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¡Ala! Cómo identificar a un  rolo

 

Lo que muy claro está es que el término rolo no es un cumplido, ni nada que se le parezca.

 

Roberto Restrepo, en su libro  Apuntaciones idiomáticas y correcciones del lenguaje (1955) define rolo como "Nombre dado a los indios y mestizos españoles, especialmente cuando habitan las sábanas de Bogotá" y como "Hombre de baja estatura", aclarando al tiempo que su connotación es despectiva.

 

 

¡Carajo, ala, jelóu, guelcom tu Colombia, chinos pendejos! Son algunos términos populares  de los famosos bogotanos a quienes se les denomina rolos, posiblemente la fortuna nacional más majestuosa de nuestra extensa y gloriosa tierra colombiana, por lo menos, eso es lo que los rolos piensan de ellos mismos.

 

 

Un rolo es una persona de buen vestir y muy elegante, no lo podemos negar. Pero es todo lo contrario cuando llega de visita a la costa Caribe de Colombia, a una playa o la popular “tierra caliente”. Los vas a distinguir porque llegan en sus  carros donde se puede ver por el  vidrio trasero, flotadores, toallas, comida, sillas y diferentes accesorios que son vitales para la supervivencia del rolo. A este peculiar humano de tierra fría, blanco como una rana platanera que ilumina hasta en la oscuridad, se le ha visto pisar las arenas de nuestras costas colombianas, calzando chancla de cuero café con el logo de su equipo de fútbol, media blanca o negra, casi hasta la rodilla, camisa de manga corta con una camisilla debajo y con un pequeño tubo colgado al cuello repleto de monedas, que más bien parece una maraca,  para pagar cada servicio que le ofrece la gente del lugar, porque todo es extraño y desconocido para él. Ni que hablar de su cara blanca, más blanca que la de un mimo, por la exagerada cantidad de anti solar que se aplica. Hay que aclarar algo: Lo más común es que el color de la piel de este ser sea blanca, pero cambia en  escasos minutos ante la exhibición al Sol: del blanco nalga profunda, a rojo escarlata, quemadura de tercer grado, de esas  que con solo mirar ¡arden!

 

Otra forma de identificar a un rolo es por su humorística manera de caminar. Este escrupuloso ser  bogotano, transita de una forma tan elegante y refinada como si llevará pegada una varilla a la espalda . Sí, el rolo no es tan exótico como cree. Pero hay que entenderlo, pues, al contrario de sus cohabitantes, este es el único que  cree descender directamente del viejo continente. Todos los rolos, sin excepción, tienen un familiar en Europa. No es sino que suene un flamenco para que se vuelva español, gritando “¡ole, ole, ole!” por todos lados; o que le den un vino para que se le salga el francés, sin ninguna muestra de timidez, parlotea sobre las diferentes cepas y sus tonos oscuros. O que lo inviten a tomar el té y jugar a los naipes, para que salgan a flote la delicadeza y presencia del caballero inglés y haga trampa a diestra y siniestra. Pero, no es tan europeo, sí se mezcló entre su misma raza, y su mismo color.

 

Es fácil hablar con un rolo siempre y cuando uno no vaya en contra de su equipo de fútbol o su partido político, eso es matarse a uno mismo, porque Millonarios y Santa Fe, ¡eso, es lo mejor de Colombia!, si uno les dice qué no, se pueden llegar a poner como gallinas culecas y discutir un día entero. Realmente son muy astutos aunque por la forma lenta en que responden pareciera a veces que no lo son. Bueno, Bogotá está a 2.600 metros sobre el nivel del mar y el oxígeno se demora más para llegar al cerebro.

 

Estos divertidos personajes llamados rolos no tienen enemigos aparentes. Eso sí, les  molesta en su totalidad unos seres a quienes denominan paisas y costeños. Les llaman Lobos, es básicamente todo lo que ellos en el fondo quieren  hacer y ser. Fiestas con grupo vallenato que duren hasta el amanecer, tener novia sexy, festejar el Año Nuevo con mucha comida y mucho aguardiente, transporte como el Metro, y buenos equipos de fútbol. Si por casualidad en un semáforo, un rolo y un paisa quedan cara a cara, el rolo, que siempre tendrá un carro elegante pero viejo, se quejará del paisa diciéndole al acompañante: “¿Qué tal este paisa gamín? ¡Engreído!”. 

Por último, no me queda más que decirles a las mujeres que si alguna vez quieren salir con uno, no duden en hacerlo. Puede que no sean buenos bailarines, no sé si serán buenos en la cama, puede que su acento desesperé un poco,  pero hasta hacen mercado y cuidan niños. Pídanle eso a un costeño o a un paisa ¿qué le dicen?

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