Esquizofrenia: la enfermedad del Joker

Muchos señalan la gran actuación de Joaquin Phoenix como portentosa, a la hora de interpretar a un enfermo mental, probablemente con esquizofrenia.

Pero, más allá del cine, la esquizofrenia es un trastorno mental grave caracterizado por la distorsión del pensamiento y de diferentes aspectos de la consciencia como las percepciones, las emociones, el lenguaje, la conciencia de sí mismo y la conducta. El deterioro que conlleva puede afectar a todas las facetas de la vida: personal, familiar, social y laboral.

Se trata de una enfermedad incurable cuyos efectos pueden ser devastadores. Sin embargo, uno de cada tres pacientes experimenta una mejoría notable y duradera.

Epidemiología de la esquizofrenia

La esquizofrenia afecta a cerca del 1 % de la población mundial. En la actualidad hay unos 21 millones de personas con esquizofrenia en todo el mundo.

En España, se estima que hay unas 600.000 personas afectadas por esta enfermedad mental y otros trastornos asociados. Es más frecuente en los hombres, en los que la enfermedad suele aparecer a una edad más temprana.

Este trastorno mental suele comenzar al final de la adolescencia o durante la juventud.

Causas de la esquizofrenia

Las causas de la esquizofrenia no se conocen por completo.

Sí se conoce la confluencia de varios factores biológicos entre sus causantes:

  • Genéticos. Si alguno de los progenitores padece esquizofrenia, los hijos tienen una probabilidad de serlo del 10 al 15 %. En el caso de que ambos padezcan la enfermedad, el riesgo aumenta hasta el 40 %. Si bien esto es así, no existe ningún gen vinculado directamente a la enfermedad. Por el contrario, varios genes pueden causar predisposición que puede ser aumentada por las circunstancias del embarazo. La desnutrición, las infecciones virales y las complicaciones durante el parto, pueden incrementar el riesgo de que el bebé llegue a desarrollar la enfermedad en el futuro.
  • Alteraciones en la transmisión neuronal mediada por el neurotransmisor dopamina

Existen otros factores que pueden influir en el desencadenamiento y evolución de la esquizofrenia. Entre ellos se encuentran los acontecimientos que causen estrés (aislamiento social, rupturas de pareja, tensión en las relaciones familiares, problemas en el trabajo, consumo de drogas y alcohol, etc.).

Síntomas de la esquizofrenia

Una vez diagnosticada la enfermedad, muchas familias empiezan a atar cabos. El paciente diagnosticado fue un niño o adolescente con un comportamiento anómalo, con poca expresión de sus emociones, con escasas habilidades sociales y tendencia al aislamiento. Por supuesto, no todos los niños que respondan a estas características van a desarrollar después la enfermedad. Sí es cierto que, en ocasiones, la esquizofrenia antes de irrumpir de forma clara, empieza dando unas primeras señales de aviso: irritabilidad, recelo, pensamientos desordenados, etc. Después, la enfermedad puede aparecer de forma brusca o paulatina. Esto dificulta el diagnóstico, que puede tardar en llegar meses.

Síntomas positivos de la esquizofrenia

No se trata de síntomas buenos para el paciente. Significa que aceleran su estado mental, produciendo distorsiones de la percepción. Se incluyen aquí:

  • Alucinaciones visuales o auditivas (estas últimas, las más comunes).
  • Delirios. Se trata de creencias falsas de las que el paciente está completamente convencido, como que es el centro de persecuciones, amenazas, conspiraciones, que sus pensamientos les han sido impuestos de formas extrañas, etc.
  • Forma de hablar desordenada. Saltan de un tema al otro, sin coherencia ni claridad.
  • Comportamiento extraño. Se incluyen aquí posturas y gestos inusuales, apariencia e higiene personal descuidadas, comportamiento catatónico (mantener una postura rígida, ofreciendo gran resistencia a ser movido).

Síntomas negativos de la esquizofrenia

Determinan una disminución en sus aptitudes psicológicas. Se incluyen:

  • Aplanamiento afectivo.
  • Pérdida de motivación o interés.
  • Anhedonia o capacidad disminuida de sentir placer.
  • Ausencia de relaciones personales.
  • Falta de atención, carencias en el procesamiento de la información, dificultad para los pensamientos abstractos, etc.
  • Depresión. No está claro si forma parte de la enfermedad. Puede, incluso, que se trate de una de las reacciones ante la enfermedad o hasta un efecto de la medicación.

Tipos de esquizofrenia

Hasta la fecha, se diferenciaban varios tipos de esquizofrenia en función de los síntomas predominantes:

  • Esquizofrenia paranoide. Prevalecen los delirios y alucinaciones auditivas.
  • Esquizofrenia desorganizada. Lo más característico es el habla desorganizada, comportamiento atípico y afectividad reducida.
  • Esquizofrenia catatónica. Comportamiento catatónico, hiperactividad motora y posturas extrañas.
  • Esquizofrenia indiferenciada. Variedad de síntomas.
  • Esquizofrenia residual. Síntomas negativos y comportamiento extraño.

