Dios y los deseos de mi corazón

«Que el Señor conceda los deseos de tu corazón…» ¿Quién no ha recibido esa agradable frase de un hermano bien intencionado? Generalmente cuando es nuestro cumpleaños nuestros muros de Facebook se llenan de post con frases parecidas a esa, gente bien intencionada que «quiere lo mejor para ti».

Esa famosa frase esta basada en el Salmos 37:4 que dice “Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón.” Entonces, es valido suponer que el hecho que Dios cumpla los deseos y peticiones del corazón debe ser algo bueno, ¿es lógico, no? De todas formas en el corazón es donde están nuestros buenos deseos y más sinceros sentimientos ¿cierto? Es más, todos creemos que dentro cada persona, por muy mala que esta parezca, en sus profundidades hay un noble corazón. Seguramente tú también has pensado esto.  Pero, lamento defraudarte. Todo eso no es cierto, ninguna de las afirmaciones anteriores lo es.

Malos, completamente malos.

Comencemos por lo que dice Jeremias 17:9 «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso«. Si, leíste bien, no hay nada en este mundo que sea tan malo como tú corazón. Jesús dice en Mateo 15:11 que lo que contamina al hombre, el origen del pecado, no está fuera de él, sino dentro. Unos versículos más adelante, Jesús sigue afirmando que los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la fornicación, los hurtos los falsos testimonios y todas aquellas cosas atroces que hacemos como humanidad no solo provienen del corazón, sino que nacen en él. Si eso es así, desearle a una persona que logre alcanzar todo lo que su corazón desea no es una muy buena idea, es más, no es nada de buena idea.

Somos malos, desde el centro de nuestro ser hasta el exterior. Somos el reflejo del estado de nuestro corazón, nacemos con un corazón corrupto, que desde su nacimiento tiene inclinación por el mal (Gen 8:21) Por tanto, todo lo que el desee será malo. Esa es nuestra naturaleza. Y si tenías un concepto diferente de ti, lamento decepcionarte, pero no estás solo, todos los que vivimos en este mundo poseemos la misma naturaleza.

Pero, si eso es así ¿por qué David promete que Dios cumplirá nuestros deseos? Primero, hay que recordar que Dios es un Dios bueno, y por tanto no nos dará cosas que produzcan mal en nosotros. Así que nunca concederá los deseos de un corazón inclinado por el mal, porque va contra su Santidad y contra su Bondad.

La nueva condición

El salmista sabía esto, por ello colocó una condicionante: «Deléitate […] en Jehová»

Un corazón malo no puede deleitarse en lo bueno, y por tanto, no puede deleitarse en Jehová. En otras palabras, para que alguien se deleite en el Señor, primero debe de haber nacido de nuevo. El deleite en el Señor es un fruto del nuevo nacimiento. Es el efecto, no su causa. Cuando el corazón se regenera cambia el objeto y fuente de lo que obtiene su gozo y placer. Esta vez, en lugar de colocar su esperanza y deseos en cosas y placeres que ofrece el mundo pasajero, coloca todo su amor, esperanza y deseo en el Señor. El salmista muy bien lo dice más adelante: «¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra» Salmos 73:25

¿Puedes verlo? El salmista nos muestra que es deleitarse en el Señor: Deleitarse es desearlo a Él más que a nada en la tierra.  Y más que nada en la tierra puede ser: tu familia, tu carrera, tus sueños, tu pareja, tu auto, tu título universitario. Piensa en cualquier cosa que puedas desear mientras estés aquí en la tierra, y ahora piensa que David se refería a un corazón que deseaba al Señor más de lo que podía desear eso que tú pensaste. Un corazón así deja de ser egoísta, deja de pensar en vivir para si y comienza a vivir para el Señor y para otros.

En 1 Juan 3:16 se nos da características de este corazón: En esto conocemos el amor: en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Una evidencia de un corazón así es un corazón capaz de dar la vida para que otros vivan. No piensa «me merezco lo mejor» en su lugar piensa «no merezco nada, y aún así Dios ya me dio todo».

Podemos ir concluyendo ¿te parece?

Cuando un corazón se deleita en el Señor, su deseo más profundo siempre será hambre por la Presencia y la Palabra de Dios, no por cosas terrenales y pasajeras. Y cuando un corazón tiene hambre de Dios, siempre habrá un Dios dispuesto a saciar esa hambre y así, conceder el deseo de ese corazón. Todo se trata de Él, no de nosotros. Nuestro corazón se niega a si mismo, y se da al Señor. Se ancla en la eternidad y vive para lo que es eterno.

Así que la próxima vez que quieras desearle a alguien que Dios cumpla los deseos de su corazón, piénsalo dos veces, y mejor deseale que su corazón se deleite en el Señor. ¡Créeme que te agradecerá si le deseas eso! Que Dios conceda que nuestros corazones lo deseen a Él mas que a nada en la tierra.

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-Joel Quezada

2 comentarios en “Dios y los deseos de mi corazón

  1. Yo creo que decearle los deceos del corazon son de creyente a creyente en el Señor ya que siempre saran de acuerdo a la voluntad de el Señor y uno que no es creyente siempre pensara en las cosas de la carne y el espiritual siempre acomodara lo espiritual con lo espiritual

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