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Revista de filosofía

versión On-line ISSN 0718-4360

Rev. filos. v.62  Santiago  2006

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-43602006000100010 

 

Revista de Filosofía Volumen 62, (2006) 151-160

ENSAYOS

 

Husserl: Sobre historia de la filosofía

 

Husserl on the history of philosophy

 

Carla Cordua

Universidad de Chile Santiago, Chile
cordua@vtr.net


Resumen

Husserl distingue entre la historia de las filosofías que se han sucedido de hecho en el tiempo y la "historia" de la idea originaria de filosofía, propuesta primero en la Grecia antigua. Exhibe las diferencias entre ambas. Ellas son esenciales para el fenomenólogo que, reconociendo que no puede haber sino una sola filosofía, entiende su propia actividad científica como guiada por aquella idea heredada y como su única posible entrada en la historia de la verdad. Describe el método del retroceso que hace posible recuperar el contacto con la idea original, al que llama la práctica del retropreguntar.

Palabras clave: Husserl, historia de la filosofía, idea de filosofía, fundación, teleología, retropregunta.


Abstract

Husserl separates the history of the many philosophies that follow one another in time from the "history" of the original idea of philosophy that appeared for the first time in ancient Greece. He describes the differences between them. They are essential for the phenomenologist, because, being convinced that there is only one philosophy, he practices his own activity according to that inherited idea, the one that presides the only way in which philosophy can enter the history of truth. Husserl describes the method of bringing back the original idea of philosophy as a guide to present day philosophical thought.

Keywords: Husserl, history of philosophy, idea of philosophy, foundation, teleology, to question back.


 

Hablando de historia en general, Husserl suele usar dos palabras alemanas, Historie y Geschichte: ambas son equivalentes a la única que tenemos en castellano. En ciertas ocasiones, aquellos dos términos son usados por Husserl como sinónimos, pero en otras le sirven para expresar la diferencia que nosotros hacemos entre historiografía e historia. La fenomenología le confiere una nueva acepción a la palabra Geschichte mediante la formulación de una teoría original de la "historia" de la idea primigenia de filosofía. Como consecuencia del uso polisémico de los dos vocablos mencionados, nos encontramos con textos del filósofo en los que resulta difícil decidir acerca del significado preciso de lo dicho. Es necesario hacerse cargo de este hábito de Husserl cuando se trata de explicar en castellano sus convicciones sobre historia e historicidad. Estas ideas husserlianas sobre la historia las desarrolla el filósofo paulatinamente a partir de los años 1926 y 1927 (Hohl, 62ss)1. Llegan a ser bastante complejas en los últimos escritos.

En manuscritos y obras de los diez años finales de su actividad filosófica2, surgen diferencias entre los varios usos de los dos vocablos alemanes a medida que se establecen con claridad creciente las acepciones fenomenológicas de las mismas.

Colocado frente a la diferencia entre la historia de la filosofía vista desde fuera y la historia de la misma disciplina como tarea propia, Historie será apartada de Geschichte y elegida para designar a la ciencia de la génesis del mundo de la cultura, o lo que nosotros llamamos "historiografía". En ella se tratará del tiempo de la vida comunitaria efectiva. Geschichte, en cambio, adquiere dos acepciones propias. Husserl la usa en primer lugar para distinguir expresamente a la historia de la historiografía3. Pero además la ocupa para nombrar una dimensión de la vida intencional del hombre, constituida por el sujeto trascendental de la experiencia y expresiva de uno de los sentidos principales de la vida espiritual del hombre, la universalidad. Pues, a partir de la idea originaria de filosofía se desarrollarían las posibilidades científicas de la humanidad: la recuperación retrospectiva de este origen y del proceso inaugurado por él, es una Geschichte o, como habría que traducir, "una historia trascendental" que, fundada sobre la meditación del sujeto pensante sobre sí mismo, lo abre al sentido conjunto del mundo y la humanidad en él. Lo que sigue está dedicado a la explicación de lo que Husserl llama frecuentemente "la historia de la idea de filosofía".

Si la historiografía se refiere a la génesis de la vida cultural fáctica de la humanidad, la Geschichte der Idee trata de la génesis y la sedimentación temporal de los sentidos y las valías (Geltungen) originarios comprometidos por la reflexión y el pensamiento de la vida intencional. No se trata, como en el primer caso, de los tiempos y de los hechos que le ocurren al hombre que forma parte pasivamente del mundo objetivo, sino de la temporalidad generada activamente por la subjetividad integrada a una comunidad intersubjetiva o compuesta de muchos sujetos que se comunican verbalmente, se entienden conceptualmente y están unidos por la validez de una misma idea. Las temporalidades de la Historie y de la Geschichte der Idee difieren entre sí4 aunque están ligadas debido a que se presuponen mutuamente. La espiritualidad humana presupone la vida terrena del hombre: ésta llega a ser vida reflexiva, examinada, definida y capaz de conciencia actual, de previsión del futuro y de memoria del pretérito en medio de su existencia natural, pero dejándola fuera de juego como aquello que carece de una justificación en sí misma. Cuando la vida consciente se vuelve sobre sí y gana distancia respecto de su naturalidad, se torna capaz de fundar su propia temporalidad ligada estrechamente a la historia del sentido de lo humano. El acontecer natural queda ubicado por la actividad intencional como antecedente necesario de una forma de vida que no solo se autogenera, sino que se conoce como parte del proceso de realizarse. La relación entre las dos maneras de historia _la fáctica y la espiritual_ es asimétrica: la segunda envuelve y abarca a la primera, la funda y justifica a la luz de algo que, procediendo originalmente de la primera, ha ganado una independencia y validez propias, una sobrenaturaleza que se establece más allá de la naturaleza sin perder contacto con ella. El suceder de la verdad y del conocimiento, de la existencia humana en comunidad y de su espíritu compartido lingüística y científicamente, pertenecen al tiempo de la Geschichte der Idee o historia en sentido trascendental; el tiempo de la Historie, aunque será descubierto y pensado como el antecedente ontológico del de la Geschichte der Idee, no es más que una división más estrecha de aquel otro tiempo.

Husserl rechaza la historiografía fáctica de la filosofía como incapaz de informar adecuadamente y servir de inspiración a la filosofía fenomenológica comprometida con lo esencial, lo originario, lo fundamental. Esta forma de historia se ocupa de hechos pretéritos que son, en buena medida, opacos debido a su multiplicidad desordenada, a su arbitrariedad o condición azarosa, al carácter externo al pensamiento de lo fáctico en general, etc. Solo cumpliría satisfactoriamente con la filosofía del presente una recuperación de la idea de filosofía surgida entre los griegos antiguos. Esta idea de una ciencia universal define los rasgos esenciales de la tradición racional que ella misma inaugura; exige al pensamiento de todos los tiempos ponerse al servicio de la continuidad y de los fines de que dependen tanto su existencia histórica como su paulatina realización. La idea originaria de filosofía como ciencia infinita no ha sido efectuada hasta ahora, sostiene Husserl. Lo que revela el pasado es que el proyecto configurado por aquella idea ha tenido que luchar continuamente por su existencia y ha acabado adquiriendo cierta realidad en sociedades que producen individuos y grupos capaces de darle actualidad, entenderla y cultivarla.

Estos agentes y portadores pretéritos de la idea de filosofía le dedican sus vidas, la sirven y aportan lo suyo a su realización, encontrando de estas maneras, en sus propias vivencias y pensamientos, los contenidos aptos para la investigación filosófica o fenomenológica. "Meditando históricamente sobre nuestros padres filosóficos, nosotros nos encontramos con Descartes," dice Husserl (K 392). Pero Descartes cometió errores que no permiten aceptarlo en conjunto sin crítica, agrega. La historia de la idea original de filosofía parte de la autorreflexión del filósofo que la redescubre en sí y la encuentra ligada a su propia tarea pendiente de realización. Al sentido de conjunto de la filosofía, como Husserl la entiende, "pertenece la íntima combinación de la investigación histórica y de la investigación sistemática motivada por la (fenomenología trascendental)" (K 364). Ella procede selectiva y críticamente a elegir y a organizar lo que opera como orientación del presente hacia la meta futura de una ciencia universal efectiva. En este sentido, la "historia" de la idea de filosofía revela el carácter teleológico y productivo del desarrollo y progreso de la racionalidad científica humana.

Es claro que la exigencia husserliana de recuperar la verdadera idea de filosofía en contradistinción con la historia cronológico-fáctica usual tiene estrechas relaciones con actitudes asumidas por algunos otros filósofos. Los pensadores cuya obra le impuso su carácter y dirección a la filosofía heredada por el presente también establecieron relaciones libres y originales con el pasado de su disciplina. No recibieron sus nociones de los historiadores de la disciplina. A diferencia de los historiadores profesionales de la filosofía, los filósofos en sentido estricto se negaron a aceptar que el pretérito definido por hechos externos y por circunstancias azarosas pudiera valer como la trayectoria esencial de la filosofía. Nacimientos, lenguajes, culturas, ambientes, personalidades, influencias, biografías, publicación y recepción de obras, interpretaciones, escuelas y otros ingredientes epocales de las teorías filosóficas, no son para el filósofo el asunto central de que se trata. La diferencia que establece Heidegger entre la historia convencional de la filosofía, que se extendería sin solución de continuidad desde los presocráticos hasta el siglo XX, y lo que este filósofo llama el olvido del ser o la era de la metafísica entre Platón y Nietzsche, no es solo una diferencia de grado o relativa, sino absoluta. La historia usual de la filosofía y el pasado como los entiende Heidegger, están separados por una diferencia abismal. La primera hunde a la filosofía en el océano de los hechos diversos abarcados por los siglos transcurridos desde la Grecia antigua hasta el presente. En cambio, la concepción que este filósofo llamará "pensada", aparta a la filosofía de la facticidad conjunta en proceso para ganar una perspectiva capaz de considerar la función que el pensamiento filosófico desempeña en la vida humana o histórica. Si no se reconoce que hay alguna distancia o diferencia entre los resultados de la investigación y del pensar y los sucesos mutuamente externos solo ligados causalmente, es imposible demostrar la validez y el sentido de la verdad debida a la actividad y la razón humanas.

De manera que la "historia de la filosofía", en el sentido habitual, pasa a ser tanto para Heidegger como para otros filósofos, en la medida en que todos ellos pretenden definir su propia función dentro del devenir total, una disciplina que no estudia sino la sucesión externa de personas, obras y teorías que se han presentado en el escenario general de los hechos históricos. Ningún filósofo niega que debe conocer la información que la historiografía fáctica ofrece; pero ninguno acepta de buen grado que lo que ésta ofrece sea todo cuanto es preciso saber de la filosofía. Esta doble contabilidad histórica, la de los historiadores y la de los filósofos, origina grandes confusiones acerca de la filosofía y su lugar en la vida histórica. La historiografía usual trata a la filosofía como una de las esferas fácticas del suceder; cada filósofo la tiene, en cambio, por cosa suya propia de la que él es personalmente responsable. Se propone, por eso, marcar activamente la suerte presente y futura de la disciplina con su libre contribución a ella. Aquella duplicación de lo histórico se genera a partir de perspectivas, métodos y resultados diversos e independientes entre sí. Husserl reconoce expresamente esta dualidad y justifica ambos enfoques, pero los asigna a niveles diversos: la filosofía es un área cultural como cualquiera otra para el estudioso del mundo de la vida preteórica. Para el filósofo es tarea en la que encuentra el sentido de su actividad.

"La intención que proyecta originariamente la filosofía ya entraña un propósito que se cumplirá sobre el terreno dado de antemano. De modo que aquella intención anticipa el problema de la pregunta retrospectiva acerca de este terreno y acerca de la manera en que desde la experiencia y el conocimiento prefilosóficos relativos al mundo de la vida, se puede aspirar al conocimiento filosófico y se puede tratar de alcanzarlo" (K 393).

La diferencia filosófica que comentamos está presupuesta por Husserl en sus últimos escritos, en particular en los dedicados a la crisis de la civilización europea.

"Trataremos de romper a través de la costra endurecida de los " hechos históricos" externos de la historia de la filosofía para llegar a su sentido interno, a la escondida teleología e interrogarla, establecerla y comprobarla… Aparecen preguntas nunca formuladas, se muestran campos de investigación nunca antes explorados, correlaciones nunca comprendidas o concebidas radicalmente. Al final obligan a transformar fundamentalmente al sentido conjunto de la filosofía que se había venido haciendo valer obviamente a través de todas las configuraciones históricas. Se demuestra a propósito de la nueva tarea y su fundamento universal apodíctico, la posibilidad práctica de una nueva filosofía, haciéndola" (K 16).

"La historia de la filosofía vista desde dentro adquiere cada vez más el carácter de una lucha por la existencia, esto es, de esa lucha por desvivirse precisamente por su tarea… contra el escepticismo que la niega o la desvalora empirísticamente. El escepticismo hace valer sin cesar el mundo fáctico de las vivencias, de la experiencia verdadera, en el cual supuestamente no se encuentra a la razón y sus ideas" (K 11).

