San Mateo 13: 24-30 y 36-43
V.C: 13: 29-30
“Él les dijo: No, no sea que
al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro
hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: recoged
primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
Introducción:
La semana pasada aprendimos
que existen 4 tipos de tierra según la biblia y esto lo relaciona con 4 tipos
de corazones el resultado y fruto que de la semilla (la palabra de Dios)
dependerá principalmente en el tipo de corazón en el que sea sembrado. Más sin embargo todos nosotros debemos
anhelar y luchar por ser buena tierra, ya que esta es la que da mucho fruto.
Aquí podemos ver la
importancia de dar frutos, en la parábola de esta semana vamos a aprender sobre
dos tipos de semillas el cual representan a dos tipos de personas que hay en el
mundo, los que son como la semilla del trigo y los que son como la semilla de
la cizaña.
Cuando ambas plantas brotan
y crecen son muy similares, pero en el tiempo de la cosecha, el fruto de cada
una es la que logra diferenciarlas entonces la cizaña es quemada y el trigo es
guardado en el granero. En esta mañana
yo oro para que cada uno de nosotros podamos entender la importancia de
producir y llevar frutos a Dios, para
que no seamos cortados sino que seamos salvos.
Vamos a leer el versículo
clave una vez más y vamos a orar.
Primera parte: el fruto del trigo y el fruto de la cizaña (24-30)
Las parábolas son ejemplos
claros y sencillos que el señor ponía para explicar muchas verdades del reino
de los cielos a las personas. En esta
ocasión el señor les habla sobre la parábola del trigo a la cizaña, ¿Alguno de
ustedes conoce como es la cizaña del trigo?, más adelante les mostrare una
foto.
Leamos el versículo 24 y 25 “Les
refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un
hombre que sembró la buena semilla en su campo; pero mientras dormían los
hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo y se fue”.
El señor inicia su palabra
hablando de un hombre que sembró buena semilla, la semilla representa la
palabra de Dios, pero es interesante ver que aquí la describe como buena
semilla, lo aclara de esta manera porque
también hay mala semilla, más adelante vamos a ver porque.
Este hombre salió a sembrar
esa buena semilla en su campo, el campo le pertenece a este hombre no al
enemigo, pero mientras dormían todos, vino el enemigo como un invasor y sembró
la semilla de cizaña en el mismo lugar donde el hombre (padre de familia) había
sembrado la buena semilla de trigo.
De esto podemos aprender que
el enemigo nunca duerme, no se cansa, siempre está velando para hacer el mal,
mientras nosotros dormimos él puede sembrar la mala semilla, esto nos
enseña y nos hace meditar que nosotros
debemos trabajar más que el enemigo para no dejar que el gane terreno, debemos
velar y estar atentos, Amen.
El mundo está
lleno de personas que son buena semilla y otras que son mala semilla, ambas siempre crecerán juntas.
Leamos versículo 26 y 27 “Y
cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de
familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De
dónde, pues, tiene cizaña?
Cuando la semilla de trigo
empezó crecer y broto la espiga, también al mismo tiempo apareció la cizaña
(mala hierba), entonces vinieron los siervos (trabajadores) del padre de
familia y le preguntaron porque había aparecido la cizaña si solo se había
sembrado la semilla de trigo.
El padre de familia supo
discernir y les explico a sus siervos que había sido el enemigo quien la había
plantado, los siervos le preguntaron
¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?, el padre pudo haber dicho sí, pero no lo hizo
así, miremos cual fue la respuesta sabía que el dio.
Leamos versículos 29 y 30 “Él
les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el
trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y
lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores:
recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
El padre sabía que la planta
del trigo se parece mucho a la cizaña, así que él pensó que sus siervos tal vez
no pudieran distinguir entre ambas y cortaran el trigo juntamente con la
cizaña. Además no era el tiempo indicado,
así que la orden del padre fue: “dejad crecer juntamente lo uno y lo
otro hasta la siega”
¿Cuál era el tiempo indicado para cortar?, era la cosecha (siega), ¿pero porque hasta ese tiempo porque no
antes?, porque el trigo y la cizaña se diferencian únicamente por el tipo
de fruto, veamos cuales son los frutos de ambas semillas.
EL
TRIGO: Es un cereal que nos ha dado Dios de donde el hombre hace la harina
para luego elaborar el pan. El trigo nos da alimento. Sus espigas nos nutren.
El trigo es vida.
LA
CIZAÑA: Es una planta que al igual que el trigo, posee granos, pero estos
no nutren, algunos dicen que son venenosos, si los comemos podemos morir. Crece junto a otras plantas, se mezclan entre
ellas, cuando empiezan a brotar no se distingue una de la otra. Donde hay plantíos de trigo, allí también
habrá cizaña.
Cuando
ambas semillas dieron sus frutos entonces es el momento de cortar y
recoger. Es curioso ver que el padre de familia no autorizo a sus siervos
arrancar la cizaña, ellos lo podían hacer pero ese trabajo no les compete a
ellos, les compete a los segadores, son dos personas con roles distintos.
Cuando es
el tiempo de la siega (cosecha), los segadores primero se enfocan en cortar,
eliminar y quemar la cizaña, cuando ya han quemado toda entonces se enfocan en
el trigo, este lo almacenan en el granero.
Es
importante entender que el fruto es lo que diferencia una semilla con la otra,
las personas que las sembraron son distintas, el campo es el mismo, y ambas
crecen juntas. De esto entiendo y medito
que el fruto que nosotros produzcamos indicaran que tipo de semilla somos y a
quien le pertenecemos.
En que me baso para decir
esto: Mateo 7:18-20 “No puede el buen el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar
frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el
fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”.
Más claro no puede estar.
Jesús se refirió a los
líderes religiosos, entre ellos los fariseos de esta manera: Juan 8:43-44 “¿Por
qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
Vosotros
sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no
ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira,
de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”.
En el tiempo de final lo que
puede salvarnos de ser cortados y echados al fuego son los frutos que
produzcamos y llevemos ante Dios, esto lo vamos a tratar eso más adelante.
Vale
la pena mencionar que comúnmente se piensa que el trigo son los Cristianos y la
cizaña los in-conversos, pero OJO, el hecho de asistir a la iglesia puede dar la sensación de que ya soy salvo,
pero no es así, solo si realmente vivimos una vida con frutos dignos de
arrepentimiento y obedecemos la palabra de Dios entonces podremos decir que
somos trigo y que seremos salvos el día del juicio final.
Segunda parte: Jesús explica la parábola de la cizaña.
En los
versículos 36 al 43 el señor explica
detalladamente los elementos de esta parábola, los cuales son muy claros, pero
veámoslos de nuevo y vamos a profundizar un poco más.
Leer del versículo 36 al 39.
Los discípulos se acercaron
al señor Jesús y le dijeron “explícanos la parábola de la cizaña del campo”,
ellos querían entender claramente lo que significaba. El que siembra la buena
semilla es el señor Jesús (el hijo del hombre),
el campo es el mundo donde encontramos los dos tipos de semilla, la
buena y la mala. El enemigo que nunca duerme es el diablo.
La buena semilla de trigo
son los hijos del reino, o sea todas las personas que obedecen la palabra de
Dios y le sirven. La cizaña son todas
las personas consideradas hijos del malo, personas que se dejaron influenciar y
engañar por él, y que por culpa de su
pecado son presa fácil del diablo, son dominados por los placeres, tentaciones
y afanes del mundo.
El horno de fuego
es el infierno, el lloro y crujir de dientes es el sufrimiento eterno, el reino
del padre es el reino de los cielos.
La siega es el fin del mundo
el cual nadie sabe cuándo será, mas sin
embargo aunque no sepamos el tiempo exacto nosotros no debemos confiarnos ni
quedarnos de brazos cruzados.
Dios demuestra su
misericordia para con nosotros a través de su paciencia, él nos está concediendo
tiempo para que cada uno de nosotros podamos arrepentirnos de nuestros pecados y
demos buenos frutos, para que en el fin del mundo no seamos confundidos con la
cizaña.
2 Pedro 3:9 dice “El señor no retarda su
promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento. 15: Y tened entendido que
la paciencia de nuestro Señor es para Salvación”.
De esto puedo aprender que
mi persona al igual que todos nosotros estamos obligados a dar fruto, Dios nos
dio la vida y nos puso en esta tierra, en este tiempo para que podamos dar
fruto y con esos frutos glorificar el
nombre de Dios, el dar fruto también nos puede ayudar a ser salvos.
¿Qué pasaría si en el tiempo
final, cuando cada uno de nosotros sea juzgado, no hemos dado fruto? No habrá
forma de diferenciar entre trigo y cizaña, por más que digamos que somos hijos
del reino, si no hay frutos que logren evidenciar y comprobar eso, entonces
seremos tratados como cizaña.
San Mateo 7: 21-23 dice “No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Cuando sea el juicio final solo habrán dos caminos: salvación y vida
eterna, o condenación y muerte eterna.
El versículo 40 al 42 los
describe así “De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será
en el fin de este siglo. Enviara el hijo
del hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de
tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echaran en el horno de fuego; allí
será el lloro y el crujir de dientes”.
Las personas que son
como la cizaña aquí los describe como personas inicuas (pecadoras) pero también
que sirven de tropiezo o sea que hacen pecar a otros, no les basta con el gran pecado que se andan
echando encima si no que son de mala influencia a otros, son instrumentos del
diablo en pocas palabras.
Estaba leyendo la palabra y
pude ver algo curioso y se los quiero compartir, el juzgar quien es trigo y
quien es cizaña no le corresponde a los siervos de Dios, le corresponde únicamente a Dios el cual lo hará a través de
sus ángeles cuando sea el fin del mundo.
Es muy importante entender
que la función de los siervos es trabajar en el campo que es el mundo y servir
a Dios, pero no les compete arrancar la cizaña ni antes ni después de la siega.
Yo oro para que nosotros seamos los buenos siervos que se enfocan en trabajar
la tierra del campo para que crezca la buena semilla del trigo.
¿Qué pasara con las personas
que fueron buena semilla y que dieron fruto?,
el versículo 30 dice que serán recogidos y llevado al granero, el cual
es el reino de los cielos, y el versículo 43 dice que los justos (o sea los que
obedecen a Dios) resplandecerán como el sol en el reino de su Padre, miren que
hermoso premio, por eso vale la pena esforzarnos y sacrificarnos para ser la
buena semilla de trigo que lleva mucho fruto amen.
Conclusión: El mundo hay dos
tipos de personas conviviendo y creciendo todo el tiempo, unos son buena semilla
así como el trigo y otros son malas semillas así como la cizaña. Cada una de estas semillas fueron plantadas
por distintas personas.
Especialmente 2 Pedro 3:15, "Y
tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación";
Dios demuestra su amor y
misericordia a través de su paciencia, para que cada uno de nosotros podamos
producir frutos dignos de arrepentimiento y nos preparemos para su encuentro
con él, imagínense si Dios decidiera el día de hoy exterminar a los pecadores,
sacarlos del este mundo, ¿Cuántos de nosotros quedaríamos, cuantos de nosotros
seriamos considerados como justos?
Cuando sea el fin del
mundo, los frutos pueden marcar la
diferencia entre trigo y cizaña, también pueden ayudar a que no seamos cortados
y echados al fuego. Oremos entonces para ser la buena semilla que lleva mucho
fruto a Dios.
Vamos a leer el versículo
clave una vez más y vamos a orar.
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