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Tonada, acento y entonación

Lunes, 02 de abril de 2012 22:27

En una amable charla sobre los artículos que escribo en El Tribuno, el compañero Chicho Alegre me sugirió, con muy buen criterio, que abordara, en uno de ellos, el tema de las distintas formas de hablar que caracteriza a quienes viven en diferentes lugares de Argentina. Se refería, por ejemplo, a las “tonadas” que se emplean en diversos sitios de nuestro país.
Cuando decimos en Argentina que la gente habla utilizando una entonación diferente a la de otras regiones, empleamos la palabra “tonada” o “tonadita”, en diminutivo. Un usuario de redes sociales preguntaba, en Yahoo!, si las palabras ‘acento’ y ‘tonada’ son sinónimas, a lo que otra participante respondió ofreciendo las definiciones que da el DRAE. Por lo tanto, ahora las reproduzco para aclarar sus significados. Con respecto a ‘acento’ dice (páginas 23 y 24): “Relieve que en la pronunciación se da a una sílaba de la palabra, distinguiéndola de las demás por una mayor intensidad o por un tono más alto”. Con esta primera definición se refiere al golpe tónico que produce el acento al hablar, acepción que más utilizamos sobre ese término. La segunda habla de la tilde, rayita con la que se marca la acentuación de muchas palabras. En cambio, la tercera opción apunta a la “modulación de la voz; entonación”.
En cuanto a “entonación”, en la tercera acepción relacionada con lo lingüístico, aclara (página 930): “Modulación de la voz en la secuencia de sonidos del habla que puede reflejar diferencias de sentido, de intención, de emoción y de origen del hablante, y que, en algunas lenguas, puede ser significativa”.
Por último, veamos lo que significa “tonada”, palabra con la que definimos esta situación. En la página 2191 del DRAE leemos, respecto de ella: “f. Composición métrica para cantarse //. 2. Música de esta canción //. 3 América. Dejo (modo particular de pronunciación)”.

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En una amable charla sobre los artículos que escribo en El Tribuno, el compañero Chicho Alegre me sugirió, con muy buen criterio, que abordara, en uno de ellos, el tema de las distintas formas de hablar que caracteriza a quienes viven en diferentes lugares de Argentina. Se refería, por ejemplo, a las “tonadas” que se emplean en diversos sitios de nuestro país.
Cuando decimos en Argentina que la gente habla utilizando una entonación diferente a la de otras regiones, empleamos la palabra “tonada” o “tonadita”, en diminutivo. Un usuario de redes sociales preguntaba, en Yahoo!, si las palabras ‘acento’ y ‘tonada’ son sinónimas, a lo que otra participante respondió ofreciendo las definiciones que da el DRAE. Por lo tanto, ahora las reproduzco para aclarar sus significados. Con respecto a ‘acento’ dice (páginas 23 y 24): “Relieve que en la pronunciación se da a una sílaba de la palabra, distinguiéndola de las demás por una mayor intensidad o por un tono más alto”. Con esta primera definición se refiere al golpe tónico que produce el acento al hablar, acepción que más utilizamos sobre ese término. La segunda habla de la tilde, rayita con la que se marca la acentuación de muchas palabras. En cambio, la tercera opción apunta a la “modulación de la voz; entonación”.
En cuanto a “entonación”, en la tercera acepción relacionada con lo lingüístico, aclara (página 930): “Modulación de la voz en la secuencia de sonidos del habla que puede reflejar diferencias de sentido, de intención, de emoción y de origen del hablante, y que, en algunas lenguas, puede ser significativa”.
Por último, veamos lo que significa “tonada”, palabra con la que definimos esta situación. En la página 2191 del DRAE leemos, respecto de ella: “f. Composición métrica para cantarse //. 2. Música de esta canción //. 3 América. Dejo (modo particular de pronunciación)”.

El sentido de estas palabras

Pasemos ahora a analizar cada una de las definiciones. En relación con ‘acento’, nos interesa el sentido de “modulación de la voz” y “entonación” que es una característica de cada una de las hablas regionales no solo de nuestro país, sino de cada una de aquellas que constituyen los diferentes dialectos del español. Es de suponer que esto es, también, propio de cualquier lengua, ya que la entonación puede cambiar el sentido.
En lo que atañe a la segunda palabra, “entonación”, remarca, amén del concepto a que alude la anterior, que puede reflejar “diferencias de sentido, de intención y de emoción”, por un lado, pero también “que, en algunas lenguas, puede ser significativa”. Es decir, en algunas situaciones la entonación puede llegar a cambiar el sentido de la frase. Por ejemplo, la entonación de un “sí”, afirmativo, eventualmente podría convertirse en un “no”, de negación, por supuesto, como en el caso del ejemplo que coloqué en uno de mis artículos: Ante la pregunta de un amigo si podría acompañarlo esa noche al cementerio, la respuesta que dio el consultado fue: “‘Sé’, esperate sentado que yo te acompañaré...”, dando a entender que no le interesaba la propuesta. Como este, se puede dar una infinidad de ejemplos en tal sentido. Asimismo, en otro que puse, una señorita que estaba sentada, en una fiesta, al lado de su amigo, le dijo, con una entonación muy especial y melosa: “¡Ay! ¡Qué frío que hace en este lugar!”, dándole a entender, indirectamente, que pretendía que se le acercara y le brindara calor. Con esto comprobamos que la entonación puede torcer la intención de la frase “hace frío”.

Identidad social del hablante

Pero, además de lo dicho, la entonación, acento o tonada que manifiesta un grupo regional de la lengua, define (por distintas razones de herencia lingüística, tonal, de identidad cultural o regional, y otras) la pertenencia a un determinado grupo social. La “tonada cordobesa”, por ejemplo, otorga una identidad particular al “ser cordobés”, delimitado por una serie de particularidades que tienen que ver con su manera de ser. Muchos lo identificamos con la simpatía, la gracia de sus anécdotas y chistes, y mil características más. Y, si bien apreciamos una “tonada propia del noroeste argentino”, entre nosotros sabemos distinguir, aunque más no sea levemente, una diferencia entre el modo de hablar de un tucumano, de un salteño y de un jujeño, lo cual, quizá, no será distinguido por los sureños, por ejemplo, como tampoco nosotros seremos capaces de diferenciar el hablar de un rosarino, un porteño y un pampeano.
Estas cualidades a que me refiero (que responden a las definiciones del DRAE en cuanto al “origen del hablante” y al “dejo, o modo particular de pronunciación” de un determinado grupo de hablantes) marcan, consecuentemente, la manera particular de ser de una comunidad de personas insertas en una determinada situación social, en un encuadre geográfico, con una historia particular en su ascendencia, manifestadas, precisamente, a través de su “entonación”, “acento” o “tonada”. Y, cuando escuchamos hablar a una persona de dicho grupo social, nos hace definir: “¡Ah! Este es un salteño / cordobés / porteño / español”, etc.
Pues bien; somos conscientes (aunque a veces quizá nos avergoncemos de nuestra “tonada” porque suene a menos prestigiosa que las otras) de que nuestra manera de hablar, a la que utilizamos espontáneamente miles de veces en la comunicación cotidiana, es la que nos corresponde y de que, asimismo, no podemos renunciar a ella so pena de que nuestros propios co-hablantes nos desprecien con su mirada o consideración, cuando tratamos de parecernos a otros grupos más prestigiosos, como los sureños, tratando de imitarlos con la “tonada” propia de ellos.
¿Recuerdan, por casualidad, aquellas chicas que iban a trabajar a Buenos Aires como empleadas domésticas y que, al poco tiempo, regresaban “recibidas” de porteñas gracias a su particular manera de hablar...? Esto nos muestra la influencia recibida gracias al prestigio que les daba.
 

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