Tambo es una noción que procede de tampu, un vocablo quechua. El concepto tiene diferentes usos de acuerdo al país. En Argentina, Paraguay y Uruguay, se denomina tambo al recinto donde se ordeñan vacas y se vende su producción láctea.
En los tambos, por lo tanto, se les extrae la leche a las vacas. Además estos establecimientos suelen comercializar la leche sin procesar a las compañías que se dedican a homogeneizar, pasteurizar y fortificar el producto que luego llega al consumidor final.
Es importante cuidar las condiciones del tambo para que la leche obtenida sea de buena calidad y no se contamine. Las vacas deben estar sanas y el proceso de ordeñe debe desarrollarse con precaución. En la actualidad, se suele apelar a máquinas que ordeñan a las vacas de manera mecánica, con gran velocidad y -según aseguran los especialistas- sin provocarles ningún tipo de daño.
Numerosos grupos animalistas trabajan duramente para que los consumidores sepan exactamente qué debe atravesar una vaca lechera, y las historias son verdaderamente espeluznantes. En primer lugar, sobra aclarar que las vacas nunca toman la decisión de brindar su leche a los humanos, sino que son explotadas, como auténticas esclavas; su leche debería ser exclusiva para sus hijos.
Para mantener este negocio, por otro lado, es necesario inseminarlas artificialmente, y esto las conduce a una de las peores cosas que deben enfrentar: ser separadas de sus hijos a la fuerza y al poco tiempo de haberlos dado a luz. Los jóvenes terneros son destinados a los mataderos, mientras que las terneras deben repetir la pesadilla de sus madres, que incluye ser descornadas.
Una vez completada la extracción, la leche debe almacenarse a baja temperatura para que no proliferen las bacterias. Por eso los tambos suelen contar con tanques que se encuentran a una temperatura inferior a 4 ºC. De hecho, las máquinas de ordeñe están conectadas a dichos tanques, una característica que permite que la leche llegue de forma inmediata al sistema de refrigeración.
En los tiempos incaicos, se denominaba tambo a los albergues que se encontraban en las rutas que recorrían los mensajeros conocidos como chasquis. Estos tambos brindaban refugios a los chasquis y además se utilizaban para almacenar alimentos y diversos materiales. Por extensión a esta acepción, en países como Bolivia y Ecuador se conoce como tambo al sitio que brinda hospedaje.
También encontramos este término como nombre propio de sitios y personas. Un ejemplo se puede apreciar en el apellido de Oliver Reginald Tambo, un político anti-apartheid de origen africano, que vivió hasta el año 1993. Se trató de una figura de gran importancia para el Congreso Nacional de su nación. Una de las anécdotas que muestran las consecuencias de su activismo nos remontan a 1940, cuando lo expulsaron de la Universidad de Forte Here, junto a un grupo que también incluía a Nelson Mandela, por haber formado parte de una huelga de estudiantes.
A través de su incansable trabajo en compañía de otros luchadores, Tambo dedicó todos sus esfuerzos a perseguir un mundo sin racismo. El sistema al que se oponía, el apartheid, proponía la segregación de las razas, la marginación de un grupo social simplemente por su etnia. La traducción de este término proveniente del afrikáans es «separación», y consistía en asegurarse de que los negros y los blancos no se mezclaran en los mismos lugares públicos, además de conceder solamente a estos últimos el derecho a votar.
En el estado australiano de Queensland existe un pueblo llamado Tambo, que se encuentra en las márgenes del río Barcoo. Fue fundado en el año 1863 y cuenta con una escasa población, que hasta el año 2006 no superaba los 400 habitantes. Este dato en particular, sumado al hecho de que se halle en un punto remoto del país, vuelve fácil de comprender que el nombre provenga de una palabra indígena cuyo significado es «lugar oculto, apartado o de reposo». Por otro lado, recibe una porción importante de turismo todos los años, y esto representa una de sus fuentes principales de sustento económico.
