Guía definitiva para saber quién te va a traicionar

Guía definitiva para saber quién te va a traicionar

En la madrugada del 4 de enero de 1974 la estudiante de la Universidad de Washington Karen Sparks, que tenía sólo 18 años, conoció a un chico apuesto, aunque diez años mayor que ella, y le invitó a pasar la noche en su habitación. Tras quedarse dormida, su invitado le aporreo con una barra de metal y la violó, dejándola inconsciente durante 10 días.

Sparks sobrevivió al asalto, aunque con un daño cerebral permanente, pero fue la primera de las, al menos, 30 víctimas que durante los años 70 sucumbieron al encanto de uno de los criminales más sanguinarios de todos los tiempos: Ted Bundy.

Una publicación en «elconfidencial» precisa que como gran parte de los asesinos en serie, Bundy sufría un desorden de personalidad narcisista, que además de hacerle peligroso, le hacía tremendamente atractivo. Bundy era capaz de seducir a cualquier joven en cuestión de minutos, para después acabar con su vida.

Por suerte, en nuestro día a día no nos vamos a encontrar a alguien como Bundy, pero si a muchas personas que, sin llegar a esos extremos, van a engañarnos. Guardando las distancias, las técnicas que utilizaba el asesino para camelar a sus víctimas, no son muy distintas a las que utilizan los vendedores de las compañías eléctricas cuando llaman a nuestra puerta para ofrecernos una tarifa que no podemos rechazar: pretenden que nos ganemos su confianza para luego clavárnosla por la espalda.

Como explica la psicóloga Melanie Greemberg en Psychology Today, sería fantástico que las personas de las que no podemos fiarnos nunca llevaran un cartelito en la frente indicando que no debemos ni abrirles la puerta. Pero, lamentablemente, ocurre todo lo contrario. “

Las investigaciones muestran que las personas narcisistas que tienden a manipular al resto para perseguir sus propios intereses egoístas son especialmente encantadoras y atractivas a primera vista”, explica Greemberg. Y, además, suelen tener mejores trabajos, más dinero y una mayor pericia sexual. Un peligroso cóctel del que debemos estar muy precavidos.

Para aprender a juzgar correctamente la confiabilidad de una u otra persona, y evitar así que nos timen, nos atraquen o acabemos saliendo con alguien que nos haga la vida imposible, debemos olvidarnos de lo que nos dice nuestro instinto y aprender a juzgar a la gente bajo criterios objetivos. Y estas son las cuatros consejos básicos que tenemos que tener siempre en cuenta.

1. Nunca tomes decisiones impulsivas

Siempre que tengas que tomar una decisión importante –ya sea comprar un coche, irte a vivir con tu pareja o dejar tu trabajo por otro–, debes meditar pacientemente cuales son los pros y los contras de ésta. Para ello, es decisivo pensar las cosas en frío, tomarse un tiempo, y consultar nuestra opinión con familiares y amigos, que pueden ayudarte a evitar un disgusto.

Los vendedores de cualquier bien o servicio saben perfectamente que tu cerebro toma decisiones menos acertadas por impulso, es por ello que tratan de convencerte de que “son las últimas unidades que quedan”, la “oferta durará un tiempo limitado” o “es obligatorio”. Nunca debemos fiarnos de este tipo de proclamas que sólo buscan que piquemos comprando algo que, por lo general, podremos encontrar más barato.

2. Desconfía de la gente que se implica demasiado rápido

 

Es muy fácil equivocarse al empezar a trabar amistad con una persona que no es de fiar, y sólo nos quiere por el interés, pero una vez que la vamos conociendo es sencillo saber si sus intenciones son honestas.

Un indicativo que nos indica claramente que la persona con la que estamos tratando puede jugárnosla es que se implica demasiado rápido en la relación, y pasa de la noche a la mañana de querernos con locura a ignorarnos. Según Krauss esto es el más claro y evidente signo de narcisismo: “Como mínimo esta persona es impulsiva y no piensa las cosas antes de hacerlas. Quizás está proyectando una fantasía en ti, o prefiere la intensidad en las relaciones a la intimidad. Puede caer rápidamente en el drama e ignorarte en cuanto se aburra. En el peor de los casos, puede crear deliberadamente una apariencia de intimidad para seducirte y después engañarte”. Si tienes dudas, pon límites, aléjate y piénsate bien las cosas antes de volver a verla.

3. Pregúntate cuál es el objetivo real de la persona

Antes de fiarte de alguien pregúntate que es lo que realmente quiere de ti. Hay veces en que esto es muy sencillo: si estás hablando con un empleado de banca su objetivo será siempre ganar más dinero con tus ahorros, puede que esto te convenga a ti o puede que no, pero su motivación es evidente.

En el mundo de las relaciones personales la cosa se complica. Podemos caer fascinados ante una persona –sobre todo en el terreno del amor, pero también en el de la amistad– sin conocerla de nada. Y si nos tiramos a la piscina sin pensar antes lo que estamos haciendo podemos llevarnos una gran decepción. Krauss propone que antes de avanzar en una relación nos hagamos una serie de preguntas:

  • ¿Mira todo el rato a la gente, para saber si se están fijando en él?
  • ¿Trata bien a la gente que le rodea?
  • ¿Cuáles son sus valores?
  • ¿Recuerda lo que le dices?
  • ¿Es considerado y atento?
  • ¿Tiene amigos cercanos?
  • ¿Trata bien a su familia?

4. Utiliza tu “mente sabia”

Aunque no debemos fiarnos de todo el mundo, tampoco podemos ir por la vida con miedo a que nos timen. Es por ello que debemos aprender a tomar decisiones que tengan en cuenta la percepción racional de lo que nos rodea (mediante hechos y observaciones) y las emociones que esto nos provoca.

La psicóloga estadounidense Marsha Linehan acuñó el concepto de “mente sabia” (wise mind) para referirse a un estado mental a medio camino entre lo lógico y lo emocional. Como explica Krauss a modo de ejemplo, si conocemos una persona y nos fascina de inmediato no debemos ignorar nuestras emociones, pero no podemos basar nuestras decisiones exclusivamente en ellas. “Gracias a la mente sabia”, explica Krauss, “no ignoramos nuestras emociones, pero tampoco nos dejamos atrapar por ellas viendo lo que queremos ver y no lo que realmente está ocurriendo”.

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