Violencia de género en relaciones de noviazgo de estudiantes universitarios del norte de México

María José Cubillas
Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C., México
Elba Abril Valdez
Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C., México
Sandra Elvia Domínguez
Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C., México

Violencia de género en relaciones de noviazgo de estudiantes universitarios del norte de México

REencuentro. Análisis de Problemas Universitarios, vol. 28, núm. 74, pp. 127-148, 2017

Universidad Autónoma Metropolitana

Resumen: El objetivo de este trabajo fue analizar los discursos de jóvenes en una universidad pública de Sonora, sobre la igualdad, las formas de expresión de la violencia y la reproducción de roles y estereotipos. Se trabajó con cinco grupos de discusión analizando el flujo de mensajes que pusieron en forma de habla las representaciones de la realidad del estudiantado. Se analizaron los discursos y se apoyó la interpretación mediante la presentación de extractos de lo expresado. El supuesto que subyace es que, si bien hay transformaciones en los discursos expresados tendientes a apartarse de los roles y estereotipos tradicionales, la desigualdad permanece y se expresa a través de la violencia de manera diferenciada por sexo. Es importante reforzar programas para permear en el arraigo de creencias que poco contribuyen a la igualdad de género.

Palabras clave: Estudiante universitario, Violencia, Género, Rol de los géneros y estereotipos.

Abstract: The objective was to analyze the discourses of young people from a public university in Sonora, on equality, forms of expression of violence and the reproduction of roles and stereotypes. We worked with 5 discussion groups analyzing the flow of messages that put in the form of speech representations of the reality of the student body. The discourses were analyzed and the interpretation was supported by the presentation of extracts of the expressed. The underlying assumption is that, although there are transformations in the discourses expressed tending to depart from traditional roles and stereotypes, inequality remains and is expressed through violence in a differentiated way by sex. It is important to strengthen programmes to permeate the entrenchment of beliefs, which little contribute to gender equality.

Keywords: University students, Violence, Gender, Gender roles and stereotypes .

Introducción

El propósito de este estudio fue analizar los discursos de las y los jóvenes de una universidad pública en la ciudad de Hermosillo, Sonora, sobre la igualdad, los detonadores de la violencia en las relaciones de noviazgo, la formas como se expresa y la trasmisión intergeneracional. Los datos provienen de un estudio de mayor amplitud sobre la conformación de las identidades de género en esta población. La hipótesis que subyace es que si bien hay transformaciones en los discursos expresados por las y los jóvenes en este estudio, tendientes a apartarse de los roles y estereotipos tradicionales, la desigualdad permanece y se expresa a través de la violencia de manera diferenciada por sexo. Para fundamentarlo teóricamente se recuperó información de distintos autores.

La violencia de género se expresa como un campo de investigación fundamental en el que se intenta comprender el fenómeno en sus múltiples dimensiones, que revelan los procesos subyacentes de carácter social, histórico y socialmente construidos en las relaciones de pareja. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia considera a la violencia en el noviazgo como “todos los actos realizados por una de las partes en contra de la otra, dentro de una relación afectiva, mediante los cuales, se presenten ataques intencionales de tipo sexual, físico o psicológico, de manera forzada en la relación de compromiso, amorío, romance, noviazgo o enamoramiento, con el objeto de controlar, someter y obligar a la persona a realizar diversos actos en contra de su voluntad” (Art. 26 Bis 1). Esta ley recomienda atender y resolver esta modalidad de violencia, a través de mecanismos de información y campañas para erradicar los roles, estereotipos sexistas, las prácticas de resolución violenta de conflictos, la misoginia y la legitimación social al uso de la violencia (Gaceta Parlamentaria, 2015).

La presencia de la violencia en la vida afectiva, por lo general, es un asunto del que poco se habla en las aulas universitarias. El imaginario social y los discursos civilizatorios han hecho de la figura de el y la estudiante; seres racionales, disciplinados, con certezas y posibilidades de superación, que rechazan o reprimen todo aquello que simbolice una imposibilidad ante su ser racional (Sánchez & Solís, 2009).

La relevancia de que las parejas ejerzan violencia durante el noviazgo, radica por un lado en su normalización como una forma de interacción cotidiana que puede incrementarse sin ser percibida como tal y por otro lado, la posibilidad de que se mantenga dado el caso de que la pareja llegara a tener vida conyugal ( O'Leary et al., 1989; Smith, White & Holland, 2003; Valdez et al., 2007; García et al., 2012; Pena et al., 2013; Del Castillo et al., 2015).

La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) observa que del total de mujeres casadas o unidas en el estado de Sonora que reconocieron que sólo ellas provenían de un ambiente familiar violento, 62 de cada 100 son víctimas de violencia de pareja. En tanto, a nivel nacional, 51 de cada 100 que sufrieron maltrato en su familia de origen son violentadas por su pareja. Cuando ambos descendían de familias violentas la proporción de mujeres que mencionaron haber sufrido maltrato por parte de su pareja, según datos de la encuesta, ascendió a 71.0 por ciento. Es decir, son quienes registran el porcentaje más alto de violentadas, situación similar para las mujeres en el ámbito nacional, que presentan un 64.0% (INEGI, 2013). Estudios realizados en la región, han documentado porcentajes importantes del ejercicio de la violencia en relaciones de noviazgo de jóvenes universitarios. Un estudio realizado por Cubillas (2014) señala que la violencia de tipo emocional es la que prevalece como fenómeno de violencia bidireccional y conlleva un maltrato en el plano emocional afectivo, y supone coacción y limitación de la autonomía y libertad, a través de comportamientos de control y manipulación, reportados por los y las estudiantes, tales como: La pérdida de contacto con amigos y/o familiares 28.3%; influencia en la toma de decisiones personales 32.7%; cambios en forma de ser por complacer a la pareja 44.6%; revisión de cosas personales sin consentimiento 20.5%; entre otros. Se presentan además eventos de violencia física menor (empujones, bofetadas, jalones de cabello) en proporciones menores al 9.5%. Un estudio más reciente realizado por Mora (2017), señala que 75 de cada 100 estudiantes de la citada universidad han tenido alguna experiencia de violencia con sus parejas.

Martínez, Vargas & Novoa (2016) encontraron una relación significativa entre haber observado violencia entre los padres y uso de conductas violentas con la pareja. Castro & Vázquez (2008) destacan el carácter sistémico de la violencia contra las mujeres. Se inicia desde la familia de origen y se incorpora como parte del habitus. Por ello, se desarrollan gradualmente predisposiciones de conformidad con el sometimiento.

La importancia de la categoría de género en cuanto a la violencia en el noviazgo y otras relaciones radica, por un lado, en el reconocimiento de que esa violencia se basa en la jerarquía-dominación-poder-control de los hombres con respecto de las mujeres, lo cual implica una expresión de desigualdad y de injusticia entre las y los jóvenes. En esta visión, lo anterior significa que se reproduce un sistema social de opresión entre los géneros que, por tanto, al originarse a partir de un sistema de creencias/acciones, es también susceptible de transformarse. Una de las claves para avanzar hacia esa transformación está en reconocer que parte de la violencia en las relaciones de pareja es un problema fundamentalmente de violencia de género con consecuencias diferenciales en las y los jóvenes, aun cuando se reconoce que el ejercicio de la violencia en el contexto del noviazgo, no es siempre con sesgo de género (Castro & Casique, 2010 y OMS, 2006).

El análisis de la prevalencia de la violencia ejercida y recibida en función del sexo muestra resultados contradictorios entre los diversos estudios. En algunas investigaciones, los varones refieren mayor victimización que las mujeres, en factores de tipo sexual, coerción, físico, castigo emocional e instrumental (Cortés et al., 2015; Giordano et al., 2010). Estos hallazgos son contrarios a algunos estudios, donde los resultados arrojan que las mujeres reportan con mayor frecuencia ser víctimas de violencia por parte de su pareja (Rivera et al., 2007). Asimismo, Muñoz-Rivas, Graña & O’Leary (2007) revelan que un porcentaje mayor de mujeres ejercen violencia verbal, mientras que los hombres se dedican a más a la violencia física grave. Rivera et al. (2007) hallaron que las mujeres son quienes perpetran mayormente la violencia física (leve o moderada) y los hombres la psicológica. Investigaciones recientes destacan que, en las parejas de novios, se expresa la tendencia a que la mayor parte de las agresiones sean bidireccionales (O’Leary & Smith-Slep, 2003; Rey-Anacona, 2013; Flores, Juárez & Vidaña, 2015; Alegría & Rodríguez, 2017).

La multiplicidad y diversidad de datos generados de los estudios, no son siempre coincidentes y se deben en buena medida a las variaciones en los conceptos y en las técnicas de medición que se utilizan. Se ha generado más información empírica que reflexiones teóricas, lo que da lugar a saber más sobre el tema, pero poco se conoce sobre su interpretación y análisis. Existe un gran crecimiento en el número de estudios de violencia en el noviazgo en universitarios. En los trabajos revisados destaca el carácter descriptivo de la violencia en el noviazgo. La mayor parte de los estudios se trabaja con metodología cuantitativa y son de corte transversal. Son escasos los estudios de carácter longitudinal, diádico o con enfoque cualitativo (Castro & Casique, 2010; Alegría & Rodríguez, 2015; Rojas-Solís, 2013).

Algunos estudios señalan que el fenómeno de la violencia en el noviazgo tiene una dinámica diferente de la que se presenta en parejas unidas o casadas; en ella existe un enrolamiento activo de la mujer en el ejercicio de la violencia física y emocional, describiéndolo como un problema simétrico. De ahí la importancia de analizar las motivaciones de hombres y mujeres en el ejercicio de la violencia. En qué medida la violencia que ejercen corresponde a actos de agresión intencional, o es un tipo de violencia cruzada y en qué medida a actos de respuesta reactiva o de defensa. Un panorama analítico de los estudios sobre violencia en el noviazgo no termina de explicar el enrolamiento de ambos sexos en el ejercicio de la violencia y los motivos que subyacen en la participación de cada uno (Strauss, 2004)

El contexto contemporáneo asiste a una evidente resignificación de las identidades de género. Como en toda transformación cultural, la resignificación genérica representa para los individuos enfrentarse a la problemática de ajustarse al cambio, hombres y mujeres incluidos.

El hecho que existan nuevas identidades masculinas y femeninas no quiere decir que el cambio cultural se haya consumado, y que por tanto se hubiesen superado las contradicciones de la tradición. En todo caso, se trata de considerar, como lo sugería Bell, que la cultura es la expresión de una estructura social que se transforma lentamente (Montesinos, 2004: s/p).

Marco metodológico: enfoque cualitativo

Este estudio se desarrolló a través de un enfoque cualitativo con la técnica de grupos de discusión. El manejo de esta técnica permitió analizar la información a través del flujo de mensajes que circularon y que ponen en forma de habla las representaciones de la realidad de los y las jóvenes. A través de los discursos sobre aspectos intersubjetivos en relación con las percepciones y significados de la violencia en el noviazgo se abordaron como categorías de análisis: el discurso de la igualdad entre hombres y mujeres, objetivización de la violencia (formas de expresión), el análisis de la motivación de hombres y mujeres en su ejercicio, la atribución social de la dinámica de la violencia y la familia como eje de reproducción de la misma. Estas categorías surgieron como vacíos de conocimiento que los resultados de una encuesta aplicada previamente al estudiantado, no alcanzó a dimensionar con la información generada, acción recomendada para el seguimiento de estudios cuantitativos con posterior abordaje cualitativo.

El análisis buscó la decodificación de la red de conexiones que vinculan el habla con todo un sistema social, simbólico e histórico, expresado por los y las participantes, interpretándolo a la luz de la teoría de género. Para ello se llevó a cabo un análisis social del discurso, como práctica cultural e histórica del orden simbólico androcéntrico. Se hizo uso de las herramientas conceptuales que permitieron poner de manifiesto la relación de conformación mutua entre el discurso y el contexto social en el que funciona, lo cual nos permite visibilizar las diferencias entre hombres y mujeres, elaborando una mirada más profunda sobre las desigualdades y los procesos de transformación.

Trabajar en el campo de la investigación social implica, entre otras cosas, producir discursos como una forma de acercarse a las subjetividades a través de la realidad expresada por el propio sujeto. La técnica es la herramienta de la que se echa mano para producir el discurso. Con las técnicas grupales se trabaja sobre la reducción crítica de los contenidos, mismos que se producen en un discurso grupal que reproducen y reordenan el sentido, poniendo en juego toda su extensión, el nivel del habla, a fin de permitir que la presión semántica configure un tema de que en cada caso se trate, como campo semántico (Ibáñez, 1992).

El grupo de discusión, es una técnica de investigación social que trabaja con el habla, en ella, lo que se dice —lo que alguien dice en determinadas condiciones de enunciación—, se asume como punto crítico en el que lo social se reproduce y cambia, como el objeto, en suma, de las ciencias sociales. En toda habla se articula el orden social y la subjetividad. La reordenación del sentido social, requiere de la interacción discursiva, comunicacional. Se desarrolla un discurso en función de criterios de pertenencia propios. Esto explica la productividad específica de la técnica para el estudio de esos lugares comunes que son los espacios de la identificación colectiva. Se privilegia en el habla lo que ésta tenga de común, en la disputa en el consenso, así como en la coherencia con el hablar de los otros. El grupo de discusión constituye un dispositivo que permite la re-construcción del sentido social en el seno de una situación —grupal— discursiva (Canales & Peinado, 2007).

