Por Alejandro Maidana

“La necesidad del coleccionista tiende precisamente al exceso, al empacho, a la profusión. Es demasiado…Y es lo suficiente para mí. Alguien que vacila, que pregunta. ¿Necesito esto? ¿Es realmente necesario?, no es un coleccionista. Una colección es siempre más de lo que sería necesario” Susan Sontag

El término Friki tiene su procedencia en el inglés freak, que ancla su significado en lo extraño, extravagante o estrafalario. Allí podríamos encontrar una definición más que importante para identificar a una tribu urbana con características tan especiales como diversas.

Vinculados a los comics, películas de culto, muñecos, filatelia, series, anime, libros y un sinfín de gustos alternativos, estos fanáticos encuentran en diferentes espacios, la posibilidad de seguir despuntando su vicio rodeado de otros frikis.

El prejuicio social suele caerles encima como un yunque, ya que históricamente esta subcultura ha estado relacionada con personas de baja autoestima, de un carácter introvertido y con serios problemas para relacionarse con el sexo opuesto. Claramente esto no condice con la verdadera naturaleza de aquellos que hicieron de la extravagancia por algunos gustos su forma de vida.

De pibe quién no se abrazó alguna colección, esto trasladado al tiempo, ha generado que diferentes grupos se consoliden en el intercambio de piezas y mejoramiento de las mismas. Los muñecos de He-Man sin duda alguna han marcado una época de oro, la de los 80, una década en donde tanto las series televisivas, como las bandas musicales, se convirtieron en eternas.

Podríamos nombrar diferentes tipos de “Frikis”, y si bien a todos ellos los unes la pasión desmedida por distintas temáticas, la diversidad es más que interesante. En nuestro país tienen existe un arraigo notable a lo relacionado con los comics, si bien se los define como comiqueros, forman parte de la gran familia “freak” ya que su devoción por este tipo de revistas es enorme. Cabe destacar que tanto Marvel como DC Comics, se roban a la enorme mayoría de los fanáticos.

“Desde los 6 años colecciono comics, hoy tengo 47 y no pienso dejar de hacerlo. Para mí esto se ha transformado en una forma de vida, es una dependencia maravillosa que me transporta a los años más felices de mi vida”, cuenta Darío, que luce una remera de los Avengers y no se sonroja al definirse como“freak”.

Sin duda alguna que lo que ha movilizado siempre a diferentes grupos, son las colecciones relacionadas a los muñecos de películas y series diversas. La Guerra de las Galaxias, He-Man, Cazafantasmas, Dragon Ball Z, G.i . Joe, entre muchos otros. La idea de no despegarse de estas colecciones e ir en búsqueda de mejorarlas, convierten a sus cultores en verdaderos frikis.

Anclarse en una etapa feliz de la vida, no despegarse de aquellas décadas imborrables que marcaron nuestros días, podrían ser algunos argumentos para tratar de entender tamaña manifestación de la melancolía.

Tanto las series televisivas como las películas de culto, han forjado una tribuna de apasionados que ven como el paso de los años no los aleja de su amor por las mimas. La series de los 70 y los 80 se despegan del resto, Brigada A, El Auto Fantástico, Mac Giver, V Invasión Extraterrestre , El Gran Héroe Americano entre tantas otras, generaron en el público latino una devoción por fuera de lo normal. Hoy numerosos grupos de “extravagantes” se juntan a despuntar el vicio para ver por enésima vez algunas de las series anteriormente nombradas.

“En lo particular tengo muchas series de los 60, 70 y 80 grabadas en DVD, los viernes por la noche es cita obligada con los amigos juntarse para verlas y comentarlas como si fuera la primera vez. Nosotros además de las internacionales, tenemos predilección absoluta por la Brigada Z, las muertes de Benito (Berugo Carambula) y Emilio (Disi) nos impactaron muchísimo”, relató de Claudio, que a sus 35 años no siente empacho en hablar de esto como si se tratase de un dogma religioso.

Los “frikis”, tipos raros dirán algunos que buscan emparentarlos con los nerds, pero que nada tienen que ver. Visten con leyendas que referencian su amor por lo antes mencionado, no dudan en disfrazarse para poder representar a su personaje favorito, y se esfuerzan en detener el tiempo. No titubean en considerar que el pasado fue mejor, ya que pese a que algunos peinan canas, el niño interior le sigue ganando la batalla al tiempo.