¿Desparasitar? o no...
He ahí el dilema


¿Desparasitar? o no...
He ahí el dilema
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Cuando se piensa en parásitos, generalmente aparecen en la mente las lombrices intestinales, pero hay una amplia diversidad; como los endoparásitos —que van desde protozoarios (organismos unicelulares), pasando por gusanos planos como los cestodos (gusanos cintas, como las solitarias) y trematodos (también llamados duelas: gusanos platelmintos con forma de hoja), nematodos —o gusanos cilíndricos— y los ectoparásitos, entre los que contamos moscas, mosquitos, chinches, pulgas, piojos, garrapatas, ácaros, etcétera.

Los médicos recomiendan que los humanos nos desparasitemos cada seis meses para evitar contraer parásitos o acabar con los que ya tenemos; de igual manera, los veterinarios indican desparasitar a las mascotas —principalmente perros y gatos— como medida de profilaxis.
     En el caso de los animales de producción como bovinos y ovinos, los parásitos causan pérdidas en la producción hasta por tres mil millones de dólares al año, sin mencionar el costo de la inversión en la administración de desparasitantes que, en ocasiones, llega a ser de hasta siete o más tratamientos por animal al año.

Hasta hace algunos años, la idea predominante era erradicar a todos, razón por la cual se ha empleado, de manera desmedida y con mucha frecuencia, una gran cantidad de desparasitantes; entre los que encontramos: bencimidazoles, tetrahidropirimidinas, salicilanilidas, organofosforados y lactonas macrocíclicas; desafortunadamente, no siempre utilizados en la forma más adecuada, pues suelen ser aplicados:

  • De manera indiscriminada: en ocasiones, varias veces por mes.
  • En dosis más bajas: muy frecuentemente, los animales no son pesados antes de administrar los desparasitantes, por lo que, se suele aplicar dosis menores a las requeridas por cada individuo, o bien, se emplea el mismo fármaco durante mucho tiempo.
  • No se realiza las pruebas de laboratorio requeridas para identificar los parásitos que los animales albergan y sólo se infiere por algunos síntomas detectados; en consecuencia, tampoco se detecta qué individuos están afectados y cuáles no, así que se desparasita a todos los animales de un hato o rebaño —infectados o no—; lo cual es equivalente a que a todos los humanos nos desparasitaran (enfermos o no) cada vez que alguien detecta síntomas de parasitosis en ciertos individuos.

     Por si fuese poco, sabemos que el uso frecuente e indebido de desparasitantes puede tener consecuencias graves, como la aparición de resistencia al desparasitante en cuestión o la contaminación de los productos de origen animal y del ambiente.

Ésta es la capacidad que tienen los parásitos de sobrevivir a los desparasitantes. En muchas ocasiones, aunque se administre más desparasitante del indicado, los parásitos ya no mueren; no obstante, los animales en los que éstos habitan pueden resultar intoxicados. Actualmente, hay endoparásitos (nematodos) y ectoparásitos (garrapatas) resistentes a todos los desparasitantes conocidos.

Los desparasitantes más empleados en el presente pertenecen a la familia de las lactonas macrocíclicas; uno, específicamente, muy famoso: la ivermectina; no hay productor de carnes que no la conozca. Este grupo tiene gran aceptación, ya que actúa contra endo y ectoparásitos y posee un efecto residual; es decir, su efecto dura varios días; a veces, de 10 a 12 semanas.

De algunos productos se dice que “es muy buen desparasitante”, pero no actúa contra todos los parásitos internos; sólo tiene efecto contra nematodos, no contra protozoarios, cestodos o trematodos. Sin embargo, el problema es que se ha empleado tanto que ya hay parásitos resistentes a sus efectos. Otra consecuencia es que algunos componentes del desparasitante se acumulan en los tejidos y, cuando consumimos carne o leche de animales recientemente tratados con ellos, también consumimos sus residuos.

FIGURA 1. Contaminación del agua y del suelo. Entre la basura hay frascos vacíos de desparasitantes. 

Las desparasitaciones periódicas causan daño ambiental, por ejemplo, cuando los animales son desparasitados con lactonas macrocíclicas, una parte de estos fármacos se excreta mediante heces y orina, por lo que permanecen en el ambiente en forma activa, hasta por tres meses. Por si fuera poco, resulta que los envases con residuos de los desparasitantes, generalmente, son depositados en el suelo; es decir, no se realiza una eliminación adecuada en contenedores especiales, así que los desparasitantes también contaminan el suelo y, en ocasiones, el agua (figura 1). 
     El problema de tal situación es que estos fármacos tienen efecto contra los invertebrados que habitan el suelo y son benéficos para el medio, como los escarabajos estercoleros, cuya función es indispensable, ya que ellos remueven las heces e indirectamente, abonan la tierra, además de evitar la erosión (figura 2).

