Así lo afirman los biólogos Magnus Wahlberg y Lara García Delgado, de la Universidad del Sur de Dinamarca, y Jakob Hojer Kristensen, del instituto de investigación marina Fjord & Baelt (Dinamarca), en un estudio publicado en la revista ‘Journal of Comparative Physiology A’.

La audición es el más importante de los sentidos para la marsopa común (‘Phocoena phocoena’), tanto en su fase juvenil como adulta, por lo que es lógico que un recién nacido de esta especie gaste energía en afinar y optimizar ese sentido lo más rápido posible.

Los mamíferos no nacen con una audición totalmente desarrollada. Pueden tardar semanas, meses o años en hacerlo y los terrestres necesitan más tiempo. Los conejillos de indias (‘Cavia porcellus’) lo hacen en semanas; los gatos, los conejos, los visones, los murciélagos y las ratas en meses, y los seres humanos en años.

Una marsopa recién nacida necesita una buena audición para que pueda mantener el contacto con su madre y desarrollar habilidades de ecolocalización, apunta Kristensen.

Los biólogos estudiaron la audición en dos marsopas recién nacidas (de hasta cuatro días de edad) y, para comparar, tres adultos del centro de Fjord & Baelt. Midieron de manera no invasiva la respuesta auditiva del tronco encefálico en los animales con estímulos consistentes en chasquidos de 138 kilohercios (kHz), que es la banda de frecuencia utilizada para la ecolocalización y comunicación en esta especie.

García Delgado asegura que no encontraron diferencias entre unos y otros, por lo que la audición está completamente desarrollada poco después de nacer, de manera que los recién nacidos de marsopa tienen el desarrollo auditivo más temprano de cualquier mamífero estudiado hasta ahora.