INTRODUCCIÓN
El descubrimiento del plexo coroideo en los ventrículos encefálicos fue atribuido a Herophilus de Calcedonia (335-280 a.n.e) por Galeno de Pergamo (130-210), que lo denominó “choroid menix”. Rufo de Éfeso (siglo I) sugirió para esa estructura el término “túnica coroidea” para describir el epéndimo como plexo coroideo (Dohrmann, 1970), aunque el concepto contemporáneo reconoce en las células ependimarias solo uno de sus componentes (Ghersi-Egea et al., 2018). Por largo tiempo no se hicieron referencias al respecto de estos elementos del sistema nervioso, hasta que Andreas Vesalius -1514-1564- describe macroscópicamente estos plexos en los ventrículos laterales (Vesalius, 1555), posteriormente Thomas Willis -1621- 1675- refiere el plexo coroideo del ventrículo IV (Willis, 1664) y H Ridley lo hace para el III ventrículo (Ridley, 1695).
El plexo coroideo es una estructura de tejido neuro conectivo vascular localizada en el sistema ventricular encefálico (Fig. 1), ubicado en los ventrículos laterales, tercero y cuarto. Se constituye por epitelio cuboideo simple con numerosos cilios (del Bigio, 2010), estas células cuboideas se continúan con el revestimiento ependimario envolviéndose en torno al estroma conectivo, cuyos vasos sanguíneos sin capas musculares en sus paredes, lo penetran formando asas capilares fenestradas juxtapuestas al delgado epitelio (Ghersi-Egea et al.). Además, el plexo posee fibras nerviosas mielinicas y amielinicas (Redzic & Segal, 2004). El epitelio conforma la barrera sangre-fluido cerebroespinal (Emerich et al., 2004; Ghersi-Egea et al.), tiene presencia de algunas microvellosidades finas e irregulares que aumentan la superficie de la célula, factor importante para su actividad secretora (Tamega et al., 2000) como la principal fuente de producción de líquido cerebro espinal (Lun et al., 2015), aunque algunos autores creen que la producción extra coroidea de líquido cerebroespinal depende sobre todo del epéndimo y del parénquima encefálico (Milhorat et al., 1971). Esta producción de líquido cerebroespinal sirve para el mantenimiento del medio extracelular en parte, al secretar varios factores de crecimiento (Emerich et al.) con su papel activo en la regulación de las células vástago neuronales (Lun et al.), además de inspeccionar inmunológicamente el encéfalo, secretando polipéptidos y participando en su reparación durante los traumas (Thanos et al., 2010). El plexo coroideo clínicamente se relaciona con diversas alteraciones vasculares como hemorragias intra ventriculares, subaracnoideas e intra cerebrales (Xiang et al., 2017) además de tumores (Miller et al, 2019).
El término que define estas estructuras en los ventrículos encefálicos como plexo coroideo, deriva de Plexus choroideus indicado en la Terminologia Anatomica interna- cional en el capítulo sobre el sistema nervioso, numeral 5409 (FIPAT, 2019) y en Terminologia Neuroanatomica (FIPAT, 2017) numeral 326 cuyo componente Plexus asimilamos a plexo -del latín-, entendido como una red o entrelazado, para el caso anatómico de filamentos vasculares (Cadavid Restrepo, 1942) conectivos y nerviosos. El término coroideo deriva del griego corion -chorion-, en latín corium, que se corresponde a cuero (Boettner, 1942; Mascaró y Porcar, 1983) (Fig. 2), lo que equivale a la piel o pellejo de los animales después de curtido y preparado para múltiples usos en la industria (Mascaró y Porcar), término vinculado también con el saquillo de cuero en que se deposita el dinero, dicho en latín de varias maneras, entre ellas bursa y corium.
DISCUSIÓN
El aprendizaje de la terminología médica puede parecer inicialmente como estudiar un idioma nuevo y extraño, sin embargo, una vez que se comprenden las reglas básicas sobre cómo se forman los términos médicos mediante el desarrollo de palabras, se parecerá mucho a armar un rompecabezas. Entre las pautas generales para formar dichas palabras, se cuenta con la comprensión de las raíces de estas (Fremgen & Frucht, 2016), pero en el término coroideo hay inconsistencia, pues, aunque a través de la historia de la morfología, se utilizó chorion -corium- desde Aristóteles - 385-323 a.n.e- en referencia a la membrana o cubierta externa del embrión del pollo (Hyrtl, 1880; Aristóteles, 1992), a una cubierta del bulbo ocular (ojo) (Barnett, 1979) y a una membrana fetal (Genbacev et al., 2015), para el caso del sistema nervioso, fue desde Herophilus que se utiliza (Dohrmann) creyéndose que dicho plexo era una continuación de la piamadre, similarmente comparándolo con el corion del embrión (Hyrtl). El término coroideo hace referencia a la piel de los animales después de curtida y preparada para diferentes usos en la industria (Mascaró y Porcar). La visión de Herophilus fue macroscópica y no concuerda con que el plexo coroideo tenga apariencia de cuero (Figs. 1 y 2). Teniendo en cuenta su función y localización anatómica, el nombre plexo coroideo tampoco brinda información para poder inferirlo. Parece que después de Rufus de Efeso que lo llamó túnica coroidea (Dohrmann) sólo modificando plexo por túnica, nadie más ha analizado las consistencias e inconsistencias de este término.
Como Terminologia Anatomica propende por una comunicación más clara y precisa entre los profesionales de las ciencias médicas (Duque et al., 2016) y de otros profesionales de la salud, en el caso de los plexos coroideos, tal nombre no es preciso y manifiesta incompatibilidad con la verdadera localización en el sistema nervioso central, además no refiere su funcionamiento. La etimología de coroideo es incompatible e ilógica con la estructura, ya que en el sistema ventricular no hay cuero, por lo que se pudiera asimilar otro nombre y para el que proponemos: plexo ventricular ependimario, el cual da a indicar que es un entrelazado microscópico neuro conectivo vascular a manera de maraña -plexo- que se encuentra en los ventrículos encefálicos, y ependimario por estar asociado con células que forman este tipo de epitelio.
CONCLUSIÓN
El plexo coroideo no tiene ningún componente similar al cuero, su denominación no hace referencia a un componente estructural del ser humano, de allí la necesidad racional de cambiar su denominación para asimilarse a una verdadera estructura en el sistema nervioso central. Se propone el término plexo ventricular ependimario, término que cumple los criterios correspondientes para su referencia morfológica y localización.