Meningitis

17 de abril de 2023

Datos y cifras

  • La meningitis es una enfermedad devastadora que causa graves secuelas a largo plazo y tiene una alta tasa de letalidad.
  • La meningitis sigue siendo un gran problema mundial de salud pública.
  • Se dan epidemias de esta enfermedad en todo el mundo pero, sobre todo, en el África subsahariana.
  • Muchos microorganismos pueden causar meningitis, como bacterias, virus, hongos y parásitos.
  • La meningitis bacteriana resulta especialmente preocupante. Alrededor de una de cada 10 personas que contraen este tipo de meningitis muere y una de cada cinco presenta complicaciones graves.
  • Las vacunas seguras y a precios asequibles son la forma más eficaz de brindar una protección duradera.


Panorama general

La meningitis es la inflamación de los tejidos que rodean el cerebro y la médula espinal. Suele deberse a una infección, puede ser mortal y requiere atención médica inmediata.

Hay varias especies de bacterias, virus, hongos y parásitos que pueden causarla. La mayoría de estas infecciones se transmite entre personas. Los traumatismos, el cáncer y los medicamentos causan un pequeño número de casos.

El tipo más frecuente de meningitis peligrosa es de causa bacteriana y puede ocasionar la muerte en menos de 24 horas.

La meningitis puede afectar a personas de cualquier edad.

Existen tratamientos y vacunas eficaces contra algunas de las principales bacterias que causan esta enfermedad. Sin embargo, la meningitis sigue siendo una amenaza importante en todo el mundo.

Hay cuatro bacterias principales que causan meningitis:

  • Neisseria meningitidis (meningococo)
  • Streptococcus pneumoniae (neumococo)
  • Haemophilus influenzae
  • Streptococcus agalactiae (estreptococo del grupo B)

Estas bacterias causan más de la mitad de las defunciones por meningitis en el mundo y puedan dar lugar a otros problemas, como la septicemia y la neumonía.

Hay otras bacterias que también son causas importantes de meningitis: Mycobacterium tuberculosis, Salmonella, Listeria, Streptococcus y Staphylococcus. Pero también virus (como los enterovirus y el virus de la parotiditis), hongos, (sobre todo, Cryptococcus) y parásitos (como Amoeba).

Grupos de riesgo

Aunque la meningitis afecta a todas las edades, los niños pequeños son los que más riesgo tienen. Los recién nacidos corren más riesgo de infección por el estreptococo del grupo B y los niños pequeños por meningococos, neumococos y Haemophilus influenzae. Los adolescentes y los adultos jóvenes tienen más riesgo de contraer infecciones por meningococos, mientras que las personas de edad corren un riesgo más elevado de contraer infecciones por neumococos.

En todo el mundo existe el riesgo de contraer la meningitis. La mayor carga de morbilidad se observa en una región del África subsahariana que se conoce como el «cinturón africano de la meningitis», donde el riesgo de epidemias de meningitis meningocócica, pero también neumocócica, es elevado.

El riesgo es mayor cuando las personas están en estrecha proximidad, por ejemplo, en actos multitudinarios, campamentos de refugiados, hogares hacinados o centros estudiantiles, militares o laborales. También pueden aumentar el riesgo de padecer distintos tipos de meningitis las inmunodeficiencias, como las causadas por la infección por el VIH o las deficiencias del complemento, la inmunodepresión, el consumo de tabaco y la exposición al humo del tabaco.

Transmisión

La vía de transmisión varía según el organismo. La mayoría de las bacterias que causan meningitis, como el meningococo, el neumococo y Haemophilus influenzae, son portadas por los seres humanos en la nariz y la garganta. Se propagan de una persona a otra a través de gotículas respiratorias o secreciones de la garganta. El estreptococo del grupo B suele estar en el intestino o la vagina de los seres humanos y contagiarse de la madre al niño en el momento del parto.

El estado de portador de estos organismos no suele causar síntomas y ayuda a desarrollar inmunidad contra la infección, pero a veces las bacterias invaden el cuerpo, causando meningitis y septicemia.

Signos y síntomas

Las manifestaciones clínicas de los pacientes con meningitis varían en función de la causa, la evolución de la enfermedad (aguda, subaguda o crónica), la afectación encefálica (meningoencefalitis) y las complicaciones sistémicas (por ejemplo, septicemia).

Los síntomas habituales de la meningitis son: rigidez de nuca, fiebre, confusión o alteración del estado mental, cefaleas, náuseas y vómitos.

Otros síntomas menos frecuentes son: convulsiones, coma y deficiencias neurológicas (por ejemplo, pérdida de audición o visión, deterioro cognitivo o debilidad de las extremidades).

Los tipos de meningitis causados por virus o bacterias pueden cursar con síntomas similares. Los síntomas pueden ser más intensos en unos tipos de meningitis que en otros y requerir un tratamiento distinto.

Las bacterias causantes de meningitis pueden provocar otros síntomas si infectan la sangre del torrente circulatorio, que pueden desembocar rápidamente en septicemia:

  • frío en manos y pies
  • dolor muscular y articular
  • respiración más rápida de lo habitual
  • diarrea
  • erupciones de la piel de color rojo o púrpura oscuro

A veces, los lactantes presentan síntomas distintos de los adultos:

  • descenso de la actividad y dificultades para despertarse
  • irritabilidad y dificultad para calmarse
  • alimentación deficiente
  • rigidez o laxitud corporal
  • un punto blando abultado en la parte superior de la cabeza (fontanela)

Complicaciones y secuelas

Una de cada cinco personas que sobrevive a una meningitis bacteriana puede tener secuelas de larga duración, como: pérdida de audición, convulsiones; debilidad de las extremidades; problemas de la visión, el habla, el lenguaje, la memoria y la comunicación; y deformidades cicatriciales y amputaciones de extremidades tras la septicemia.

Prevención

Las vacunas ofrecen la mejor protección contra los tipos comunes de meningitis bacteriana.

Las vacunas pueden prevenir la meningitis causada por:

  • meningococos
  • neumococos
  • Haemophilus influenzae de tipo B

Las meningitis bacterianas y víricas pueden contagiarse de una persona a otra. Si vive usted con alguien que tiene cualquiera de estos dos tipos de meningitis, se le recomienda:

  • Hablar con su médico o enfermero sobre la toma de antibióticos (si la causa es bacteriana);
  • Lavarse las manos con frecuencia, sobre todo antes de comer;
  • Evitar el contacto íntimo y no compartir vasos, utensilios o cepillos de dientes.

1. Vacunación

Hace muchos años que existen vacunas autorizadas contra las meningitis meningocócica, neumocócica y por Haemophilus influenzae. Estas bacterias tienen varias cepas distintas (conocidas como serotipos o serogrupos) y las vacunas están diseñadas para proteger contra las cepas más dañinas. No existen vacunas universales.

En el cinturón africano de la meningitis, el meningococo del serogrupo A representaba del 80 al 85% de las epidemias de meningitis antes de la introducción de una vacuna conjugada contra el meningococo A en campañas preventivas masivas (desde 2010) y en los programas de vacunación sistemática (desde 2016). Es fundamental continuar incluyendo esta vacunación en los programas sistemáticos de inmunización y mantener una cobertura elevada para evitar nuevas epidemias.

2. Antibióticos para la prevención (quimioprofilaxis)

La administración de antibióticos a los contactos cercanos de las personas con enfermedad meningocócica, cuando se hace con prontitud, reduce el riesgo de transmisión. Fuera del cinturón africano de la meningitis, se recomienda la quimioprofilaxis para los contactos cercanos dentro del hogar. Dentro de dicho cinturón, la quimioprofilaxis se recomienda para los contactos cercanos cuando no se ha declarado una epidemia. El ciprofloxacino es el antibiótico preferencial, y la ceftriaxona es una alternativa.

En muchos países se recomienda localizar a las madres cuyos bebés corren riesgo de contraer una infección por el estreptococo del grupo B. A las madres en situación de riesgo se les ofrece administrarles penicilina intravenosa durante el trabajo de parto para evitar que sus bebés presenten esta infección.

Diagnóstico

El diagnóstico inicial de la meningitis puede establecerse a partir de una exploración física seguida de una punción lumbar. A veces se puede observar la bacteria en el examen microscópico del líquido cefalorraquídeo. El diagnóstico se apoya o se confirma mediante el cultivo de la bacteria a partir de muestras de líquido cefalorraquídeo o de sangre, por pruebas de diagnóstico rápido o mediante la reacción en cadena de la polimerasa. La identificación de los serogrupos y la sensibilidad a los antibióticos son importantes para definir las medidas de control. La tipificación molecular y la secuenciación del genoma completo permiten hallar más diferencias entre las cepas y sirven para fundamentar las medidas de salud pública.

Tratamiento

La meningitis es una urgencia médica.

Puede ser mortal en menos de 24 horas y requiere atención médica urgente. Por lo general, no puede tratarse con seguridad en el domicilio.

La meningitis causada por virus o bacterias puede producir síntomas similares. En función de su causa, la enfermedad puede variar en cuanto a su gravedad, su tratamiento adecuado y la atención médica que requiere. Si es bacteriana, se debe tratar de inmediato con antibióticos.

Toda persona que presente signos o síntomas de meningitis debe acudir inmediatamente a un hospital o un establecimiento de salud, donde se comprobará si tiene meningitis, se confirmará la causa de la infección y se determinará el tratamiento y la atención adecuados.

Las secuelas de la meningitis pueden tener enormes repercusiones en las personas, las familias y las comunidades, tanto económicas como emocionales. A veces, los cuidadores y los profesionales de la salud no reconocen ciertas complicaciones, como la sordera, el deterioro del aprendizaje o los problemas de comportamiento, por lo que no se tratan.

Las personas que han sufrido una meningitis suelen necesitar tratamientos farmacológicos a largo plazo. Las repercusiones psicosociales permanentes de la discapacidad debida a la meningitis pueden tener consecuencias médicas, educativas, sociales y de derechos humanos. A pesar de la alta carga de secuelas de la meningitis en los pacientes, sus familias y su entorno social, el acceso a servicios y apoyo para estas afecciones suele ser insuficiente, en especial en los países de ingresos bajos y medianos. Se debe alentar a las personas que tengan una discapacidad por meningitis y a sus familias a que acudan a los servicios y pidan orientación a las organizaciones locales y nacionales de personas con discapacidad y a otras organizaciones centradas en la discapacidad, ya que pueden ofrecer un asesoramiento vital sobre derechos jurídicos, oportunidades económicas e interacción social y garantizar así que las personas discapacitadas por la meningitis puedan llevar una vida plena y gratificante.

Vigilancia

La vigilancia, desde la detección de los casos hasta la investigación y la confirmación en el laboratorio, es esencial para controlar las meningitis. Los principales objetivos son:

  • detectar y confirmar los brotes;
  • hacer un seguimiento de las tendencias de la incidencia, incluida la distribución y evolución de los
  • serogrupos y serotipos;
  • determinar la carga de morbilidad;
  • hacer un seguimiento del perfil de resistencia a los antibióticos;
  • supervisar la circulación, distribución y evolución de cepas específicas (clones); y
  • determinar los efectos de las estrategias de control de la meningitis, en particular de los programas de vacunación preventiva.

Respuesta de la OMS

La OMS, con el apoyo de numerosos asociados, puso en marcha la hoja de ruta mundial «Acabar con la Meningitis para 2030», que se aprobó en 2020. Fue la primera resolución sobre la meningitis de la Asamblea Mundial de la Salud, con el respaldo unánime de los Estados Miembros de la OMS.

La hoja de ruta establece una visión integral «Hacia un mundo sin meningitis» y tiene tres objetivos visionarios:

  • eliminar las epidemias de meningitis bacteriana;
  • reducir el número de casos de meningitis bacteriana prevenible mediante vacunación en un 50% y las defunciones en un 70%; y
  • reducir la discapacidad y mejorar la calidad de vida después de una meningitis debida a cualquier causa.

Además, la OMS trabaja en el Plan de Acción Mundial Intersectorial sobre la Epilepsia y Otros Trastornos Neurológicos en consulta con los Estados Miembros, con el fin de abordar numerosos desafíos y lagunas en la prestación de atención y servicios a las personas con epilepsia y otros trastornos neurológicos que existen en todo el mundo.