LAS FUNCIONES PREVISTAS PARA EL BOLETIN ESCOLAR, MÁS ALLÁ DE LA VENTANA (Ver también en: «Escenas y Problemas»)

Hoy en la escuela, el boletín es un instrumento central en el sistema de evaluación, calificación y promoción de los estudiantes. Es un instrumento público que convalida lo logrado por cada estudiante y lo habilita o no a continuar su propia trayectoria escolar.

Es difícil imaginar la cultura escolar sin el boletín; por tanto, más allá de las normas y regulaciones, nos parece interesante pensar: ¿qué funciones cumple el boletín en la vida escolar?

A sabiendas que la pregunta amerita una amplia discusión al respecto, nos aventuramos a enumerar dos posibles respuestas enmarcadas en nuestro propósito: mirar los boletines, más allá de lo evidentes, más allá de la ventana. Con modestia las problematizaremos a la espera de los aportes de los lectores y lectoras,

Dos posibles funciones previstas para los boletines en la vida escolar:

  1. Ponen de manifiesto relaciones de poder entre los actores de la vida escolar

El boletín parece tener una función importante en la manifestación de relaciones de poder entre los actores de la vida escolar, chicos, docentes, padres e institución, dado que es el instrumento de comunicación a través del cual, a los anteriores, se les da cuenta de los logros y fracasos de los estudiantes.

Ellos y ellas resultan siendo los protagonistas de un instrumento, que aunque adolece de ser una muestra fidedigna de sus avances, retrocesos y aspectos por mejorar; lo exigen como documento que confirma la pertenencia al sistema y especulan a partir de él.

En ese sentido, es común encontrar comentarios tales como: ¿cuánto necesito para no llevarme?, ¿cuál decido llevarme? , ¿por qué no vale la pena total no la voy a salvar? Y, a partir de esto, se tejen relaciones de poder entre los mismos estudiante,  entre estos y los docentes y entre estos y sus familias; convirtiendo el proceso de evaluación en un juego cuantitativo donde por supuesto el premio lo lleva quien saque el número mayor.

Alrededor de este juego, se empiece incluso a tergiversar el lenguaje en función de lo que las notas estipulan; así, reprobar resulta sinónimo de: “me puso un dos” y aprobar es igual a: “me saque un ocho”.

Por otro lado, el ritual entorno a “la entrega del boletín” es la oportunidad de que los padres se acerquen a la escuela, y justo allí,  se hace evidente, en la visibilidad que ofrece la calificación puesta por el docente, que los padres, como plantea Agnes van Zanten, limitan su apoyo a la escuela y desconfían de los criterios docentes.

Otro tipo de relación es la que se teje alrededor del docente, quien también se ve expuesto a la valoración de sus prácticas de enseñanza por parte de los estudiantes y sus familias. Tal como lo muestra la imagen que aparece al inicio del blog, en la actualidad es muy común ver escenas en las que las familias reclaman al docente  por las bajas calificaciones de sus hijos e hijas.

Situación bastante cómoda para los estudiantes, quienes dejan de preocuparse por su rendimiento y más bien esperan a que el docente, en muchas ocasiones, por evitar las discusiones con las familias, rectifique un número y les dé el alivio que necesitan; al fin y al cabo importa más lo que en el papel queda escrito.

De acuerdo con esto, nos preguntamos: ¿Cómo convertir relaciones de poder alrededor del boletín, en instancias concretas y efectivas de inclusión de todos los actores de la vida escolar, desde la creación, la participación, el involucramiento, la subjetivación, más allá de la habilitación/convalidación que otorga el boletín escolar?

  1. Delimita territorios de enseñanza y aprendizaje

Otra función que el boletín parece cumplir en la cultura escolar es la delimitación de territorios de enseñanza y aprendizaje, estableciendo fronteras que privilegian ciertas prácticas de enseñanza y universos para aprender. Se aprende lo que va a ser validado en el boletín en momentos cercanos a rendir examen o establecer la calificación “Presten atención porque lo voy tomar”, “Estudien porque esto va al boletín”, “Completen la carpeta si quieren aprobar”,  “ No va a pasar de grado si no sabe dividir”.

Revisando nuestras propias escenas también nos preguntamos si realmente el boletín certifica saberes, si refleja realmente todo lo que los estudiantes han o no  trabajado ¿Es capaz el boletín de reflejar todo lo que “pasa” en el proceso de aprendizaje de cada estudiante?.

En la escuela primaria dos boletines de 3er grado de distintas escuelas y hasta de una misma escuela no siempre certifican lo mismo; aun cuando los procesos de enseñanza se hayan desarrollado bajo un mismo currículo. En la escuela media el boletín responde a una simple combinación de calificaciones sin que haya una decisión tomada sobre cada estudiante visto en su conjunto (unipersonal o colegiada), de manera tal que parece ser “el boletín” quien que decide o no la promoción del alumno.

Pero… ¿Qué es lo que NO pasa por la escuela porque NO pasa por el boletín?, ¿Qué dejamos PASAR?, ¿Es que lo único importante es PASAR?, ¿Pasa y algo queda además de las calificaciones?, ¿Qué pasa?, ¿Qué queda?

Finalmente, no podemos dejar de pensar que este pequeño papel en blanco con notas volcadas en forma numérica o conceptual no alcanza a reflejar los procesos de aprendizaje producidos en meses de trabajo y de estudio.

Tal vez sería interesante instalar como práctica novedosa el decidir la promoción o no de un estudiante más allá de sus calificaciones porque si los boletines no responden hoy a un currículo centrado en el estudiante y el desarrollo de sus capacidades para desenvolverse en la vida, será necesario repensarlo recreando contenidos y formas de comunicación.

En otras palabras: ¿Responden los boletines escolares a los propósitos de un currículo centrado en el estudiante que privilegia el desarrollo de competencias para la vida y no en la acumulación de contenidos?,  de ser no la respuesta: ¿Cómo adaptamos los boletines escolares tanto en su estructura como en su uso para que responda a los propósitos anteriormente enunciados? O de lo contrario: ¿Qué tipo de evaluación se privilegia con los boletines escolares?

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