GIGANTES

personajes fuertes, robustos y altos, que se encuentran en muchas leyendas y mitologí­as antiguas y en las tradiciones judí­as. En el libro del Génesis se habla de los nefilîm, g., †œhéroes de la antigüedad†, nacidos de la unión de los hijos de Dios y de las hijas de los hombres, Gn 6, 4. Los exploradores de la tierra de Canaán dijeron a Moisés que habí­an visto allí­ g., descendientes de Anaq, Nm 13, 28 y 33; Dt 1, 28; 9, 2; éstos fueron exterminados por Josué, Jos 11, 21-22; Arbá era el hombre más alto entre los anaquitas, Jos 14, 15. Los emitas también eran corpulentos, como los anaquitas, Dt 2, 10-11; igualmente, los refaí­tas, Dt 2, 21; Og, rey refaí­ta de Basán, fue vencido por los israelitas, Dt 3. Entre los filisteos también encontramos estos seres humanos descomunales, como se narra en los hechos del rey ® David, quien venció al gigante Goliat, de Gat, 1 S 17.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

La primera mención de los gigantes en la Biblia ocurre en Gen 6:4 (Nephilim, palabra heb. de etimologí­a incierta). Habí­a nephilim en Canaán cuando los espí­as fueron por la tierra (Num 13:33). Los israelitas se encontraron con gigantes cuando trataron de entrar en Canaán por Moab (Deu 2:11, Deu 2:20), que se llamaban emitas o zomzomeos o refaí­tas. El último de esta raza fue Og, rey de Basán, cuya famosa cama de hierro medí­a nueve codos de largo (Deu 2:11; Jos 12:4; Jos 13:12). Se hace referencia después (Jos 15:8; Jos 17:15; Jos 18:16; 2Sa 5:18, 2Sa 5:22, 2Sa 23:13; 1Ch 11:15; 1Ch 14:9; Isa 17:5) a la tierra de los gigantes (Refaim). Los valientes de David se encontraron con los descendientes del gigante Rafa (2Sa 21:15-22). No se lo llama gigante al mejor conocido de todos, Goliat de Gat, a quien mató el joven David (1 Samuel 17) sino que se dice que era de gran estatura y que tení­a mucha fuerza. No era necesario decir lo obvio. Los gigantes aterrorizaron a los israelitas desde su entrada a Canaán hasta la época de David.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

La Biblia habla de varios tipos de g.: a) Nefilim, que se refiere a los descendientes de la unión de †œlos hijos de Dios† con †œlas hijas de los hombres† (Gen 6:2-5). El énfasis en este caso no está sobre la exagerada estatura, sino sobre su carácter violento y malvado. Se ha discutido mucho sobre la interpretación de este pasaje, pensando algunos que la idea de ángeles cohabitando con mujeres pertenece más a la ideografí­a pagana que al monoteí­smo hebreo. Otros eruditos judí­os sugieren que †œlos hijos de Dios† eran una clase aristocrática que casó con mujeres sin rango social. Sin embargo, en la tradición tanto judí­a como cristiana, ha persistido la lectura inicialmente señalada, la cual surge de abundantes testimonios escritos en obras apócrifas del AT. b) Refaim. Era una raza que habitó muy antiguamente la tierra de Canaán. Uno de los remanentes de esta raza fue †œ †¢Og rey de Basán†, y se menciona su cama, que medí­a 4 por 1.8 m (Deu 3:11). c) Anakim. Son mencionados por los espí­as que regresaron dando cuenta de que habí­an visto †œg., hijos de Anac, raza de los g.† en Canaán (Num 13:33). Se los localiza como nativos de †¢Hebrón. †¢Anac, el principal de ellos, tení­a unos hijos llamados †¢Sesai, †¢Ahimán y †¢Talmai, que eran de gran estatura (Num 13:22; Jos 15:13-14; Jos 21:11; Jue 1:20). Se mencionan varios otros, como †¢Goliat (1Sa 17:1-58), †¢Isbi-benob (2Sa 21:15-17), †¢Saf (2Sa 21:18), †¢Sipai (1Cr 20:4). d) Emim. Pueblo de personas de gran estatura que habitó en la tierra de Moab y que era †œalto como los hijos de Anac† (Deu 2:10-12). Aparecen conquistados por †¢Quedorlaomer en Gen 14:5. e) Zomzomeos. Igual tipo de pueblo, pero que habitaba entre los amonitas, que los llamaban así­ (Deu 2:20-21).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

vet, El Antiguo Testamento habla con frecuencia de hombres de la Antigüedad cuya fuerza fí­sica y altura les ganó el nombre de “gigantes”, traducción de tres términos hebreos: (a) “Nephilim”. Etimológicamente significa seres caí­dos, seres delante de quienes uno cae en admiración, o bien “hombres de renombre”. Según la mitologí­a grecolatina, los gigantes eran seres fabulosos, hijos de la Tierra y de Tártaro, que pretendí­an escalar el cielo en su furia contra los dioses. Pero “nephilim” no implica grande estatura ni en Gn. 6:4 ni en Nm. 13:33, los únicos textos en que se mencionan. Las frases “vimos allí­ gigantes..”, “éramos como langostas” es una hipérbole para expresar el miedo que les causaron. (b) Gibborim. Significa “los fuertes” o “los héroes”. No se justifica la traducción gigantes. (c) Los “rephaim”. Este es el equivalente exacto de “gigantes” y se refiere a ciertos antiguos habitantes de Canaán (2 S. 21:15-16, 20-22; 1 Cr. 20:4, 6, 8). Hasta en los dí­as de David los tenemos en Gat, entre los filisteos. Un nombre geográfico, el valle de los “Refaim”, cerca de Jerusalén, indica cuando menos su paso por ese rumbo (Jos. 15:8; 2 S. 5:18). Los datos proporcionados en Gn. 14 y confirmados por Dt. 2:10-26 se remontan a una época muy antigua. Es fácil que la Palestina fuera poblada por los “rephaim” antes de la entrada de los cananeos, en el tercer milenio a.C. Goliat era racialmente de los “rephaim”, si bien, polí­ticamente, filisteo. Medí­a unos 2’60 m. de altura; la cama de Og (otro de los gigantes famosos) medí­a unos 3’50 m. de largura. Después de David no se menciona a los gigantes “rephaim”.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Seres humanos que son de tamaño superior a lo normal en la especie. Cuando se han dado en determinadas razas o grupos personas muy altas, nunca han excedido medidas que hagan biológicamente imposible la vida sana. Ocasionalmente se ha llegado a los 2,50 mts. y raramante la especie humana sobrepasa los 2,20 sin alteraciones patológicas.

Se discute si en tiempos antiguos pudieron existir especies humanas superiores a las actuales en estatura. Y se ha argumentado a favor con la referencia bí­blica que hace tal afirmación: Génesis 6.4. “Habí­a entonces gigantes sobre la tierra”; y con el eco que parece existir en otros textos: Num. 13.33; Deut. 1. 28 y 2. 10-11; Sam. 21. 15-22

Al margen de que esto no es cuestión que tenga nada que ver con lo religioso, la referencia bí­blica aludida debe ser interpretada en el contexto mí­tico de las leyendas bí­blicas y de las resonancias de las culturas babilónicas y orientales. Si pudieron existir grupos étnicos de esa naturaleza, corresponde a la ciencia y a la arqueologí­a dilucidarlo.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(-> violación, diluvio, Henoc). Como muchas otras literaturas tradicionales, también la Biblia transmite el recuerdo de antiguos gigantes que habrí­an poblado la tierra (cf. Nm 13,33; Dt 2,20; 3,11-13; 2 Sm 21,16-22). Pero, dentro de la tradición bí­blica, los gigantes por excelencia son aquellos seres monstruosos que vivieron en tiempos del gran pecado al que se alude como causa del diluvio universal (cf. Gn 6,4). Esos gigantes aparecen en la literatura de Henoc* como hí­bridos monstruosos, hijos de los ángeles violadores y de las mujeres, que destruí­an todo con su voracidad (¡lo comí­an todo!) y con su violencia (¡eran los grandes guerreros del principio de los tiempos: cf. 1 Hen 7-15). Una serie de indicios nos hacen suponer que en el primitivo “Pentateuco de Henoc” habí­a un libro que se titulaba de los Gigantes y que trataba de su conversión. Pero ese libro fue separado del ciclo de Henoc y en su lugar se introdujo el nuevo libro de Las parábo las (1 Hen 37-71) en las que el vidente actúa como Hijo de Hombre y Juez escatológico de Dios, no para salvación, sino para castigo final de los gigantes culpables, conforme a una perspectiva de talión: la justicia de Dios y la salvación de los hombres violados y asesinados exigí­a la destrucción total de los culpables. Sea cual fuera la solución textual (y literaria), el tema tiene una gran importancia antropológica y teológica. Quizá hubo un libro de Gigantes, donde se narraba la conversión de los ángeles caí­dos y sus “hijos” (guerreros perversos), de manera que así­ se iniciaba un tiempo de gracia sin fin para todos, ángeles y hombres. Pero el relato actual (1 Hen 12-16) ha rechazado expresamente la posibilidad de una conversión eficaz (efectiva) de los pecadores (al menos de los ángeles perversos), de manera que el Dios del talión se eleva sobre un posible Dios de gracia, ratificando así­ el carácter irreparable del pecado. El tema central de 1 Hen 12,1-13,7 es la imposibilidad del arrepentimiento de los ángeles perversos y sus “hijos” gigantes. La tradición bí­blica se eleva así­ en contra de todo posible gigantismo propio de aquellos que pretenden dominar la tierra por la fuerza.

Cf. X. PIKAZA, Antropologí­a bí­blica, Sí­gueme, Salamanca 2006.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra