Este documento describe el desarrollo embriológico del aparato reproductor humano desde la segunda semana hasta la formación completa de los órganos sexuales masculinos y femeninos. Explica el desarrollo de las gónadas, los conductos genitales y los genitales externos en cada sexo, destacando las diferencias clave entre el desarrollo masculino y femenino guiado por los genes SRY y la presencia/ausencia del cromosoma Y.
1. JULIO ANDRESANDRADEVEGA 11 DE juniode 2017
UNIVERSIDADUNIVERPLANTELCIENCIASDE LA SALUD
REPORDUCCION HUAMANA LICENCIATURA EN ENFEMERÍA 6ª
DR. TRINIDADVILLEGAS
En el siguiente trabajo de pequeña investigación se describen diversas
características sobre lo que es todo el desarrollo paso a paso de lo que son las
gónadas del ser humano, desde la segunda semana hasta que descienden los
testículos y la vagina, otros aspectos como lo son la formación de cada parte de
11 de Junio de 2017
Julio Andrés Andrade Vega
02
Dr. Trinidad Villegas
“Sistema Gastrointestinal”
“Embriología del Aparato
Reproductor Humano”
Lic. En Enfermería 6ª
Univer Plantel Ciencias de
la Salud
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todo el aparato reproductor femenino y masculino, todo para así promover y seguir
procreando la especie humana.
La diferenciación sexual es un proceso complejo en el que intervienen muchos
genes, incluidos algunos que son autosómicos. La calve para el dimorfismo sexual
es el cromosoma Y, que contiene el gen que determina la formación de testículos
llamado gen SRY. El producto proteínico de este gen es un factor de transcripción
que inicia una cascada de genes en dirección que determina el destino de los
púrganos sexuales rudimentarios. La proteína SRY es el factor que determina la
formación de los testículos. Bajo su influencia, tiene lugar el desarrollo masculino;
en su ausencia se establece el desarrollo masculino; en su ausencia se establece
el desarrollo femenino.
GÓNADAS.
Las gónadas adquieren características morfológicas masculinas o femeninas hasta
la séptima semana de desarrollo.
Al principio, las gónadas aparecen como un par de crestas longitudinales, las
crestas genitales o gonadales. Se forman por la proliferación del epitelio y una
condensación del mesénquima subyacente. Las células germinales no aparecen en
las crestas genitales hasta la sexta semana de desarrollo.
Las células germinales primigenias se originan en el epiblasto migran a través de
la línea primitiva y hacia la tercera semana residen entre células endodérmicas, en
la pared del saco vitelino, cerca del alantoides. Durante la cuarta semana, migran
mediante movimiento ameboideo o a lo largo del mesenterio dorsal del intestino
posterior, llegan a las gónadas primitivas a comienzos de la quinta semana e
invaden las crestas genitales en la sexta semana, si no consiguen llegar a las cresta,
las gónadas no se desarrollan. Después, las celulares germinales primigenias
tienen una influencia inductiva sobre el desarrollo de la gónada en ovario o testículo.
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Poco antes de la llegada de las células primigenias y durante la misma, el epitelio
de la cresta genital prolifera y las células epiteliales se introducen en el mesénquima
subyacente. Aquí forman un numero de cuerdas confirmadas irregularmente, lo
cordones sexuales primitivos. Tanto en los embriones masculino como femenino,
estos cordones conectan con el epitelio superficial y es imposible diferenciar entre
la gónada masculina y la femenina; a esta gónada se conoce como gónada
indiferenciada.
TESTICULO.
Si el embrión es genéticamente masculino, las celulares germinales primigenias
llevan un complejo cromosómico sexual XY. Bajo la influencia del gen SRY del
cromosoma Y, que codifica el factor que determina la formación de los testículos,
los cordones sexuales primitivos siguen proliferando y se introducen profundamente
en la medula para formar el testículo o cordones medulares. En dirección al hilo de
la glándula, los cordones se dividen en una red de líneas celulares diminutas que
más tarde originan los túbulos de la res testicular. Durante el posterior desarrollo
una densa capa de tejido conjuntivo fibroso, la túnica albugínea, separa los
cordones testiculares del epitelio superficial.
En el cuarto mes, los cordones testiculares adquieren forma de herradura y sus
extremidades son continuas con las de la red testicular. Los cordones testiculares
se componen ahora de células germinales primitivas de células sustentaculares o
de Sertoli, derivadas del epitelio superficial de la glándula.
Las células intersticiales de Leydig, procedentes del mesénquima original de la
cresta gonadal, se encuentran entre los cordones testiculares. Empiezan a
desarrollarse poco después de haber iniciado la diferenciación de estos cordones.
Hacia la octava semana de gestación, las células de Leydig comienzan a producir
testosterona y el testículo tiene capacidad para influir en la diferenciación sexual de
los conductos genitales y los genitales externos.
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Los cordones testiculares son sólidos hasta la pubertad, momento en el que
adquieren una luz formándose así los túbulos seminíferos, una vez que los túbulos
seminíferos se han canalizado, se unen a los túbulos de la res testicular que, a su
vez se
En los conductillos eferentes. Estos conductillos eferentes constituyen las partes
restantes de los túbulos excretores del sistema mesentérico. Se unen a la red
testicular y al conducto mesonéfrico., que se convierte en el conducto deferente.
OVARIO.
El embrión femenino con una dotación cromosómica XX y sin cromosoma Y, los
cordones sexuales primitivos se disocianen grupo de células irregulares. Este grupo
que contienen grupos de células germinales primitivas, ocupan la parte medulares
del ovario. Más tarde, desaparecen y son sustituidos por una estoma vascular que
forma la medula ovárica.
El epitelio superficial de la gónada femenina, a diferencia del de la masculina, sigue
proliferando. En la séptima semana origina una segunda generación de cordones,
los cordones corticales, que se introducen en el mesénquima subyacente pero
permanecen cerca de la superficie. Durante el tercer mes, estos cordones se dividen
en grupos aislados de células. Las células de estos grupos siguen proliferando y
empiezan a rodear cada ovogonio con una capa de células foliculares. Al unirse
estos dos últimos constituyen un folículo primario.
En sexo genético xx, los cordones medulares de la gónada involucionan y se forma
una segunda generación de cordones corticales. En embriones con un complejo
cromosómico sexual XY, los cordones medulares de convierten en cordones
testiculares y no se forman cordones corticales secundarios.
CONDUCTOS GENITALES. ETAPA INDIFERENCIADA.
Tanto el embrión masculino como el femenino tienen dos pares de conductos
genitales; mesonéfricos y paranéfricos. El conducto paramesonéfrico se origina
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como una invaginación longitudinal del epitelio sobre la superficie antero lateral de
la cresta urogenital. Cranealmente, el conducto se abre a la cavidad abdominal
mediante una estructura de tipo embudo. Caudalmente, primero se desplaza en
dirección lateral respecto de conducto mesonéfrico y, a dirección caudomedial. En
la línea media, desde el lado opuesto, establece un contacto íntimo con el conducto
paramesonéfrico. En un inicio, los dos conductos se hallan separados por un
tabique, pero más tarde se fusionan para formar la cavidad uterina. Hacia la punta
caudal se forma el tubérculo paramesonéfrico o de Müller.
CONDUCTOS GENITALES EN EL SEXI MASCULIINO.
A medida que el mesonefros involuciona, algunos túbulos excretores, los túbulos
urogenitales, establecen contacto con cordones de la red testicular y al final forman
los conductillos eferentes del testículo. Los túbulos excretores que hay a lo largo del
polo caudal del testículo, los túbulos paragenitales, no se unen a los cordones de la
res testicular. En conjunto, sus vestigios se conocen como el paradídimo.
Excepto en la parte más craneal, el apéndice del epidídimo, los conductos
mesonéfricos persisten y forman los principales conductos genitales. Justo por
debajo de la entrada de los conductillos eferentes, los conductos mesonéfricos se
alargan y se vuelven muy contorneados, formando el epidídimo. Desde la cola del
epidídimo hasta la parte incipiente de la vesícula seminal, los conductos
mesonéfricos adquieren una gruesa cubierta muscular y forman el conducto
deferente. La región de los conductos más allá de las vesículas seminales
constituye el conducto eyaculador.
CONDUCTOS GENITALES EN EL SEXO FEMENINO.
Los conductos paramesofrénicos se convierten en los principales conductos
genitales en el sexo femenino. En un inicio pueden identificarse tres partes en cada
conducto: una parte vertical craneal que se abre en la cavidad abdominal; una parte
horizontal que atraviesa el conducto mesonéfrico y una parte vertical caudal que se
fusiona con su homólogo de lado opuesto. Con el descenso del ovario, las primeras
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dos partes se convierten en la trompa uterina o de Falopio y las partes caudales se
fusionan para formar la cavidad uterina. Una vez que los conductos se han
fusionado en la línea media se establece un amplio pliegue pélvico transverso. Este
pliegue, se extiende desde los extremos laterales de los conductos paramesonéfrico
fusionados hacia la pared de la pelvis, constituye el ligamento ancho del útero. La
trompa uterina se extiende por el borde superior y el ovario se extiende por su
superficie posterior. El útero y los ligamentos anchos se dividen en la cavidad
pélvica en la bolsa recta uterina y la bolsa uterovesical. Los conductos
paramesofrénicos fusionados originan el cuerpo y el cuello del útero. Están
rodeados por una capa de mesénquima que forma la cubierta muscular del útero, el
miometro y su recubrimiento perineal, el perímetrio
VAGINA.
