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FUERA BICHOS!

Quién no ha hecho caso a la consigna de que en vacaciones todo se vale: no trabajar ni estudiar, no levantarse temprano, rumbear, no preocuparse, pasear y, sobre todo, darle gusto al paladar.

Quién no ha hecho caso a la consigna de que en vacaciones todo se vale: no trabajar ni estudiar, no levantarse temprano, rumbear, no preocuparse, pasear y, sobre todo, darle gusto al paladar.
En este último acto la gente se toma más de una licencia. Entrada en el descanso se niega a dejar de comer cuanta delicia se ofrece en fiestas, paseos, playas y hasta en la orilla de la carretera, apegada al consuelo compartido de que todo el mundo sube de peso en vacaciones y baja en enero o hay que aprovechar y comer de todoporque solo es una vez al año .
Fernando Sierra, jefe de gastroenterología y enfermedades del hígado de la Fundación Santa Fe, dice que tales indiscreciones dietéticas terminan afectando el organismo, pues en un breve periodo la gente consume alimentos que no hacen parte de su dieta normal, preparados de mil maneras y sin fijarse en las condiciones de higiene de los lugares que se frecuentan en vacaciones.
No es raro que con tanto descuido la gente termine parasitada, cohabitada por bichos , dice Sierra.
Esa es la razón por la cual para muchos el fin del descanso coincide con la aparición de síntomas como dolor o distensión abdominal, cólicos, diarrea y en algunos casos inapetencia o rasquiña en la nariz o en el ano. Varias causas pueden explicarlos afirma Luis Carlos Sabbagh, jefe de gastroenterología de la clínica Reina Sofía . La primera, y la más frecuente, es una infección intestinal por bacterias. Las más comunes son el e.coli y la salmonella, presentes en alimentos descompuestos o mal refrigerados .
Sabbagh sostiene que si bien la mayoría de los pacientes mejoran poco a poco con sus propias defensas, al menos un 30 por ciento de ellos llega a requerir antibióticos para contrarrestar la enfermedad.
Los síntomas también pueden deberse a la presencia de parásitos, frecuentes en nuestro medio. Entre ellos están gusanos como el áscaris y el tricocéfalo o protozoarios como la giardia y la ameba: Hay un tercer grupo de pacientes con diarreas provocadas por virus; algunos manifiestan otros efectos, como el dolor de garganta, síntomas respiratorios y dolores óseos .
-Purgar no, desparasitar
Los especialistas recomiendan a la gente abstenerse de usar purgantes o laxantes por su cuenta cuando los síntomas aparecen, pues solo el médico está en capacidad de determinar si el paciente está afectado por parásitos, bacterias o virus y de suministrar medicamentos para cada caso.
Esta costumbre obedece, entre otras razones, al hecho de que la gente desconoce la diferencia que hay entre un purgante, un laxante y un antiparasitario.
Los purgantes ejercen una función de lavado del colon y los intestinos. El laxante hace lo mismo, pero actúa en forma distinta porque ejerce presión interna en el colon, creando una diarrea inducida. El antiparasitario va directo sobre el bicho y lo mata. La gente que se laxa o purga para eliminar parásitos no logra nada distinto aparte de un lavado superficial, pues estos se pegan a la pared del intestino, lo mismo que sus huevos , asegura Sierra.
Hay dos tipos de antiparasitarios: los que atacan gusanos planos (áscaris, uncinaria, strongyloides) y los que eliminan protozoarios (amebas, giardias): Un purgante mal usado no los elimina y puede irritar el colon, agravar la diarrea, producir inflamación, deshidratación e irritación, pues algunos tienen efectos corrosivos , dice.
También se recomienda que las personas acudan al médico cuando quieran limpiar su organismo con purgantes o laxantes, aunque se sientan bien: Los laxantes son prescritos solo para situaciones especiales de estreñimiento crónico y constipación, bajo estricta vigilancia médica , explica Oscar González, gastroenterólogo de la clínica Carlos Lleras Restrepo.
Este experto opina que en Colombia es recomendable visitar al médico al menos una vez al año y seguir tratamientos periódicos de desparasitación, aun cuando no haya síntomas: El nuestro es un país de alta incidencia intestinal, debido a las malas técnicas de higiene y manipulación de alimentos que persisten en la población, inclusive en las grandes ciudades , dice.
Otros especialistas opinan que los malestares digestivos también pueden ser resultado de problemas más profundos, como los emocionales. Según Héctor Hernández, director administrativo del Instituto Colombiano de Homeopatía, la gente suele echarles a las amebas la culpa de los dolores de cabeza o los dolores de estómago; la verdad es que en el 80 por ciento de los casos las razones son otras. Detrás de un malestar como ese puede haber un trasfondo emocional o sicológico .
La homeopatía, según Hernández, mira integralmente al paciente. Además de lo físico se lo ausculta en lo sicológico, en lo mental y en lo emocional: Hecho el examen detallado, hacemos prescripción de medicamentos que tienen principios energéticos, no químicos. Su uso tiene que ir acompañado del cambio de hábitos del paciente. Nada logramos si la persona no deja de comer mal y no pone en prácticas rutinas más saludables .
-Falsos mitos
Las personas con parásitos siempre son delgadas.
Los dulces se los comen los bichos.
No me desparasito porque me engordo.
Si no tiene picazón de nariz ni en el ano, no tiene parásitos.
Todos tenemos parásitos cuando niños, que desaparecen con el crecimiento.
Los adultos nunca están parasitados, solo los niños.
Cuanto más grande el parásito, peor la enfermedad.
No puedo tener parásitos porque tomo agua mineral.
No estoy parasitado porque no veo los bichos ni tengo síntomas.
Me siento cansado, desganado y triste, pero no estoy parasitado.
Se me inflama el estómago porque todo me hace daño.
Fuente: Fundación Parasitológica Argentina
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