FIGURA 2. Escarabajos estercoleros. 

     De este modo, se ha reportado la disminución de lombrices de tierra en pastizales y suelos, lo cual reduce la reincorporación de nutrientes al suelo, causando que haya menos plantas o cobertura vegetal y, lo cual a su vez promueve la erosión, de tal manera que la tierra se vuelve infértil y, con el tiempo, deja de ser apta para los cultivos.
     Los residuos de estos desparasitantes son arrastrados con la lluvia hasta llegar a cuerpos de agua dulce y salada, de modo que también se han registrado sus vestigios en ecosistemas acuícolas; de esta forma, contaminan el agua y disminuyen la diversidad de animales invertebrados (figura 3 y 4).

El reto radica, en primer lugar, en incluir a todos los involucrados en la producción ganadera. Actualmente, hay varios grupos de investigación en busca de alternativas para disminuir los parásitos y el daño que causen en la producción, pero, considerando la disminución de los efectos colaterales en los animales, los humanos y el ambiente. 
     Por otra parte, se requiere informar de la mejor manera a los productores para que sean partícipes y cambien sus formas tradicionales de manejo de los animales. La industria también tiene un papel importante, pues debe promover el uso de medicamentos seguros y administrados sólo cuando haya pruebas de que son requeridos. 
     Las autoridades encargadas de la sanidad animal también son fundamentales, pues deben garantizar que los productos de origen animal sean adecuados para el consumo humano y con mínimo daño ambiental, mediante la legislación e implementación de medidas sanitarias reguladas y vigiladas.
     Por último, es necesario que los consumidores nos informemos y exijamos que los alimentos destinados a nuestra alimentación garanticen la debida aportación de nutrientes sin riesgo alguno para nuestra salud y la del ambiente. 

FIGURA 4. Efectos tóxicos de la ivermectina


     Y, por cierto, si volvemos a pensar en aquellos desparasitantes de uso humano o en los que administramos a las mascotas, es conveniente que los usemos sólo bajo prescripción médica y, de preferencia, después de análisis de laboratorio, para que estemos seguros de que realmente necesitamos utilizar el desparasitante.

  • Aparicio-Medina, J. M., V. Paredes-Vanegas, O. González-López, O. Navarro-Reyes (2011). “Impacto de la ivermectina sobre el ambiente”. La Calera, 11(17): 64 – 66.
  • Basto-Estrella, G., R. Rodríguez-Vivas, H. Delfín-González, J. Navarro-Alberto, M. Favila, E. Reyes-Novelo (2016). “Dung Removal by Dung Beetles (Coleoptera: Scarabaeidae) and Macrocyclic Lactone Use on Cattle Ranches of Yucatán, México”. Rev. Biol. Trop. (Int. J. Trop. Biol.), 64 (3): 945-954.
  • Kolar, L., N. Kozuh Erzen, L. Hogerwerf, C. A. Van Gestel (2008). “Toxicity of Abamectin and Doramectin to Soil Invertebrates”. Environ. Pollut. 151(1):182-189.
  • Pérez-Cogollo, L., R. Rodríguez-Vivas, E. Reyes-Novelo, H. Delfín-González, D. Muñoz-Rodríguez (2016). “Survival and Reproduction of Onthophagus landolti (Coleoptera: Scarabaeidae) Exposed to Ivermectin Residues in Cattle Dung”. Bulletin of Entomological Research. In Prees.
  • Webb, L., D. J. Beaumont, R. G. Nager, D. I. McCracken (2007). “Effects of Avermectin Residues in Cattle Dung on Yellow Dung Fly Scathophaga stercoraria (Diptera: Scathophagidae) Populations in Grazed Pastures”. Bull. Entomol. Res. 97(2):129-138.
  • Yang, C. C. (2012). “Acute Human Toxicity of Macrocyclic Lactones”. Curr. Pharm. Biotechnol., 13(6): 999-1003.
Perla María del Carmen Acevedo Ramírez

Es bióloga por la Facultad de Ciencias-UNAM, especialista en Producción de ovinos y caprinos por la Facultad de Estudios Superiores-UNAM, además de maestra y doctora en Ciencias por la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia-UNAM. Su área de investigación es la Parasitología. Fue becaria en Universum, en varios talleres y concursos de difusión y divulgación de la ciencia. Obtuvo el primer y segundo lugar del concurso Premios para la Socialización de la Ciencia 2008 y 2009, respectivamente, además ha publicado diversos artículos en revistas de divulgación.

 
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