¿No va decir nada sobre los que se lucraban, los bribones que juntaban grandes fortunas en unos pocos años mediante el fraude al por mayor y la extorsión?" "Disculpeme, iba a ello precisamente," dijo el doctor.
Una vez me atrajo a su habitación, donde estaba con tres más, y después de lo que me sucedió allí, juré no volver a poner los pies en su celda. Créeme, dejemos ahí todos esos monjes bribones.
Infeliz rebaño entregado a los dientes asesinos de tales bribones, cuánto te hubieras estremecido si la experiencia que te faltaba te hubiese permitido el empleo de estas reflexiones.
Para impedir toda especie de intromisión y ser completamente dueño del reducto, el conde había situado en la escalera a dos grandes bribones que tenía a sueldo, los cuales deberían oponerse enérgicamente a toda subida o bajada fuera de lugar.
Singularmente excitado por las masturbaciones a las que se había prestado por la mañana, creyó que ese tipo de lubricidad ejecutado con la deliciosa Agustina cuyos despiertos y bribones ojos anunciaban un temperamento muy precoz, le haría perder un semen que ya picaba excesivamente a sus cojones.
Los más monstruosos instrumentos no la asustaban, hasta los prefería, y la continuación de estas memorias nos la presentará tal vez combatiendo valerosamente bajo las banderas de Sodoma como el más intrépido de los bribones.
De la intelectualidad sin espiritualidad resultan los
bribones, y estos con todas sus teorías políticas y revoluciones de sangre y aguardiente han llevado a la humanidad hasta el borde mismo del gran cataclismo atómico.
Samael Aun Weor
Tendrá un diámetro de siete leguas y cúpulas de cobre rosa, lagos y bosques. Allí vivirán los santos de oficio, los patriarcas
bribones, los magos fraudulentos, las diosas apócrifas.
Roberto Arlt
Aterrada como yo, al recuerdo de la carta de Isacar, ocultó allí el oro y las letras, y formó el plan de aquella farsa, con la que echó tierra en los ojos de aquellos bribones redomados.
Si hubiera un Infierno, él estaría repleto, no de miserables como yo, sino de
bribones como tú, que atan con el miedo la mano del pobre para que no la levante contra sus verdugos.
Ricardo Flores Magón
Me llamarían el marido de la estatua... ¡Mientras no me lo roben! Menos mal que el ídolo atemoriza a aquellos bribones. No se atreven a acercársele a menos de un metro.
Hubiera podido retirarme al campo, a alguna de las fincas que heredé de mi padre; pero mi mujer ha colocado en ella de administradores, de agrónomos, de capataces a una taifa de
bribones, ¡el diablo se los lleve!, que me hubieran hecho la vida imposible...
Antón Chéjov