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El proceso de victimización en la violencia de género

Para abordar el proceso de la victimización en la violencia de género, haremos intervenir conceptos como Víctima, Victimología y Victimización, además de los factores intervinientes de los procesos de victimización en la violencia de género.

Víctima

La víctima comienza a plantearse como objeto de estudio a partir de los años cincuenta del siglo XX; a partir de esta fecha surge una inquietud en torno a esta figura. Hasta este momento solo se hablaba del delincuente que realizaba un comportamiento criminal, pero diversos autores comienzan a plantear al otro sujeto en la relación, que es la víctima; dicen que para que exista un delito es necesario que haya una víctima y un delincuente, los dos.

Hasta 1950 se habían centrado en el delito; plantean que si estudiamos a la víctima tendremos mas información sobre el fenómeno criminal; en resumen, la víctima se concibe como complemento de la unidad o secuencia criminal. La víctima adquiere más protagonismo, empieza a hablarse de ella débilmente hasta que poco a poco llega a conformar la Victimología.

El primero que habla de víctima dándole una dimensión trascendente fue Von Hentig, que junto con Mendelsohn fueron los primeros que se preocuparon por los derechos victimales.

Los aspectos en virtud de los cuales se otorga más importancia a la víctima son:

  • Información que aporta el delito.
  • La información que puede aportar del delincuente.
  • Los programas de prevención.
  • Una necesidad social de protección a este sujeto.

Igualmente hay que prestar especial atención a los estudios victimológicos; las encuestas de victimización -aquellas que solo pueden ser completadas por victimas de delitos- y los auto sondeos -para la población en general- son mecanismos estadísticos para medir los índices de victimización y obtener información relevante sobre el fenómeno criminal.

¿Qué es la Victimología?

En España en poco tiempo se ha querido abarcar mucho y se ha focalizado hacia ámbitos de actuación muy concretos. Se ha especializado en violencia de género, terrorismo y las víctimas de delitos sexuales.

El concepto de Victimología se definirá etimológicamente por el estudio de las víctimas; estudia sus características biológicas, psicológicas, morales, sociales y culturales, su relación con el delincuente y el papel asumido en la génesis del delito, con el propósito de prevenir futuros comportamientos criminales y atender a las victimas del delito. Permite investigar las consecuencias que una agresión ha provocado en una persona.

De ello, se derivan las siguientes características:

El objeto de la Victimología es la víctima, referido a tres niveles:

  1. a) El primer nivel es de naturaleza individual entendida como el sujeto particular sobre el que recae la acción ilícita.
  2. b) Nivel conductual, donde de centra en el estudio de la conducta desarrollada por la víctima, a saber, qué ha pasado antes de que la persona sea victimizada hasta que lo ha sido.
  3. c) Un ámbito general que comprendería a la pluralidad de victimas: El estudio grupal de todas las victimas.

La finalidad de la Victimología es la mejora del sistema a dos niveles: previniendo la comisión de nuevos delitos, y atendiendo-dotando de recursos a las victimas, incluyendo el objeto de mejorar las relaciones de las instituciones intervinientes con la víctima.

¿Qué es la Victimización y sus tipos?

En Criminología, la Victimización se define por el modus operandi; es el mecanismo o proceso en virtud del cual una persona llega a ser víctima de un hecho delictivo y traumático.

¿Cuáles son los tipos de victimización?

Podemos referir tres grandes tipos de victimización: primaria, secundaria y terciaria. La primaria es aquella dirigida contra la persona o el individuo particular que ha sufrido un hecho delictivo y traumático.  Es el proceso por el que una persona sufre, bien directa o indirectamente, daños físicos o psíquicos a partir de un hecho delictivo.

La Victimización secundaria es referida a aquellos supuestos en los que la víctima ha de enfrentarse a la rememoración de los hechos en virtud de los cuales ha sido victimizada. Normalmente esta victimización secundaria se produce ante la administración de justicia, los cuerpos y fuerzas de seguridad.  Beristain (1996) hace referencia a la mala o inadecuada atención que recibe la víctima una vez entra en contacto con el sistema de justicia.

Por último, la victimización terciaria es un concepto vago e impreciso pues engloba multitud de acepciones que en muchos casos no tiene nada que ver una con otra. Hay varias definiciones:

– Terceras personas que no padecieron el proceso victimal de manera directa, sino como testigos y padecen secuelas. Podríamos señalarla como una victimización primaria indirecta.

– Aquella dirigida al delincuente por el cumplimiento de la pena por la que ha sido condenado. Se entiende por las hipotéticas intimidaciones, vejaciones sufridas en prisión, el rechazo social cuando salga; se puede entender como victimización al delincuente.

Esta última vendría referida a los familiares del delincuente y englobaría los padecimientos físicos y psicológicos que pagarían por parte de la sociedad debido a la vinculación familiar con el detenido.

Según Morillas, si defendemos esta opción, igualmente podemos plantear la victimización terciaria vinculándola con los familiares, pero lo referente al delincuente o a sus familiares habría que anudarlo como victimización del delincuente.

Factores intervinientes en la victimización de la violencia de género

La violencia de género es un problema complejo en el que están anudados factores personales, sociales y culturales.

El estudio sobre los procesos intervinientes en las mujeres víctimas de violencia de género ha dado luz a los siguientes elementos:

Históricamente, en los primeros estudios que se han realizado sobre el fenómeno de violencia de género se ahondaba acerca de la existencia de elementos psicológicos como el masoquismo de las mujeres que sufrían maltrato; la tendencia era hacer intervenir condiciones psicológicas como la existencia de un fantasma (en sentido psicológico) masoquista originario en la mujer para dejar constancia de la atracción hacia sus agresores.

Posteriormente, se rectificó, indicando que verdaderamente no se trata de un fantasma masoquista en la mujer, sino de un fantasma psicológico masculino.

A partir del surgimiento de los estudios en criminología y psicología jurídica sobre la víctima, se elaboraron teorías que tenían en cuenta las características personales de la víctima y del agresor.

Le siguieron otros estudios que realzaban las características sociales como la aceptación de la violencia, el estatus subordinado de la mujer, y a los estresores que afectan a la institución familiar.

Respecto a las características sociales, se precipita la influencia de la socialización a lo largo de la historia basada en el género. Polo (2000) indica que “La observación de la persona que ha sido víctima de abuso, refleja que sus creencias tienen que ver con el tipo de socialización femenino. Por la manera en que son socializadas, las mujeres aprenden a dar valor a actitudes de incondicionalidad hacia las necesidades de los otros. Forma parte de los requisitos que la cultura les prescribe para asegurar su disposición a la maternidad. (…) Esta disposición incondicional que aprenden las mujeres suele extrapolarse a otros vínculos como, por ejemplo, a la relación de pareja”

En el mismo campo de las características sociales, el papel de la educación ha sido fundamental en la conformación de los roles de género, haciendo hincapié en una división de tareas. A tal efecto, Corsi señala que estamos insertos en “una cultura que consagra la primacía masculina, la búsqueda de un lugar de dominio se transforma en la esencia del sentimiento de identidad masculina”.

Otro de loa elementos a destacar es la naturalización de la violencia. Las encuestas indican que las mujeres maltratadas en sus relaciones de pareja se contabilizan en un tanto por ciento y, sin embargo, bajo criterios técnicos, las encuestas detectan un tanto por ciento (4 veces más) de mujeres que sufrían agresiones por parte de su pareja. La explicación es que un importante número de mujeres está siendo maltratada “sin saberlo”, sin ser consciente de dicha situación.

Los elementos que intervienen respecto a esta naturalización de la violencia se relacionan con los mandatos de género de la identidad femenina tradicional. En el medio en el que habitamos, la forma de ser y sentirse mujer está determinada por un estereotipo de “feminidad” tradicional que se definen por la atribución de una importancia fundamental a lo relacionado con lo emocional, con las relaciones interpersonales, con el afecto, los cuidados, el apego; de estos vínculos afectivos queda afectado también la responsabilidad de su mantenimiento.

Por ello, la identidad que se conforma en las mujeres se puede tambalear, abocarse al sentimiento de fracaso en la medida en que su existencia está anudada a la consecución exitosa de tales vínculos, llegando a la desvalorización y a la afectación de la estima propia si no se alcanzan dichos hitos; cuestión que facilita el no reconocimiento del maltrato que están sufriendo y la ruptura que supone de la relación.

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