PROVERBIOS 30:17
“El ojo que escarnece a su
padre, y menosprecia la enseñanza de su madre, los cuervos de la cañada lo
saquen, y lo devoren los aguiluchos
Desobedecer el mandamiento “Honra
a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el
Señor tu Dios te da” (Éxodo 20:12), no es una bagatela. El apóstol Pablo
dice. “es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas
de larga vida sobre la tierra”
(Efesios 6:2,3). Vemos que este mandamiento se quebranta constantemente
en los muchos hijos que son respondones a sus padres, que no los honran como es
debido, que no cuidan de ellos en la vejez y que los abandonan a su suerte
cuando ya no se valen por sí mismos.
Es cierto que por el hecho,
en líneas generales, de haber abandonado
a Dios y que nuestra generación le da la espalda, los padres no se preocupan de
enseñar a los hijos los caminos de Dios.
Este hecho afecta directamente el tratamientos que los padres reciben de los
hijos. . Los padres, sin duda alguna tienen su parte de culpa. En la trágica situación a que se está
llegando se debe a que no se ha enseñado a los hijos los caminos de Dios. Al
abandono le siguen los malos tratos: violencia psicológica y física. Pero la
Palabra de Dios dice que los hijos deben honrar a sus padres y que de no
hacerlo los primeros perjudicados serán ellos mismos. No hay excusa.
El texto que comentamos es
muy claro a la hora de señalar las consecuencias que tiene escarnecer al padre
y menospreciar a la madre: “El ojo que escarnece a su padre, y menosprecia
la enseñanza de la madre, los cuervos de la cañada lo saqueen, y lo devoren los aguiluchos”. ¿Nos
podemos imaginar la escena de ver como
los cuervos y los aguiluchos picotean
los ojos de los hijos que no honran a sus padres, hasta dejarlos
ciegos?¿Podemos hacernos una idea del dolor que deben sentir estos hijos al
notar los picos de las aves como les van vaciando las cuencas oculares? Si una
pequeña mota produce mucho escozor, ¿cómo no será de intenso el picoteo de las aves en zona tan sensible?
“Al que maldice a su padre o
a su madre, se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa” (Proverbios 20:20).
Tremenda es la sentencia que recae sobre los hijos que escarnecen a sus padres
y menosprecian las enseñanzas de sus madres. “Oscuridad tenebrosa” los
invade. Tienen ojos para ver y no ven porque el corazón está envuelto de
tinieblas. La vida no tiene sentido para ellos. De embrollo a embrollo porque
la ceguera les impide ver y sortear los obstáculos que se anteponen en su
camino diario. Pero hay remedio para los hijos que escarnecen y maldicen a sus
padres. El salmista se pregunta: “¿Con qué limpiará el joven su camino?”
El mismo poeta responde a su pregunta: “Con guardar tu palabra” (Salmo
119:9). Dejarse guiar por la Palabra de Dios devuelve la vista a quienes los
cuervos y los aguiluchos les han arrebatado. La luz de Dios resplandecerá en
sus corazones y andarán en novedad de vida.
DEUTERONOMIO 4:6
“Guardadlos (los mandamientos), pues, y ponedlos por obra, porque esta es
vuestra sabiduría, y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los
cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: pueblo sabio y entendido, nación
santa es esta”
El cristianismo que está
enraizado en Occidente no hay duda de que está en crisis. La fe cristiana que
se asentó en Europa con el derramamiento de la sangre de muchos mártires que
dieron sus vidas por la fe, está desapareciendo. La auténtica fe cristina se
pude decir que casi es una reliquia del pasado. Todas las concentraciones
religiosas de masas que se consideran cristianas no son nada más que
reminiscencias paganas que han pervivido hasta nuestros días revestidas de un
barniz cristiano. La crisis del mundo cristiano se debe a que las naciones que
lo forman han abandonado la fe que en el pasado sembraron con su sangre quienes
dieron la vida por la fe. Previamente a Israel le ocurrió lo mismo que hoy le
sucede a la iglesia: abandonó la fe en el Dios único y se volvió a los dioses
de los pueblos paganos. Ello fue su destrucción.
Los avances tecnológicos no
hacen grande a una nación. Visto desde el punto de vista humano puede
parecernos que sí, pero desde la perspectiva de Dios, no. Es evidente que se
han realizado y se siguen haciendo grandes avances tecnológicos que nos aportan
un vivir más confortable, pero no mejor calidad de vida. La injusticia está
extendida por todos los rincones de la sociedad: esclavitud sexual, malos
tratos a mujeres, niños y ancianos,
precariedad laboral que es una forma de esclavitud, justicia muy poco
equitativa…En el texto que hoy comentamos Moisés nos dice que debemos guardar
los mandamientos de Dios. Que no debemos ser solamente oidores de la Palabra de
Dios sino hacedores de la voluntad divina. Ser fieles a Dios, el texto nos dice
que es nuestra sabiduría e inteligencia ante los ojos de los pueblos, los
cuales oirán todas estas cosas. Ahora viene lo bueno: Los pueblos que ven
encarnados en una nación los mandamientos de Dios no podrán por menos que verse
obligados a confesar: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande
es esta”. La grandeza de una nación no radica en la tecnología punta de que
pueda disponer, que no se debe menospreciar, sino en la fidelidad a Dios, Padre
de nuestro Señor jesucristo,porque ello implica la aplicación de una verdadera
justicia social que hace que todos sus ciudadanos sean más felices, por un lado
porque viven en comunión con Dios que es
de donde procede la verdadera felicidad. Por el otro, la aplicación de la
justicia social que fomenta Dios hace que la riqueza material sea más equitativamente
distribuida. Con ello no existirá la penuria y las personas podrán irse a la
cama dándole gracias a Dios porque hasta aquí nos ha ayudado.
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
Esta muy bonita la enseñanza
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