La Amistad según Aristóteles

Alejandro Ariza Z.
Reflexiones de Alejandro Ariza Z.
4 min readNov 12, 2018

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De la Ética nicomaquea

Creo que alrededor de estos días puede resultar ser como un oasis en el desierto una lectura como la que hoy quiero compartir contigo también aquí en mi Medium. Además, cada vez que recibo mensajes por parte de ciertos amigos, noto cómo existe una enorme confusión en tan trascendente tema. Esta breve, pero profunda, reflexión que nos presenta este célebre filósofo de la antigua Grecia, Aristóteles, no debe de servir para esclarecer muchos de los comportamientos que confundimos como cierto tipo de amistad siendo quizá otro diferente. Lo que pasa es que mucha gente no conocía que existen tipos de amistad. En mis textos preferidos encontré estas letras que hoy quiero que desfilen aquí, en Nueva Conciencia, para ti:

“Los antiguos consideraban que la amistad se contaba entre la mayor de las virtudes. Era un elemento esencial para la plenitud o la felicidad en la vida. «Pues sin amigos –dice Aristóteles–nadie escogería vivir, aunque tuviera todos los demás bienes». Vale la pena recordar estas palabras en un mundo de bienes «perecederos».

Según Aristóteles, las amistad es, o supone, un estado de carácter, una virtud. Hay tres clases de amistad. Éstas se basan en el placer de la mutua compañía (amistades de placer), o en la utilidad de la asociación (amistades de utilidad) o en la admiración recíproca (amistades en virtud). Todas son esenciales para la buena vida, y los mejores amigos no sólo admiran recíprocamente su excelencia, sino que se complacen en la mutua compañía y le encuentran ventajosa. He aquí un fragmento del clásico comentario de Aristóteles.

Así como los motivos de la amistad difieren en especie, también difieren los respectivos sentimientos y amistades. Las especies de amistad, pues, son tres, en cantidad acorde con sus objetos, pues en cada cual puede haber «mutuo afecto mutuamente profesado».

Ahora bien, quienes se profesan amistad se desean el bien, de acuerdo con el motivo de su amistad; en consecuencia, aquellos cuyo motivo es la utilidad no se profesan verdadera amistad, salvo en la medida en que algún beneficio surja de ello.

Y aquellos cuyo motivo es el placer se encuentran en similar situación. Es decir, sienten amistad por hombres de placeres fáciles, no porque sean de determinado carácter sino porque son gratos para sí mismos. Así aquellos cuyo motivo para la amistad es la utilidad aman a sus amigos por lo que es bueno para ellos mismos, aquellos cuyo motivo es el placer lo hacen por lo que es placentero para ellos mismos; es decir, no en la medida en que el amigo amado es, sino en la medida en que es útil o placentero. Estas amistades dependen del resultado, pues el objeto no es amado por lo que es el hombre sino por la ventaja o del placer que ofrece, según el caso.

Tales amistades son muy propensas a la disolución si ambas partes no continúan igual. Es decir, los demás dejan de profesarles amistad cuando ya no son útiles ni placenteros. Ahora bien, está en la naturaleza de la utilidad no ser permanente sino mudable; así, cuando el motivo que los hizo amigos desaparece, la amistad se disuelve, pues existía solo en relación con las circunstancias.

La amistad perfecta, pues, es aquella que subsiste entre aquellos que son buenos y cuya similitud se encuentra en su bondad, pues estos hombres se desean el bien de modo similar, en la medida en que son buenos (y son buenos en sí mismos); y son especialmente amigos aquellos que desean el bien a sus amigos por sí mismos, porque lo sienten así por ellos mismos y no como mera cuestión de resultados; así la amistad entre estos hombres continúa mientras ellos sean buenos; y la bondad, como sabemos, posee un principio de permanencia. […]

Las amistades de esta clase son por fuerza raras, pues cerrados son los hombres de esta clase. Además, suponiendo que se cumplan todos los requisitos, se requiere tiempo e intimidad, pues, como dice el proverbio, los hombres no pueden conocerse «hasta que hayan comido juntos la necesaria cantidad de sal», ni pueden admitir la intimidad, y mucho menos ser amigos, mientras cada cual no se haya revelado al otro y haya demostrado que es un objeto apropiado de la amistad. Quienes comienzan apresuradamente un intercambio de actos amistosos pueden sentir el deseo de ser amigos, pero no lo serán a menos que también sean objetos apropiados de la amistad y se conozcan mutuamente como tales es decir, la apetencia de amistad puede surgir rápidamente, pero no la amistad misma”.

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Alejandro Ariza Z.
Reflexiones de Alejandro Ariza Z.

Conferenciante inspiracional y motivador, escritor, médico, empresario.