Conformación de los grupos

En el caso de este estudio se trabajó con grupos conformados por cinco a 12 estudiantes que se ubicaron en un rango de edad entre los 18 a 29 años, de ambos sexos, preferentemente solteros y en función de dos condiciones: sexo y nivel licenciatura (Cuadro 1).

Conformación de los grupos de discusión
Cuadro 1.
Conformación de los grupos de discusión
Elaboración propia.

La estrategia para convocar la participación del estudiantado fue institucional, a través de un programa universitario que promueve actividades culturales, académicas y deportivas con valor curricular. Como tareas adicionales de difusión se diseñaron un volante y un cartel para motivar la participación en los grupos en un espacio, dentro del campus universitario.

El estudio se llevó a cabo en una universidad pública de la ciudad de Hermosillo, Sonora, en México, institución con el mayor índice de cobertura estudiantil en el Estado. Un estudio cuantitativo simultaneo con esta población universitaria, proyecto del cual forma parte este estudio, caracteriza a las familias de estos jóvenes provenientes en su mayoría de conforma ciones de familia nuclear, la mitad de ellos (51.7% hombres, 56.3% mujeres), siguiéndole en orden porcentual para ambos casos los tipos de familias uniparentales y con familiares y, en menores proporciones, viviendo en familias reconstruidas o solos. En relación al promedio de años de estudio de los padres y madres de los estudiantes; observamos que en ambos casos se encuentran en nivel de tercero y segundo de secundaria respectivamente; mostrando las madres en promedio, un año menos de escolaridad. El rango de escolaridad fue amplio, desde quienes se ubicaron en educación básica hasta padres con niveles de estudio de posgrado. Sin embargo, ambos superan el promedio de escolaridad para hombres y mujeres en el estado de Sonora que es de 9.4 para ambos sexos (INEGI, 2010).

Modalidad de trabajo con los grupos de discusión

Para iniciar la actividad, la facilitadora explicó a los y las participantes los objetivos del proyecto y la dinámica de trabajo. Se les garantizó la confidencialidad de los discursos expresados y se les solicitó autorización para realizar registro audiovisual. En un segundo momento se realizó una ronda de presentación de los y las participantes para conocer sus nombres, edades, situación educativa y las actividades que desarrollaban en la universidad.

La elaboración discursiva y la información proveniente de los grupos presentó diferentes dinámicas de acuerdo a los participantes que los conformaron. En el caso de esta población, el comportamiento varió si el grupo estuvo conformado sólo por mujeres, sólo por hombres o por ambos (mixto), así como también, el contenido de sus aportaciones. Las narrativas fueron más fluidas y amplias entre las mujeres, dieron explicaciones más detalladas y profundas acerca de lo que expresan y están más cargadas de emotividad. De acuerdo con Olavarría (2004), entre varones las narrativas son por lo general cortas y concretas, reportan problemas más situacionales y se arrebatan la palabra unos a otros. Entre ellos se introduce el doble sentido, el albur. El autor señala esta dificultad en los hombres para conversar y su aparente desinterés en las emociones. Según este modelo de masculinidad dominante: los hombres no expresan sus emociones, no lloran, no hablan de intimidades o de relaciones afectivas con sus amigos. Impone un estereotipo de género masculino que señala que los hombres se caracterizan por ser personas importantes, activas, autónomas, fuertes, racionales, emocionalmente controladas, heterosexuales, proveedores, cuyo ámbito de acción está en la calle.

Análisis de la información

Para analizar la información, como primer paso se transcribió el discurso de cada sesión de grupo, de forma literal por medio de la grabación de audio, desde la bienvenida hasta el final de la misma. Las imágenes capturadas en video fueron útiles como apoyo para identificar a las personas que expresa- ron los discursos e identificar el consenso manifestado a través de los gestos de aprobación. Se analizaron los discursos y se apoyó la interpretación mediante la presentación de extractos de lo expresado por los y las jóvenes. Este ejercicio implica identificar la parte más abstracta y central del esquema lineal y que a su vez, represente al campo semántico. Este análisis permite responder, mediante el esquema, qué es lo que organiza y articula la opinión del grupo que está siendo representado (Chávez, 2007).

