Una corona de olivo era la distinción que se concedía a los vencedores en los Juegos Olímpicos realizados por los antiguos griegos en la ciudad de Olimpia.

Consistía en un cerco de ramas de olivo, cortado previamente con un cuchillo de oro en manos de un niño de 12 años cuyos padres aún vivieran. Los campeones también eran proclamados héroes en sus ciudades, que además le pagaban la alimentación durante toda la vida.

La tradición de utilizar las ramas de olivo para premiar a los galardones tiene su origen en la victoria del griego Korebo, primer ganador de la carrera del estadio, en 776 antes de Cristo. En aquella época, este era el mayor hito alcanzable. El olivo, también ha inspirado el diseño de la antorcha olímpica.

Esta tradición se expandió por el mundo. Es por ello que se concibe al olivo como símbolo de Paz y como reconocimiento a los mayores logros conseguidos por el hombre, en cualquier ámbito de su trayectoria vital.

La máxima distición,
alcanzar la corona de olivo