ATALAYA, TORRE (DE VIGIA)

Atalaya es en heb. ṣōfeh y šōmēr, en gr. fylax y tērōn; torre de vigía es en heb. miṣpâ, miḡdāl, y baḥan. En los tiempos bíblicos las torres de vigía se usaban con dos fines diferentes: (1) Se edificaron torres desde los tiempos más primitivos (cf. Gn. 35.21) en las dehesas para proteger al ganado vacuno y lanar de los animales salvajes y los ladrones (cf. 2 Cr. 26.10; Mi. 4.8). Es posible que se hayan erigido torres en los viñedos y los campos de trigo para protección contra los ladrones (cf. Is. 27.3). (2) Se edificaron torres de una estructura más compleja como parte de las obras de defensa de las ciudades más grandes. La torre israelita más antigua de este tipo que se conoce hasta ahora es la que fue excavada por W. F. Albright en Tell el-Ful, la ciudadela de Saúl. Es una torre esquinada que forma parte del muro de casamata.

Importante es el descubrimiento por Albright en Tell beit Mirsín en el S de Palestina de una torre de entrada con patio rectangular. Este patio da acceso a seis cuartos con piso, probablemente para huéspedes (* Arquitectura). Las excavaciones en Tell en-Nasbeh muestran que se construyeron torres en el muro de defensa de la ciudad a distancias de unos 30 m, que se extendían alrededor de 2 m hacia afuera. En la época israelita primitiva se construían torres cuadradas, pero posteriormente se prefirieron las torres redondas. Herodes erigió en *Jerusalén tres sólidas torres, llamadas Hippicus, Fasael, y Mariamne. La estructura de la planta baja de la así llamada “torre de David” es posiblemente la de Fasael (8 m x 40 m). miḡdāl y millô (Jue. 9.6, 20; 2 S. 5.9; 1 R. 9.15) eran ciudadelas, e. d. una especie de acrópolis dentro de una ciudad amurallada. Estas ciudadelas se usaban como punto final de refugio una vez que la ciudad había sido conquistada. Un buen ejemplo de miḡdāl se excavó en Bet-seán (cf. C. Watzinger, Denkmäler 2, 1935, láms. 19–21).

En las torres había atalayas en alerta en previsión de acciones hostiles contra la ciudad. Desde allí se alertaba también al rey acerca de cualquier persona que se aproximase al muro de la ciudad (p. ej. 2 S. 18.24–27; 2 R. 9.17–20). En momentos de hostilidad los peligros de la noche eran particularmente temidos, y los atalayas anhelaban ansiosamente la llegada del día (Is. 21.11). (* Fortificaciones y el arte de sitiar )

F.C.F.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico