FIRMAMENTO

v. Cielo
Psa 19:1 y el f anuncia la obra de sus manos
Psa 150:1 alabadle en la magnificencia de su f
Dan 12:3 resplandecerán como el resplandor del f


Firmamento (heb. râqîa, “[hierro] forjado”, “bóveda sólida [del cielo]”, “firmamento”). Palabra corriente en el AT para la bóveda celeste como se la ve desde cualquier punto de la Tierra, limitada por todas partes por el horizonte. El firmamento apareció el 2º dí­a de la semana de la creación (Gen 1:6-8), y Dios le dio el nombre de “cielos”. Aquí­ se refiere al cielo atmosférico, que ofrece la apariencia de una cúpula o domo sobre nosotros. En estos cielos se mueven las nubes y vuelan las aves; el sol, la luna y las estrellas parecen moverse a través de la bóveda celeste cada dí­a (vs 14, 17). El salmista (Psa 19:1) habla del firmamento como evidencia del poder creador de Dios. En su visión del trono celestial, Ezequiel vio un firmamento que sostení­a el trono y al Ser divino sentado sobre él (1:22-26). 458 Flauta. Uno de los instrumentos musicales de viento más antiguos, a menudo dibujado o grabado en los monumentos egipcios (fig 224). Era una simple caña hueca con una embocadura en un extremo y, a lo largo de ella, agujeros que se cubrí­an con los dedos para variar el tono. Es traducción del: 1. Heb. ûgâb. Tal vez sea la flauta verdadera (Job 21:12; 30:31; Psa 150:4). En Gen 4:21 se la menciona como un instrumento inventado muy al comienzo de la historia de nuestro mundo. 2. Heb. jâlîl. Quizá se refiera a la flauta doble u oboe (1Sa 10:5; 1Ki 1:40; Isa 5:12; 30:29; Jer 48:36). Consistí­a de 2 tubos, los que, a juzgar por dibujos egipcios y asirios antiguos, tení­an un sola embocadura y se tocaban uno con cada mano; algunos tubos eran cilí­ndricos, otros cónicos (fig 225). Como aparece una mano más alta que la otra se llegó a la conclusión de que emití­an 2 tonos. Era un instrumento de gozo, pero aparentemente no se usaba para la música del templo. 3. Heb. neqeb (Eze 28:13), un vocablo de significado incierto. 4. Aram. mashrôqîtha’. Proviene del griego y, de acuerdo con palabras similares, tendrí­a el sentido de una flauta de lengüeta de origen griego (Dan 3:5, 7, 10, 15). 5. Gr. aulós, “flauta” (1Co 14:7). 6. Gr. aul’tes. Los usados por los ejecutantes de flautas que tocaban tanto para ocasiones de luto (Mat 9:23) como de alegrí­a (Mat 11:17; Luk 7:32; Rev 18:22; véase CBA 3:39-41). 224. Egipcio tocando una flauta. Bib.: O. R. Sellers, BA 4 (1941)1:40, 41. 225. Mujer egipcia (izquierda) y varón asirio (derecha) tocando la flauta doble u oboe. Fleco. Véase Franja. Flecha. Véase Saeta.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

ver BOVEDA

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Véase EXPANSIí“N.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Referencia astronómica al cielo, al universo, al espacio, en cuanto el cosmos (orden) se mantiene firme (estable, fuerte)

En la Sagrada Escritura se emplea con frecuencia este término (Ex. 39. 3; Num. 17. 4; Jer. 10. 9), aludiendo al espacio firme y fuerte en el cuál habita la divinidad, en donde Yaweh reside. La palabra hebrea “raquia” se halla traducida en los LXX por “stereoma”. En ambas subyace la idea de zona o lugar firme en donde su apoya el trono de Dios.