En el apartado de resultados se presenta la reproducción textual de algunos discursos en la voz de los propios jóvenes. Representan formas en las que los roles y estereotipos de género atraviesan las representaciones, imaginarios, creencias y comportamientos en las relaciones de pareja de la juventud. Estos argumentos fueron seleccionados porque muestran consenso de grupo, es decir, aprobación y apoyo a las ideas expresadas por una parte o la mayoría de los y las participantes en las dinámicas de discusión.

Resultados

El discurso de la igualdad entre hombres y mujeres

Los y las jóvenes participantes en los grupos de discusión, ante el cuestionamiento sobre qué diferencias logran percibir en la violencia ejercida y recibida por hombres y mujeres, expresaron reconocer la violencia como un evento que se vive en la cotidianeidad de las relaciones de noviazgo, que se da de forma recíproca y en la que ambos la conciben con un patrón interactivo. El análisis de las narrativas muestra un tema reiterativo en el discurso de algunos de los y las jóvenes, de una aparente igualdad entre hombres y mujeres, ello como una característica que define las relaciones de género, resultado de una transición social que va del machismo a la igualdad (Cuadro 2). Este apego a los valores del modelo hegemónico, lleva a un “zanjamiento simbólico de la reivindicación” en palabras de Rodríguez (1999: 97). La defensa de la igualdad, con muchas contradicciones y sin la menor crítica o reflexión, conlleva la total aceptación del discurso dominante, al tiempo que se observa un incremento de discursos, a los que subyacen manifestaciones benevolentes de sexismo (Martínez et al., 2008).

Cuadro 2.
Discursos sobre igualdad en el ejercicio de la violencia en pareja por sexo
Discursos sobre igualdad en el ejercicio de la violencia en pareja por
  sexo
Fuente: Elaboración propia con información generada en los grupos de discusión

Por otro lado, el discurso de los varones tal y como señalan Ramírez, López & Padilla (2009) revela el sentido de victimización y discriminación que han ido construyendo los varones a medida que los derechos formales de la mujer avanzan en la sociedad. Asimismo, la mayor difusión del tema de la violencia en el hogar lo ha empezado a posicionar de tal manera que hay una tendencia a relacionar la violencia de género con las relaciones de pareja que tienen lugar en la vida adulta. Relaciones cuyo deber se asocia con el compromiso, la convivencia y la paternidad. Esta relación con generaciones anteriores se basa en la interpretación de que como ya somos iguales la violencia de género es un evento desvinculado de la cultura, dándose la naturalización de las dinámicas interactivas violentas y los sistemas de desigualdad.

Un estudio realizado en Sonora por Núñez (2013) destaca que en relación a generaciones anteriores, actualmente los y las jóvenes viven un nuevo modelo de relación de intimidad menos basado en las diferencias de género y más organizado a partir de la confluencia emocional, afectiva y de gustos compartidos. Al mismo tiempo, persisten fuerzas ideológicas y familiares que buscan reproducir y mantener un ideal de amor fuertemente arraigado en ideales de feminidad y masculinidad, difíciles de sostener en la vida diaria.

Sobre los motivos que detonan las discusiones

En relación a los motivos y formas para ejercer violencia expresados en los discursos de los grupos de discusión, las mujeres manifestaron ejercer la violencia en forma reactiva o de defensa, como reacción ante el rompimiento de acuerdos implícitos, lo que genera tensión en su relación. Esto como un probable estado de inseguridad en el nivel de compromiso de la relación en donde algunos de los fantasmas algunas veces presentes son la inconstancia y la infidelidad. Los varones, de acuerdo a las narrativas, ejercen violencia en situaciones en las que la agresión no es explícita, el daño se ejerce por omisión, de manera tácita, y el maltrato es emocional. La mujer es sutil, insistente, incisiva, de acuerdo a lo interpretado del discurso. Las relaciones de noviazgo se establecen como compromiso y posesión del otro y aparece la celotipia.

Los varones expresan que ellos abordan los conflictos, exponiendo de forma directa el problema. Perciben reacciones contrarias en las mujeres, quienes se callan el problema, lo platican entre las amigas. Las mujeres, sin embargo, perciben distinto y se quejan del silencio y desinterés de los hombres, la carencia o la indiferencia de sus novios para dialogar y resolver las pequeñas dificultades que surgen en la relación (Cuadro 3).

Cuadro 3.
Razones expresadas como motivos de discusión por sexo
Razones expresadas como motivos de discusión por
  sexo
Elaboración propia con información generada en los grupos de discusión.

