¿Qué es ser auténtico?

La idea de ser auténtico ha sido tan manoseada por los mensajes publicitarios que ya no sabemos a qué se refiere. Lo que sí sabemos es que tiene una connotación positiva y que es una actitud necesaria para establecer vínculos significativos con la gente que nos importa.

La autenticidad nos permite establecer vínculos sinceros y significativos / Foto: Thinkstock
La autenticidad nos permite establecer vínculos sinceros y significativos / Foto: Thinkstock

Ser auténtico no tiene que ver con el estereotipo de la persona ruda que confronta a todo el mundo. Es usual verlos representados en la televisión o en el cine encarnando personajes que lanzan sus opiniones sin poner ni un filtro. En el fondo, son reacciones defensivas que parten de prejuicios. La autenticidad no es sinónimo de rudeza, más bien, es una actitud que permite construir vínculos desde la sinceridad, la amabilidad y la confianza.

Habría que comprender, primero, que ser auténtico es un proceso que dura toda la vida, es un ejercicio diario que consiste en poner en relación todas nuestras dimensiones. Según el diccionario de la RAE, es ser honrado, fiel a los orígenes y convicciones. Eso implica hacer un esfuerzo para reconocer que lo que hemos vivido es valioso, para aceptarnos tal y como somos y manifestarlo en nuestras decisiones diarias.

Para ser auténtico hay que estar alerta, dejar de emitir juicios sobre nosotros o sobre los demás, y conectarnos con nuestras percepciones. En otras palabras: aprender a escucharnos, hacernos caso, confiar en nuestra intuición. La menospreciamos porque estamos acostumbrados a hacerle caso a la razón y a las opiniones de los demás; decidimos en función de lo que nos han dicho que “debe ser” y tratamos de encajar en alguna de las imágenes de lo socialmente aceptable, pero fracasamos, nos sentimos ansiosos, incompletos o insuficientes.

Es importante aprender a construir referentes propios. Por ejemplo, a tus padres les parece que A es la mejor opción, pero tú sientes que la opción B es más acorde con lo que eres y lo que deseas. No te empeñes en demostrar que uno está bien y el otro está mal, eso solo saca lo peor de las personas. Mejor enfoca tu esfuerzo en hacer de la opción B una forma de vida que te permita crecer y expresar lo mejor de ti, haz todo lo que esté en tus manos para fortalecer el vínculo entre lo que eres y lo que haces.

Ser auténtico implica reconocer tu vulnerabilidad. Si la gente te rechaza por ello, no es que tú estés “mal”, simplemente no es la compañía correcta para ti. Te tomará un tiempo encontrar a tu gente y formar tu comunidad, pero ten la certeza de que con esas personas estás en un lugar propicio y seguro para ser tú mismo y desarrollar vínculos sinceros.

Ser auténtico implica no traicionar lo que deseas por buscar la aprobación de otro. En otras palabras, es ser fiel a ti mismo. Pero no se puede ser fiel a lo que no se conoce, por eso hay que generar intimidad con uno mismo. Suena extraño porque estamos acostumbrados a pensar que la intimidad se construye con un otro. Es necesario buscar los espacios y los vehículos que te permitan acercarte a ti mismo. Escribir, meditar, cantar, pintar, cocinar, practicar un deporte... Busca el camino para conectarte contigo, eso te hará una persona más segura y confiable.

Finalmente, cuando alguien es sincero consigo mismo, atrae a personas similares. Pero en el momento en que esa sinceridad se pone en juego con los demás, necesita tomar la forma de la amabilidad, del cuidado. Si lo que decimos es honesto pero viene envuelto en espinas, la otra persona se pondrá a la defensiva, no recibirá lo que queremos compartir e incluso puede llegar a rechazarnos. En el budismo se dice que antes de hablar hay que hacerse tres preguntas: ¿es verdadero, es amable, es necesario? Así, cuando conectamos nuestra boca con el corazón nos expresamos con gentileza, nuestro punto de vista será recibido con gratitud.

¿Para ti qué es ser auténtico?

@luzaenlinea

Tal vez te interese:

La delgada línea entre ayudar y estorbar

Sin temor a equivocarse

¿Amor o guerra de egos?