La cosmologí­a israelita es tributaria de la babilónica, más que de la egipcia. Presupone una gran bóveda celeste en la que se abre lugar para las estrellas y bajo la que se mueve el sol de dí­a y la luna de noche. Ese mundo cósmico fue creado por Dios en el segundo dí­a de la creación (Gen. 1.7 y 14. 18) y de él se hacen eco los demás escritos bí­blicos: Is. 40.22; Jer. 10.12 y 51.15; Zac. 12.1; Salm. 104. 2; Job. 37. 18.

Como hechura divina, alude a un edificio fuerte, en el cual se apoya un trono de gloria y majestad (Salm. 8. 19. Ecclo. 43.1). Reviste misterio para los hombres: Dan 12.3. Con el tiempo se convertirá en destino de los elegidos, aunque lo más frecuente es aludir a un centro divino de referencia, más que a un destino humano de premió o beneficio.

Los conceptos de “alturas”, cielo, universo, son análogos en la Escritura. Y desde luego distantes de los de tierra, mundo, suelo, incluso paraí­so y Edén que se entienden más cercanos al lugar donde viven, vivieron o pueden vivir los hombres.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(Set. stereoma; Vulg. firmamentum).

La noción de que el cielo era una vasta y sólida cúpula parece haber sido común entre los pueblos de la antigüedad cuyas ideas de cosmología nos ha llegado. Así los egipcios concebían los cielos como un techo abovedado de hierro del cual estaban suspendidas las estrellas por medio de cables (Chabas, L’Antiquite historique, París, 183, págs. 64-67). Asimismo en la mente de los babilonios el cielo era una inmensa cúpula, forjada del metal más duro por la mano de Merodach (Marduk) y que descansaba sobre una pared que rodeaba la tierra (Jensen, Die Kosmologie der Babylonier, Estrasburgo, 1890, págs. 253-260). Según la noción prevaleciente entre griegos y romanos, el cielo era una gran bóveda de cristal con las estrellas adheridas, aunque algunos afirmaban que era de hierro o latón.

De numerosos pasajes bíblicos se desprende que los hebreos abrigaban ideas similares. En el primer relato de la creación (Génesis 1) leemos que Dios creó un firmamento para dividir las aguas de arriba o celestiales de las inferiores o terrenales. El hebreo significa algo golpeado o martillado, y extendido de ese modo; la traducción de la Vulgata, firmamentum, corresponde más cercanamente al griego stereoma (Setenta, Aquila y Símaco), algo hecho firme o sólido. La noción de la solidez del firmamento se expresa además en pasajes tales como Job 37,18, donde incidentalmente se hace referencia a los cielos, “¿puedes extender con él la bóveda del cielo, sólida como espejo de metal fundido?”. Lo mismo se denota en el propósito atribuido a Dios al crear el firmamento, es decir, servir como un muro de separación entre las aguas superiores y las inferiores, siendo concebido como que apoya una vasta reserva celestial. También en el relato del Diluvio (Gén. 7), donde leemos que “saltaron todas las fuentes del gran abismo y las compuertas del cielo se abrieron” (7,11) (Cf. también 2 Reyes 7,19; Isaías 24,18; Mal. 3,10; Prov. 8,28 ss.). Otros pasajes, por ejemplo, Is. 42,5, enfatizan más bien más bien la idea de algo extenso: “Así dice el Dios Yahveh, el que crea los cielos y los extiende” (cf. Is. 44,24 y 40,22).

De conformidad con estas ideas, el escritor de Génesis 1,14-17.20, representa a Dios como estableciendo las estrellas en el firmamento de los cielos, y las aves se encuentran debajo de ella, es decir, en el aire, a diferencia del firmamento. En este punto, como en muchos otros, la Biblia simplemente refleja las ideas cosmológicas actuales y el lenguaje de la época.

Bibliografía: Leseætre en Vig., Dict. de la Bible, s.v.: Whitehouse in Hastings, Dict. of the Bible. s.v. Cosmogony, I, 502.

Fuente: Driscoll, James F. “Firmament.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909.

http://www.newadvent.org/cathen/06079b.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica