El inicio del año es un periodo en el que el frío se une a la actividad física relacionada con los propósitos de la nueva temporada, dos aspectos en los que hay que tener en cuenta a nuestros pies, ya que si la sensación de baja temperatura no desaparece puede indicar patologías como lupus o arterioesclerosis y la mala práctica deportiva puede degenerar en problemas biomecánicos

El invierno de nuestros pies: diez consejos para su cuidado
Un hombre se prepara lanzarse a una piscina de agua helada en China. EPA/Diego Azubel
  • 26 de enero, 2015
  • MADRID/EFE/ALEJANDRO PARRILLA

Para que el objetivo de año nuevo no termine a las primeras de cambio, es necesario cuidar nuestra forma de andar y correr, puesto que las alteraciones biomecánicas derivadas de una mala colocación del pie puede derivar en patologías y dolores.

“Nuestro cuerpo es una cadena que empieza en los pies, donde una enfermedad puede generar una patología en la rodilla o cadera”, afirma Rafael Navarro Félez, presidente del Colegio Oficial de Podólogos de Aragón.

Después de caminar o hacer deporte, es tiempo de disfrutar del momento de llegar a casa, ducharse y entrar en calor. Sin embargo, el Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana advierte que  la sensación de frío, si se mantiene en el tiempo, puede esconder patologías asociadas como la anemia.

Decálogo de un pie sano

En invierno, nuestros pies se esconden debajo de varias capas de ropa, pero ello no puede hacer que nos olvidemos de su cuidado.

“En esta época, en las personas mayores con un menor riego en las extremidades, si añadimos el frío, suelen surgir sabañones”, señala el doctor Félez.

Para evitar la aparición de estas dolencias y mantener una temperatura idónea, el Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana recomienda:

Una mujer se coloca bolsas de plástico sobre sus zapatos para cruzar una calle nevada de Fleet, en Hampshire (Reino Unido). Efesalud.com
EFE/Andy Rain
  1. Utilizar un calzado que no apriete para no dificultar la circulación o que los pies se calienten.
  2. Evitar el calor de fuentes directas como una estufa o bolsas de agua caliente.
  3. Mantener los pies secos.
  4. Mover las piernas para estimular la circulación.
  5. Alimentos como la canela, la cayena o la pimienta, y las vitaminas E, K y C pueden hacer que fluya más sangre a los pies, al aumentar la frecuencia cardíaca.
  6. Evitar los lácteos, ya que aumentan la sensación de frío, y la cafeína, porque comprime los vasos sanguíneos.
  7. Beber agua regularmente porque la deshidratación puede enfriar los pies.
  8. Activar la circulación de los pies con baños de contraste con agua fría y caliente.
  9. No fumar, la nicotina dificulta la circulación.
  10. Frotar los pies con una crema permite mantener los pies calientes e hidratados.

Estos consejos, junto a un abrigo adecuado, deben evitar que el frío de nuestros pies entre en casa. Si esta sensación continúa, su origen puede que no se encuentre en las bajas temperaturas propias de estas fechas, sino en una enfermedad asociada.

Un largo invierno

Además de la edad, en la salud de nuestros pies son determinantes patologías que pueden afectar al estado de la piel, es decir, a nuestra barrera ante hongos y heridas.

“La diabetes produce grietas por la desecación, y en personas mayores con patologías reumáticas aparecen callos por las deformidades de los dedos”, añade Rafael Navarro Félez.

Detalle de unos patines en los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi, Rusia. Efesalud.com
EFE/EPA/Barbara Walton

Junto a la prevalente diabetes, la permanencia del frío en los pies puede esconder enfermedades como el “fenómeno de Reynaud”, caracterizado por una respuesta exagerada de las arterias de los dedos de los pies ante diferentes temperaturas.

Ello puede ser parte también de un diagnóstico de arterioesclerosis, donde el riego de la sangre es dificultado por la acumulación de colesterol en las arterias.

Por tanto, es necesario tener en cuenta que el frío prolongado en nuestros pies no es sólo una sensación, sino que puede ser síntoma de patologías como las ya citadas o la anemia, la fibromialgia y los problemas de circulación.

Los pies, la base de nuestro cuerpo

Junto a problemas en la piel o las enfermedades asociadas, nuestra forma de andar determina la aparición de problemas biomecánicos.

“Caminar con un pie pronado o supinado puede provocar inestabilidad, disfunciones musculares y sobrecarga en el antepié o en la planta”, afirma.

Ello puede suponer la aparición de una dureza, un juanete u otras deformaciones en los pies, que tienen origen en su colocación al andar y no en el tipo de zapato que utilicemos.

Un elemento que sí adquiere mayor importancia cuando el pie sufre una anomalía que obliga a utilizar un calzado especial, con materiales como la licra que se adapta a la forma de nuestras extremidades.

Tanto para determinar la pisada como para analizar la salud de nuestros pies el doctor Félez insiste en "no dejar nuestra salud en manos de cualquiera, como una esteticien o una tienda de deportes, ya que cualquier patología debe ser tratada por el profesional médico adecuado".

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