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Educere

versión impresa ISSN 1316-4910

Educere v.12 n.42 Meridad sep. 2008

 

El ser humano, modelo de un ser.

Sanabria González, Hilda J.

Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Instituto Pedagógico Maracay - Venezuela

Resumen

La educación gran parte del tiempo ha sido concebida como un proceso de transmisión única de información, sin importar el Ser mismo, un ser que ante todo, es primero ser humano, con valores y habilidades que si son bien dirigidos, provocan aptitudes positivas para el desarrollo de los pueblos. El presente ensayo invita a aplicar la prospectiva para evidenciar el importante reto que poseen los actores que dirigen el proceso educativo: familia y educadores, pues son los principales "modelos" en los primeros años de vida de todo ser humano, aspecto que adquiere mayor connotación si la reflexión la realizan aspirantes de la carrera Educación Integral, pues así el campo ocupacional lo conocerían no en mención, sino en su esencia, en el "compromiso ético individual" que adquieren cuando seleccionan la mencionada carrera.

Palabras clave: modelo, ética, ser humano

The human being, model of a being.

Abstract

Most of the time education has been conceived as only information transmission-process, not giving importance to the Being itself, a being that above all, is first a human being, with values and skills that when well-directed they provoke positive aptitudes for the development of nations. The following essay invites to apply prospective to evidence the important challenge the actors directing the educational process have: family and educators, since they are the main "models" during the first years of life of any human being; an aspect that gets a bigger connotation if the reflection is made by those who want to study Integral Education, since this way the occupational field would be known not by readings, but in its essence, in the "individual ethical commitment" they acquire when they choose this career.

Key words: model, ethics, human being

Fecha de recepción: 14 de febrero de 2008   Fecha de aceptación: 5 de marzo de 2008

Durante una de las clases del maestro Zan Bankei, un alumno fue descubierto mientras robaba. Todos los discípulos pidieron la expulsión del alumno, pero Bankei no hizo nada. A la semana siguiente, el alumno volvió a robar. Como Bankei seguía sin expulsarlo de clase, sus compañeros, irritados, escribieron una petición exigiendo que se castigara al ladrón. Como son muy sabios —dijo Bankei tras leer la petición—, saben distinguir el camino recto del torcido. Ustedes pueden ir a estudiar a cualquier otro lugar. Pero este pobre hermano que no sabe lo que está bien y lo que está mal, sólo me tiene a mí para enseñarle, y voy a seguir enseñándole. Un torrente de lágrimas purificó el rostro del ladrón: el deseo de robar había desaparecido (Paulo Coelho, 2002, p. 54).

El bien y el mal, alternativas de acción humana en donde el hombre ha de reflexionar y elegir según sus principios, valores y virtudes. En el texto anterior, existe una influencia externa: el maestro, que actúa como ejemplo o modelo a través de su conducta, generando una autorreflexión de quien había escogido el mal, floreciendo así un nuevo deseo, guiado por el bien. De esta forma se observa cómo los principios, valores, virtudes, el bien, el mal, el ejemplo o modelo, son aliados entre sí, justificados y fundamentados en la ética como la ciencia que estudia la bondad o maldad de los actos humanos y florece a partir de los valores del “Ser”, que nos dictan si algo está bien o mal (correcto o incorrecto) en un acto humano.

En los primeros años del hombre, les corresponde a la familia y a la escuela “delinear” su camino humano y valorativo, es decir, los padres y maestros actuarán como “modelos” de ética y como todo lo que ella implica. El planteamiento anterior constituyó una de las categorías comunes entre informantes de una investigación cualitativa ya culminada que se intituló: Construcción teórico/ práctica de selección y admisión para Educación Integral. La categoría mencionada lleva por nombre "El Modelaje".

Compromiso Ético de la Educación (MOCE), pues coincidieron en caracterizar al educador como un modelo o ejemplo del niño, sobre todo en los primeros años, (de 6 a 12 años), campo ocupacional de la carrera Educación Integral.

De allí, la presencia del constructo siguiente en el que a partir de la definición de ética, diferencias entre moral y ética, su horizonte filosófico y una reflexión ante la situación actual, se podrá arribar al modelaje y a la teoría que lo sustenta, para ir aplicando la prospectiva (reflexión) y al conocer las características del niño desde su nacimiento hasta los doce años aproximadamente, estar en capacidad de argumentar si el ser humano en condición de aspirante, alumno y maestro de Educación Integral tiene o no un compromiso ético al actuar como “modelo”, es acá donde convergen las dimensiones ontológicas y axiológicas de la carrera mencionada.

La ética es definida por muchos autores como una ciencia, ya que posee dos aspectos: uno de carácter científico y otro de carácter racional. El carácter científico queda fundamentado en virtud de que esta “disciplina” presenta un modelo de conducta valiosa que el hombre debe realizar. El carácter racional viene por el uso de la razón. La ética no es una ciencia experimental, sino racional ya que fundamenta sus modelos éticos por medio de la razón, que proporciona causas, razones, el porqué de la bondad o maldad en una conducta realizada.

El Círculo de Lectores (1976), define la ética como la: Ciencia que estudia las acciones humanas en cuanto se relacionan con los fines que determinan su rectitud. En general toda ética pretende determinar una conducta ideal del hombre. Esta puede establecerse en virtud de una visión del mundo o de unos principios filosóficos o religiosos, que llevan a determinar un sistema de normas. Así pues, la ética se relaciona con la psicología, que establece una determinada concepción del hombre, de sus facultades y operaciones; con la metafísica que permite encuadrar el orden moral en un sistema general del universo y del ser; con la sociología que estudia la sociedad en cuyo seno se desenvuelve la conducta del hombre en la convivencia y en la acción común con los demás hombres. (p. 2232).

Mientras Guédez (2004) en un artículo intitulado: “Ética y ética de los negocios” expone una definición dada por Savater en una conferencia donde “…insistía en que la ética es la actitud ante la libertad propia, en relación con la libertad individual y social de los otros…” (p.2).

Así como se evidencia un rasgo común en la ética y es su carácter científico y racional, coinciden autores en plantear su naturaleza social ya que la conducta del ser humano será el reflejo de su vivencia ética. Conviene resaltar la etimología del término, la palabra ética viene del griego ethos, que significa costumbre, siendo curioso que la palabra moral viene del latín mos, moris que también significa costumbre. Aun cuando etimológicamente significan lo mismo, su uso está sujeto a convencionalismos y a las características histórico-sociales predominantes.

La principal diferencia entre ambos términos se encuentra en que la moral es el hecho real presente en todas las sociedades, es un conjunto de normas, a saber, que se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias respecto a normas de otra sociedad y época histórica, mientras la ética es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un conjunto de normas, a saber, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta.

En fin, moral y ética se encuentran separadas ontológicamente por los “mundos” que configuran la vida del ser humano, a saber: el mundo interior de cuyas normas se hace responsable la ética y el exterior regido por las normas morales delineadas por la sociedad.

A la ética también le interesa el estudio de la esencia de los valores y, en especial, del valor moral, de allí que la “crisis de valores” existente sea también una “crisis ética” con igualdad de responsables.

Es en el terreno de los valores donde el mundo yace en el caos. A lo largo de cinco siglos de modernidad se ha alcanzado una gran claridad epistemológica y cosmovisiva. El ser humano conoce los límites de lo que puede saberse y tiene conciencia lúcida de las preguntas a las que él no tiene respuestas. Está convencido de las limitaciones del conocimiento científico para arribar a la existencia humana, así como la presencia de creencias, parte esencial de su modo de ser.

Lamentablemente, en el mundo, lo ético, lejos de tener la primacía, está más bien subordinado a todo lo demás. Desde luego, el hombre se resiste a admitir tan cruda verdad. Pero el examen de la política, del mercado, de la estructura burocrática, educación y aplicación de la ley en las sociedades nacionales del planeta, lo confirma ampliamente.

Pese a los aspavientos eticistas, en la práctica cede lo ético rápidamente el paso al interés inmediato: desde las relaciones entre los pueblos hasta el quehacer de cada día: en el tránsito automotor de la calle, por ejemplo. El inmoral sólo sigue una norma: primero yo; siempre yo y sólo de último los demás. No se diga que sea natural; que lo pide el sano instinto. Es igualmente natural e instintivo que el ser humano sea gregario, social y comunicativo, que sea el uno para el otro. Es una educación familiar (principal-mente) mal concebida que orienta hacia las actitudes de agresión y de odio.

La educación formal que promueve la escuela, también influye directamente en el buen o mal desarrollo ético. Cuando educar significa sacar hacia fuera, desarrollar lo que está implícito, se entiende que el mismo educando es la causa principal de su educación, pues contiene en sí mismo las potencialidades a aflorar. En este caso la ética proporciona el modelo o guía de conducta humana buena, en tanto que la educación proporciona las reglas prácticas para enseñar a orientar al educando dentro de esa guía general.

Desde el punto de vista de la ética, las creencias del ser humano y las tradiciones vividas en la familia y escuela son moralmente indiferentes mientras no sean fuente de conflictos. Lamentablemente en la sociedad actual la educación dogmática y autoritaria, fundada en los tabúes y creencias tradicionales, sí crea angustias, agresividad y, por ende, conflictos de comunicación y convivencia en todos los niveles.

Una teoría ética no podrá ser, puramente intelectual. No será el producto de conocimiento, sino de afectos y quereres. La ética no sólo ha de ser racional y razonable; también habrá de proporcionar una operante motivación que permita tener a raya el egoísmo y la intemperancia pasional. A la vez, ha de evitar que sus normas contribuyan más aún a frustrar al ser humano, pues con ello no haría más que aumentar la dosis de odio y agresividad del mundo.

En principio, la nueva ética ha de estar al servicio de intereses auténticamente humanos: liberación del individuo, de la angustia de los tabúes innecesarios; disfrute correcto de los bienes y satisfacciones de la vida, conciencia viva de responsabilidad social, de los deberes para con la generación futura y para con la naturaleza.

La moral de la nueva humanidad ya no será impuesta desde un libro sagrado; o por algún decálogo divino. Le toca al hombre ser su propio legislador y, a la vez, el cumplidor de su propia ley. Los conflictos morales ya no se generan entre el existente y su Dios, sino entre el individuo y su comunidad y sociedad.

La futura ética no podrá ser una construcción meramente científica, ser moral traspasa los límites del saber y poder científico. Existieron sociedades y épocas sin teorías científicas, pero jamás sin moral. Dada la mentalidad del presente, la futura ética ha de ser necesariamente racional. Lo que tenga de creencia y sabiduría, tendrá que ser defendible ante el tribunal de la razón, y como tal, no podrá contradecir a conclusiones científicas de consenso universal. Los miembros de una comunidad y los ciudadanos de una sociedad política han de estar dispuestos a acatar las normas que, por una parte, subordinen los intereses individuales y grupales al bien de todos, en último término, al bien y a la felicidad planetaria del hombre.

Lo ético está autóctonamente ligado a lo humano del homo sapiens. Lo humano es un surtidor de novedades imprevisibles. Los hombres de una generación son muy capaces de modificar profundamente el modo colectivo de sentir, de valorar y de actuar. Actualmente con mayor énfasis, ya que se dispone de formidables recursos educativos y promocionales. Pero para ello hay que tener la clara conciencia de la gravísima responsabilidad que pesa sobre el hombre como director general de la historia. Implica despedir las ideologías, combatir fanatismos y obstinaciones egoístas.

Hoy por hoy, el único peligro del hombre es el hombre, y si hay salvación, la opera el hombre. Al individuo reflexivo no le queda más que empeñar las riendas de su personal moralidad en el ámbito de su propio mundo, pequeño o grande. Y enjuiciar críticamente con racionalidad y mentalidad científica la situación espiritual actual.

Es así que ninguna instancia: el Estado, la Iglesia o cualquier secta ideológica, pueda dictar observancias morales absolutamente válidas. No las hay. Lo más absoluto es, tal vez, lo instintivo, impuesto por la naturaleza biológica del ser humano. Pero la moral es siempre algo inventado y aprendido por el hombre en bien de su existencia y coexistencia. En todo tiempo, ser moral es saber qué hacer con los instintos para que triunfe lo humano en el hombre. A estas horas de la historia en que los viejos dioses se han marchado, es el hombre el que ha de decidir su suerte individual e histórica. El futuro depende de su capacidad de ser virtuoso; de implantar a los niños una adecuada conciencia moral, libre de tabúes angustiantes, sostenida más bien por el ejemplo e iluminada desde el pensamiento racional.

Ejemplo que darán los padres y maestros, como “modelos éticos”, de allí la importancia de la carrera Educación Integral, ya que entre otras cosas, le corresponde a ese ser humano, en condición de maestro, guiar y delinear la “personalidad ética” del niño –iniciada en la familia– y ¿qué sucedería si en el educador la “personalidad ética” es débil? ¡Una catástrofe! En este sentido, se ha de prevenir y promover en el aspirante una reflexión donde él de respuesta a lo siguiente: Yo aspirante a maestro, un modelo ¿Por qué? Los planteamientos siguientes permitirán ilustrar una respuesta que sea sometida a la consideración, crítica y reflexión de aquellos seres humanos que deseen “ser maestros.”

Un modelo es considerado un ejemplar ideal de acciones morales a seguir o imitar. El maestro si bien no esperfecto en su género, representa la persona que el niño imitará, como imagen de respeto. Es una respuesta o conducta humana espontánea, estudiada por muchos autores, uno de ellos y el de mayor reconocimiento por la amplitud de su teoría el Albert Bandura, el cual se pregunta cómo aprenden los niños, y postula así la Teoría del Aprendizaje Social.

Bandura nació en Canadá el 4 de diciembre de 1925 y terminó sus estudios en la Universidad de British Columbia. Obtuvo la maestría y el doctorado en 1952, en la Universidad de Iowa. Sus investigaciones se refieren principalmente a la agresión y a la función del “modelamiento” o imitación en el aprendizaje, así como a la adquisición y modificación de las características.

Bandura a través de sus principales investigaciones relacionadas con la agresión en adolescentes, evidenció el vacío que el conductismo como teoría posee para explicar este tipo de situaciones. Según la teoría conductista, cuyo principal exponente es Frederick Skinner, el entorno o ambiente es el causante del comportamiento del ser humano.

Los métodos experimentales constituyen la vía para abordar las variables –según el conductismo– que han de poder observarse, medirse y manipularse rechazando todo aquello que sea subjetivo e interno.

Ante este panorama científico, reacciona Bandura y considera el abordaje anterior simple para explicar la situación de “agresión”, sugiriendo que el comportamiento del ser humano así como es causado por el ambiente, también refleja un tipo de ambiente específico, definiendo esta interacción como: determinismo recíproco, el mundo y el comportamiento de una persona se causan mutuamente.

Al respecto Schunk (1997), plantea:

Bandura analiza la conducta humana dentro del marco teórico de la reciprocidad triádica, las interacciones recíprocas de conductas, variables ambientales y factores personales como las cogniciones… Según la postura cognoscitiva social, la gente no es impulsada por fuerzas internas ni controlada y moldeada automáticamente por estímulos externos. No, el funcionamiento humano se explica en términos de un modelo de reciprocidad triádica… (p. 108).

Así, la cognición es elemento clave en la teoría propuesta por Bandura, de allí su impacto pues es considerado parte de la “revolución cognitiva” iniciada desde los últimos años de los 60. En la teoría cognoscitiva social, el aprendizaje viene dado por múltiples elementos que influyen en la conducta humana “…el aprendizaje es con mucho una actividad de procesamiento de información en la que los datos acerca de la estructura de la conducta y de los acontecimientos del entorno se transforman en representaciones simbólicas que sirven como lineamientos para la acción…” (ob. cit.) (p. 109) y así se presenta bajo la premisa anterior un tipo de aprendizaje que ocurre en el acto, y un aprendizaje vicario (por observación).

El aprendizaje en acto es el que permite perfeccionar o eliminar aquellas conductas propias del ser, “…consiste en aprender de las consecuencias de las acciones propias. Las conductas que dan resultados exitosos se retienen; las que llevan a fracasos se perfeccionan o descartan…” (ob. cit.) (p. 109). Las fuentes de información y la motivación son, según esta teoría, las consecuencias del comportamiento.

El aprendizaje en el que el refuerzo lo recibe el modelo y no la persona que aprende a imitar dicho modelo se denomina aprendizaje vicario.

Buena parte del aprendizaje humano ocurre de manera vicaria, es decir, sin ejecución abierta del que aprende. Las fuentes comunes de aprendizaje vicario son observar o escuchar a modelos en persona, o simbólicos o no humanos (programas de televisión con animales que hablan, personajes de tiras cómicas), en medios electrónicos (televisión, cintas) o impresos (libros, revistas). Las fuentes vicarias aceleran el aprendizaje más de lo que sería posible si hubiera que ejecutar toda conducta para adquirirla. (ob. cit.) (p. 109).

El aprendizaje vicario presenta para el ser humano varias ventajas importantes: amplía sus habilidades en control del medio y hace el aprendizaje menos costoso y duro que el simple condicionamiento. El aprendizaje social está en la base de la transmisión cultural pues permite que las habilidades adquiridas por algún miembro de la comunidad puedan transmitirse al resto, sin que sea preciso que cada uno las adquiera a partir de su propia experiencia. Es acá donde el ser humano en condición de aspirante, alumno y maestro ha de cuidarse, pues es, en esa transmisión cultural donde van inmersos los principios y valores como el fundamento ético de la personalidad humana adquirida durante los primeros años del ser.

En este sentido, conviene detallar a continuación las funciones, procesos y factores que influyen en el aprendizaje por modelamiento u observación, para así destacar, aún más la importancia de este tipo de aprendizaje como base de la teoría cognoscitiva social que invade y promueve sin darse cuenta al ser humano que elija “ser maestro”.

La facilitación de respuesta, la inhibición y desinhibición y el aprendizaje por observación son las tres funciones básicas del modelamiento. La facilitación de respuesta se refiere a aquellas acciones modeladas que actúan como estímulos para que los observadores presenten comportamientos similares. Schunk (1997), expresa:

La facilitación de respuesta no refleja un verdadero aprendizaje, puesto que la gente ya sabe cómo realizar las conductas, más bien, los modelos hacen las veces de claves para el comportamiento del observador, quien obtiene información acerca de su pertinencia y se motivan para actuar basados en las consecuencias positivas de los modelos. (p. 111).

Los modelos actúan como “intermediarios” para promover un determinado comportamiento, que no garantiza un aprendizaje significativo, es por ello necesario que el observador vivencie diversos escenarios que permitan aprehender el comportamiento y reflejarlo, sobre todo, si es académico-cognoscitivo, ahora cuando lo modelado son conductas sociales morales, lo significativo viene dado en función de la base ética del ser humano, de allí la importancia de padres y maestros.

Existen dos respuestas comunes al observar un modelo. Primero, que el observador se inhiba si ve que el modelo es castigado al reflejar algunas conductas, lo que lo lleva a no actuar igual, y segundo, que ocurra una desinhibición cuando ve a modelos realizar actos amenazadores y prohibidos sin consecuencias negativas.

Los efectos inhibitorios y desinhibitorios aparecen porque las exhibiciones modeladas comunican a los observadores que las mismas consecuencias son probables si ellos se entregan a esos comportamientos. Tal información también puede influir en las emociones (por ejemplo, aumentar o disminuir la ansiedad y la motivación) (ob. cit.) (p. 112).

Los matices morales o legales relacionados con el disolver normas o leyes caracterizan a la inhibición y a la desinhibición.

El aprendizaje por observación está basado en la observación de la conducta del otro, “…sucede cuando se despliegan nuevas pautas de comportamiento que, antes de la exposición a las conductas modeladas, no tenían posibilidad de ocurrencia, aun en condiciones de mucha motivación…” (ob. cit.) (p. 112), participan dos personas: el modelo, que realiza una conducta determinada, y el sujeto, que realiza la observación de dicha conducta y cuya observación determina el aprendizaje. Los procesos que intervienen en el aprendizaje por observación son:

1. Atención: si el ser humano va a aprender algo, necesita estar atento. De la misma manera, todo aquello que suponga un freno a la atención, resultará una desventaja del aprendizaje.

El valor funcional percibido de las actividades modeladas influye en la atención: las que los observadores juzgan importantes y aptas para llegar a consecuencias reforzantes atraen una atención mayor… Aunada al valor funcional está la confianza de los alumnos en que el maestro es muy competente, lo que aumenta la atención. Los factores que incrementan la percepción de la competencia del modelo son los indicios simbólicos (títulos, posición) y las acciones modeladas que llevan al éxito. (ob. cit.) (p. 113).

Es así, como en la atención al modelo intervienen variados elementos que generan un mayor o menor interés ante las conductas modeladas, siendo de gran peso e importancia la “imagen” proyectada por el modelo, en relación con su desenvolvimiento social y moral, clave en los primeros años escolares del ser humano.

2. Retención: el ser humano ha de ser capaz de retener (recordar) aquello a lo que ha prestado atención, para lo cual requiere codificar y transformar la información modelada.

Aquí es donde la imaginación y el lenguaje entran en juego: el hombre guarda aquello que ha visto hacer al modelo en forma de imágenes mentales o descripciones verbales. Una vez “archivados” puede hacer resurgir la imagen o descripción de manera que pueda reproducirlas con su propio comportamiento.

3. Reproducción: acá el ser humano ha de traducir las imágenes o descripciones al comportamiento actual “…consiste en traducir las concepciones visuales y simbólicas de los sucesos modelados en conductas abiertas…” (ob. cit.) (p. 113). La práctica constituye el principal aliado en la reproducción para el perfeccionamiento de las conductas modeladas.

Las dificultades de reproducir conductas modeladas no radican sólo en una inadecuada codificación, sino en las bases previas necesarias para una reproducción posterior. En este sentido, se amerita sentar y consolidar un fundamento, en este caso, “ético”, que promueva una apropiada y asertiva reproducción, de lo contrario, el ser humano prestará atención, retendrá y reproducirá aquello que “considere” una “buena conducta moral” sin ser necesariamente “buena”.

4. Motivación: proceso crucial que ha de promover el modelo, pues el observador realiza las acciones que cree tendrán resultados satisfactorios y evita aquellas que supone tendrán consecuencias negativas, “…se conducen según sus creencias y valores; realizan las actividades que aprecian y no las que encuentran insatisfactorias…” (ob. cit.) (p. 114), es por ello, que la motivación no ha de olvidarse en el momento que el ser humano actúe en condición de “padre y maestro”, son ellos los llamados a motivar ya que en sus manos se encuentra un recurso humano en “formación personal”, donde los textos y medios de información por sí solos no actúan.

Ahora, si la condición es de aspirante a estudiar la carrera docente, este ser ha de ser capaz de “automotivarse” pues se supone que ya viene con un fundamento personal y ético que lo permita así para un desenvolvimiento óptimo de la carrera, ¡situación a indagar al momento de la selección!

La sola observación del modelo no es garantía de un aprendizaje social ni de la puesta en práctica de conductas aprendidas ya que en el transcurrir intervienen varios factores que determinan lo significativo o no del aprendizaje, en atención a las particularidades del ser humano. A continuación se mencionan algunos de los elementos que pueden influir:

El estadio de desarrollo del aprendiz influye en el aprendizaje social, pues si el ser humano se encuentra en los primeros años de vida, aún no ha adquirido capacidades que permitan aprehender conductas del modelo, así como no ha vivenciado situaciones que contribuyan a su madurez y a poder distinguir el “bien y el mal” en el comportamiento observado.

El desarrollo es un factor fundamental y principal en la adquisición de las características psíquicas y la adquisición de los comportamientos complejos, es componente determinante en el aprendizaje por observación.

El prestigio y competencia del modelo, representan elementos de atención al momento del aprendizaje social. El prestigio está asociado al renombre, al buen crédito y en gran parte un ser humano presta atención a un modelo, porque cree que pueda vivir la misma situación y está dispuesto a aprender lo que sea necesario para salir adelante. La competencia del modelo se relaciona con la capacidad de poner en práctica de forma integrada, en contextos diferentes, los conocimientos, habilidades y características de la personalidad adquiridas. Incluye saberes teóricos, habilidades prácticas aplicativas, actitudes (compromisos personales) y se infiere del éxito o fracaso que acompañen al modelo, el prestigio actúa como un atributo o característica importante en la competencia del modelo. Al respecto Schunk (1997) plantea:

Los padres y maestros son modelos de posición elevada para casi todos los niños. El alcance de la influencia del adulto en el modelamiento infantil puede ser muy general. Aunque los maestros son modelos importantes en el desarrollo de las habilidades intelectuales, no es raro que su influjo se extienda en otras áreas, como las conductas sociales; los logros académicos e incluso los atuendos y amaneramientos. (p. 121).

De esta forma, la competencia y prestigio del modelo constituyen valores funcionales claves, en el aprendizaje social, que han de ser considerados por el aspirante que desee estudiar la carrera docente, pues si no pasará a engrosar la lista de “maestros que creen pasar desapercibidos”, y no es así, pues si hay seres humanos con una personalidad ética “débil” modelarán conductas de modelos también “débiles” en su actuar , formando seres pesimistas, carentes de un proyecto de vida, en fin, hombres que no han accedido ni conocen lo humano y valioso del ser.

Las consecuencias vicarias, factor que influye directamente en la atención, retención y reproducción de conductas observadas “…Aquellos que ven cómo los modelos son premiados por sus actos tienden más a prestarles atención y a repasar y codificar esos comportamientos para retenerlos…” (ob. cit.) (p. 122), es decir, actúan en estas consecuencias la función informativa y de motivación que demuestre el modelo y que permitirá generar en el observador un aprendizaje social.

Las metas, es el resultado que se pretende alcanzar en un plazo determinado, para avanzar hacia el cumplimiento de un objetivo.

El establecimiento de metas consiste en determinar una norma u objetivo que impulse nuestros actos. Uno puede establecer las metas propias o pueden ser determinadas por otros (padres, maestros, supervisores). Una fuente importante de información acerca de las metas son las normas modeladas. (ob. cit.) (p. 125).

Las normas modeladas durante los primeros años del ser humano, serán las metas que buscarán alcanzar, luego en la medida que se desarrolle el ser, estará en capacidad psíquica y mental de establecer metas propias, que conformen su proyecto de vida en función de los valores que posea y a lo conectado que se encuentre con su humanidad “…Las metas mejoran el aprendizaje y el desempeño por sus efectos en mecanismos cognoscitivos y motivacionales como la percepción del proyecto, la autoeficacia y las reacciones de evaluación personal…” (ob. cit.) (p. 125). La especificidad, proximidad y dificultad de las metas permitirán arribar a un aprendizaje por observación que sea asertivo o no en la conformación “personal” del ser.

Las expectativas, se refieren a las perspectivas u opiniones personales, que se plantea el observador en función de las metas establecidas, siendo de gran importancia los principios, valores y virtudes del ser para que dichas opiniones o expectativas sean amplias, positivas y cargadas de esperanza “…Las expectativas mantienen la conducta durante largos períodos si la gente piensa que sus actividades acabarán por llevar a los resultados deseados… se refieren a sucesos externos… y a normas y actitudes personales…” (ob. cit.) (p. 130). Las perspectivas de lo que sucederá serán positivas o negativas dependiendo de otro factor influyente, a saber, la autoeficacia o convicción que posea el hombre de poder actuar adecuadamente en una situación, son juicios personales relacionados con las propias capacidades para “hacer” en función a una meta establecida “…Autoeficacia y expectativas no tienen el mismo significado. La primera se refiere a la percepción de nuestra capacidad para producir acciones; las expectativas son nuestras creencias acerca de los posibles resultados de esas acciones…” (ob. cit.) (p. 131), es decir, que la autoeficacia que refleje un ser humano será el eje para delinear las expectativas o perspectivas ante el logro de metas establecidas en función del modelo observado. Los factores mencionados son sólo una pequeña muestra de lo que puede influir en el aprendizaje por observación, expresados en el cuadro Nº 1 titulado: Factores que influyen en el aprendizaje por observación.

Las funciones, procesos y factores que influyen en el aprendizaje social, así como lo complejo de sus premisas revelan lo importante del enfoque, el cual requiere atención y estudio, sin ser tratado a la “ligera”. Ahora bien, ¿Por qué el ser humano en condición de aspirante a estudiar Educación Integral es inevitablemente un “modelo” y en consecuencia se encuentra asociado al aprendizaje social? Es sencilla y compleja la respuesta, porque su campo ocupacional serán seres humanos o niños de la primera y segunda etapa de Educación Básica, con edades comprendidas aproximadamente entre seis (6) y doce (12) años. Investigaciones y autores revelan que es durante ese período, que se forman las “bases éticas” que darán vida a la personalidad del hombre, por lo tanto, padres, representantes y maestros serán modelos claves para el niño y si un aspirante no conoce y reflexiona en función de ello, no asumirá el compromiso ético implícito. Para contribuir aún más en promover una reflexión profunda se presentarán a continuación ejemplos de las características del niño durante las edades mencionadas.

1. El niño hasta los seis años

Los cambios que ocurren en el crecimiento y la experiencia del niño, dan vida al desarrollo evolutivo del ser humano, cualidad que lo acompaña desde el nacimiento hasta la muerte. Cada “momento” evolutivo se encuentra caracterizado por diversos aspectos que han permitido a la psicología evolutiva, a partir de sus representantes, estructurar clasificaciones o taxonomías. Es necesario destacar que los momentos, períodos o estadios de desarrollo no son aislados uno del otro, al contrario, son consecuencia del anterior y germen del posterior, existe entre ellos un hilo invisible conductor que los une, tan sólo es una forma de presentación, situación que se agudiza cuando se habla de ética, principios, valores y virtudes, pues son elementos del ser humano que se siembran una vez pero se cultivan por siempre. Al respecto Díaz (2000), plantea:

Los nuevos valores que –por ejemplo– van despertando en quinto de primaria no hubieran podido surgir sin la elaboración, callada, sobria, paciente y progresiva de los valores cultivados en primero de primaria. Hasta podría decirse sin notoria exageración que, de algún modo, todo se conserva y todo se transforma desde la cuna hasta la tumba. (p. 117).

Sin embargo y aun cuando la vida del ser humano es un “todo” que no ha de fragmentarse, se abordarán sólo como una forma de presentación, aspectos claves en diversas edades cronológicas a partir de los primeros años, pues, según Yarce (2004) “…la infancia es, precisamente, la etapa en la que hay una disponibilidad natural, una sensibilidad especial para captar y vivir los valores…” (p. 30), sin dejar de destacar que cada niño es un ser único, con particularidades, por lo que los aspectos siguientes son sólo guías, y sería un acto grave e irresponsable generalizar a partir de ellos.

1. A partir de las taxonomías de Kolhberg y de Piaget (ambos psicólogos) (citados por Yarce, 2004), se conocen dos estadios: uno, denominado castigo y obediencia no cuestionada (5-6 años), y otro, llamado estadio egocéntrico: inteligencia intuitiva, representación preoperatoria. Segunda Infancia (4-5/6 años), respectivamente.

2. Kolhberg plantea que en el nivel preconvencional el niño es receptivo a las normas culturales y a las etiquetas de bueno y malo, justo o injusto, en este nivel se encuentran dos estadios, siendo uno de ellos el de la orientación a la obediencia y el castigo. Las consecuencias físicas de la acción determinan su bondad o maldad, con independencia del significado o valor de tales consecuencias. La evitación del castigo y la deferencia incuestionable hacia el poder se valoran por sí mismas y no en función del respeto a un orden moral subyacente apoyado en el castigo y la autoridad. Prevalece el egocentrismo.

3. Piaget descubrió el sentido del desarrollo de la moralidad del niño así como su concepto de justicia desde un punto de vista cognitivo; esbozó los pasos que tienen lugar en el desarrollo de la conciencia; primero, obediencia ciega a la autoridad; segundo, reconocimiento de los estándares sociales sobre lo correcto e incorrecto y, tercero, incorporación de estos estándares a la experimentación de la culpa. Según Piaget el concepto de justicia del niño progresa secuencialmente del realismo moral (absolutismo) al relativismo moral.

3.1. Hasta los seis años existe una moral de obligaciónheteronomía, corresponde al período de “representación preoperativa.”

3.2. El niño vive una actitud de respeto unilateral absoluto de los mayores: sus órdenes son obligatorias y la obligatoriedad es absoluta.

3.3. No posee todavía la capacidad intelectual suficiente para comprender las razones abstractas de una norma general. Moral de obediencia. Las normas son vistas casi como “cosas” reales y sagradas, intocables.

3.4. Toda forma de obediencia “ciega” pertenece a este tipo de moral infantil o rudimentaria.

3.5. El castigo expresa la moral de la heteronomía del deber y durante este período el niño reconoce que la mentira está prohibida aunque no sabe por qué, lo que reconoce es el castigo provocado si se miente.

2. El niño de ocho-nueve años

1. Según Kolhberg el niño se encuentra en el Nivel Convencional –en su primer estadio–, se considera que el mantenimiento de las expectativas de la familia, el grupo o la nación del individuo es algo valioso en sí mismo. La actitud no es solamente de conformidad con las expectativas personales y el orden social, sino de lealtad hacia él, de mantenimiento, apoyo y justificación activos del orden y de identificación con las personas o el grupo que en él participan.

1.1. El estadio lo denomina el autor como de relaciones y conformidades interpersonales. Lealtad “Buen(a) niño(a) (8/9 a 15 años, con grados)”: el buen comportamiento es aquel que complace y ayuda a los otros y recibe su aprobación. Hay una gran conformidad con las imágenes estereotipadas en relación con el comportamiento mayoritario o “natural”. Frecuentemente se juzga el comportamiento en virtud de la intención. “Tiene buena intención”, es algo que por primera vez, tiene importancia, uno gana la aprobación siendo “agradable”.

2. Aumento secuencial de la necesidad de igualdad y disminución gradual de las preocupaciones por la autoridad.

3. Según Piaget, el niño en esta etapa se perfila hacia la igualdad a partir de la equidad, la cual será definitiva en el estadio siguiente. Al respecto Díaz (2000), expresa: A pesar del progreso axiológico de esta edad no podemos olvidar que, según la mayoría de los tratadistas de Psicología Evolutiva, de los 7 a los 10 años la igualdad se abre paso lentamente sobre la sanción pero sin lograr pasar aún a la equidad. (p. 143).

Indicativos de una evolución en el comportamiento gradual, producto de las vivencias del niño y de padre y maestros como “modelos”.

3.1. Se presentan así a juicio de Piaget, cuatro problemas éticos que van desde la sanción hasta la igualdad y que reflejan las dudas y razonamientos que el niño de estas edades puede irse planteando, el tipo de razonamiento variará, dependiendo de las vivencias y orientaciones dadas por los modelos.

3. El niño de diez-once años

En esta etapa se presenta el pensamiento complejo y globalizador como forma de abordaje de la “realidad” en el niño-joven, destacándose lo siguiente:

1. Acercamiento a la unificación de las reglas.

2. Paso de las operaciones concretas a las operaciones abstractas.

3. Comprensión unitaria de los elementos.

4. Ampliación de las perspectivas.

5. Afianzamiento e interiorización de los valores.

6. Puesta en práctica de la cooperación como intercambio entre individuos iguales.

7. Globalización de la conducta moral, pasando a la autonomía donde algunas decisiones ya no son impuestas por adultos sino que son el resultado de un consentimiento mutuo entre pares.

8. La mentira es percibida como una falta en sí misma, y no como algo malo objeto de sanción.

9. Presencia de un igualitarismo progresivo en avance hacia la equidad.

10. Corresponde a padres y maestros:

10.1. Educar el corazón, es decir, enseñar a leer la realidad con la palabra del amor, en una sociedad que se caracteriza por ser agresiva, injusta donde sobra la apatía, la indiferencia y el egoísmo. De allí la necesidad de formar niños “fuertes” espiritualmente, capaces en la medida que vayan madurando de ser intuitivos y solidarios con los demás.

10.2. Educar la veracidad, haciendo ver al niño lo dañino de mentir aun cuando supongan que si lo hacen con compañeros de edades similares, es aceptable y no cuando se miente a un adulto, es necesario que el niño a través del ejemplo y de la palabra reconozca y valore la verdad como virtud del ser humano.

4. El niño de once/doce años

Etapa donde el ser humano pasa de niño a joven, caracterizándose por múltiples cambios, entre los cuales se destacan:

1. Descubre la aventura de dar profundidad al sentido de la vida y afirmar su propia personalidad, se acentúan curiosidades que impulsan al niño -joven a experimentar nuevas cosas, situación menos riesgosa en la medida en que, en las etapas anteriores, se haya establecido un sólido fundamento ético.

2. Presenta la capacidad de admirar e idealizar a adultos significativos (modelos) padres, maestros, asimismo comienza a alejarse de los padres y a descubrir “otros” modelos.

3. Surge una codificación formal de las reglas, ya iniciadas en etapas anteriores.

4. Existen valores como: sinceridad y espontaneidad.

5. Se inicia la dependencia grupal y su educación, acá el niño -joven piensa que si no actúa igual a sus compañeros de grupo será rechazado aun cuando en contraposición comienza a desarrollar la individualidad, la diferencia y el “Ser” asimismo.

6. En relación con el desarrollo corporal comienza la etapa de la pubertad o preadolescencia, produciéndose cambios profundos en la personalidad.

7. Desde el punto de vista ético, el desarrollo se perfila hacia la equidad.

8. Descubrimiento de la intencionalidad ética, las decisiones acá no son buenas y malas por el resultado sino por la intención que posean.

9. Personalización del sentido de culpa.

10. Indicios de una autonomía moral que lleva al razonamiento ético de por qué hacer el bien y evitar el mal.

11. Muestran deseos de ser útiles a los demás (solidaridad) y sensibilidad hacia los valores que muestran relación con otros.

12. Poseen sentido de responsabilidad y de justicia y de injusticia en el comportamiento de los demás hacia su persona.

13. Según Díaz (2000), las perspectivas axiológicas en esta etapa son:

El equilibrio natural: la creación. Manos a la obra: cooperación en la difusión de cuidados de hábitos del entorno. Aprecio del crecimiento físico; aprecio y cuidado del propio cuerpo: responsabilidad consigo mismo (salud, evitar lo hábitos nocivos, buen uso del tiempo libre, desarrollo de cualidades, aficiones, limitaciones, autoestima y respeto). Considerar a la propia familia como miniuniverso. Responsabilidad en la familia: deberes y derechos familiares con los padres y hermanos, colaboración en las tareas, la casa como hogar. Responsabilidad en la escuela… (p. 165).

Expectativas que han de afianzarse en el niño -joven durante esta etapa, en la que es necesario prestar atención y dedicación, ya que evidencia un momento de cambios personales, producto de la transición biológica experimentada.

14. Piaget identifica esta etapa como: Moral de equidadautonomía y corresponde al período de “Las operaciones formales.”

Surge el altruismo, el interés por el otro y la compasión, por ello “los compañeros” ya no son “todos iguales”, como en la etapa anterior, y las normas no se aplican rígidamente. Se es capaz de considerar las necesidades y la situación de cada uno. La justicia ya no se aplica, por tanto, en forma igualitaria. La moral se convierte en autónoma ya que el adolescente es capaz de concebir principios morales generales, crear su propio código de conducta y asumir el control. El respeto a las normas colectivas se hace, por tanto, de un modo personal.

Cabe resaltar, que el desarrollo de la moralidad no se realiza de modo mecánico: depende no sólo del desarrollo de la inteligencia, sino, también de factores sociales y emocionales, por ello pueden permanecer características de las etapas anteriores.

Conocer las principales características del ser humano en edades claves y desde la óptica de estos autores (Kolhberg y Piaget) resalta lo complejo del hombre y la actuación aún más compleja y de cuidado que han de tener los padres y maestros al momento de su desempeño como “modelos”, sin duda alguna y luego de la visión teórica presentada, el modelaje es un compromiso ético en la educación, que requiere maestros que conozcan, se involucren y vivan desde lo humano y valioso del ser, para que al momento de dar el ejemplo, resalten aquello que necesitan consolidar los niños de las primeras edades. Ahora bien, ¿Existe un maestro que reúna las condiciones para el acompañamiento del niño durante las edades mencionadas? ¿No será tarea infecunda enumerar condiciones hasta el cansancio que difícilmente puede abarcarlas un ser humano por sí solo?

La respuesta afirmativa a esta última pregunta es tentadora, pero no debe olvidarse que la ciencia esquematiza rasgos que la realidad necesariamente desborda. Así como no se encuentra un puro “hombre político” o un puro “hombre económico”, tampoco será posible dar con un maestro perfecto. Existen, sin embargo, buenos maestros, que ostentan todas o algunas de las cualidades exigidas. Pueden llegar a ser, se les puede ayudar a ser y pueden ayudar a otros a ser, mejores maestros. Si quienes educan y seleccionan maestros echan a andar resueltamente, la comunidad descubrirá con el tiempo que en la profesión docente se está esparciendo un nuevo espíritu y una nueva moral. Descubrirá que un buen maestro es una persona abnegada, con profunda fe en lo que está haciendo.

En atención a las ideas expuestas, urge indagar y conocer si el ser humano en condición de aspirante a la carrera Educación Integral conoce y vive desde lo humano y valioso de su ser, y si no es así ¿Qué alternativa existe? ¿Qué hacer? interrogantes inspiradoras de otro momento mágico para compartir.

* Profesor agregado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, UPEL, Instituto Pedagógico Maracay, adscrita al Componente Docente.

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