Poco después de que la punta solida de los conductos paramesonéfricos alcance el
seno urogenital, se forman dos evaginaciones sólidas a partir de la parte pélvica
del seno. Estas evaginaciones, los bulbos seno vaginales, proliferan y forman una
sólida placa vaginal. La proliferación prosigue en el extremo craneal de la placa, lo
que aumenta la distancia entre el útero y el seno urogenital. Hacia el quinto es, la
excrecencia vaginal se galla canalizada por completo. Las expansiones de tipo alar
de la vagina que hay alrededor del final del útero, los fondos de saco vaginales, son
de origen paramesonéfrico. Por lo tanto la vagina tiene un origen doble, con la parte
superior que procede de la cavidad uterina y la parte inferior derivada del seno
urogenital. .
La luz de la vagina permanece separada de la del seno urogenital por una fina placa
del tejido, el himen, que consta de revestimiento epitelial del seno y de una fina capa
de células vaginales.
GENITALES EXTERNOS. ETAPA INDIGERENCIADA.
A la tercera semana se forman los pliegues cloacales. En posición craneal a la
membrana cloacal, los pliegues se unen para formar el tubérculo genital.
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Caudalmente los pliegues se subdividen en pliegues uretrales, en posición anterior,
y en pliegues anales, en posición posterior.
Las protuberancias genitales, se hacen visibles a cada lado de los pliegues
uretrales. Más tarde, estas protuberancias forman las protuberancias escrotales en
el sexo masculino y los labios mayores en el sexo femenino. No obstante, al final de
la sexta semana, es imposible distinguir entre los dos sexos.
GENITALES EXTERNOS EN EL SEXO MASCULINO.
El desarrollo de los genitales externos en el sexo masculino depende de andrógenos
secretados por los testículos fetales y se caracteriza por un rápido alargamiento
genera, que a partir de entonces se denomina falo. Durante este alargamiento, el
falo tira de los pliegues uretrales hacia adelante, de modo que estos forman las
paredes laterales del surco uretral. Este surco se extiende a lo largo de la cara
causal del falo alargado pero no alcanza la parte más distal, el glande. El
revestimiento epitelial del surco, que se origina en el endodermo, forma la placa
uretral.
Al final del tercer mes, los dos pliegues uretrales se cierran sobre la placa uretral,
de manera que forman la uretra peniana. Este conducto no se extiende hasta la
punta del falo. Esta petes es más distal de la uretra se forma durante el cuarto mes,
cuando las células ectodérmicas de la punta del glande se introducen hacia el
interior y forman un reducido cordón epitelial. Más tarde este cordón adquiere una
luz, formándose de este modo el meato urinario externo.
Las protuberancias genitales, conocidas en el sexo masculino como protuberancias
escrotales, se originan en la región inguinal. Con el posterior desarrollo, se
desplazan caudalmente y, a continuación, cada protuberancia forma la mitad del
escroto. Las dos están separas por el tabique escrotal.
DESCENSO DE LOS TESTICULOS.
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Normalmente, los testículos alcanzan la región inguinal a las 12 semanas de
gestación, migran a través del conducto inguinal a las 28 semanas y alcanzan el
escroto hacia las 33 semanas. Durante el descenso, se mantiene la irrigación
sanguínea del testículo procedente de la aorta y los vasos testiculares se extienden
desde su posición lumbar original hasta el testículo en el escroto.
DESCENSO DE LOS OVARIOS.
El descenso de las gónadas es considerablemente menor en el sexo femenino que
en el masculino y, al final, los ovarios se establecen justo por debajo del borde de
la pelvis verdadera. El ligamiento genital craneal forma el ligamento suspensorio del
ovario mientras que el ligamento genital caudal forma el ligamento del ovario
propiamente dicho y el ligamento redondo del útero. Este último se extiende hacia
los labios mayores. (Langman, 2012)
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Los estudiantes de la licenciatura en enfermería deben de conocer desde estos
momentos que están en formación académica, el desarrollo de lo que es el aparato
reproductor de la mujer y el hombre, porque los enfermeros en algún determinado
momento pueden ayudar al ginecólogo y observar el ultrasonido, ayudando con
nuestro conocimiento a rasgos muy superficiales, a confirmar el sexo de los fetos
de las madres embarazadas. El personal de enfermería son la mano derecha de
los médicos, por eso es de suma importancia se tenga conocimiento amplio para
ayudar a determinar diagnósticos, a confirmar, o a corroborar lo que el médico indica
o señala. Por eso es que se describió este pequeño subtema. Gracias.
Referencias
Langman.(2012). Embriología Medica (12 ed.).WoltersKluwer.
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