La postura práctica que adopta el filósofo, para quien la filosofía es aquello que ahora le está confiado a él personalmente5, le exige situar su actividad entre dos polos extremos: el origen y el fin de la disciplina. En el pasado remoto el filósofo encuentra la idea radical de una ciencia infinita. Una idea6, de acuerdo con Husserl, remite siempre a una infinitud posible presupuesta o co-mentada por la experiencia de los objetos particulares circunscritos por sus respectivos conceptos. La idea lo es de la totalidad del sentido sobre el que se funda toda referencia a particularidades. La experiencia de cosas aisladas procede generalmente sin conocer de manera expresa su propio fundamento, ignorando su dependencia del sentido universal. "Las ideas surgen gracias a un singular logro espiritual (eine eigenartige Geistesleistung): mediante idealizaciones" (K 361). La idealización puede ser explicada mediante el método de las matemáticas. Estas "construyen", dice Husserl, partiendo de representaciones intuitivas, o de la condición cualificada de las cosas, objetividades ideales y enseñan a tratarlas operativa y sistemáticamente. La matemática concibe un ideal de perfección basándose en un concepto de la infinitud de la falta de perfección, motivada por la gradualidad que la caracteriza. También idealiza la imperfección de la experiencia actual, la que nos permite progresar de lo conocido a lo desconocido (K 361 n.).

El carácter de las ideas también puede ser aclarado a propósito de las ciencias naturales, las que, dice Husserl, están convencidas de investigar a la naturaleza objetiva. Pero "lo objetivo mismo no es nunca (objeto) de experiencia", por lo cual las ciencias empíricas se ven obligadas a entender la objetividad como algo metafísicamente trascendente.

"Con la posibilidad de experimentar lo objetivo ocurre algo parecido a lo que pasa con las figuras geométricas, infinitamente más lejanas, y, en general, con todas las "ideas" infinitas. Eso mismo sucede, por ejemplo, con la posibilidad de hacer la experiencia de la infinitud de la serie de los números. Las versiones intuitivas de las ideas mediante "modelos" matemáticos o científico-naturales no son intuiciones de lo objetivo como tal, sino intuiciones que forman parte del mundo de la vida (lebensweltliche Anschauungen), y que resultan apropiadas para facilitar la concepción de los ideales objetivos de que se trata" (K 131-132).

La idea originaria de filosofía en cuanto ciencia universal o de la totalidad del ser, implica otra idea infinita, a saber, la del conocimiento cabal del todo o de la verdad absoluta. Husserl comprende que no encontrará tal verdad acabada ni en el pasado de la disciplina que lo ocupa ni tampoco en su actualidad. En esta última, la meta final del pensar y de la razón humana se le presenta al filósofo como el ideal que orienta su actividad y que le asigna su realización, que ha estado pendiente a lo largo de toda la historia de la disciplina. El carácter ideal de esta meta es eficaz relativamente a la conducta y las convicciones del filósofo que, guiado por él, sabe, sin embargo, que trabaja en una labor inagotable que nunca llegará a completarse. No habrá jamás, tampoco en el futuro, una verdad absoluta total plenamente actualizada. Lo humano e histórico real es el trabajo metódico de una sucesión de generaciones dedicadas a la realización de esta idea e inspiradas por ella. La misión del hombre dotado de razón es ponerse al servicio del sentido de la totalidad que constituye el para qué de una historia que avanza hacia su fin.

"Los modos de pensar a los que debemos reconducir… no son los de las consideraciones históricas en el sentido corriente. Para nosotros se trata de hacer comprensible la teleología en el proceso histórico del devenir de la filosofía, en particular, en el de la moderna. Y junto con ello, debemos lograr claridad sobre nosotros mismos como portadores de la filosofía, como los que la llevamos a cabo con otros (Mitvollzieher) mediante nuestra voluntad personal. Tratamos de sacar a luz, para comprenderla, a la unidad que existe en todos los proyectos históricos, en los conflictos y en las colaboraciones. Se trata de enfocar, de manera permanentemente crítica, solo la interrelación histórica en cuanto personal; de intuir, en suma, la tarea histórica que es la única que podemos reconocer personalmente como propia nuestra. Una intuición que no ve desde fuera, desde el hecho, sino desde dentro; tal como (ocurre con) el devenir temporal a lo largo del cual nosotros mismos llegamos a ser, que no es solo una sucesión causal externa sino algo que vemos por dentro. Nosotros, que no solo tenemos una herencia espiritual, sino que somos de punta a cabo nada más que resultados histórico-espirituales, no podemos tener una tarea propia verdaderamente nuestra sino de este modo… Pues somos lo que somos en cuanto funcionarios de la humanidad filosófica moderna. Y lo somos, como herederos y coportadores de la dirección volitiva que nos atraviesa, a partir de una protofundación que es, al mismo tiempo, una refundación y modificación de la fundación originaria de los griegos. En ella se encuentra el inicio teleológico, el verdadero nacimiento del espíritu europeo en general" (K 71-72).

Es capital para el sentido de la filosofía científica que persigue el ideal de una verdad absoluta, como Husserl la concibe, que la suerte que correrán tanto la humanidad como la razón humana en la historia está puesta en juego por la idea original de una ciencia universal que, generando sin cesar ciencias especiales, les sirve más adelante de fundamento y justificación. Todo conocimiento y forma de experiencia necesita ser remitido a la conciencia que los constituye. Esta exigencia fenomenológica también vale para el proceso de la recuperación de la idea originaria de filosofía. El filósofo considera el pasado formulando una pregunta que lo obliga a retroceder hasta la idea que originó la disciplina universal infinita cuyo ideal descubre primero reflexivamente en sí mismo,

"Una meditación histórica retrospectiva como la que mencionamos es en realidad la más profunda de las meditaciones sobre sí mismo con el fin de comprender la propia dirección en la que verdaderamente queremos ir quienes somos en cuanto seres históricos. La meditación sobre sí sirve a la decisión y ella será, en este caso, naturalmente, la de continuar con la tarea propia… que el presente nos ha encomendado comunitariamente"(K 73).

Hacer filosofía desde la idea original de una ciencia universal, idea recuperada sistemáticamente mediante el método fenomenológico de la retropregunta, equivale, piensa Husserl, a refundar la filosofía desde dentro (K 393). No se trata meramente de continuar una tradición a partir de un pasado descrito aproximadamente por un heredero que lo interpreta mejor o peor según la medida de sus fuerzas. Lo que impone la teleología7 de la historia de tal idea es lo que Husserl llama una protofundación de la filosofía, que equivale a un comenzar de nuevo a partir del origen que revela el auténtico fin o propósito del proceso universal. Esencialmente forma parte de toda protofundación la actividad pensante que tiene en vista el final que le confiere un sentido unitario a la historia de la verdad. La idea del sentido conjunto de esta historia hace posible la formulación de un método apodíctico que, en cada uno de sus fecundos pasos es el medio para nuevos pasos absolutamente fecundos, es decir, que son también apodícticos. La filosofía como tarea infinita habría llegado así a su comienzo necesario, al horizonte de su continuidad apodíctica.

"Desde aquí se puede ganar la claridad que permite comprender a los pensadores del pasado de una manera en que ellos nunca hubieran podido entenderse a sí mismos. Esto revela que la peculiar verdad de una "consideración teleológica de la historia" nunca puede ser refutada de manera decisiva mediante citas documentales en que los filósofos del pasado hacen de testigos de sí mismos, por cuanto esta historia se demuestra exclusivamente mediante la evidencia de una visión crítica de conjunto que deja ver una armonía final dotada de sentido detrás de los "hechos históricos" de los filosofemas documentados y su aparente oposición y coexistencia" (K 73-74).

Un ejemplo del recomenzar filosófico radical encuentra Husserl en Descartes. "Pero ya sabemos que Descartes tiene tras sí a la historia de la filosofía, a la comunidad filosófica que alcanza hasta Tales. Pero Descartes «empieza de nuevo»" (K 392, 3-5). El filósofo individual se apodera del sentido que desde los primeros comienzos trabaja por surgir en la historia para compenetrarse del sentido de la intención originaria. Desde ella puede desentrañar, sostiene Husserl (K, 393), las posibilidades esenciales de desarrollo de tal intención. Esto nos permite comprender lo que significa la exigencia de un nuevo comienzo radical, como la que formula Descartes. Y entender también que más tarde se repita el reclamo de otras nuevas fundamentaciones radicales de la filosofía. Pues la idea originaria de filosofía contiene en sí, de acuerdo con Husserl, un imperativo categórico relativo a las condiciones de posibilidad de su auténtico cumplimiento.