Sin embargo, esta clasificación no resultaba útil a la hora de tomar decisiones clínicas. Como consecuencia, la Sociedad Americana de Psiquiatría en su último manual (el DSM-5) ha eliminado estos subtipos. Es probable que la OMS, actúe de la misma manera en el próximo CIE.

Pronóstico y riesgos asociados de la esquizofrenia

El principal factor relacionado con la evolución y control de la enfermedad es la adscripción al tratamiento, es decir, que el paciente tome su medicación. Y es que la interrupción o abandono del tratamiento puede llegar al 50 % de los pacientes.

Uno de cada 3 pacientes consigue una mejoría notable y duradera.

Las personas con esquizofrenia tienen entre 2 y 2,5 veces más probabilidades de morir a una edad temprana que el conjunto de la población. Esto se debe, por lo general, a enfermedades físicas, como enfermedades cardiovasculares, metabólicas e infecciosas.

El riesgo de suicidio es 9 veces mayor para una persona con esquizofrenia.

Cerca del 40 % presenta adicción a alguna sustancia y muchos son fumadores.

Diagnóstico de la esquizofrenia

El diagnóstico de esta enfermedad, como sucede en el resto de trastornos mentales, es complejo y muchas veces se hace por eliminación de otras dolencias que pueden ocasionar síntomas similares.

A una persona se le diagnostica esquizofrenia si:

  • Aparecen durante un mes alucinaciones, delirios, habla desorganizada, el comportamiento extraño y los síntomas negativos.
  • Se detectan dificultades laborales, sociales o de autocuidado.
  • Se han descartado otras opciones como episodios psicóticos breves, trastorno bipolar, de personalidad, etc.; consumo de drogas; lesiones cerebrales; efectos secundarios de algunos medicamentos, etc.

Tratamiento de la esquizofrenia

Los tres elementos clave en el tratamiento de esta enfermedad son los medicamentos, la psicoterapia y la rehabilitación.

Fármacos para la esquizofrenia

Los más utilizados son los antipsicóticos y se encargan de tratar y prevenir los síntomas psicóticos como alucinaciones y delirios. Los efectos no son inmediatos. Pueden tardar en notarse semanas o meses.

Dentro de los fármacos convencionales están la clorpromazina, la flufenazina, el haloperidol, la levomepromazina, entre otros.

Los nuevos tratamientos -o antipsicóticos atípicos- incluyen la risperidona, la olanzapina, la quetiapina, la ziprasidona, la clozapina, el aripiprazol y la asenapina, entre otros.

Hace poco tiempo que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso terapéutico de un nuevo fármaco antipsicótico (paliperidona) que se administra cada 3 meses, por lo que facilita el cumplimiento del tratamiento. Sus efectos adversos más comunes son dolor de cabeza, ansiedad y aumento de peso.

Los convencionales son más baratos, pero pueden presentar efectos adversos más intensos, como sedación, alteraciones en la actividad motora, ganancia de peso, etc. Los nuevos también presentan efectos adversos, pero tienen menos efectos motores.

No existen evidencias firmes que demuestren que para todos los pacientes sea beneficioso añadir al antipsicótico otro tipo de fármacos (antidepresivos, ansiolíticos, etc.). A veces sí se precisa de algún medicamento para prevenir los efectos motores de los antipsicóticos.

Información para el paciente y sus cuidadores

El paciente y las personas a su cargo deben ser informados sobre los beneficios de la medicación prescrita y los posibles efectos adversos. Se debe vigilar el cumplimiento del tratamiento, uno de los factores que más pueden incidir en la evolución de la enfermedad. Para ello hay que contemplar las características de cada paciente: facilidad de abandono, ganancia de peso, etc.

En este sentido, entre el 70 y el 80 % de las personas con esquizofrenia que sufren un episodio agudo pueden volver a tenerlo en menos de un año.

Terapia psicosocial

Las terapias psicosociales nunca deben reemplazar al tratamiento farmacológico, pero sí son un buen acompañamiento, sobre todo cuando se han superado los síntomas psicóticos.

El enfoque cognitivo-conductual parece ser el que mejores resultados ofrece. En cualquier caso, el objetivo de estos tratamientos debe ser que la persona con esquizofrenia tenga una buena relación con las personas de su entorno, que aprenda a manejar el estrés, que entienda mejor lo que le pasa y la trascendencia de la adherencia al tratamiento.

Es siempre recomendable un entorno tolerante que ofrezca apoyo, pero que favorezca la autosuperación y la independencia del propio paciente.

Terminar como villano en una película de superéroes no es lo peor que le puede suceder a una persona con esquizofrenia.

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