Viernes, 19 de Abril 2024

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Deportes | Pasión y tradición antes que negocio

Por amor a la charrería

La profesionalización del llamado deporte nacional es más por pasión y tradición que un negocio redituable

Por: EL INFORMADOR

Andrés 'Nito' Aceves es de los primeros charros jaliscienses que han destacado nacionalmente como profesional. EL INFORMADOR E. Flores  /

Andrés 'Nito' Aceves es de los primeros charros jaliscienses que han destacado nacionalmente como profesional. EL INFORMADOR E. Flores /

GUADALAJARA, JALISCO (14/SEP/2014).- Nadie se hace rico por vivir de la charrería. Pocos son los actores profesionales de este deporte nacional por excelencia que son capaces de sobrevivir económicamente por dedicarse a charrear. Negocio para algunos, pero no para la mayoría de los amantes de ella, mucho menos para los propietarios de los diferentes equipos que existen en México.

Andrés “Nito” Aceves es uno de los primeros charros en Jalisco que logró sobresalir como profesional de la charrería a escala nacional. Él, admite que la vida en este deporte le permitió vivir cómodamente con un sueldo que no ganaría en un trabajo como profesionista, y agradece al destino y a todas las personas que estuvieron involucradas en su formación como charro, entre ellas, enfatiza, “Mi tío Chuy, que me enseñó lo que sé, que fue un gran charro y que sobre todo me educó a ser siempre humilde y saber enseñar lo poco o mucho que sabes”.

“Nito”, como es mejor conocido en el ambiente charro, es actualmente administrador del equipo de Vicente Fernández, Los Tres Potrillos, y revela que nadie que tenga un equipo, ni siquiera Tres Potrillos, que viaja, compite y se encuentra en uno de los mejores niveles en este deporte, lo hace por negocio.

“No, no. Negocio no es, al contrario, hay que meterle mucho. Un equipo bien formado como Tres Potrillos, imagínate; entre pagar charros, caballos, y todo lo que se necesita para charrear, nombre, le terminas poniendo”.

Pero hay una explicación para que los dueños de equipos charros mantengan vigente sus escuadras: la pasión.

“Esto es únicamente como dicen por ahí: amor al arte. No se hace por negocio, se hace porque nos apasiona y es un modo de vida”, agrega “Nito”.

Pero, para quienes resulta un poco más redituable, es a los charros que perciben un salario por hacer lo que más les gusta: charrear. La profesionalización de los charros dependerá de sus habilidades, dedicación y constancia, y a pesar de que no existe un criterio establecido para definir quién es profesional o no, las cualidades y el nivel para ejecutar una o las nueve suertes charras define si un charro puede llegar a profesional, que es cuando lo procuran los equipos fuertes a nivel nacional y empieza a percibir un salario por ello.

Es un modo de vida y una oportunidad para vivir económicamente por hacer lo que les gusta. Haciendo una analogía, la charrería funciona similar al futbol; ejemplo de esto es que, la mayoría de quienes charrean, lo hacen sin pensar en recibir nada a cambio, terminan pagando por charrear, como ocurre en el futbol amateur, pero también existen los que se dedican 100% a la charería y viven de ella.

Semillero de talento

El lienzo “Nito” Aceves es semillero importante dentro de la escuela de la charrería. El auge de este deporte nacional va en ascenso y Andrés “Nito” Aceves Hernández ve calidad en las nuevas generaciones de charros.

“Aquí se ven chavos con muchas facultades, no se pueden meter de lleno a un equipo como Jalisco, como Tres Potrillos, pero se pueden encaminar a equipos del Estado, se van recomendando y van dando frutos. No nos vamos tan lejos, están los muchachos Márquez, a ellos los vimos crecer, ya traían sus facultades, empezaron en Las Palmas, después se arrimaron con nosotros, estuvimos también ayudando y su padre les dio todo el apoyo. Esos chavos ahorita están en los primeros lugares, son como cuatro o cinco hermanos, y como ellos hay muchos que le van echando ganas”, mencionó.

En el lienzo que lleva su nombre, ubicado en carretera a Cajititlán, se imparten cursos intensivos de dos semanas, donde su equipo de trabajo instruye las prácticas básicas de las charrería.

“Les doy curso de 15 días, aquí viven, aquí duermen, aquí comen, les lavan, planchan, les hacen el aseo. Lleva el nombre de ‘Nito’ Aceves, pero me ayuda todo el equipo, como es Juan Soltero, José Andrés Aceves, Diego Ibarra, Gustavo Moreno, los jinetes me ayudan y el apoyo de la familia Fernández, porque me hacen préstamos de caballos, de sillas, sogas, para que estén bien atendidos. Es por eso que hay buenos resultados y han salido muchos chavos buenos”, añadió Aceves Hernández. “A mí me enseñaron a enseñar. Hay que tener paciencia, poco a poco los chavos van a ir despegando, algunos tardan poquito más, pero a fin de cuentas todos hacen charrería”.

La escuela de charrería de “Nito” es un referente que, por años, ha dado resultados tangibles en el deporte.

JUAN SOTELO BRILLA EN LA CHARRERÍA

Tener un don y saber aprovecharlo


Nació con el don de la faena de los piales en el lienzo. Aunque Juan Soltero nunca se imaginó dedicarle la vida entera a este deporte, del cual ha vivido prácticamente desde los 15 años.

Sus orígenes se relacionan a este arte. Siempre se dedicó al rancho, porque de la escuela, se alejó.

“Es un don que Dios me dio. Vengo de un rancho donde se usa mucho la ‘vaquereada’, lo que es mover ganado. Santo Domingo es mi pueblo. Mi abuelo fue vaquero y a mí la escuela no me gustó para nada, fui sólo porque tenía que ir. Desde los tres años empecé a montar, ya me traían en caballo, porque era la adoración de mi abuelito, que en paz descanse, y a los 15 años me tuve que venir a Guadalajara, a buscar trabajo, porque en el rancho no había mucho futuro”, relató el charro de 39 años, quien explicó que la suerte de los piales consiste en lazar los cuartos traseros de una yegua, que emprende una carrera a toda velocidad, para frenarla.

Su primer trabajo, ya en la cuidad, fue en la engorda de ganado en el rancho de los Arena, estuvo ocho años ahí y en ese transcurso conoció gente en el medio de la charrería, fue cuando el sueño comenzó.

“Me hice de amistades que les gustaba pialar, me invitaban y me empecé a enseñar. Cuando llegué no conocía nada de la charreada, pero me metí poco a poco, luego hice amistad con José Antonio Vera, de “Charros del Triángulo”, y me empezó a invitar al lienzo, a ver charreadas y fue cuando comencé a tomarle amor a esto. Luego entrené hasta que llegó mi primer charreada, me dieron la oportunidad, y metí los tres piales”, comentó Soltero.

Esta quimera se consumió cuando llegó al equipo de Los Tres Potrillos y cuando este gusto se volvió una profesión. “Me fui a trabajar hasta Mérida en 1997, me pagaron por pialar nada más, aunque no lo creía, y estuve un año. Pero regresé porque aspiraba a más, me vieron pialar acá y tres años después me uní a Tres Potrillos, era uno de mis sueños.

“Me empiezan a pagar, y fue cuando me di cuenta que había que pegarle sólo al entrenamiento, porque uno lo toma como un trabajo, no es el mundo de dinero que uno quisiera, pero se vive mejor que si anduviera trabajando ahí en la obra”.

Vivir de la soga, del caballo y del sombrero


Le hace falta un dedo en su mano derecha; la soga se lo robó luego de un pial cuando humeaba el ixtle en la cabeza de su montura. Es el precio que pagan comúnmente quienes ejecutan una de las suertes más complicadas de la charrería: los piales en el lienzo.

Juan Soltero, actual charro de Tres Potrillos, es un referente de la charrería nacional por sus capacidades para ejecutar la los piales en el lienzo. Es un super dotado que jamás imaginó poder llegar al nivel en el que ahora se encuentra.

Él, dedicado 100% a este oficio, afirma que nadie se hace millonario de la charrería, y comparte: “Te pagan para vivir bien, eres parte de un equipo, hay que estar al 100, entrenar, dedicarse, pero creo que esto de los ‘piales’ es un don que Dios me dio, jamás me lo imaginé que viviera de esto, pero tampoco se gana el dineral, es como cualquier empleo”.

Un charro que alcanza la profesionalización debe pasar por un proceso de formación que sólo se adquiere charreando. Conforme su desarrollo y capacidades se van viendo, un charro pude llegar a recibir ofertas de equipos que estén interesados en él. “Sí, de repente estás con un equipo charreando y luego llega alguien que te busca y te ofrece más dinero, y ya tu decides qué hacer; aquí no hay contratos ni cartas como en el futbol”, comenta “Nito”, quien de futbol sabe, pues alguna vez, confiesa, estuvo en la disyuntiva de ser futbolista o charro.

El sueldo de un profesional de la charrería es variable. “Nito”, con su experiencia, cree que un charro puede llegar a ganar hasta 20 o 25 mil pesos al mes. Para que esto suceda, necesita ser un charro con muchas cualidades y no es una regla que deba ejecutar todas las suertes.

El ejemplo más claro de esto es Juan Soltero, quien percibe un sueldo únicamente por agarrar “piales”. “Alguna vez tiré manganas, pero la verdad no es lo mío. Yo nací con un don que es pialar, y eso es lo que hago siempre, lo que me llena, de lo que vivo".

Juan ya perdió su dedo pulgar de la mano derecha, y ahora, como profesional, procura cuidar más sus manos, que sin ellas, su profesión acaba.

“Mi sueño fue llegar a ser como ‘Toronjo’ Hernández, ‘Cuco’ Carranza, me puse mis metas, entonces me dediqué de lleno, Dios me dio el don y sólo era descubrirlo”, asegura Soltero, quien en 2013 ganó  Pialadero de Estrellas, en el Campeonato Millonario y este año fue tercer lugar.

PARA SABER

Una profesión sin vigencia


> No existe un reglamento en la charrería que indique una edad específica para poder seguir charreando. “Nito” Aceves explica que ello dependerá de las facultades de cada persona.

“Esto dura hasta que tu cuerpo te lo permita. Acaba de pasar hace días el campeonato de Mayores, que es una competencia para charros mayores de 40 años, y vimos a señorones de 70 años charreando, entonces no hay una edad, hasta que uno pueda hacerlo y hacerlo bien”.

> Tampoco hay una edad para empezar en esto. “Nito” resalta que cada día existe más talento local que viene empujando fuerte. Un pequeño de seis años ya puede competir en lo que el argot charro se le conoce como “dientes de leche”. Una formación profesional tiene que ver con que desde niños se involucren en el mundo de este deporte, aunque no es una regla, y ejemplo los hay, como Juan Soltero, que empezó ya grande en la charrería y que hoy por hoy en uno de los mejores pialadores de México.

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