dilluns, 13 d’abril del 2015


PROVERBIOS 30:17


“El ojo que escarnece a su padre, y menosprecia la enseñanza de su madre, los cuervos de la cañada lo saquen, y lo devoren los aguiluchos

Desobedecer el mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da” (Éxodo 20:12), no es una bagatela. El apóstol Pablo dice. “es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”  (Efesios 6:2,3). Vemos que este mandamiento se quebranta constantemente en los muchos hijos que son respondones a sus padres, que no los honran como es debido, que no cuidan de ellos en la vejez y que los abandonan a su suerte cuando ya no se valen por sí mismos.

Es cierto que por el hecho, en líneas generales,  de haber abandonado a Dios y que nuestra generación le da la espalda, los padres no se preocupan de enseñar  a los hijos los caminos de Dios. Este hecho afecta directamente el tratamientos que los padres reciben de los hijos. . Los padres, sin duda alguna tienen su parte de culpa.  En la trágica situación a que se está llegando se debe a que no se ha enseñado a los hijos los caminos de Dios. Al abandono le siguen los malos tratos: violencia psicológica y física. Pero la Palabra de Dios dice que los hijos deben honrar a sus padres y que de no hacerlo los primeros perjudicados serán ellos mismos. No hay excusa.

El texto que comentamos es muy claro a la hora de señalar las consecuencias que tiene escarnecer al padre y menospreciar a la madre: “El ojo que escarnece a su padre, y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos de la cañada  lo saqueen, y lo devoren los aguiluchos”. ¿Nos podemos imaginar  la escena de ver como los cuervos y los aguiluchos  picotean los ojos de los hijos que no honran a sus padres, hasta dejarlos ciegos?¿Podemos hacernos una idea del dolor que deben sentir estos hijos al notar los picos de las aves como les van vaciando las cuencas oculares? Si una pequeña mota produce mucho escozor, ¿cómo no será de intenso  el picoteo de las aves en zona tan sensible?

“Al que maldice a su padre o a su madre, se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa” (Proverbios 20:20). Tremenda es la sentencia que recae sobre los hijos que escarnecen a sus padres y menosprecian las enseñanzas de sus madres. “Oscuridad tenebrosa” los invade. Tienen ojos para ver y no ven porque el corazón está envuelto de tinieblas. La vida no tiene sentido para ellos. De embrollo a embrollo porque la ceguera les impide ver y sortear los obstáculos que se anteponen en su camino diario. Pero hay remedio para los hijos que escarnecen y maldicen a sus padres. El salmista se pregunta: “¿Con qué limpiará el joven su camino?” El mismo poeta responde a su pregunta: “Con guardar tu palabra” (Salmo 119:9). Dejarse guiar por la Palabra de Dios devuelve la vista a quienes los cuervos y los aguiluchos les han arrebatado. La luz de Dios resplandecerá en sus corazones y andarán en novedad de vida.


DEUTERONOMIO 4:6


“Guardadlos (los mandamientos), pues, y ponedlos por obra, porque esta es vuestra sabiduría, y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: pueblo sabio y entendido, nación santa es esta”

El cristianismo que está enraizado en Occidente no hay duda de que está en crisis. La fe cristiana que se asentó en Europa con el derramamiento de la sangre de muchos mártires que dieron sus vidas por la fe, está desapareciendo. La auténtica fe cristina se pude decir que casi es una reliquia del pasado. Todas las concentraciones religiosas de masas que se consideran cristianas no son nada más que reminiscencias paganas que han pervivido hasta nuestros días revestidas de un barniz cristiano. La crisis del mundo cristiano se debe a que las naciones que lo forman han abandonado la fe que en el pasado sembraron con su sangre quienes dieron la vida por la fe. Previamente a Israel le ocurrió lo mismo que hoy le sucede a la iglesia: abandonó la fe en el Dios único y se volvió a los dioses de los pueblos paganos. Ello fue su destrucción.

Los avances tecnológicos no hacen grande a una nación. Visto desde el punto de vista humano puede parecernos que sí, pero desde la perspectiva de Dios, no. Es evidente que se han realizado y se siguen haciendo grandes avances tecnológicos que nos aportan un vivir más confortable, pero no mejor calidad de vida. La injusticia está extendida por todos los rincones de la sociedad: esclavitud sexual, malos tratos a mujeres, niños  y ancianos, precariedad laboral que es una forma de esclavitud, justicia muy poco equitativa…En el texto que hoy comentamos Moisés nos dice que debemos guardar los mandamientos de Dios. Que no debemos ser solamente oidores de la Palabra de Dios sino hacedores de la voluntad divina. Ser fieles a Dios, el texto nos dice que es nuestra sabiduría e inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todas estas cosas. Ahora viene lo bueno: Los pueblos que ven encarnados en una nación los mandamientos de Dios no podrán por menos que verse obligados a confesar: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta”. La grandeza de una nación no radica en la tecnología punta de que pueda disponer, que no se debe menospreciar, sino en la fidelidad a Dios, Padre de nuestro Señor jesucristo,porque ello implica la aplicación de una verdadera justicia social que hace que todos sus ciudadanos sean más felices, por un lado porque viven en comunión con Dios  que es de donde procede la verdadera felicidad. Por el otro, la aplicación de la justicia social que fomenta Dios hace que la riqueza material sea más equitativamente distribuida. Con ello no existirá la penuria y las personas podrán irse a la cama dándole gracias a Dios porque hasta aquí nos ha ayudado.

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