"Puedo entender que todo filósofo, en cuanto lleva en sí todavía la intención originaria, pueda encontrar, meditando a sabiendas sobre sí mismo, esta exigencia categórica, aunque tal vez no la haya conquistado a sabiendas. Todos están sometidos también a la exigencia de no recibir a las filosofías anteriores conservándoles sus figuras tradicionales. (Se le exige a cada uno, más bien,) efectuar desde sí la intención de aquellas (filosofías), y reconocer como válida solo aquella realización que, a partir de esta intención, él mismo ha experimentado como su satisfacción suficiente" (K 393).

"Aunque la intención «filosofía» es para Descartes su propia intención, ella es para él, al mismo tiempo, la única intención que atraviesa todos los tiempos. La filosofía tiene un solo y mismo sentido a través de todas las filosofías, y no es algo general que es preciso descubrir empíricamente desde fuera mediante la comparación entre las filosofías; (en este caso) no ocurre como a propósito del triángulo, que es algo general que se obtiene intuitivamente por comparación de figuras singulares dadas de modo sensible. En general, ya aparece aquí un contraste entre las figuras espirituales, como son las entidades culturales, con las figuras sensibles. Pero en el caso de la filosofía hay todavía otra diferencia. En la unidad de la historia que es la nuestra, todos los filósofos poseen una identidad que depende de que no solo quieren realizar intenciones comparables o parecidas entre sí, sino que cada uno de ellos es en sí el portador de la misma intención que cada filósofo repite… cuando vuelve a hacerse cargo de lo viejo reconocido como único y puesto de manifiesto como idéntico" (K 393-394).

A propósito de Descartes define Husserl el papel de la crítica en la recepción o "historia de la idea" de filosofía: esta historia es siempre crítica por cuanto consta de lo que ya es obviamente a su vez un producto de la recepción crítica de otras filosofías. "Unsere Kritik an dem, was selbst schon aus Kritik vergangener Philosophien erwachsen ist" (K 393). Toda filosofía tiene un pasado heredado y criticado. Normalmente la recepción y la enmienda crítica están relacionadas y la meditación que procede de ellas tiene un carácter peculiar, sostiene Husserl.

"Comprendemos que en lo más tardío se prolonga espiritualmente algo del pensamiento de los que vinieron antes; más precisamente, que en los proyectos y logros pensantes posteriores persisten los proyectos y logros pensantes previos. Comprendemos que la filosofía en general, que tuvo que tener un comienzo, es filosofía a través de todos los cambios históricos debido a que su más originario propósito es luego una intención renovada que trata de cumplirse, buscándose en diversas configuraciones. Tal como otras intenciones, ella es muy indeterminada al comienzo; se determina ensayando realizaciones. Pero esa realización puede ser imperfecta; así como es, imperfecta, es heredada pero criticada. Esto quiere decir: la realización es criticada en cuanto cumplimiento de la intención original y mediante esta crítica se la renueva y se le busca otra vez una realización, es decir, un cumplimiento satisfactorio, y así sucesivamente" (K 393).

La filosofía trascendental en cuanto tal es crítica, sostiene Husserl, porque surge como una superación de las maneras míticas de pensar (K II, 222-226).

Decimos que Descartes practicó una crítica universal a propósito del mundo sensible, incluyendo en él las verdades y las realidades del mundo precientífico o mítico de la vida humana. Esta crítica general pone también entre paréntesis al hombre que pertenece a ese mundo. Tal como los antiguos, que sin pensarlo dos veces desvaloraron como pura apariencia, y desterraron de la experiencia legítima a todo lo relativo a la existencia práctica de los hombres, el revolucionario Descartes repite este desliz y se atiene, en ello, estrictamente a la tradición, sostiene Husserl. Debido a que lo que él busca establecer son verdades definitivas y realidades en-sí, sume en la mera apariencia y en el saber engañoso a cuanto no se deja asimilar al nivel de los verdaderos objetos del saber filosófico. Lo paradójico de la operación cartesiana es que, habiéndose deshecho el filósofo francés del hombre y el mundo precientíficos, le quede todavía el sujeto de conciencia del mundo, el ego, el yo intocado por la duda. Tendrá que practicar difíciles distinciones para sostener esta construcción, que separa el ego del hombre que dice yo de sí mismo; que divide el propio cuerpo de la mente o del alma pura. Husserl cuidará que su explicación de la epoché no incurra en este desaguisado tradicional de descartar la vida del mundo y en él como mera apariencia. Y aduce, entre otros argumentos, uno que nos interesa aquí en particular. No es posible comenzar por deshacerse de toda la experiencia humana en el nombre de una verdad científica superior debido a que resultaría imposible alcanzarla y comprender su surgimiento. Pues

