Una Voz Para Dios

La biblia nos dice en Juan 1: 12 y 13 lo siguiente:

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Creo que muchos cristianos hemos leído este verso y me atrevo a decir que muchos hasta lo sabemos de memoria. Veamos el verso 12 con más atención. Dice que, si le recibimos y creemos, se nos ha dado la potestad o el derecho de SER hechos HIJOS de Dios. Interesantemente NO dice que somos hechos apóstoles, profetas, pastores, o maestros. ¡Dice que somos HIJOS! Y el verso 13 va más allá porque nos afirma que somos engendrados o nacidos de Dios.

Hay tres cosas que aprendemos de este pasaje:

1-Somos sus Hijos

Dios aquí nos da primeramente una identidad. Nos identifica como sus Hijos. Luego viene el oficio o don que podamos desarrollar para él.

Creo que muchos ministros o líderes cristianos somos culpables de querer presentarnos con nuestras credenciales antes de aceptar que el título más grande que Dios nos ha dado es el de Hijo. En un mundo donde el título o credencial es súper importante creo que es difícil creer que ante Dios lo más significativo no es lo que puedo hacer por él sino lo que él ya hizo por mí.

Dios nos reconcilió con el mismo de acuerdo a Romanos 5:10, “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Por la muerte de Jesús nuestra identidad de hijos fue restaurada. No olvidemos que la identidad más importante como ministros o líderes es el de Hijos de Dios.

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2-Acércate como Hijo

Creo que si Dios nos identifica como hijos esa es la manera que el desea que nos acercamos a él. Nuestros títulos terrenales deben quedar afuera cuando entramos a nuestro tiempo con Dios.

Creo que Dios desea una conversación de Padre a Hijo. Yo soy hija de Pastor y también tengo título de Contabilidad aparte de una Maestría de Administración de Empresa. Sin embargo cuando yo converso con mi Papá no tengo que mencionar los títulos que tengo o la experiencia que he adquirido. Simplemente le hablo con confianza. El hecho que vengo de él, me da el acceso de acercarme como hija. Así es con nuestro Padre Celestial. Podemos acercarnos confiadamente como nos recuerda Hebreos 4:16.

3-Mi profesión no define mi relación

Recordemos que Dios es nuestro Padre. Es algo tan simple pero una verdad profunda que puede cambiar toda nuestra perspectiva.

Acordémonos que ni nuestros logros, ni nuestros fracasos nos definen. Nuestra identidad ya fue definida por Dios como Hijos suyos.

Recuerda que tu identidad es prioridad antes que tu profesión, título o logros. Vivamos desde nuestra verdadera identidad: Hijos!

Si construimos nuestra vida sobre este fundamento de Hijos, entonces se hace real Mateo 7:25 “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.” Cristo es la Roca eterna y yo soy su Hijo creado para reinar con él.

Recordemos que Dios ya declaró nuestra verdadera identidad, la de Hijos. Que nuestra vida sea gobernada por esta verdad. No definas tu identidad con medidas humanas ni títulos terrenales. Dios nos declaró primeramente sus Hijos. Bajo ese conocimiento podemos acercarnos a Dios como tales. No basemos nuestro tiempo con Dios bajo méritos personales, entremos confiadamente ante él como un hijo con su papá. Y no dejemos que nuestra profesión defina nuestra relación con Dios. Nuestros títulos y logros son medidas terrenales pero no son necesarias cuando venimos antes nuestro Padre Celestial.

Pregunta

Que practicas tienes para crecer en tu relación de Hijo con Dios? Comenta y comparte por favor.