Por Crístian Ramón Verduc
18/02/2020
"Atamishqui, mishqui, mishqui, te llevo en mi chacarera y en el calor de mi poncho, corazón de tus teleras."

En el estribillo de la chacarera Atamishqui, mishqui, mishqui, con música de Don Sixto Palavecino, Felipe Corpos hace alusión al trabajo del tejido en telar, especialmente para la confección de ponchos, arraigado tradicionalmente en el departamento Atamishqui de nuestra provincia.

El poncho es una prenda antigua y siempre vigente. Aparentemente, pueblos originarios americanos usaban el poncho desde antes de la llegada de los europeos, mientras que muchos europeos usaban el poncho desde antes de conocer nuestro continente.

El poncho también sirvió como elemento de combate, tal como cuentan relatos gauchescos. En caso de pelea, el gaucho se envolvía el poncho en un brazo y con él paraba los mandobles del oponente, mientras que con la otra mano manejaba diestramente el cuchillo. Martín Fierro cuenta cómo en plena pelea al amanecer, sorprendido en el pajonal, a uno de sus oponentes lo hizo caer poniendo el poncho en el suelo para después dar un fuerte tirón. En relatos varios y en algunos chamamés correntinos se hace alusión a los ponchazos propinados en plena pelea. Dicen que había quienes entorchaban con alambres los flecos, para que el ponchazo fuese contundente.

La sencillez de su diseño básico es lo que ha hecho que el poncho sea, posiblemente, una de las primeras prendas usadas por los seres humanos para abrigarse. Para hacer un poncho, bastaría con tomar un rectángulo de tela y hacer en él la abertura para pasar la cabeza. A partir de esto, pueden aparecer diversas variantes, según los deseos del usuario y según los materiales con que se cuentan en la zona donde se haría el poncho.

Generalmente, los ponchos son tejidos en lana de oveja. En América del Sur pueden ser también de pelo de llama o de vicuña o de alpaca. Quienes van a confeccionar un poncho, primero esquilan al animal para obtener la lana, después transforman esa lana en hilos, luego tiñen esos hilos y finalmente tejen en un telar, ya sea el poncho, una frazada o lo que fuere.

Al poncho no siempre se lo lleva puesto. También puede estar listo para servir de frazada en la cama o, en casos especiales, de cama misma. Nuestros mayores solían aconsejar no dejar nunca el poncho en las salidas, pues uno podía necesitarlo en cualquier momento. El poncho también sirvió como chiripa, chiripá o chirípaj al gaucho y al originario, para cubrir la parte media de su cuerpo, colocado en la cintura y entre las piernas.

En nuestro país, el poncho ha ido tomando características particulares según la región o la provincia. No es lo mismo un poncho del Norte de Argentina que un poncho patagónico. El entorno condiciona la intención del usuario y las posibilidades de quien teje el poncho. Hoy podemos decir que hay un poncho característico para cada provincia, como un sello distintivo de cada Patria Chica.

El poncho patrio tiene los colores de la Bandera Argentina y es el poncho representativo de nuestra Nación. Ya en 1820 era parte del uniforme del Regimiento de Dragones de la Patria. Inicialmente era azul y blanco, para finalmente quedar de color celeste y blanco.

El poncho pampa, usado en una amplia región que incluye la provincia de Buenos Aires, parte de la provincia de La Pampa, parte de Córdoba y Sur de Santa Fe, es un poncho de color claro con guardas y flecos de colores oscuros o a la inversa: Oscuro con flecos y guardas de color claro.

En la Patagonia son tradicionales el poncho tejido y también el de lona encerado, para que sea impermeable ante las nevadas. En distintos lugares del mundo hay también modernos ponchos impermeables para afrontar todo tipo de tormenta.

En el poncho de la provincia de Córdoba se puede apreciar la herencia de los comechingones, que hacía dos guardas en los costados, sobre colores negro y blanco, a veces incluyendo otros colores. La ciudad de Cosquín, donde se hace anualmente el Festival Nacional de Folclore, tiene su propio poncho. El poncho coscoíno es de color blanco, con guardas de diseño comechingón y flecos negros.

En la provincia de Catamarca, la confección del poncho es todo un arte, caracterizado por la fineza y prolijidad de quienes se dedican a esta artesanía. Son ponchos tejidos en telar casero, generalmente con lana de vicuña y de color marrón claro. Cada mes de Julio, el Festival Nacional del Poncho, en la ciudad capital de la provincia, reúne a teleras de toda la provincia con artistas y público de todo el país. Uno va a la Fiesta del Poncho en Catamarca y no puede menos que volver abrigado con un poncho belicho (de Belén), o de Santa María o de otro lugar de llanura o montaña de la bella provincia que está al Oeste de Santiago del Estero.

En el Norte de nuestro país se destaca el poncho salteño. El poncho rojo que usaban Los Infernales del General Martín Miguel de Güemes durante la guerra por la independencia de nuestro país, tras la muerte de Don Martín Miguel recibió el agregado de dos franjas negras en señal de luto. Hoy el poncho salteño es de color rojo o borravino, con las dos franjas negras.

En la provincia de Corrientes, el poncho y el ponchillo suele ser usado para las travesías y viajes. Dicen que su diseño de color marrón o castaño conserva la influencia paraguaya y de las misiones jesuíticas.

El poncho santiagueño tiene, según algunos, el color de la tierra. Es marrón mas bien claro, con guardas negras y blancas, aunque no falta quien diga que son los colores del plumaje de la calandria, ese bonito pájaro capaz de imitar el canto de las otras especies. Según cuentan quienes conocen, la calandria es capaz de morir de inanición en caso de ser prisionera, con tal de no vivir enjaulada.

El poncho santiagueño, atamishqueño, salavinero, loretano y de cualquier otro lugar de nuestra provincia, recorre el país a hombros de sus hijos. Tenemos fotografías que muestran la bizarría con la cual portaban sus ponchos Don Sixto Palavecino, Felipe Corpos, Vicente Salto y otras figuras señeras de nuestro Alero Quichua. Hay cantores y músicos que cantan libremente por distintos pagos, emponchados con los colores de la tierra y de la calandria.

Pronto llegará el Otoño y meses después vendrá el Chiri pacha (Tiempo frío). Es tiempo de mirar nuestro poncho y dejarlo como nuevo.


18 de Febrero de 2.020.

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