Capaldi & Crosby (1997), en un estudio con jóvenes y adolescentes españoles, llegan a la conclusión de que el motivo de la agresión de las mujeres era el de atraer la atención de sus parejas masculinas durante la resolución de un problema. Para Werkele & Wolfe (1999) los sentimientos de ira y de frustración eran los motivos más frecuentes en las mujeres, mientras que en los hombres la broma o el juego las razones más comunes. Lo anterior es semejante a lo expresado por nuestra población de estudio. Las mujeres demandan mayor formalidad en atención a la relación de noviazgo y los hombres siguen otorgando prioridad a su grupo de amigos, con resistencias a restar parte de su tiempo a esos espacios de interacción entre varones. Ante tales circunstancias, las mujeres manifiestan sentimientos de frustración que detonan en reclamos de atención a la relación ante sus parejas. De acuerdo a los hallazgos de Gontero & Guevara (2013), esta construcción de la subjetividad masculina puede verse en las respuestas a lo malo de estar de novio : estar de novio te hace perder la libertad, te tiene vigilado con los mensajes preguntando a dónde o con quien estás … Estas palabras dan cuenta del miedo a ser un gobernado , es decir, un sometido a las órdenes de la novia. Asimismo, en algunos casos se ve a las mujeres como controladoras y posesivas . Al respecto, varones que se expresaron a través de imágenes, puede observarse cómo se construye la masculinidad juvenil a partir de lo que se comparte con el grupo de amigos: salidas, diversión en oposición a lo que implicaría estar con una mujer controladora.

Formas de ejercer la violencia de hombres y mujeres

De acuerdo con el discurso expresado en los grupos de discusión por hombres y mujeres, los varones tienden a ejercer más la violencia física que ellas y, a su vez, se atribuye a ellas mayormente la violencia emocional. Las mujeres mostraron mayor sensibilidad y expresividad sobre el tema e identifican mayor número de situaciones como expresiones de violencia en la interacción de pareja. La violencia se vive, afecta y tiene consecuencias muy distintas para las mujeres y para los hombres, inclusive en esta etapa. Asimismo, los motivos y fines de la violencia, son distintos, la violencia que se ejerce puede ser con la intención de controlar y dominar o como respuesta o defensa propia, particularmente la ejercida por las mujeres.

Podemos afirmar que se observan transformaciones en lo relacional y en esta etapa de relaciones de pareja existe un enrolamiento activo en el ejercicio de la violencia de las mujeres, aunque con matices y motivos diferenciados de los varones. En los discursos de ellas está presente la tendencia a expresar sus problemas emocionales y en los varones a describir problemas más situacionales y específicos y de forma directa, en relación a sus conflictos de pareja, señalando la situación problema, más que las emociones que estos despiertan. Los varones restan importancia a lo expresado por sus parejas, desvalorizando todo lo referente al mundo de las mujeres quieren una novela, son más de hacer panchitos, espectáculos en la calle. Esto se confirma en la narrativa de los grupos de discusión. La falta de atención a las relaciones de noviazgo y las insatisfacciones de las mujeres expresadas o no, en ocasiones no son evidentes y no se perciben en el momento, conducen habitualmente a una reacción retardada y exagerada, dicen los hombres por parte de la mujer, como mal humor, frialdad o estallidos de rabia sin motivo (Cuadro 4).

Cuadro 4.
Diferencias percibidas en el ejercicio de la violencia de pareja por sexo
Diferencias percibidas en el ejercicio de la violencia de pareja por sexo
Elaboración propia con información generada en los grupos de discusión.

La connotación lúdica de la violencia en el noviazgo: ¿Un evento disfrazado?

Los comportamientos agresivos, en algunas situaciones, tienen una connotación lúdica para los y las estudiantes. La violencia en el noviazgo contiene un estilo caracterizado por violencia superficial o aparente; esto ha contribuido a la percepción de que las interacciones violentas son simple juego y bromas. Pueden iniciar con comentarios incómodos o jaloneo, parecer como parte de un juego entre dos personas que dicen quererse, pero luego puede tomar dimensiones que lleven incluso a eventos de violencia física mayor. Los y las jóvenes expresan en sus discursos estas formas de juego con un aparente reconocimiento que puede desencadenar problemas mayores. Llama la atención que en el caso del varón, presenta una justificación de cómo los empujones pueden permitirse como parte de este juego, sin su reconocimiento como parte de la violencia física (Cuadro 5).

Cuadro 5.
Expresiones de violencia física en la relación por sexo
Expresiones de violencia física en la
  relación por sexo
Elaboración propia con información generada en los grupos de discusión.

Los y las jóvenes enfrentan la dificultad de reconocer que son víctimas de maltrato, relacionando frecuentemente las conductas violentas como expresiones de afecto o como comportamientos lúdicos (González & Santana, 2001; Poo & Vizcarra, 2011) lo que reflejaría una tendencia a la minimización e invisibilización de la violencia.

Mantenimiento del rol femenino: dependencia y amor

Las mujeres expresan, con mayor frecuencia, la relevancia de las relaciones amorosas en sus vidas y la necesidad de recibir muestras de interés. Esta idealización del amor, pareciera tener mayor peso en ellas, ideas que tienden a generar asimetrías relacionales. Son sólo las mujeres las que mencionan el tema de la dependencia emocional que se genera en las relaciones de noviazgo.

Se destaca el significado del amor romántico que se mitifica y se asocia a las emociones y expectativas diferentes para mujeres y hombres. En las mujeres se asocia a la entrega total, a una relación de larga duración y aceptación incondicional de los hombres. Por ello, se puede confundir los celos, el control y el dominio de él con expresiones de amor (Alberoni, 2003).

¿Cuáles son las razones por las que se mantiene una relación aun cuando los miembros de la pareja no están satisfechos con ella o la están pasando mal? Algunas jóvenes mantienen su relación de noviazgo porque se identifican con el estereotipo del ideal de amor romántico, las vivencias en común con la pareja a lo largo del tiempo, se han aislado de sus amistades y le han dado exclusividad a la relación amorosa, esto es, son dependientes afectivamente. En las jóvenes permanece la idea de que la dependencia emocional y el miedo a la soledad son motivos que les hacen permanecer en sus relaciones. Las mujeres, al dedicar su vida a una pareja, encuentran una razón de vivir, socializadas bajo la premisa de que su femineidad está construida alrededor de la creación y mantenimiento de vínculos afectivos. Lo anterior, aunque ello implique renunciar a sus ideales y deseos para someterse a los de su pareja, situaciones que favorecen una condición de vulnerabilidad para sufrir episodios de violencia en sus relaciones de noviazgo (Cuadro 6). Las mujeres por socialización de género, tienen una tendencia más pronunciada a la empatía y a la vinculación afectiva. En cambio, el varón tiene más accesible el camino de la desvinculación afectiva de los demás, lo cual forma parte de la conformación de las identidades de género. Estas situaciones favorecen condiciones de subordinación ante la sumisión e idealización hacia la otra parte. En tal proceso es factible identificar las tensiones entre la formación universitaria orientada al logro y el estereotipo de mujeres y varones involucrados en una relación amorosa. Existen estereotipos que les inculcan la idea de no poderse valer por ellas mismas, su vida depende de los hombres (Rivera & Díaz-Loving, 2002). Mejía (2010) menciona que las expectativas estereotipadas de género: la sumisión, baja asertividad, inseguridad, pasividad, diálogo, sensibilidad e intuición sitúan a la mujer en un grado de dependencia emocional pasiva frente al varón, y la convierten en víctima potencial de maltrato.

Cuadro 6.
La co-dependencia de las mujeres en las relaciones de noviazgo
La co-dependencia de las mujeres en las relaciones
  de noviazgo
Elaboración propia con información generada en los grupos de discusión.

Reproducción de los estereotipos aprendidos durante la crianza familiar

Cuestionados sobre los motivos que subyacen a la violencia, en gran parte de los participantes, la atribución de causalidad suele otorgarse a características de excepcionalidad individual, es decir, temperamentos, baja autoestima, personalidad, celotipia, inseguridad, entre otros; como una problemática aislada indiferenciando el género de las personas. Todo ello reforzado por ideas difundidas desde la psicología tradicional, sobre los rasgos de personalidad. En otras ocasiones lo consideran como un fenómeno social de contextos marginales, muy alejado de su propia experiencia o por perfiles personales de anormalidad. Estos discursos que presentan la violencia de género como un fenómeno individualizado, desvinculan las prácticas sociales cotidianas en las que hombres y mujeres se relacionan, develando una discontinuidad, presentando el maltrato desligado de la realidad social. Martínez et al. (2008) señala que, este imaginario de igualdad, presenta a la violencia de género, desligada de posiciones socio-simbólicas desiguales.

Algunos otros trascienden a explicaciones que retoman las condiciones culturales y las creencias que se derivan de ellas. Quienes sí hicieron mención de este tipo de factores, expresaron entre otros motivos, la normalización de este tipo de eventos en las dinámicas de las familias y su posible reproducción posterior.

Es importante subrayar que en algunos grupos se expresó la opción de no repetir estos patrones. El discurso ubica causas sobre el entorno familiar, pero reconoce que el círculo generacional puede cortarse, al no tratarse de un fenómeno determinista. Sin embargo, enfatizamos que, en su carácter de mecanismo social, aun siendo hegemónico es móvil y, por tanto, se puede dejar de ejercer y reproducir (dicho por los participantes) (Ver Cuadro 7).

Cuadro 7.
Reproducción de la violencia familiar en la conformación de nuevas parejas
Reproducción de la violencia familiar en la
  conformación de nuevas parejas
Elaboración propia con información generada en los grupos de discusión.

De acuerdo con Montesinos (2002), la familia, como agente social, adquiere relevancia porque es la esfera social en que toda persona introyecta y reproduce las pautas que la conforman como individuo. La familia es el eje principal de reproducción social, ya que “influye en la configuración identitaria del individuo, y contiene la dimensión de lo cotidiano, que se entiende como el desarrollo diario de la vida que toda persona asume en su ambiente social inmediato, para llevar a cabo la reproducción cultural desde lo individual a lo colectivo, y como preparación para desempeñarse en todas las esferas sociales” (Tolalpa, 2004: 281).

Conclusiones

Ser joven y universitario les plantea contradicciones entre la apertura a nuevos estilos de vida y el apego a las reglas y mandatos tradicionales. Ante tal desconcierto muchos jóvenes asumen el discurso de los valores y del deber ser, sin embargo, actúan según las circunstancias. Si bien es cierto que, entre la juventud, se pueden observar otros modelos emergentes de relación, se mantiene una adscripción a los roles tradicionales. Las identidades de género transitan con ciertas resistencias, a veces pareciera que los cambios son más de forma que de fondo.

Lo anterior ha impactado en la conformación de nuevas identidades de género en los jóvenes, en las cuales coexisten atributos tanto masculinos como femeninos independientemente del sexo biológico y de la deseabilidad social (Cubillas, Abril & Domínguez, 2016). Esto en parte explica el enrolamiento de mujeres en el ejercicio de la violencia, lo cual nos está hablando de un proceso de constantes resignificaciones, producto de los cambios sociales, económicos y culturales.

Las nuevas generaciones, lo mismo que las anteriores, carecen de espacios y momentos para pensar sobre estas cuestiones. La familia, las escuelas y otras instituciones no promueven la reflexión sobre los cambios, ni ofrecen alternativas al modelo tradicional de relaciones amorosas. Las narrativas generadas de los grupos de discusión, revelan fragmentación y crisis de los modelos hegemónicos de masculinidad-feminidad, esta difícil contradicción y transición, alerta sobre las dificultades que siguen promoviendo el mantenimiento de relaciones desiguales. Aun cuando la mayoría de los y las jóvenes, expresa un discurso de igualdad, algunas formas de relacionarse, valorar e interactuar, la asignación de roles complementarios y desiguales entre hombres y mujeres subsisten.

Resulta de interés el hecho de que los estudiantes universitarios mantengan prejuicios de género. Esto refleja que una formación profesional no necesariamente transforma ideas arraigadas sobre lo que es ser hombre o mujer. Implica además que las mismas instituciones de educación superiordeben reforzar programas para permear en el arraigo de algunas creencias que poco contribuyen a lograr la igualdad de género. La convivencia con estudiantes mujeres que se plantean proyectos de vida independientes de sus roles dentro de la pareja y la familia no parece tampoco influir para un cambio de ideología al respecto, lo que puede explicar también la presencia de la violencia de género. Estos planteamientos sugieren la necesidad de promover la equidad de género en las actividades curriculares de estas instituciones.

En la actualidad, las universidades cada vez más expresan su preocupación por contar con un mecanismo para atender y sancionar la violencia de género contra las mujeres, ya sea dentro o fuera de sus instalaciones, pero protagonizada por integrantes de la comunidad universitaria. Pocas son las universidades que cuentan con protocolos acabados, sustentados en su contenido en la armonización con los tratados internacionales firmados por el Estado Mexicano, enfatizando el enfoque de Derechos Humanos, con acciones en la investigación, la formación y la institucionalización de la equidad de género. Las tareas de sensibilización son un vehículo para provocar la reflexión a nivel personal y prevenir la violencia, el acoso y el hostigamiento sexual dentro de los ámbitos universitarios. Se recomienda profundizar en el estudio de la violencia de género en parejas jóvenes con trabajo de corte cualitativo e investigaciones diádicos que incluyan la visión de ambos miembros de la pareja.

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