"las ciencias han devenido históricamente y pertenecen también, junto con otros resultados culturales, aunque con su propia manera de ser, al mundo. Tal como los hombres que hacen y comprenden la ciencia también pertenecen al mundo con sus actividades de pensar mediante las que logran originariamente las teorías científicas que luego serán reconquistadas como construcciones del pensar y construcciones culturales, las que más tarde serán trasmitidas y comprendidas por otros" (K 396).

El concepto husserliano de tradición filosófica excluye a la noción bastante difundida de que la historia exhibe el desacuerdo entre los filósofos que figuran en ella. La unidad de la filosofía está garantizada por el telos o fin determinado comprendido en la idea original. "La filosofía como propósito carece de plural. Todos los filósofos aspiran a la filosofía, que, de acuerdo con su sentido, es única" (K II, 406). El sentido único de la filosofía es incompatible con "la multiplicidad de las filosofías, que sigue creciendo sin medida" (die masslos sich vergrössernde Vielfalt an Philosophien: K 392).

"El descontento de la humanidad contemporánea con la filosofía es un motivo que induce a practicar la meditación histórica, a contemplar nuestro presente como filosófico-histórico y a despertar la "rememoración histórica" de nuestros antepasados filosóficos. Perseguir a nuestra generación como descendiente de una cadena de generaciones, en el caso particular de la generatividad filosófica, hasta aquellos a los que llamamos nuestros padres originarios, los fundadores primeros de nuestras intenciones de ser pensadores y que ya tuvieron nuestra disposición espiritual… (Necesitamos) una actualización en el modo históricamente recordatorio, la mejor de que seamos capaces, y que no fuera otra cosa que hacerse presente, una vez más, la meditación sobre sí mismos de los filósofos anteriores" (K 392).

Se trata, entonces, de recuperar ahora la conciencia que de su tarea tuvieron los pensadores del pasado, volver a pensar su idea de la filosofía para proseguir con los trabajos que ella encomienda a los tiempos actuales. Es una reconquista a través de la meditación sobre sí de lo que Husserl llama "nuestro ser histórico" que consta de la unidad íntima de dos elementos: la propia actividad espiritual y la comprensión de lo que nos ha llegado como herencia de una tradición de la que nos hemos apropiado. Ser simultáneamente actualidad espiritual propia y una herencia recibida es la condición del pensamiento crítico que llamamos "filosofía".

NOTAS

1 Hubert Hohl, Lebenswelt und Geschichte, Grundzüge der Spätphilosophie E. Husserls. Freiburg München, Karl Alber (1962).

2 Edmund Husserl, Die Krisis der Europäischen Wissenschaften und die Transzendentale Phänomenologie, hrsg. von W. Biemel, Husserliana Bd. VI, Haag, Martinus Nijhoff, 1954. Citado más adelante en el texto como K seguido de la página. Todas las citas son traducidas por mí.
Edmund Husserl, Die Krisis der Europäischen Wissenschaften und die Transzendentale Phänomenologie,Ergänzungsband, Texte aus dem Nachlass 1934-1937, hrsg. von Reinhold N. Smid, Husserliana Bd. XXIX, Dordrecht/Boston/London, Kluwer Academic Publishers, 1993. Citado en el texto como K II seguido de la página.

3 Paul Ricoeur, "Husserl et le sens de l'histoire", Révue de Métaphysique et de Morale 34: 280-316, 1949.

4 K II, Nr. 1, 12-17 contiene en las subdivisiones 5, 6 y 7 exposiciones sobre: "El desarrollo de las ciencias"; "El surgimiento de las ciencias entre los griegos" y "La condición de la nueva tradicionalidad".

5 K II Nr. 5, 1, 47-50: "El significado de la historia de la filosofía para el pensador filosófico independiente".

6 Cf. la explicación de Jean Hering, Bemerkungen über das Wesen, die Wesenheit und die Idee. Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, (1968) pp. 38-56.

7 K II, Nr. 32: "La teleología en la historia de la filosofía (1936-1937)", pp. 362-420.

 

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