INCIRCUNCISION, INCIRCUNCISO

El adjetivo hebreo ʿārēl, el sustantivo ʿorlāh, y el verbo ʿāral representan esta condición. Similarmente el adjetivo griego aperitmētos, el sustantivo akrobustia, y el verbo epispaomai describen la misma condición. La presentación aquí está basada en estos términos.

En el AT los incircuncisos son aquellos—ya sean israelitas (Jos. 5:7) o no-israelitas (Jue. 14:3; 15:18; 1 S. 17:26)—sobre los cuales el acto de la circuncisión no ha sido realizado. Así como la circuncisión representaba obediencia al pacto de Dios (Gn. 17:9–14; Ex. 4:24–26), así también la incircuncisión representaba rebelión e incredulidad (Jer. 6:10; 9:25s.). Espiritualmente, el incircunciso era un no-regenerado (Lv. 26:41; cf. Dt. 10:16; 30:6; Jer. 4:4). El incircunciso era excluido del pacto (Gn. 17:14), de la Pascua de los judíos (Ex. 12:48), de la tierra (Jos. 5:7), del santuario (Ez. 44:9), y de la ciudad santa (Is. 52:1). Los que yacen en el Seol son descritos como incircuncisos (Ez. 32:19–32). Figurativamente, Moisés se llamó a sí mismo un hombre de «labios incircuncisos» (Ex. 6:12, 30); es decir, lento de habla (Ex. 4:10).

Las siguientes verdades resumen la enseñanza del NT: (1) Todos los gentiles son incircuncisos (Hch. 11:3; Ro. 3:30; 1 Co. 7:18; Gá. 2:7; Ef. 2:11). (2) La incircuncisión es igualada al estado de no-regeneración (Hch. 7:51; Col. 2:13). (3) El judío incrédulo, aunque físicamente circuncidado, es espiritualmente incircunciso (Ro. 2:28s.; cf. Fil. 3:2ss.). (4) Un gentil físicamente incircunciso que guarda la ley es contado espiritualmente por circunciso; pero un judío, por el contrario, aunque físicamente circunciso, se convierte en incircunciso por su desobediencia (Ro. 2:25–27). (5) De modo que en Cristo ninguna circuncisión ni incircuncisión tiene valor espiritual alguno (1 Co. 7:19; Gá. 5:6; 6:15; Col. 3:11). (6) La incircuncisión del corazón (es decir, no regeneración) es infinitamente peor que la incircuncisión de la carne (Hch. 7:51; cf. Jer. 9:25s.). Judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, están unidos en un cuerpo de creyentes (Ef. 2:11–22). Esta unión espiritual está ilustrada por el hecho de que Abraham, su común padre, fue justificado (Gn. 15:5s.) cuando aún era incircunciso (Ro. 4:9–12).

Wick Broomall

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (314). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología