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Refranes del 01 al 20

Refranes mexicanos

Comer y rascar el trabajo es comenzar

– 1 –

Cuando el diablo envejeció a santero se metió

Esto lo ve uno todos los días: las iglesias están llenas o casi llenas de gente madura.

En su sorna, habla de nuestro pueblo de cuando alguien viene a darle los huesos a Dios.

Allá quedaron las veleidades y excesos de la juventud; o el destrampe como decimos los chavos.

Quién se acuerda en ese cierto momento de la vida de lo que supone el orden, la cordura, el respeto.

Esto lo ve uno todos los días: allá está la muchachada llenando los salones de fiesta, en jácara y bullicio.

Allá los excesos y los atropellos, el grito destemplado, el grito atrevido, la hartura de todo.

Vida, ¿para qué te quiero? Ora es cuando… Lo que viene después, que después venga.

Después vienen las tristezas, el sinsabor, la amargura, el dolor, de haber tirado al vacío lo mejor de la vida.

Hasta el diablo, dice el refrán, anduvo en sus mocedades alocado y desbordado.

Hasta el diablo, dice este refrán, acaba sus días calladito y devoto, con un rosario de cuenta gorda en las manos.

– 2 –

No hay casa ni casita que no tenga su crucecita

No, pos fíjate que se nos olvidó.

Trajimos todos los retratos: unos cuadros preciosos que pusimos en la sala.

Alfredo andaba loco con los muebles, que aquí, que allá, que más allá.

Concha por su parte se encantó con la cocina

No conocíamos a nadie pues, y nos sentíamos como extraños en aquel barrio.

Y muy satisfechos y ufanos de lo bien que lucían las cortinas, los cuadros, un jarrón chino que no dejó la abuela…

Ah, oye, falta un santito aquí; claro, uno es creyente.

No nos habíamos acordado de eso. Sería bueno una cruz en el lugar de honor, ya ves, la cruz ahuyenta al diablo.

Espérate, la cruz es carga, es pena, es dolor, es sufrimiento.

Se nos olvidaban todas las penas al principio; poco después las empezamos a sentir

Los problemas de la mensualidad, los intereses del banco, un aviso de embargo

Y no fue todo: el mal del más pequeño. Hablaban y nos ponían a temblar cuando mencionaron aquella terrible enfermedad

Así bueno… lo que dice el refrán: no podía faltar una cruz en nuestra casa, o muchas cruces

No íbamos a quedarnos muy felices, sin la cruz que tienen consigo todos los seres humanos.

– 3 –

Pues el mensajero tarda, es señal de burra parda

Vaya ocurrencia. Un dicho que no dice, un refrán que no refiere.

No se entiende cómo, por dónde o a dónde vaya lo que éste dice.

Por que nada tienen qué ver lo uno con lo otro, el mensajero y la burra.

A menos que se trate de un gracejo a la mexicana.

Uno de esos chistes tan desabridos y guandajos que se oyen a veces.

Sin embargo, el que pide, recibe; al que llama, se le abren las puertas.

No se requiere lastimar mucho la sesera para encontrar el mensaje.

Dice que no tener malas noticias, es tener buenas noticias

Que las desgracias corren a trote de caballo sin que nadie las detenga.

No se necesita recurrir al mensaje, las desdichas vuelan solas.

Pero si no las recibimos así, nos demos por satisfechos y felices.

Hay que dejarlo todo al paso lento, cansado y desganado de la burra.

Ojalá que siempre sucediera así, y que pudiéramos esperar toda la vida que llegara un día esa burra parda.

– 4 –

No hay tal caldo, como el zumo de guijarro

.

A primera vista este refrán parece extraño, no se le entiende.

Luego de pensar un poco en las palabras y en su sentido figurado, se capta lo que quiere decir.

Contiene en buen sentido, un canto de agua, una alabanza a la fuente.

Muy a su manera, pero en su mismo tono, es como el Canto a la Hermana Agua de San Francisco.

Habla del agua limpia y casta, del agua pura y fresca.

Ensalza el regalo del agua que brota silenciosa de la hendidura de unas rocas.

Nadie la ha mancillado, nadie ha puesto en ella ni siquiera los ojos.

Así viene derramándose en suavidades de pureza y de gracia, de frescura y transparencia.

Lo interesante en el caso es que se le hace brotar de la peña misma.

Se dice que es como zumo de la piedra… si la piedra tuviera vida.

Y en expresión de esa vida, jugo de esa vida, brotara así el manantial de referencia.

Con todo esto acaba uno pensando en los misterios de la naturaleza.

En los esquemas de la naturaleza que encierran salud, vida y gozo.

Y en la tozudez de los seres humanos que ensucian, manchan y envilecen las fuentes de la vida.

– 5 –

La pereza no es pobreza pero ahí empieza  

Quién sabe por que haya gentes empeñadas en poner manchas en el amplio vivir.

Uno tan contento y descansado que podía pasar sus días al blando soplo de un aire primaveral.

O salir y dejar correr los ojos por los tonos dorados del otoño.

Así, en displicencia y lasitud: no hacer nada sino soñar en mundos imaginados.

Nada, señor; déjese de blanduras y ensoñaciones; abandone la poltrona de su inactividad.

Hay que salir al camino, hay que remangar la camisa, hay que llenar de bríos el alma.

Y luchar y sudar y trabajar y esforzarse y seguir más allá, sin punto de reposo.

Ahí está la ley de la vida, ahí está el secreto de las realizaciones, de los logros, de la satisfecha respuesta a nuestra condición.

Lo demás, lo demás acabará con el hastío de su pereza, y lo más seguro también, con el drama de la pobreza.

– 6 –

La necesidad de las piedras hace pan

Exagerado el amigo éste.

Cierto que hay un instinto de lucha en el ser humano

Cierto que somos capaces de sacar fuerzas de donde sea.

Hay un impulso en la sangre, un brío indomable dentro de nosotros mismos.

Y cuando se trata de proteger la vida, de recuperar la salud, de allegarnos los medios de subsistir…

Somos entonces capaces de las acciones más resueltas, luchamos, peleamos, exigimos, gritamos, hacemos.

Pero no hay que pensar tan así en lo que el refrán dijo; o que se ponga el señor que dijo eso, a comer piedras.

– 7 –

 Al pasar el río vale más la cuerda que el trigo.

¿Qué trai ése ahora?

¿De dónde una ocurrencia tan fuera de onda, como dice el chavo aquí?

Creció el río; imposible ir por las piedritas que se pone para ir brincando sobre la corriente.

Acá no tenemos puente, no hemos llegado a los beneficios que tienen los del pueblo arriba

Como nunca se ve tan crecido y de algún modo podemos atravesarlo…

Nunca, casi nunca sucede lo que sucedió ahora al subir el agua hasta los bordos altos.

Habrá que tirarse a nado y para que la corriente no arrastre a la persona, tiene que sujetarse a una cuerda.

Así a tirón y tirón, hay que vencer la fuerza del agua hasta salir al otro lado.

Pero sale el refrán aquí, tan tonto, tan bobo, tan ajeno a la realidad.

Como que quiere decirnos que a veces cometemos locuras, desatinos, extravagancias.

Por vernos, hacernos, o sentirnos muy originales, caemos en cada incongruencia…

Según nosotros muy geniales y acabamos haciendo el ridículo más lamentable.

Así el refrán: a qué viene mencionar el trigo, cuando se trata de pasar un río. O si alguien lo sabe, que lo diga.

– 8 –

 Quien no monta a caballo del caballo nunca se cae

Y por qué ¿aquél no y yo sí?

O al revés ¿por qué yo sí y aquél no?

Como que medimos los ires y venires de la vida en lo que acontece al vecino.

Nos indigna verlo resplandecer en satisfacciones, en éxitos, en una vida placentera.

Lo vemos y nos vemos a nosotros mismos luchando a brazo partido y siempre en desventaja.

Y él tan tranquilo, que no suda ni se abochorna y nosotros cargados de angustia.

El refrán explica de una manera práctica, con un ejemplo que debe hacernos pensar.

Quien siembra vientos, recoge tempestades, dice la sabiduría divina. Quien ama el peligro, en él perece.

Si no queremos andar en conflictos, si queremos tener paz en el alma, hagamos lo hace aquél.

Si queremos disfrutar de bienes de todo orden, ordenemos nuestra vida, trabajemos, ahorremos y tendremos.

Pero si andamos a lomos del desenfreno, de los excesos, lo más seguro es que ese penco traicionero nos tire al suelo.

– 9 –

Ahora tejones, porque no hay liebres

En este refrán hay que desentenderse de sinonimias, asonancias o consonancias de los vocablos.

Porque si se queda uno con el significado estricto de las palabras que conforman este refrán, no va a dar nunca con bola.

Y otra vez: los valores entendidos en el juego de las palabras, dar con bola tiene que ver con cuestiones futboleras, por ejemplo.

Ha de decirse que para hablar de lo nuestro, para entender nuestros signos convenidos en la forma de hablar, sólo nosotros mismos.

Eso porque un autor de otras latitudes extremó ridículos significados a propósito de lo que dice el refrán.

Que los roedores así, que las liebres allá, que las ardillas por acá, y sabe cuántas tonterías.

En realidad, con un mínimo de malicia entiende cualquier mexicano lo que aquí se quiere decir, a menos que sea de veras ingenuo y pudibundo.

– 10 –

Ahorita son los repiques  y después son las llamadas

Según esta fiesta de bronces repicando en el aire se diría que el refrán alude a solemnidades del mes.

Diciembre, mayo, agosto, todos los meses del año tienen una fiesta dentro del rosario de celebraciones de nuestro pueblo.

Y en nuestro pueblo no puede haber fiesta sin campanas.

En realidad, el refrán anda lejos de repìques solemnes o de lo que se dice, cuando se dice que están llamando a misa.

Las palabras tienen una acepción de significados diferentes.

Cuando nuestra gente dice que alguien “se llamó”, quiere decir que aquél se hizo para atrás, se retractó, negó lo que antes había dicho.

Esta puede ser una explicación del refrán.

Habla de alguien muy alegador y guaguarero que grita y manotea, amenaza y desafía con una alharaca escandalosa.

Eso es como repicar, eso es como hacer sonar  los bronces de una campana para que alcancen a oír sus repiques a grandes distancias.

Pero luego todo se viene abajo, vienen “las llamadas”, el desconocer, el negar, decir: ¡hachis! Cuándo; yo nunca dije eso.

– 11 –

El cuento, para que sea cuento, es preciso que venga a cuento 

Ganas de jugar con las palabras; gente ociosa que no halla en qué divertirse.

Así, el que compuso este refrán, dio en hacer cuentas sin cuento, como con un mismo canto.

En realidad no es tan bobo el versito; tiene su migajón.

Habla de la oportunidad del que habla, dice o hace, para que el otro hable, haga o diga en el justo momento.

Porque sin duda que del tino en que se manifiesten las cosas, dependen el éxito que se busca.

Que tengamos la perspicacia de decir lo que se tiene que decir, en el momento en que se debe decir.

Y no salgamos con domingo siete, según esa otra expresión del lenguaje familiar.

No forcemos situaciones, no creemos artificios, no inventemos circunstancias.

Todo tiene su tiempo, lo dijo el Eclesiastés con sabiduría divina.

– 12 –

Tente a las crines, Martínez

Cuando hablamos de mulas, rocines o rocinantes, viene al pelo este refrán.

Los que saben de caballos saben en qué consiste eso de “montar en pelo”.

Los jinetes de monta, bien montan un caballo en pelo y hasta parece que se dan gusto en ello.

Al que no es avezado en estos lances, lo va a lanzar el jamelgo; eso es lo más seguro.

Tan seguro así, que por acá decimos también que en lo más seguro hay riesgo.

Habrá que recordárselo al Martínez a quien se menciona aquí.

Como no es diestro en montaduras, y menos si lo hace en pelo, debe seguir el consejo del refrán.

Que se prenda de las crines, que cierre el puño con firmeza teniéndose o deteniéndose del noble mechero del potro en que lo montó la vida.

O de una manera más sencilla y con aplicación para todos:

Que en los trances difíciles, en los apuros que nos salen al paso, echemos mano de todo aquello que pueda sacarnos con bien del atolladero.

Esto nos permitirá librar las encrucijadas que todos tenemos que pasar un día de un modo, otro día de otro; pero a todos los llega el momento difícil, ¿verdad, Martínez?

– 13 –

Novio que no vio… que si viera en la trampa no cayera.

Quién sabe qué malsano afán resulta a veces entre familiares y amigo cuando decidió por el casorio.

Pero qué cabeza tienes, hombre quién se le corre en estos tiempos, ir a atarse por sí mismo a un compromiso para toda la vida.

No lo hagas, no seas tarugo. Vas a perder tu libertad, vas a crearte una serie de situaciones difíciles.

Pero con esas necedades no se dice nada a quien tiene encendido el corazón.

Para esa persona no hay atadura más dulce, compromiso más deleitoso, trampa más soñada que el matrimonio.

Desde afuera se pueden hacer advertencias, señalar  riesgos.

Desde adentro se vive un sueño feliz, un sueño feliz, una ansiada ilusión.

Cada quien en su sitio y todos contentos.

Esa es la regla.

– 14 –

Con hombre que llora, mujer que no llora, ni una hora.

Como quien dice, el refrán pone un signo para definir actitudes, temperamentos, rasgos humanos.

Nada de hombres chillones: sino aquellos que deben tener el alma dura. No porque no sientan las cosas, sino porque saben controlarse

Hasta se decía antes que los hombres deben tener tres efes; ser feos, fuertes y formales.

Esto es, que un hombre no debe andar con lloriqueos, ternuras, ni blanduras, ni afeites.  Tampoco con un arete en la oreja.

Y de un vigor y una energía que puede sostener el mundo en la dureza de sus músculos.

Todavía más, que no anden con gracejos ni vaciladas; al grano, con voz ronca y pocas palabras.

Las mujeres deben ser el revés de la moneda

Ellas sí, blandas y tiernas, bellas y encantadoras, sentimentales y lloronas, si es el caso.

Puede que los estudiosos de la naturaleza humana se enreden en mis definiciones y búsquedas para establecer los perfiles del hombre y de la mujer.

El refrán, nomás de un plumazo da el santo y seña de unos y otras.

– 15 –

 

Si tomas amigos nuevos, no te olvides de los viejos

Queriéndolo, y a veces sin quererlo, al paso del tiempo varía el trato o la relación que tenemos en nuestro medio.

Sucede lo que sucede, pongamos el caso de la célebre Romería de Zapopan, en las luces de octubre..

Todas las personas con un sentimiento, en una dirección, hacia una meta.

Y puede que al inicio de la peregrinación se tome el cuidado de ir al lado de fulano, en compañía de zutano a la vista de perengano.

La marcha sigue. El avance de la columna va formando oleadas humanas.

Todos con la vista y el corazón hacia el término de aquel sendero.

Pero sin darnos cuenta, de pronto, han cambiado las gentes que iban con nosotros.

La multitud, el ritmo, el movimiento de aquel mar de gente nos envuelve y nos desenvuelve.

Fulano, mengano y perengano, se desviaron, se quedaron, se adelantaron; ya no vienen con nosotros.

Así como la Romería de Zapopan es el camino de la vida con las gentes que nos acompañan.

El refrán dice que en el caso de que las circunstancias nos relacionen con compañeros diferentes, seamos leales a los anteriores.

Que sepamos dar valor a la amistad, esa fuerza afectiva, esa identidad con su significado humano.

Porque un amigo, en una relación de tiempo, ya probó su sinceridad, la calidad de sus sentimientos.

– 16 –

El nombre, ni quita ni pone. 

Cuántos piensan que las apariencias dan altura y relieve a la persona.

Y sueñan con títulos principescos, en grados académicos que los dejen sobresalir entre los demás.

Hasta llegan a inventarse grados de nobleza, de saber, o de significado intelectual o social.

El único doctorado que vale, el único rango que importa, se lleva en el corazón.

Y no es necesario anteponerlo o posponerlo en el nombre de cada uno.

Cada quien tuvo un nombre y una relación de sangre en su familia.

Con eso y las acciones, con ello y las obras, con ello y la nobleza íntima del corazón, se tiene todo.

Lo demás son pamplinas y paparruchas risibles que algunos buscan a toda costa.

Hacen el ridículo, manifiestan sus complejos, exhiben su pobreza de espíritu.

Y un pobre de espíritu es un pobre ser humano que camina entre luces falsas, entre anhelados honores que nada agregan a su real valía.

– 17 –

A chica cama, échate en medio

Este es otro. Va para aquellos melindrosos, chillones y apurones.

Mira los de allá: se ven tan contentos como si de veras fueran los reyes del mundo.

Nada les falta, se dan todos sus antojos. Dizque en estos días van a pasar una semana en la playa.

Y lo bien trajeados que andan todos; las muchachas muy a la moda.

Hay diferencias que lastiman, diferencias que duelen.

Acá fíjate en mi caso y en mi casa; bueno, con decir que ni siquiera una cama a la medida.

El colchón así de angosto y no puede uno voltearse a gusto sin el riesgo de un porrazo.

Luego dice el otro: a qué viene ese lloriqueo. Cada quien con lo que tiene debe ser feliz.

Curiosos estaríamos si la dicha del hombre estuviera en esas baratijas que vienen de fuera.

O nos anduviéramos doliendo de lo que tienen otros, porque uno no lo tiene.

Así como estamos, así estamos bien. Uno debe adaptarse a su situación.

Que la cama es camita, qué importa; basta con acomodarse al puro centro y a dormir feliz.

¿O no?

– 18 –

Lo que se destempla,  se templa

Ha de entenderse que los seres humanos son como el oro de ley, como el acero, como el metal precioso.

Tenemos en nuestra naturaleza facultades superiores, una gran fuerza para subir.

Y el que despertó un día entre el estiércol, como el hijo pródigo del Evangelio, puede emprender el retorno a la casa del Padre.

El que quedó destemplado, vacío, débil, inservible, trastornado… puede recobrar su temple.

No se dice aquí si esta posibilidad corresponde al viejo o al joven, al hombre o a la mujer; se trata de una fuerza que tenemos en la naturaleza.

Hablar de esas fuerza, es hablar de la virtud. En latín, virtus , se traduce como fuerza, energía, vigor de la voluntad humana.

Hay que leer y entender y aplicar esa formidable cualidad que nos tiembla en la sangre, que nos templa el carácter.

– 19 –

Más enseña la necesidad que la universidad   

Aquel que dijo estar graduado en la escuela de la vida, dijo una gran verdad.

El título, el diploma que da la vida, supera a esos pergaminos muy coloreados de uso en algunas teatrales graduaciones.

Porque en ocasiones, el jovencito sólo tiene la cartulina esa.

Sólo la certificación de algo que no tiene, porque pasó por las aulas en forma disipada, en algaradas y frivolidades.

En cambio, quien se enfrentó a la vida y superó escollos y saltó tropiezos, tiene experiencia e intrepidez magníficas.

Braceó en el mar de la vida y supo salir ileso de todas las tormentas.

Tiene por eso gallardía y fortaleza, visión aguda para resolver cualquier problema con varonil firmeza.

–  20 –

Arrancada de caballo y parada de burro, es de hombres muchos.

El potro brioso y desesperado: los belfos enardecidos, nervioso el temblor de las ancas, alzada la cabeza.

Ha de entenderse, según esto, que un buen rocín tiene ímpetu al emprender la carrera.

Salta y avanza. Avienta los trancos, vuela los obstáculos.

El refrán dice que muchos hombres actúan con esos desplantes.

Primero un entusiasmo, una vehemencia, una agitación por hacer por hacer y tornar, alcanzar y vencer…

Pero luego les viene un cambio doloroso y acaban dando traspiés como un adormilado jumento.

Se les acabaron los bríos en un instante, perdieron los impulsos del principio y como el adormilado burrillo de una cierta historia, dan un paso hacia adelante, y otro paso para atrás.

Enseñanza: que tratemos de mantener la marcha, de mantener el mismo desplante del principio.

Sólo quien persiste en ánimo y voluntad, en esfuerzo y temple, puede alcanzar las grandes metas de la vida.

La mujer del quesero

— ¿qué será?

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