotos un carácter sagrado y religioso.

El profeta Eliseo la empleó para hacer agradables las aguas de un pozo (2 Reyes 2,19ss). Los orientales la usaban para limpiar y endurecer la piel de un recién nacido (Ez. 16,4); esparciendo sal sobre un pedazo de tierra ellos la dedicaban a los dioses; en la Ley judía fue prescrita para los sacrificios y los panes de proposición (Lev. 2,13). En Mt. 5,13, la sal simboliza sabiduría, aunque quizás originalmente tuvo una significación de exorcismo.

Su uso en la Iglesia pertenece exclusivamente al rito romano. El ritual conoce dos tipos de sal para propósitos litúrgicos: la sal bautismal y la sal bendita.

La primera, purificada y santificada por oraciones y exorcismos especiales, se daba al catecúmeno antes de entrar a la iglesia para el bautismo. Según el quinto canon del Tercer Concilio de Cartago parecería que esa sal se administraba a los catecúmenos varias veces por año. Este uso de la sal es certificado por San Agustín (Conf., I. 1, c. XI) y por Juan el Diácono. San Isidoro de Sevilla habla de ella (De off., II, XXI), pero en la Iglesia española no se generalizó.

La otra sal es exorcizada y bendecida en la preparación de agua bendita para las asperges antes de la Misa Mayor del domingo y para uso de los fieles en sus casas. La fórmula de bendición actual está tomada del Sacramental Gregoriano (P.L., LXXVIII, 231). Ambas, la sal bautismal y la sal bendita, pueden usarse otra vez sin una nueva bendición.

El apéndice del ritual romano tiene una bendición de sal para el uso de animales y otra en honor de San Huberto. El Pontifical Romano ordena que la sal sea bendecida y mezclada en agua (mezclada en giro con cenizas y vino) para la consagración de una iglesia. Esto también es del Sacramental Gregoriano. Además, la sal (no especialmente bendita) puede usarse para purificar los dedos después de las sagradas unciones.

Fuente: Mershman, Francis. “Salt.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912.
http://www.newadvent.org/cathen/13403b.htm

Traducido por José Luis Anastasio. lhm

Fuente: Enciclopedia Católica